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Characters:
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Language:
Español
Series:
Part 24 of Fictober 2020
Stats:
Published:
2023-06-12
Words:
2,144
Chapters:
1/1
Kudos:
2
Hits:
26

"Comida"

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Work Text:

Parte de llevar una relación romántica con alguien que no comparte tu cultura, por más de varios años, es la increíblemente difícil y cruel adaptación. Dos mundos totalmente distintos que colisionaban entre si con cada etapa nueva de sus vidas compartidas.

No estaba diciendo que esto era malo, después de todo, tan grave no era.

Tener de novio a un chico japonés no era algo en su lista de cosas por hacer, no en realidad, mucho menos que Hiro se entusiasmara por mostrarle diversos platillos tradicionales japoneses sobre los que el ignoraba por completo su contenido y método de preparación.

Bien, el pelinegro no era como cualquier persona, no muy tradicional, no muy exigente, no mucho de ninguna de esas cosas. Ni siquiera era un buen cocinero como para decir algo al respecto de la gastronomía mexicana, o local, sin embargo, Hiro le había llevado a comer a diferentes restaurantes, puestos de comida y hasta le había suplicado a Tía Cass que le ayudase a preparar un bufet japonés tradicional para que Miguel pudiese conocer un poco más sobre la comida de su cultura.

Cuando Miguel dijo que le gustaba la comida no se refería precisamente a eso.

Trata de mantener buena cara ante las cosas que el pelinegro le muestra, porque lo hace de buena fe y con una sonrisa siempre en su apenado y bonito rostro.

Al parecer, la comida japonesa es un verdadero orgullo para su nación, entonces no le gustaría estar ofendiendo a Hiro al negarse en comer algo de lo que sea que le este dando, pero que infierno era aprender a comer en aquellos palitos de madera. El chico le enseñó como, le dio técnicas y trucos para que funcionase, le dijo como y con que dedos debía tomar que pieza y que movimiento en especifico hacer para poder utilizar los palillos para comer.

Hiro los usaba con destreza, cortaba la comida y casi hasta la servía con los palillos.

Pero para Miguel, que viene de una cultura donde todo se come, o con la mano o con tortillas, era algo difícil de la nada tener que usar dos ramitas para comer. ¿No podían simplemente darte un tenedor?

Esa pregunta siempre hacia reír a su novio, por que al parecer, no, no podían simplemente darle un tenedor.

Por que tener un tenedor en una casa japonesa es casi tan extraño como tener un par de palillos chinos en una casa mexicana.

Pero seria un mal novio si no lo intentase al menos una vez, o dos o tres, o las veces que fueran necesarias para seguir viendo aquella bonita sonrisa en al bonito rostro de su bonito Hiro.

Lo que hace por amor.

Cuando el pelinegro le hablaba sobre comer platos de arroz el pensaba en el arroz tradicional que mamá Elena preparaba para las celebraciones que se llevaban a cabo en Santa Cecilia.

Lo que se encontraba en su plato, al contrario, era arroz cocido, sin color, sin sabor, sin especias de ningún tipo. La primera vez que se topo con aquella insípida masa cocida estuvo escarbando durante veinte minutos en el tazoncito, esperando encontrar los elotitos o los cubitos de zanahoria. Votando los blanquecinos granitos por todas partes en la mesa, tan solo para descubrir que el final, no había nada.

Ahí no había nada.

Pero a Hiro le gustaba ese arroz, mucho. Tanto así que no importaba si no tenían nada mas con que comerlo, el arroz por si mismo estaba bien. Solía ponerle eso que Miguel recuerda como una salsita liquida y negra que era horriblemente salada.

Y ni hablar del pescado, es decir, ¿que le sucedía? Estaba comiendo pescado crudo, sin el mínimo reparo en el hecho de que a esa cosa le faltaba cocerse un poco, mucho, bastante. El asiático le mencionaba con mucha naturalidad, quitándole importancia al asunto, que así se comía el pescado aquí, que a esto se le llamaba sushi.

Ya se imaginaba Miguel en el área de urgencias en el hospital, vomitando el "sushi" con el que se había intoxicado hasta la muerte.

Pero Hiro tan solo reía. Comiendo sushi y arroz como si fuese algo normal.

Los fideos eran otra cosa que le parecía extraña. Eran como las sopas instantáneas que encontraba en México, pero hechas a mano, con arroz, trigo o incluso frijol podían hacerse fideos. Algo que también le gustaba al pelinegro.

Todo muy complicado, todo muy disciplinado.

Aprendió gracias a mamá Cass a como hacer harina los diferentes granos y manipularlos para hacer masa con ellos, así lista la masa se preparaban los fideos, se cocían separado del caldo con el que se servirían, todo con tanta ceremonia y exactitud en las cantidades de comida.

En la cocina de su casa en Santa Cecilia mamá Elena solo tomaba con la punta de sus dedos la sal y la echaba a la comida, si quedaba bien lo dejaba así, si le faltaba, le ponía más. Nadie tenia que decirle como medir las cantidades, ella solo lo sabía, lo sabía y ya, y nunca fallaba. Nunca.

Miguel tuvo que aprender a contar cada ramita y cada hoja de la comida para hacer un platillo en especifico, cocer por tantos minutos a tanta temperatura y dejar reposar lo que fuese necesario. Nunca en su vida vio tantos números y formulas en un recetario de comida.

Pero Hiro decía que así funcionaba la gastronomía japonesa.

Que no era más que una enorme ceremonia, incluso las celebraciones eran estrictas en su haber.

Miguel recuerda la primera fiesta a la que Hiro le invito, una comida algo así como familiar, con sus amigos, en casa. Recuerda que estaba tratando de ser amable y acomedido como se le enseño desde pequeño. Sirvió a su lindo novio una copa de aquel extraño licor de aroma dulce que tanto solían beber, y también recuerda la cara de susto que puso por eso.

¿Qué tanto le costaba solo tomar la copa y ya?

Bueno, se enteraría después que incluso para ponerse pedo en ese lugar había ceremonias y reglas que correspondían con la posición "superior" de las personas, hacer las cosas mal al parecer era una falta de respeto. Miguel no había querido hacer nada por el estilo. En su defensa, Hiro le pudo haber avisado que cosas podía o no podía hacer.

Aprendió a dejarse servir los tragos de licor por el chico, aprendió en que momento tomar, quien debía de hacerlo primero, el brindis, entre otras cosas.

Tanta presión incluso para beber era mucho más de lo que Miguel podía soportar.

Porque ahora resulta que según la tradición a la que Hiro estaba acostumbrado dictaba que en Japón, solo los jóvenes vienten la bebida al mayor con una mano tocando el codo del brazo, por respeto, el mayor puede hacer esto por el menor como gesto romántico, a lo que Miguel no debía sostener el vaso con las dos manos por que el es el más joven de los dos.

Era una costumbre importante, ya que Hiro, además de ser el mayor, era su pareja, lo que le permitía servirle a el el primer trago de licor como una muestra de amor y lealtad.

O algo así.

No quería arruinarlo, por lo que solo hacía lo que su chinito le pedía.

Eso y porque Hiro ya había tenido que pasar al algo similar a lo que Miguel decía sufrir en ese momento.

Ya que en la muy muy humilde opinión del moreno, la gastronomía mexicana podía partirle la madre a la comida japonesa cualquier día, sin pedos.

Pero al pelinegro también le tocó no comprender y sufrir los platillos típicos de México.

Primero que nada, a todo, absolutamente a todo le ponían picante, y si no le ponían picante, entonces le ponían limón, o limón y picante. El arroz no se parecía al que el acostumbraba comer, este siempre estaba muy salado y le ponían vegetales picados, solían ponerlo en las sopas, los guisados e incluso en medio de una tortilla.

Y otra cosa...

Que bien Hiro podía amar a Miguel y todo, pero no comprendía porque era necesario meter todo en una tortilla y llamarle taco, taco de carne, taco de guisado, taco de espagueti, taco de sopa, taco de arroz, taco de SAL, TACO DE SAL.

¡TACO DE SAL!

¡¿Qué te pasa México?!

Cualquier cosa que pudiera comerse se metía a una tortilla y ya era taco.

Hiro no entendía la diferencia entre un taco y una quesadilla.

Miguel insistía en que si llevaba queso era quesadilla y un taco no lo lleva.

Hiro preguntó si a eso no se le llamaba taco de queso.

Miguel insistió en que no existían los tacos de queso, solo quesadillas.

Hiro pregunto la diferencia entre taco, quesadilla, sincronizada y "gringa".

Miguel.exe dejo de funcionar.

El tema de los tacos y las quesadillas era uno, pero ¿que tal el tema de "las tortas"? Según el moreno, todo lo que estuviese en medio de un bolillo era una torta. Había tortas de carne, de guisado, de huevo, de aguacate de plátano.

Gracias a la ciencia que no había tortas de sal.

Y la que Hiro consideraba la peor de todas, la torta de chilaquiles.

Los chilaquiles no eran a caso tortilla con picante.

México parecía una dimensión mágica alterna a la que el resto del mundo no podía llegar a comprender.

La gastronomía mexicana era la misma cosa en presentaciones distintas, solo eso.

¿Qué eran los chilaquiles? Tortilla de maíz frita en salsa, con crema, queso e incluso pollo. ¿Qué eran las enchiladas? Tortilla de maíz frita, con crema, queso y pollo. La comida mexicana era eso, tortilla de maíz, o solo maíz, acompañado de picante y carne.

Existían las variantes.

Hiro llevo a cabo el método científico para comprobar su teoría sobre la superposición cuántica del maíz.

Desde tostadas, gorditas, tortillas, tamales y cuanta cosa pudiese conocer.

Incluso había una bebida asquerosa y espesa a la que Miguel se le refería como "atole" y algunas estaban hechas con maíz.

Eso parecía engrudo de hospital.

Olviden la tesis de robótica, este seria su nuevo tema a investigar.

Los dulces eran otras de las cosas sobre México con las que el asiático estaba más que molesto. Miguel no le había advertido siquiera, ese día tan solo llego con su bonita cara de galán de telenovela, sonriéndole y hablándole lindo como siempre, compartiendo con el algo que el moreno llamo "dulce típico de México".

¿Cómo no lo vio venir? Cayó directo en sus redes de manipulación y engaño sin oponer resistencia alguna.

Y vuelve a preguntar, ¿por qué? ¿por qué su fascinación de ponerle picante y limón incluso a los dulces? Eso para nada era un dulce, era un arma biológica.

Todo en Santa Cecilia representaba un constante atentado a su vida.

El chilorio que Miguel freía con aceite atacaba sus pobres pulmones, casi matándolo de asfixia, o en este caso, de un ataque de asma. ¿Eso era solo chile o era gas pimienta? Los horribles dulces picantes con los que en más de una ocasión se enfermo o se medio ahogo. Y la peor de todas, la "piñata" esa cosa de cartón decorada con papeles de colores que tenían diferentes formas y tamaños.

La primera vez que Miguel le insistió en golpear la piñata Hiro terminó rompiéndola, que aun no puede entender porque la gente acostumbra a hacer cosas tan bonitas y elaboradas si luego las va a romper con un palo, pero bueno.

Rompió la cosa esa y cientos de dulces y frutas cayeron sobre su cabeza.

Y maní.

También el maldito maní al que Miguel sabía que era alérgico y que le costó una noche en emergencias, de nuevo.

¿Y que dijo su novio al respecto?

"-¡Ay! Hiro, perdón, yo no sabia que los cacahuates y el maní eran la misma cosa..."

Eso ya era descaro.

Sin embargo, de entre todo lo malo, peligroso y nocivo, algo que quizá le agradaba de la comida mexicana, era el alcohol. Porque vaya que sabían tomar, desde cerveza, pulque, agua miel y curado, hasta el tequila. Que también se bebía con limón, háganle el favor.

Pero bueno, si algo Hiro sabía apreciar, era el buen alcohol de México, cosa que el moreno apreciaba, ya que a el ni siquiera el licor le era tan bueno.

Tenían hasta helado de tequila, y vendían gomitas de a kilo.

Por dicha razón, el mexicano soportaba la adversidad de conocer la fea comida cruda que su bonito novio le hacía comer, porque es lo que uno hace por amor, y eso siempre les hacía pensar que más allá de lo difícil que fuese adaptarse a la comida y cultura del otro, a Miguel siempre le iba a gustar algo de Japón...

Hiro...

Y a Hiro siempre le iba a gustar algo de México...

El alcohol.

...

Ah, y Miguel también, claro.

Notes:

Vengo un día tarde de nuevo, esto se está haciendo una costumbre para mi.

Lo que menciono sobre servir los tragos en Japón no sé si sea cierto, en Corea si lo es, pero ignoro por completo el como se acostumbra a hacer en Japón, de todos modos no quería ser tan especifica con eso, solo lo mencione porque me pareció lindo, no busquen mucha lógica en ello.

Eso es todo, gracias por leer, votar y comentar c:

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