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Momentos.

Chapter 116: Lugar seguro.

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Nadie saba sobre el rumbo actual de su relación.

- ¿Vamos por una hamburguesa antes de ir a casa, Sakurai? - pregunto Wakamatsu mientras se colgaba su mochila deportiva sobre su pecho esperando a su amigo en la puerta de los vestidores.

El bajito castaño de ojos caramelo cerro con suavidad la puerta de su casillero viendo de reojo como su compañero de equipo, Aomine Daiki, hacia lo mismo que Ryou, con la diferencia que relamió sus labios tal felino a punto de saltar sobre su presa. Un escalofrió recorrido la espalda de Ryou por esa sencilla acción que denotaba mucho si sabias leer y entender el contexto.

Y Ryou sabia el contexto.

Nadie conoce que su relación es más de lo que alguna vez alguno de los dos llego a imaginar. Sinceramente ninguno parecía importarle aquel detalle, era un secreto, un susurro entre compañeros de clase, un chisme que se dice por los pasillos de la escuela.

Un amor escondido pero correspondido.

-Lo siento, Wakamatsu-san. Pero hoy debo ayudar a Aomine-san a estudiar- Aomine camino hasta donde estaba Sakurai apoyando su brazo diestro sobre el hombro de Ryou dejándole ver a Kosuke que eran ciertas las palabras de Sakurai - ¿podemos quedar mañana? -

Kosuke soltó un leve gruñido -Aomine te está monopolizando demasiado, Sakurai-

-Ayudo a mi compañero de clase y equipo con gusto, Wakamatsu-san-

Kosuke suspiro, sí. Sakurai era demasiado bueno para este mundo.

-Vamos mañana entonces, Sakurai- los hombros de Ryou se relajaron, especialmente al no ver tan tenso a Aomine desde que inició su conversación con su capitán -descansen, los veo mañana en el entrenamiento matutino- luego de eso salió en silencio de los vestidores dejando atrás una extraña atmosfera que se había plantado entre los estudiantes de segundo año sin que Kosuke lo notara.

Sakurai suspiro más tranquilo viendo de reojo a Aomine quien se mantenía con el ceño fruncido por como Wakamatsu lo había invitado a salir esa noche.

En su presencia.

Tiro con suavidad de la chamarra de Daiki buscando llamar su atención, eran las siete de la noche y era hora de regresar a casa. No podían seguir en los vestidores de la escuela tan tarde, además, tenían que descansar un poco antes de otro día de entrenamiento.

Mas no espero Ryou que Aomine tomara con cierto desespero y urgencia en sus acciones el rostro de Sakurai justo de la barbilla para poder robarle un demandante y sorpresivo beso que Ryou no fue capaz de corresponder por lo repentino del movimiento.

Pronto su bajito cuerpo fue superado por la fuerza y agarre en sus caderas por parte de Aomine quien estaba luchando por succionarle el alma por la intensidad y demanda de aquel beso. Su espalda impacto sobre la superficie fría de los casilleros cercanos por el movimiento de Aomine hacia él y su reclamante beso a su persona.

Eran novios, amantes, amigos.

Eran todo en uno para ellos mismos. Nadie ajenos a ellos lo sabían, no tenían intenciones de anunciarlo, tampoco querían hacer un gran escándalo por el amor que los dos se tenían y profesaban en completa soledad estando en la escuela o el hogar de alguno de los dos.

Solo eran ellos dos.

-Da-Daiki…- gimoteo Sakurai separándose con dificultad de los labios de Aomine y sus besos ardientes, ansiosos de más contacto entre ambos -e-estamos en la escuela todavía- intentaba enfocarse en los ahora suaves y tiernos besos que Aomine repartía sobre su rostro, mejillas y cuello, pero el movimiento descarado de Daiki con su rodilla izquierda y la entrepierna de Sakurai; dificultaba poder concentrarse en palabras coherentes.

-Me molesta que el imbécil de Wakamatsu quiera ser tan cercano a ti, Ryou- los ojos caramelo se perdieron en los azules de Aomine quien mantenía un agarre seguro sobre su barbilla -pero no puedo decir nada, no todavía-

-Daiki-san…-

-Soy tu novio desde primer año, no gritarlo al equipo y al resto de chicos me pone de mal humor, Ryou-

-Prometimos no contarlo hasta el final de nuestro segundo año, Daiki-san- dejo sus manos sobre los cabellos azules de Aomine -solo unos meses más-

Ambos querían estabilidad, seguridad de que su relación será medianamente aceptada por sus conocidos, no querían ser impulsivos y arruinar con una noticia “inesperada” su relación. Y aun si no eran aceptados; ninguno de los dos daría un paso atrás sobre ellos mismos.

Su amor.

-No creo poder soportar unos meses más de esta forma, Ryou- atrajo el cuerpo de Sakurai hasta su pecho provocando que la pelvis de ambos chocara por su movimiento repentino, el castaño por poco no lograba sostenerse de la cintura de Aomine por lo ocurrido -ya no quiero ocultarlo, necesito que todos en el equipo sepan que eres mi novio, mi Ryou. Mío- deslizo sus manos sobre las caderas y costados de Sakurai dejando claro su punto -mío, mi Ryou. Mi novio, mi honguito- froto su nariz sobre el cuello y cabellos de Sakurai provocando escalofríos en el cuerpo del castaño que solo soltaba ligeras risitas por el comportamiento de Daiki con él.

A Sakurai tampoco le gustaba mantener en secreto su amor hacia Daiki. Quería marca su propiedad hacia Aomine, especialmente hacia todas las chicas que tenían intenciones de acercarse a Daiki solo porque si, no iba a permitir que le quitaran a su moreno novio. Y aunque no era celoso o posesivo, no dejaría que nadie pusiera su mirada sobre Daiki.

No mientras Ryou estuviera con Aomine.

-Te tengo muy consentido, Daiki-san-

-Ryou…- llevo una de las manos de Sakurai sobre su entrepierna semi despierta haciendo él lo mismo sobre la entrepierna de Ryou estremeciendo de igual modo a su novio -te necesito, te quiero ahora-

-Daiki…-

-No hay nadie en mi casa, no hasta pasado mañana- quito los pocos cabellos castaños humedecidos del rostro de Ryou que ahora tenía un sonrojo llamativo y pecaminoso sobre sus regordetas mejillas -por favor, Ryou-

Sakurai no iba a mentir, él también quería pasar esa noche con Daiki.

No respondió a la petición de Aomine, solo deslizo sus manos blancas por el pecho de Daiki hasta llegar a sus hombros y después el marcado cuello atrayendo de un solo movimiento los labios de Aomine hasta los propios complaciendo enormemente a Daiki.

Era difícil no caer en tentación tratándose de Ryou.


El ambiente dentro de la habitación de Aomine era tranquilo, silencioso y callado. Si podemos ignorar los gemidos bajos por parte de Ryou y los gruñidos llenos de desespero por parte de Daiki, nada raro estaba pasando en aquel cuarto que ha visto de ambos demasiado.

No le importaba nada a Aomine quien con tortuosa lentitud desnudaba el cuerpo de Sakurai sin dejar ir de sus labios los de Ryou que solo apoyaba sumisamente y complacientemente sus manos sobre el pecho de Daiki quien besaba hambrientamente sus labios profanando un poco su boca con su curiosa y resbaladiza lengua.

Ryou no estaba negando nada, quería disfrutar de esos instantes con Daiki.

-Daiki- llamo jadeando por aire Sakurai separándose de los demandantes y calientes besos de su novio hacia el -ca-casi no respiro- su rostro fue besado por Aomine que solo acariciaba sobre la poca ropa aun disponible su cuerpo.

-Lo siento Ryou, yo- el castaño soltó una pequeña risita relajando a Aomine con esa acción.

-Te amo, Daiki-san. Que seas un poquito impaciente antes de nuestros encuentros íntimos se ha vuelto una costumbre para mi- acaricio las morenas mejillas apoyando su frente sobre el pecho de Aomine que ahora lo abrazaba de la cintura atrayéndolo hasta su pelvis -sigue, por favor-

Aomine solo refugio entre sus brazos a Sakurai permitiendo que el castaño escuchara los latidos de su desbocado corazón, Ryou sonrió apoyándose y agradeciendo a la vida poner en su camino a Daiki.

Se amaban, eso era lo único que importaba.


El cuerpo de Ryou debe ser venerado.

No, estaba en un error. Ryou enteramente, alma y cuerpo, debía ser venerado. Nada de medias tintas, nada de solo una parte. No. Ryou debe ser tratado como un rey, una deidad. Algo que no debe estar entre la humanidad y aun así se toma el tiempo y paciencia de estar entre los mortales que no merecen estar ante su presencia.

Daiki, por ejemplo.

Si fuera por Aomine, definitivamente pondría un altar a Ryou a la primera oportunidad. Que Sakurai le haya dado la oportunidad de ser su primer novio y primer todo… era un bastardo. Un bastardo con mucha suerte y fortuna.

No es porque amara a Ryou que soltaba estos pensamientos al azar, su corazón en cierta medida si tenía que ver con sus acciones, pero su cabeza también tenía que ver. Los dos estaban conscientes de ello. El Daiki racional y el Daiki emocional coincidían que Ryou debía ser tratado como lo más valioso que tenían en la vida muy independientemente de sus amistades, padres y todo lo demás.

- ¿Daiki-san? -

El llamado tímido de Ryou lo saco de sus pensamientos. Sus ojos azules chocaron con la figura desnuda de Sakurai que intentaba cubrirse con sus manos pues Daiki le había pedido que se quedada un momento de pie una vez termino de desnudarlo. Ryou lo acepto pues no es la primera vez que “montaba” de este modo a Daiki; mas no esperaba que su novio se quedara tanto tiempo callado, pero viéndolo fijamente, analizando todos y cada uno de sus movimientos.

-Ryou…- el cuerpo completo de Sakurai tembló por el llamado de Aomine. Su voz cargada de lujuria y erotismo. Su espalda sufrió un escalofrió, no esperaba que Daiki estuviera tan necesitado de ese momento intimo con Sakurai -ven un momento- el castaño obedeció al mismo tiempo que tomaba la mano que Aomine estiraba para Ryou.

Lentamente Daiki sentó sobre su muslo el cuerpo de Ryou afirmando con suavidad sus amplias manos sobre las caderas de Sakurai. El bajito castaño solo apoyo sus manos sobre los hombros de Daiki completamente acostumbrado a la forma de ser de Daiki con él.

Cuando le daba la gana podía ser el chico más tierno y dulce del mundo con Ryou. Pero cuando la lujuria y el deseo era demasiado para ambos chicos, Daiki no dudaba en saciar su sed de sexo y amor únicamente con Ryou. Sakurai no iba a mentir, ambas facetas de Daiki lo hacían enamorarse más de lo que ya estaba de su novio.

No podían juzgarlo, Ryou tenía lo mejor de dos mundos y esos dos mundos resultaba ser suyos.

-Mi Ryou- el castaño soltó una ligera risita mientras escondía tímidamente su nariz y labios en el cuello de Aomine, dando suaves y pequeños besitos en la zona permitiendo que Daiki recorriera con lujo de detalle su silueta. Acariciando sus glúteos, espalda, espalda baja y omoplatos, simplemente asegurándose de mimar y acariciar todo el cuerpo de Sakurai -te amo, Ryou. Mucho- aseguro Aomine besando suavemente uno de los hombros de Sakurai dejando descansar sus amplias manos sobre los glúteos redondos de Ryou. Tenía toda la noche para adorar y probar el cuerpo de Sakurai sin restricción alguna.

-Yo te amo más, Daiki-san- Aomine soltó una grave carcajada permitiendo que Ryou diera más besitos sobre su rostro y mejillas hasta llegar a sus labios. Un beso pequeño, intimo, profundo, inicio por parte de Ryou que ahora rodeaba el cuello de Aomine colocándose sobre la entrepierna vestida de Aomine que no dejaba de disfrutar de los labios de Ryou y los pequeños pero marcados movimientos de caderas de Sakurai sobre su pene semi erecto -continua, te quiero dentro ya- Daiki no tuvo que escuchar dos veces esas palabras para que sus dos manos azotaran con fuerza y firmeza el durazno que tenía Ryou por trasero.

Las palmas de sus manos se marcaron rojas sobre los redondos glúteos provocando que Ryou soltara un necesitado gemido sobre el oído de Aomine. Daiki gruño excitado, necesitaba hacerle el amor a Ryou.

-Tengo que dilatarte, Ryou- el castaño negó aun abrazando el cuello de Aomine ocultando sus labios en la manzana de adán de Daiki -Ryou…-

-Estoy sueve, Daiki-san- Aomine no esperaba aquella respuesta -me prepare antes de venir a tu casa esta noche- oculto su rostro avergonzado en el hombro de Daiki que ahora abrazaba el cuerpo de Ryou hasta que la pelvis de ambos hizo contacto -te deseo, hazme el amor ya-

-Mi Ryou tan pervertido- en un rápido movimiento Aomine bajo un poco su apretado bóxer liberando su erección dura. Masturbo un poco el erecto pene asegurándose de que tuviera la suficiente firmeza para complacer a su Ryou -se bueno y acepta todo de un solo movimiento ¿sí? - cargo por los glúteos a Sakurai provocando que el castaño sufriera un fuerte estremecimiento que se vio reflejada en su espalda en el instante que la cabeza roma de la erección roso su entrada -aquí voy, Ryou-

Un sonoro gemido se escuchó por toda la habitación.

Aomine tuvo que abrazar el cuerpo de Sakurai para no correrse. La estreches de Ryou era de infierno, pese a que había trabajado para dilatarse; aún estaba apretado. Mucho. Sonrió con arrogancia al ver tan falto de oxígeno a Ryou y como apretaba y tiraba de los cabellos de su nuca para no desfallecer de placer. Sus manos pronto recorrieron la espalda baja de su novio hasta llegar a los redondos glúteos que gustaba de maltratar y alabar en partes iguales, asegurándose de que su pene fuera correctamente albergado por el interior de Ryou.

-Da-Daiki…-

-Lento, Ryou- sus manos ayudaron a Sakurai a bajar y subir sobre su pene erecto asegurándose de que nada malo se pasara a su valioso y bonito Ryou, dándole tanto placer como el propio Ryou era capaz de ofrecerle -joder-

-Cre-creo que no me dilate bien, Daiki-san-

- ¿Duele? - Ryou negó abrazando todavía a Aomine moviendo sus caderas al ritmo que estaba haciendo Daiki -entonces está bien, estoy acostumbrado a que me aprietes mucho, Ryou-

-Daiki- las mejillas de Sakurai se pintaron de rosa reprochando a su novio -no digas eso-

-Debo hacerlo- Aomine en sus posibilidades beso el cuello y clavículas de Ryou asegurándose de jugar con los redondos glúteos que tanto profesaba amar -nadie más lo hará, nadie más te tendrá de esta forma- Ryou tomo el rostro de Daiki acariciando las morenas mejillas y uniendo su mirada con la de Aomine -te amo, Ryou-

-Yo te amo más, Daiki-san- robo un profundo beso de los labios de Aomine disfrutando ambos las mieles del placer y deseo que entre ellos se provocaban a sí mismos. Dejo que Aomine tomara el control de su cuerpo acostando su espalda en su rápido movimiento siendo seguido por el cuerpo de Daiki.

La noche apenas empezaba para ambos.


Harasawa sobo las cienes de su cabeza por la escena que Sakurai y Aomine estaban presentándole a su entrenador como al resto del equipo. Momoi estaba ocupada tomando fotografías de la evidencia que estaban presenciando al mismo tiempo que documentaba con lujo de detalle lo que estaba pasando con Dai-chan y Ryou-chan.

Wakamatsu hizo una mueca con los labios, algo predecible tratándose del estudiante de tercer año.

- ¿Qué paso, Momoi? - pregunto Katsunori demasiado cansado para lidiar con esto.

No le pagaban lo suficiente, sinceramente.

-Creo que Dai-chan y Ryou-chan se quedaron dormidos antes de iniciar el entrenamiento matutino de hoy- explico la chica con rapidez guardando su celular, acaricio los cabellos de ambos chicos caídos en batalla notando de inmediato como Aomine inconscientemente abrigaba a Sakurai y como Ryou apretaba su agarre en la mano de Daiki, sujetándolo y no dispuesto a dejarlo ir de su agarre -algo curioso considerando que anoche salieron a buena hora de la escuela-

Katsunori suspiro, sí, claro -déjenlos dormir, me lo cobrare en el entrenamiento de la tarde- expreso Harasawa levantándose de su lugar -el resto, prepárense. Empezamos practica en cinco minutos- luego de eso abandono el vestidor de hombres seguido por Momoi.

Kosuke salió detrás de ellos viendo de reojo la escena de Sakurai y Aomine y como ambos parecían demasiados cansados para siquiera notar donde habían caído rendidos de cansancio.

La manera en cómo las manos de ambos se entrelazaban y como Aomine no parecía indiferente a lo que estaba pasando con Sakurai; le indicaba a Kosuke algo que ya sabía desde hace un año, pero prefería no involucrarse, no al menos hasta que Sakurai fuera y lo hablara con él.

Después lo hablaría con su amigo.

Aomine despertó unos segundos solo para apoyar su cabeza sobre el hombro de Ryou y apretar la mano diestra de Sakurai con sus dos manos. Sonrió levemente antes de caer rendido de nuevo por el sueño que invadía su cuerpo solo asegurándose de que su Ryou estuviera con el toda la mañana.

Como pensaba mantenerlo también su vida entera.