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Los Juegos del Hambre [Luzbur AU]

Summary:

Luzu Donner es sólo un chico más del Distrito 12, hasta el día de la cosecha cuándo decide ofrecerse como tributo por su mejor amiga Lana.

Wilbur Craft es el hijo del último vencedor del Distrito 12, Phil Craft. Desgraciadamente ni él ni su hermano están exentos de ser elegidos como tributos, así que termina ofreciéndose como tributo en lugar de su hermano menor Tommy.

Y por primera vez, el Distrito 12 tendrá dos tributos masculinos para los juegos: Luzu y Wilbur.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Work Text:

Era difícil ser del distrito más pobre, pero Luzu había aprendido a arreglárselas. Aprendió a cazar desde pequeño, tuvo qué, no había otra manera de asegurar que su hermano y él sobrevivieran de otra manera. 

La verdad, eran huérfanos. Su madre había muerto hace mucho tiempo, y su padre simplemente los dejó solos un día. 

Habrían terminado en la casa comunal de no ser porque su tía los acogió. 

Su tía era la médica local, sin embargo, llamarla médica ya era una exageración, ya que no podía permitirse pagar estudios para convertirse en una experta de verdad. Todo lo que sabía lo aprendió de su madre, y de estudiar ella misma varias hierbas y sus usos medicinales. 

Esto dejaba a Luzu con dos opciones para traer comida a la mesa: O empezaba a trabajar en las minas, o aprendía a conseguir por sí mismo comida para no tener que pedir teselas y arriesgarse a que su nombre se añadiera más veces de las necesarias para la cosecha. Y considerando que aún estaba lejos de cumplir la edad mínima para trabajar en las minas, su opción era clara. 

Su padre, cuándo aún se molestaba en actuar cómo si le importaran, le había enseñado a Luzu a usar un arco. Y al menos había dejado algunos en casa, arcos viejos qué él mismo usaba para cazar. 

Tomó tiempo. Demasiado tiempo, y muy para pesar de Luzu, sí tuvo que recurrir a pedir una o dos teselas en el proceso para evitar que murieran de hambre, pero nunca se rindió. 

No lo hizo cuándo sus dedos se llenaron de callos, o cuándo la vieja cuerda de su arco se rompió y tuvo que reemplazarla, ni cuándo sus manos se llenaron de astillas cuándo aprendía a hacer flechas por sí mismo, aunque al inicio eran muy frágiles o muy pesadas. Ni siquiera lo hizo cuándo falló en darle a una sola ardilla por meses, regresando a casa abatido y sin una sola presa qué mostrar a su pequeña familia para la cena.

Pero sus esfuerzos valieron la pena al final. Ahora era probablemente el mejor cazador qué el Distrito 12 tenía para ofrecer, y eso era lo que importaba. 

La caza seguía siendo ilegal, y aún tendría repercusiones para Luzu si algún agente de la paz se enteraba, pero al menos ahora tenía suficiente con qué alimentar a su familia, e incluso suficiente para intercambiar en el mercado cuándo lo necesitaban. 

Su única preocupación era asegurarse de que el nombre de Arin no fuera llamado el día de la cosecha. 

Ese día empezó como cualquier otro, excepto por la clara ansiedad qué viene con despertar el día de la cosecha, sin saber si será tu nombre o el de alguien que conoces qué será llamado. 

Luzu se reunió con su mejor amiga, Lana, a medio camino hacia la plaza central. Lana era hija del alcalde y, por lo tanto, vivía en la zona dónde viven todos los mercaderes, lo que en el Distrito 12 equivalía a tener la vida resuelta. Su brillante cabello rubio era prueba de que pertenecía entre lo que en el Distrito era "la alta sociedad", los mercaderes. 

Todo lo contrario a Luzu y Arin, qué estaban prácticamente destinados a nunca salir de La Veta, la zona de más pobreza en el Distrito, dónde vivían todos aquellos destinados a trabajar en las minas. 

No era la primera cosecha de Luzu, ni la de Lana, pero eso sólo los ponía más nerviosos. Lana no tenía mucho de qué preocuparse, tenía 17, y al ser de la zona mercantil, no tenía necesidad de teselas, así que su nombre sólo estaba 6 veces. 

Luzu, por otro lado, tenía su nombre puesto 18 veces. Él sí tenía algo de qué preocuparse. 

Al menos el nombre de su hermano Arin sólo estaba 4 veces, Luzu jamás le permitió ser él quién pidiera una tesela cuándo aún lo necesitaban. 

El proceso de registro para la cosecha fue cómo siempre, y pronto todos se encontraban formados y a la espera de que todo terminara para poder ir a casa, o saber si tendrían que despedirse de sus familias.

La familiar figura de la escolta del Distrito 12 pasó a la gran tarima. Todos en el Distrito reconocían a Eret, pese a que sólo le veían una vez al año durante la cosecha. Había sido la escolta del distrito por un par de años, y era lo suficientemente agradable para ser alguien del Capitolio, sino es que algo extravagante, pero eso era de esperarse. 

Siempre vestía ropas dignas de alguien de la realeza, y su maquillaje siempre estaba hecho pulcramente. 

Luzu se preguntó por un momento cómo hacía para caminar en botas con un tacón tan alto. 

—Bienvenidos de nuevo a la cosecha. Como saben, hoy elegiremos a los tributos qué representarán a este respetable distrito en la septuagésima cuarta edición de Los Juegos del Hambre. Que la suerte esté siempre de su lado. 

Eret dio un paso atrás, haciendo una breve pausa mientras el video de siempre empezaba a reproducirse en las pantallas de la plaza. 

Luzu observó con desinterés el escenario, localizando también al único ganador qué poseía el Distrito 12: Phil Craft, ganador de los juegos hace 24 años. Se veía igual que siempre lo hacía el día de la cosecha: con los hombros algo tensos y la mirada de un hombre que vio a la muerte a la cara y logró escapar. Y, desde hace 19 años, había algo más en su mirada: un innegable pánico de que el nombre de alguno de sus hijos fuera llamado. 

Todos en el Distrito 12 lo respetaban, no sólo por ser su único ganador, sino porque era alguien digno de respeto. Era una persona genuinamente amable, y un excelente padre para sus tres hijos. Luzu los envidiaba un poco, su padre no los había dejado cuándo su madre murió como a él y a su hermano Arin, era lo contrario, se había esforzado para ser un padre ejemplar para ellos. 

Aún así, todos sabían que Phil tenía sus propios demonios. Todos los vencedores los tenían, pero el peso en los hombros de Phil era uno pesado: era el único mentor, y año tras año, era forzado a encariñarse con tributos, todos alrededor de la edad de sus propios hijos, sólo para ser forzado a verlos morir. 

Phil era un hombre amable, sí, y casi siempre estaba sonriendo. Pero nunca en el día de la cosecha. 

El video terminó, y con ello Eret se acercó de nuevo al micrófono, su vestido rojo brillando como una chispa de fuego entre las montañas de carbón en el distrito. 

—¡Qué comience la cosecha! Ahora, cómo es tradición, primero las damas… —Eret se acercó al lado del escenario qué contenía el tarro de vidrio con los nombres de las chicas del distrito. Metió su mano dentro, pensándolo un poco antes de seleccionar un papel al azar, acercándose de nuevo al micrófono antes de abrirlo. —La tributo de este año del Distrito 12 es… ¡Lana Undersee! 

Un silencio recorrió el público entero. No podía ser verdad. Las personas de la zona mercantil raramente eran escogidas, la suerte literalmente estaba a su favor, sus nombres eran los que menos se repetían porque no tenían necesidad de cambiar comida por otra pieza de papel con su nombre yendo dentro del contenedor de cristal. 

El pánico se apoderó de Luzu, y al encontrar el rostro de su amiga entre la multitud, supo que no había manera de que la dejara ir ahí. 

Lana era dulce, sus manos eran tersas y no contaban con ni un sólo callo, estaba seguro que no podría ni levantar un cuchillo en contra de un enemigo. 

Sería un milagro si Lana lograba sobrevivir al baño de sangre inicial en la Cornucopia. 

Lana seguía estática en su lugar, sin saber qué hacer. 

Pero Luzu supo qué hacer. No lo pensó ni un instante. 

—¡Yo me ofrezco como tributo! 

Un nuevo silencio se apoderó del público. Luzu alzó el mentón, empezando a caminar hacia el escenario. Ningún agente de la paz lo detuvo. 

Para cuándo llegó al escenario, Eret ya lo estaba mirando, completamente sorprendida. 

—Oh… Esto no había pasado antes, es la primera vez que el voluntario no es una chica… —Eret miró a Phil en busca de ayuda, aunque este parecía igual de confundido. ¿Qué hacían ahora? ¿Sacar otro nombre de una tributo femenina? ¿O sacar el nombre del tributo masculino, ya que técnicamente Luzu ocupaba el lugar del primer tributo ahora? 

Unos segundos pasaron y nadie dijo nada. Phil finalmente se acercó, susurrando con Eret un momento antes de que Eret volviera a erguirse frente al micrófono. 

—Bien, um… Tendremos un breve descanso de un par de minutos mientras Phil y yo contactamos al Capitolio. —informó Eret. 

El público empezó a murmurar de inmediato. Unos agentes de la paz guiaron a Luzu dentro del edificio de justicia, dejándolo sólo en una habitación vacía por unos minutos. 

Esos minutos fueron suficientes para que el pánico empezara a apoderarse de Luzu. ¿Qué había hecho? Posiblemente había salvado a Lana, pero había una posibilidad de que se hubiera condenado a sí mismo también. 

Sí, Luzu era el mejor cazador del distrito entero, pero eso no significaba nada contra los tributos profesionales de los primeros distritos. 

Probablemente iba a morir, y entonces, ¿qué pasaría con su hermano y su tía? 

Suspirando, Luzu tomó una decisión. Intentaría todo lo que pudiera para regresar con vida. 

Entonces la puerta se abrió, y Eret entró junto con Phil a verlo. 

—El Capitolio tomó una decisión. Pensamos en decírtelo primero antes de anunciarlo… —empezó Eret con gentileza. — El presidente Schlatt permitirá qué está vez el Distrito 12 tenga dos representantes masculinos. Dice que no es tradicional, pero que hará los juegos mucho más interesantes. 

Phil resopló, y Eret le dio una mirada, pero ninguno dijo nada al respecto. 

—Entonces… ¿oficialmente soy un tributo? 

—Eso parece. —habló por primera vez Phil. — Un gusto conocerte, supongo que sabes mi nombre, pero me presentaré de todos modos. Phil Craft, ¿y tú eres… ? 

—Luzu Donner. 

Un brillo de reconocimiento pasó por los ojos de Phil. Nadie en el distrito no había escuchado del chico mayor de la familia Donner, qué era el más talentoso con un arco qué todos en el distrito juntos. 

—Bueno Luzu, debemos presentarte oficialmente, y seleccionar al otro tributo. No tenemos todo el día, ya vamos 10 minutos atrasados, ya deberían estar en el tren camino al Capitolio. —dijo Eret con prisa, guiando a Luzu y Phil de vuelta al escenario. 

El público calló al verlos salir del edificio de justicia, ansiosos por saber qué pasaría ahora. 

Eret se acercó al micrófono, prácticamente arrastrando a Luzu consigo. 

—Damas, caballeros y demás, tengo un anuncio qué hacer. Por decreto del presidente Schlatt, este año no habrá un tributo femenino para los juegos, sino que dos tributos masculinos. Dicho esto, les presento al primer tributo del Distrito 12: ¡Luzu Donner! 

El público estalló en murmullos de nuevo, y Luzu logró encontrar el rostro de su hermano menor entre la multitud, mirándolo con horror. 

Luzu intentó decirle con su mirada la promesa de que regresaría. 

Eret apenas les dio tiempo al público a recuperarse de la noticia, marchando en dirección al otro lado del escenario, seleccionando otro papel del recipiente de vidrio opuesto al qué usó anteriormente. 

Regresó al centro del escenario, abriendo el papel con su usual elegancia y leyendo el nombre. 

Su usual sonrisa se borró casi al instante, pero se recuperó casi de inmediato, luciendo nerviosa. Su sonrisa ni siquiera alcanzaba sus ojos ahora. 

—El segundo tributo del Distrito 12 es… T-Tommy Craft…

La mitad de la multitud contuvo la respiración, mientras que la otra mitad miraron de inmediato a Phil. Siempre había sido una posibilidad que esto pasara, y él lo sabía, pero en sus ojos no había más que sufrimiento.

Como si ya estuviera en duelo por el hijo que aún no había perdido. 

El mismo Tommy parecía pegado a su lugar, la boca abierta de sorpresa. Intentó recomponerse, echando los hombros hacía atrás y manteniendo la cabeza en alto en un intento de parecer valiente. Pero todos vieron a través del acto: no era más que un niño de 14 años, y estaba aterrado. 

—¡Tommy! —Wilbur, uno de los hermanos mayores de Tommy, rompió el trance colectivo de la multitud, intentando abrirse paso entre el mar de personas para llegar a su hermano. 

Un par de agentes de la paz se apresuraron a cortarle el paso. Wilbur se resistió, forcejeando con los agentes. 

—¡Tommy…! —gritó de nuevo, logrando empujar a uno de los agentes lejos. Este se recuperó pronto, regresando a tomarlo del brazo. — ¡NO! ¡ME OFREZCO, ME OFREZCO COMO TRIBUTO! 

De nuevo, todo quedó en silencio. Los agentes de la paz se quedaron quietos y Wilbur usó la oportunidad para zafarse del agarre qué tenían sobre él, forzando su camino al frente de la multitud. 

Un fornido joven se le unió a medio camino, y Luzu lo reconoció como Techno, el mayor de los hermanos Craft. Había cumplido 19 hacía unos meses, ya no estaba en edad para que su nombre se pusiera en la cosecha, de otra manera, Luzu estaba seguro que él habría sido quién se ofreciera por Tommy. 

Ambos hicieron su camino a Tommy, y tan pronto estuvieron frente a él, Wilbur lo envolvió en un abrazo, susurrando cosas que sólo él pudo escuchar antes de separarse y mirar a Techno. 

Una conversación silenciosa pasó entre los dos hermanos mayores, y Techno asintió, tomando gentilmente a Tommy del hombro. Wilbur asintió también, y sin más se dio la vuelta y caminó al escenario. 

Más miradas se fijaron entonces en Phil. Tenía la cabeza agachada y los hombros caídos, y era imposible ver su expresión gracias al sombrero qué siempre usaba y que ahora obstruía la visión de su rostro. 

En ese momento no era Phil Craft, el vencedor del Distrito 12. Era Phil Craft, el padre del ahora tributo del Distrito 12.

Wilbur llegó al escenario y se plantó firme al otro lado de Eret. Eret se mantuvo en silencio otro momento antes de acercarse al micrófono, sus hombros caídos. 

—Les presento al otro tributo del Distrito 12… Wilbur Craft. 

El público se quedó en silencio, y un momento después ya estaban siendo arrastrados de regreso dentro del edificio, esta vez con Wilbur a su lado. 

Phil esperó a que las puertas se cerraran detrás suyo, y en un segundo ya estaba tomando a su hijo de los hombros. 

—Wil… 

—Lo sé. —lo interrumpió Wilbur— Sabes que no podíamos dejar que Tommy fuera. Techno lo habría hecho también si aún tuviera edad para hacerlo.

Phil no dijo nada más, abrazando a Wilbur contra su pecho. 

Luzu no vio más, los agentes de la paz llevándolo a una habitación privada de nuevo. Un par de minutos después, la puerta se abrió de nuevo, y esta vez fueron Arin y su tía quiénes entraron para despedirse. Detrás de ellos venía Lana, luciendo preocupada. 

—¡Luzu! —chilló su hermano menor, abrazándolo. 

—Arin, escúchame. No tenemos mucho tiempo para despedirnos. Haz todo lo que la tía diga, cazé de más antes de la cosecha como todos los años, no les faltará para comer hasta que regrese. 

Arin lo miró con los ojos llorosos. 

—¿De verdad volverás…? 

Luzu miró a su tía un momento antes de volver a mirar a su hermano. 

—Claro que sí. Te lo prometo. 

Arin limpió sus lágrimas, haciéndose a un lado. 

Lana se acercó entonces. 

—Luzu, no tenías que… 

—Lana, no. Ya lo hice. Está bien, no podía dejarte ir ahí. No lo tomes a mal, pero de nosotros dos, yo soy el que más posibilidades tiene de sobrevivir. Sería mandarte a morir, Lana. 

Lana hizo una mueca, claramente sabiendo que lo que decía era verdad, pero aún así quería discutir. Sin embargo, lo que hizo fue tomar algo de su bolsillo y ponerlo en la mano de Luzu. 

Luzu miró qué era, encontrándose un pin de metal de un pájaro. 

—Es un sinsajo… —explicó Lana. — Ha estado en mi familia por un tiempo. Llévalo como tu símbolo de buena suerte. 

Luzu miró el objeto un momento más antes de ponerlo en el cuello de su camisa. 

—Gracias, Lana. 

Lana le sonrió, dándole un rápido abrazo antes de hacerse a un lado, dejando que su tía se despidiera de él. 

Su tía inmediatamente lo envolvió en un abrazo también. 

—Buena suerte, sabes que estaremos esperándote cuándo regreses. —le susurró su tía al oído durante el abrazo, apretando más a Luzu contra su cuerpo. 

—Lo sé. Prometo no dejarlos esperando. 

Su tía se separó del abrazo, acariciando tiernamente la mejilla de Luzu. Entonces la puerta se abrió de nuevo y Eret junto con un agente de la paz apareció en la puerta. 

—Lamento interrumpir, pero de verdad tenemos que irnos. Vamos muy retrasados, llegaremos tarde al Capitolio y aún tienen cosas que hacer al llegar. 

Luzu le dio una última mirada a su familia antes de seguir a Eret fuera de la habitación. 

Techno y Tommy también estaban en el pasillo, diciendo sus últimas despedidas a Wilbur. 

—Te mataré yo mismo si no regresas. —dijo Techno con seriedad. 

—Secundo eso. Más te vale que regreses, Wil. —dijo Tommy, sorbiendo su nariz. Claramente había estado llorando un poco, como Arin. 

Wilbur sólo río y revolvió el cabello de Tommy. 

—Papá nos ha entrenado para esto por años. Estaré bien. 

Phil, qué hasta ahora se había mantenido al margen, dio un paso al frente al ver a Eret y Luzu, posando una mano en su hombro. 

—Debemos irnos, ya vamos algo tarde. 

Tommy y Techno no replicaron, y Tommy le dio un último abrazo seguido de un golpe en el hombro a su hermano mayor antes de que un agente de la paz los escoltara fuera del edificio. 




El tren del Capitolio definitivamente era grande y lujoso, aunque Wilbur no parecía tan impresionado, probablemente porque vivía en la Villa de los Vencedores, donde todo era así de lujoso. 

Luzu no habló mucho con Wilbur en el primer día del viaje, sumido en sus pensamientos, pero notó las miradas furtivas qué Wilbur le daba cada que creía que Luzu no estaba prestando atención. 

Eret al menos era una persona muy habladora, y sus conversaciones lograban al menos sacar a Phil del pozo de sus propios pensamientos en el que claramente se estaba hundiendo. 




Phil se levantó en mitad de la noche, sin poder dormir. Suspiró y caminó hacia la habitación de su hijo, algo le decía que él también estaría despierto, Wilbur siempre había sido alguien muy nocturno. 

Entró en silencio, encontrándose a Wilbur sentado en mitad de la cama y escribiendo apresuradamente algo en una especie de diario. Phil sabía lo que era, su diario de canciones. 

Wilbur sólo escribía con esa rapidez cuándo necesitaba procesar sus pensamientos de la única manera que sabía: con música. 

Claramente no escuchó la puerta, así que Phil tocó en el metal con sus nudillos, llamando la atención de Wilbur, qué parpadeó y alzó la mirada. 

Sus tensos hombros se relajaron un poco al ver a Phil, y cerró su diario sin pensarlo. 

—Papá… 

Phil no necesitó escuchar más y simplemente se acercó, sentándose en la cama. Wilbur de inmediato se acomodó a su lado, sujetándose de sus ropas como si su vida dependiera de ello. 

Se veía como un niño pequeño asustado y no cómo el joven de casi 17 años que era. 

Wilbur escondió su rostro en su hombro, y Phil automáticamente se movió para envolverlo en sus brazos, acariciando con cariño su cabello castaño. 

Había heredado el color de cabello de Kristin, contrario a Tommy, qué era tan rubio cómo él. Techno, en cambio, era una extraña mezcla de ambos: un punto medio entre castaño y rubio, y bajo la iluminación de la luz de la cocina en casa, su cabello incluso parecía un rosa muy pálido. 

Ninguno dijo nada un largo momento, Phil esperando a que Wilbur procesara sus sentimientos. 

—Papá… Estoy aterrado. —confesó Wilbur. 

—Lo sé, Wil. Pero te juro que haré todo lo posible para que regreses a casa. 

Wilbur suspiró, finalmente alejándose un poco de Phil. No lo suficiente para aún no estar en sus brazos, pero ahora estaba recostado en su hombro en lugar de ocultando su rostro en él. 

Phil pausó el movimiento de sus dedos entre los rizos de su hijo un momento mientras se acomodaba, resumiendo ya que Wilbur se quedó quieto de nuevo. 

Los dos se quedaron de nuevo en silencio, era suficiente con saber que estaban cerca del otro. A Phil le bastaba poder sostener a su hijo entre sus brazos, y Wilbur estaba más que contento ahí. Los brazos de Phil eran seguros, no había juegos, ni su posible muerte. Sólo las caricias de su padre en su cabello. 

Eventualmente, fue Wilbur de nuevo quién rompió el silencio. 

—Creo que debería decirte algo. 

—¿Qué sucede, Wil? —preguntó con gentileza Phil, saliendo de sus pensamientos. 

Wilbur volvió a suspirar. 

—Después de la cosecha… Pensaba pedirle a Luzu ir a una cita. Hace tiempo que pienso en él, y Techno me convenció de por fin decírselo hoy… —Wilbur hizo una mueca— Supongo que ahora no le diré. 

—Oh, Wil… 

El corazón de Phil inmediatamente se estrujó al escuchar eso. Su hijo de en medio nunca se había mostrado interesado en nadie, al igual que su hermano mayor, y contrario a Tommy, qué intentaba ya conquistar a las niñas desde el preescolar. 

Era el posible primer amor de su hijo. Y ahora cabía la pequeña posibilidad de que no tendría la oportunidad de vivir lo que era estar enamorado de alguien. Ir a citas, tomarse de la mano, todo eso… Simplemente le podría ser arrebatado aún antes de que pasara. 

Entonces una loca idea llegó a la cabeza de Phil. 

Es verdad que haría hasta lo imposible para asegurarse de que su hijo volviera a casa con vida, pero lo mejor era darle la oportunidad de vivir eso que quería con Luzu, por si acaso. 

Más piezas fueron cayendo en su lugar, y Phil de pronto tenía un plan. 

—Wil, creo que aún puedes hacer algo sobre eso. 

Wilbur se separó lo suficiente para mirar a su padre con duda. 

—¿Quieres que le diga a Luzu cómo me siento? 

—Sí. Pero también… También creo que podemos usar esto a su favor. Piénsalo Wil, el Capitolio adora un buen giro durante los juegos. El primer giro son ambos, los primeros dos tributos hombres enviados desde el mismo distrito. Pero el segundo giro… ¿y si estuvieran en una relación? 

Wilbur lo miró como si hubiera perdido la cabeza. 

—No querrás decir… 

—Pueden pretender estar en una relación. En nuestro distrito es visto completamente normal que una pareja sea del mismo sexo, pero en el Capitolio aún es algo tabú. No lo suficiente para que los odien, pero sí lo suficiente para causar revuelo y asegurar que sean el centro de atención. 

Wilbur pareció pensarlo un momento. 

—Jack lo amará. "Los trágicos amantes del Distrito 12, y por primera vez, nuestros dos tributos masculinos…" —dijo, claramente pensativo. Phil sonrió entusiasta al ver que Wilbur entendía lo que se refería. 

—Esto no hará que detengan los juegos, de ninguna manera, pero les ganará atención. Miles de ojos estarán en ustedes, y si saben aprovecharlo, eso significa sponsors asegurados… 

—Lo que significa más oportunidades de sobrevivir. —terminó Wilbur. 

—Sé que no será sincero, pero… Déjame darte esto, Wilbur. Mereces experimentarlo en caso de que… 

Un breve silencio los inundó. 

—Está bien. Pero aún necesitamos qué Luzu diga que sí. 

Phil sonrió ante la respuesta de Wilbur. Eso era un sí. 

Él se encargaría de convencer a Luzu. 




A la mañana siguiente, Phil abordó el tema con Luzu sobre el desayuno. 

—Wil y yo tenemos un plan que les garantizará sponsors. 

Luzu alzó una ceja, dándole un sorbo a su taza de té. 

—¿De qué se trata? 

Phil intercambió miradas con Wilbur, asintiendo para asegurarle que él se encargaría de que Luzu dijera que sí. 

—Es simple. El hecho de que sean los dos tributos masculinos ya les ganará atención, pero no es seguro que eso sea suficiente. Así que pensé en algo. El Capitolio ama un buen drama, ¿y qué es más dramático qué los dos primeros tributos masculinos del mismo distrito teniendo una trágica relación?

Luzu miró a Phil, pensando sus palabras un momento. 

—Entonces, ¿tu plan es que pretendamos estar en una relación? 

—Eso podría funcionar. —interrumpió Eret— Soy del Capitolio, sé que una relación de ese tipo entre tributos será el completo centro de atención de todos. 

Luzu consideró eso un momento. 

—Bien, digamos que, hipotéticamente, digo que sí. ¿Qué tendríamos que hacer entonces?

—Hablar sobre su relación en la entrevista. —empezó con facilidad Phil— Ayudarse el uno al otro en los entrenamientos de ser posible, pero lo que más importa es cómo vendan la historia en los propios juegos. Si llegan a besarse el Capitolio lo amaría por completo, pero deben apoyarse en cada momento. Convencer al público qué su relación es algo de lo más preciado que tienen, deben creerse la historia trágica de dos amantes dónde es seguro que uno muera. 

—No soy bueno actuando. —dijo por fin Luzu. 

—No esperaba que lo fueras, pero está bien. Wilbur puede encargarse de las entrevistas sin problema, es bueno en ese tipo de situaciones. Pero tú también necesitas poner de tu parte una vez estén en la arena… —Phil hizo una pausa, entrelazando sus manos sobre la mesa y mirando con seriedad a Luzu— Luzu, voy a serte completamente honesto aquí. Como único mentor del Distrito 12, siempre he intentado de todo para apoyar de igual manera a mis tributos… Pero al final, siempre he tenido que escoger a quién le conseguiré más ayuda dentro de la arena… 

Phil hizo otra pausa, aún mirando a Luzu directo a los ojos. 

—Sé quién eres, Luzu. Todo el distrito sabe que no hay nadie mejor con un arco qué tú, he escuchado que nunca fallas un sólo tiro. No te niego que tienes altas posibilidades de sobrevivir, pero si llega el momento, escogeré sin dudar a mi hijo. Este plan es mi oferta para darte a ti también la oportunidad de tener una fila de sponsors esperando apoyarte. Está en ti si decides tomar la oportunidad o no. 

Luzu observó un momento a Phil, y luego miró a Wilbur, cuyos ojos estaban fijos en él también.

Se miraron en silencio un momento y Luzu finalmente se recargó en su silla, cruzando sus brazos sobre su pecho. 

—Supongo que tendremos que conocernos si queremos hacer esto convincente, ¿no? 

Wilbur lo miró con sorpresa ante eso. 

—¿Estás diciendo que sí? 

Luzu se encogió de hombros. 

—¿Por qué no? Phil lo dijo, es una buena oportunidad de obtener sponsors. 

Phil ocultó su sonrisa con su taza de té. 

—Tienen hasta que lleguemos al Capitolio, no podrán hablar mucho después, sus respectivos equipos tendrán que alistarlos para el desfile. Háganlo convincente para la entrevista, ahí tendrán que empezar a venderle la historia al Capitolio. 

Sin más Phil se levantó, seguido de Eret, y ambos se retiraron a sus respectivos cuartos para dejar a Luzu y Wilbur a solas. 

Wilbur realmente adoraba a su padre, merecía el cielo por esto. 

—Entonces, tendremos que conocernos. Y no estaría mal tener una historia sobre nosotros. —dijo Luzu, tomando la iniciativa— El Capitolio querrá saber todo: cómo nos conocimos, cómo empezamos a salir… 

—¿Crees que es buena idea decir que empezamos a salir antes de la cosecha? 

—No lo sé, el Capitolio podría tomarlo cómo que ya tuvimos tiempo de ser pareja y podrían no encontrar la historia tan trágica. 

—Mm, entonces, ¿qué tal si decimos que los dos tuvimos sentimientos por un tiempo, y que yo iba a decírtelo el día de la cosecha? Y que cuándo terminamos como tributos, decidimos sincerarnos. —sugirió Wilbur. 

Luzu lo pensó un momento, asintiendo. 

—Eso podría funcionar… Así el Capitolio sabría que tuvimos sentimientos desde antes, pero que sólo ahora somos pareja. 

—Bien, podemos hablar más de eso luego, papá tiene razón, quedan un par de horas para que lleguemos al Capitolio. 

—¿Qué clase de cosas si acaso será relevante qué sepamos sobre el otro? 

Wilbur se encogió de hombros. 

—¿Qué tal tu color favorito? 

Luzu soltó una risa. 

—¿En serio? 

—Por completo. Ahora dime. 

Luzu rodó los ojos divertido, mirando por la ventana un momento y viendo cómo el mundo pasaba rápidamente fuera. 

—... Rojo. —confesó Luzu luego de un momento. 

—¿Cómo tus ojos? 

—Como los de mi madre… Yo heredé sus ojos, y mi hermano menor los de nuestro supuesto padre… ¿y tú? ¿Cuál es el tuyo? 

—Azul. —dijo con facilidad Wilbur. 

—¿Cómo el cielo? —Wilbur miró por la ventana también, observando un momento el cielo azul— Supongo, sí… También me recuerda a los ojos de papá, pero los de mi hermano Tommy son aún más azules. Recuerdo que la primera vez que los vi no podía apartar la mirada. Juré qué haría lo que fuera para protegerlo. 

Luzu asintió comprensivo. Si su hermano Arin hubiera sido quién fue llamado como tributo, Luzu igual se habría ofrecido como tributo inmediatamente. Comprendía cómo se sentía el querer proteger a alguien así. 

—Yo hubiera hecho lo mismo si hubiera sido Arin. 

—No lo dudo, te ofreciste en primer lugar por tu amiga. ¿Lana, verdad? ¿La hija del alcalde Undersee? 

—Sí. Ha sido mi mejor amiga por mucho tiempo. Es del área mercantil, y la hija del alcalde, tiene incluso una empleada qué recoge el pan por ellos de la panadería cada mañana. Sabía que moriría inmediatamente si no me ofrecía, al menos yo sé usar un arco. Aunque probablemente no se compara con lo que pueden hacer los profesionales de los primeros distritos. 

Wilbur negó con la cabeza. 

—Te he visto disparar, y he visto también el entrenamiento de los profesionales antes, mi padre nos hizo a mis hermanos y a mí seguir el mismo entrenamiento desde que teníamos 7 años. Te aseguro que eres mucho mejor que ellos. 

Luzu se sintió algo halagado por el cumplido, pero algo más sobre lo que dijo Wilbur llamó su atención. 

—Tú… ¿Me viste disparar antes? 

—Ah… Sí, he estado un par de veces en el bosque mientras tu estabas ahí cazando. —Luzu alzó una ceja ante eso. 

—No te ves como el tipo de persona que le gusta romper las reglas. Cruzar la alambrada está prohibido. 

Wilbur río en respuesta a eso. 

—Oh, te sorprenderías de lo mucho que no me gusta seguir las reglas, papá dice que de pequeño mi juego favorito era fingir que yo era el presidente y hacer mis propias reglas. A mi hermano Tommy le gusta ir al bosque a jugar desde pequeño, y mi hermano Techno también entrena ahí a veces. La aldea de los vencedores es… Solitaria. A veces simplemente nos sentíamos mejor entrenando al escuchar a los animales alrededor. Te vimos un par de veces, y nunca fallaste un sólo tiro. Además, puedes darle a un objetivo en movimiento prácticamente con los ojos cerrados. Puedo decirte que los profesionales qué entrenan con arco no son demasiados, pero los que lo hacen, usan objetos fijos. Definitivamente tienes una ventaja. 

—Oh… Ya veo. Tú también pareces tener una ventaja, llevas entrenando desde los 7 años según lo que dijiste. 

—Sí, papá sabía que había una posibilidad de que alguno de nosotros fuera tributo. Muchas personas le dijeron todo el tiempo que debía esperarlo, hay una razón por la que los vencedores dejaron de tener hijos, sospechosamente muchos eran seleccionados a los juegos tarde o temprano… 

Wilbur hizo una pausa, mirando de nuevo por la ventana distraídamente. 

—Le dijeron que estaba siendo egoísta al tener 3 hijos, sabiendo que cualquiera podía ser seleccionado para tributo. Así que tomó precauciones, y se aseguró de que supiéramos pelear. Nos enseñó todo lo que pudo y más, nos llevó al Distrito 1 y 2 a observar los entrenamientos de los profesionales, y nos consiguió maestros que nos enseñaran todo lo que les enseñaban a los niños aspirando a ser un tributo en los juegos. 

—Oh… Al menos estás preparado. Yo no tengo entrenamiento real, todo lo aprendí yo sólo. Al inicio no podía ni darle a una ardilla completamente quieta. 

Wilbur soltó una risa. 

—Yo también era terrible al inicio. Mi hermano mayor Techno empezó a entrenar sólo un par de años antes que yo, y ya era un prodigio para cuándo yo empecé a aprender. Definitivamente es el más calificado de los 3 para participar y ganar los juegos. Siempre preferí las palabras a las armas. Más específicamente, la música. 

—¿Eres músico? 

—Sé tocar la guitarra y escribo canciones desde hace mucho tiempo. Siempre fue lo mío, Techno era el bueno con las peleas y armas, yo con las palabras, y Tommy está aprendiendo rápido un poco de ambas, aún si es muy impulsivo… Pero suficiente de mí, apenas me contaste cosas sobre ti. Háblame de tu familia. 

Wilbur se giró para mirar de nuevo a Luzu, y Luzu se sorprendió un poco por el genuino interés de Wilbur. Nadie qué no fuera Lana, Arin o su tía le había pedido nunca saber más sobre él tan honestamente. 

—Bueno… Mi madre murió cuándo era pequeño, así que no sé mucho de ella más que lo poco que recuerdo y lo que mi tía me cuenta. 

Wilbur asintió comprensivo. Luzu sabía que su madre murió también, Kristin Craft era una mujer muy amable, muchos en el Distrito 12 lamentaron su pérdida, incluida la tía de Luzu, qué la trató alguna vez sobre su enfermedad pero no pudo hacer nada por ella. 

—Mi padre se fue poco después, no tenemos idea de dónde está ahora, ni nos interesa saberlo. Así que mi tía nos acogió a mi hermano Arin y a mí, y ahí es cuándo aprendí a cazar. Con el trabajo de curandera de mi tía no había mucho dinero, así que tenía que hacer algo o terminaría pidiendo más teselas de las que debería y definitivamente sería elegido entonces. 

—Ya veo… 

Luzu notó entonces qué tan diferente era su vida de la de Wilbur. Sí, ambos eran del mismo distrito, pero el padre de Wilbur era un vencedor, así que vivían en la zona más lujosa del distrito, un pequeño valle con grandes casas alineadas en una larga calle, pero sólo una de ellas estaba ocupada.

Al ser vencedor, su padre era prácticamente rico. Tenían todo el dinero que necesitaban y más. Podían comprar carne de buena calidad regularmente y no sólo en ocasiones especiales, y podían comprar un pastel de cumpleaños de los deliciosos y decorados pasteles en la vitrina de la panadería de Niki en lugar de conformarse con el pan viejo y duro en rebaja qué vendían. 

Wilbur había entrenado como precaución por si era llamado a participar en los juegos, Luzu había aprendido a usar un arco para poder cazar y no morir de hambre. 

Sus mundos estaban a años luz de diferencia, pero de alguna manera, Luzu no tenía envidia. 

Bueno, quizás un poco. Él también quería un padre tan amoroso como Phil, y el no tener que volver a preocuparse por comida era definitivamente tentador también, pero la vida de Wilbur también sonaba… Solitaria. 

Sabía que no tenía muchos amigos, aunque iba a la escuela cómo todos los demás jóvenes del distrito, y en sus palabras, la Villa de los Vencedores era solitaria. 

Al ser de la Veta, Luzu era del lugar más populado del distrito, así que constantemente había movimiento y ruido fuera de las ventanas. Del modo en el que Wilbur lo describía, la Villa de los Vencedores parecía un lugar atorado en el tiempo. 

Un montón de casas alineadas en la calle, todas llenas de lujosos muebles y caros adornos, pero todas vacías. Nadie había nunca vivido ahí, y no había otros niños alrededor para jugar a la pelota, o simplemente vecinos a los que saludar. 

Sonaba algo sombrío. 

Al final, Luzu y Wilbur sí qué se quedaron hablando el resto del viaje al Capitolio, compartiendo cosas sobre el otro. 

Era increíblemente fácil hablar con el otro, y Wilbur de verdad era un experto en saber cómo mantener la conversación, aunque no es que lo necesitara mucho, ya que eventualmente encontraron temas de interés de ambos. 

Por ejemplo, a Luzu le gustaba leer, aunque sólo podía leer los libros viejos de la biblioteca de la escuela, y debía regresarlos a la biblioteca al terminar. Wilbur, por otro lado, tenía una biblioteca en casa. 

Al parecer Phil disfrutaba de leer también, pero la biblioteca empezó a tomar forma realmente gracias a Techno, qué siempre destacó académicamente como alguien brillante, y al parecer, en palabras de Wilbur, "siempre estaba entrenando o leyendo". 

Eventualmente Wilbur sintió curiosidad por los libros que leía Techno, y aunque algunos eran muy complicados, eventualmente entendió por qué su hermano adoraba tanto eso. 

Ambos estaban de acuerdo que los libros del viejo Panem, antes de que se instituyeran los distritos y los juegos, eran los mejores.

Y además de eso, discutieron un poco más sobre sí mismos. Wilbur aprendió qué Luzu también tenía algunos conocimientos sobre hierbas medicinales gracias a su tía, y Luzu aprendió qué Wilbur empezó a tocar la guitarra a sugerencia de su madre. 

Para cuándo llegaron al Capitolio, se sentían como si ya fueran amigos. Definitivamente ya no eran extraños, eso era seguro. Aunque Wilbur no los consideraba así en primer lugar, no estaba seguro de qué pensaba Luzu sobre él antes de conocerlo. 

Phil definitivamente notó la gran sonrisa de Wilbur y su excelente humor, aún cuándo tenía que dejar que el equipo de estilistas lo acicalaran en preparación para conocer a su estilista principal. 

Phil no se arrepentía de su plan en lo más mínimo, no cuándo de verdad significaba sponsors asegurados para ambos, pero especialmente cuándo hacía a su hijo así de feliz el poder hablar con Luzu así y conocerlo. 

Phil sólo podía imaginar qué tan feliz estaría Wilbur cuándo llegaran a la parte dónde tenían que de verdad actuar como una pareja. Casi estaba seguro que moriría de felicidad si Luzu de verdad lo besaba en la arena. 

Por ahora, era momento del desfile inicial para presentarlos formalmente ante el Capitolio y ante el presidente Schlatt. 




Luzu mentiría si dijera que no estaba nervioso. De mala gana había dejado al grupo de estilistas arreglar su aspecto, aunque Luzu no sabía qué exactamente tenían que arreglar y porqué era tan importante cosas como asegurarse de que sus cejas estuvieran bien definidas. 

No lo entendía, simplemente era absurdo para él. 

Pero tenía que pretender ser la pareja de Wilbur, con quién anteriormente sólo había interactuando de verdad una vez cuándo estaba prácticamente muriendo de hambre, así que cosas más absurdas estaban pasando en su vida en esos momentos. 

Luzu suspiró, sólo para instintivamente erguirse al oír como la puerta se abrió. Era momento de conocer a su estilista. 

Un hombre de cabello negro y extravagantes ropas moradas entró a la habitación. 

—Luzu, Distrito 12, ¿verdad? Soy Vegetta, y seré tu estilista. 

Vegetta entró, mirando a Luzu con curiosidad y examinandolo con la mirada. 

—No voy a felicitarte ni nada, pero toma valor ofrecerte a los juegos, especialmente si no eres alguien del Distrito 1 o 2. Y hoy yo estoy aquí para asegurarme que el Capitolio entero se fije en ti.

—¿Me vestirás de minero o algo? 

—Eres del Distrito 12, el distrito minero, pero no. Los tributos de tu distrito se han vestido como mineros por años. Además, esto no se trata de ponerte en un disfraz tonto, se trata de hacer qué el Capitolio te recuerde y te noten. A ti y a tu compañero. 

Vegetta dio un paso al frente, examinando el pin qué Lana le había dado. 

—¿Un Sinsajo? 

Luzu asintió. 

—Mm, ya veo… —Vegetta dio un paso atrás de nuevo, sus ojos quedándose por un momento en el pin antes de mirar a Luzu a la cara. —Bueno, no tenemos mucho tiempo. Tenemos que hacerte lucir bien para el desfile. 




Wilbur estaba algo nervioso por conocer a su estilista, pero no esperaba que él fuera literalmente la persona más sonriente y optimista qué conocía además de su hermano menor Tommy. 

Su estilista había entrado en un huracán de vibrantes colores y se había presentado ante él como Karl. 

—Karl Jacobs, antiguo escolta del Distrito 7, seré tu estilista a partir de hoy. Esto es emocionante, ¡eres mi primer tributo! 

—Uh… Wilbur Craft, es un gusto… —dijo Wilbur mientras Karl lo observaba atentamente, caminando a su alrededor. 

—Oh, eres hijo de Phil, ¿verdad? Lo conocí cuándo aún era escolta. 

—¿Por qué fuiste de escolta a un estilista? —preguntó Wilbur curioso, mirando con curiosidad cómo Karl abría un diario que traía consigo y empezaba a buscar algo. 

Karl se detuvo un momento, sonriendo. 

—Fui lo suficientemente afortunado para tener personas que me hicieron darme cuenta que siempre quise ser estilista. Ahora acércate, te mostraré los trajes, Vegetta y yo tuvimos que hacer modificaciones de último minuto cuándo supimos que no habría tributo femenina…



Wilbur estaba algo incómodo en su traje para el desfile de tributos, se sentía al menos un poco como un niño pequeño usando un disfraz, aunque Karl le aseguró que se veía bien. 

El traje de cuero negro era algo incómodo de por sí, pero al parecer había más, sólo que Karl se rehusó a decirle el qué hasta que Luzu apareciera. 

Phil los estaba acompañando por ahora, queriendo verlos antes del desfile, y Karl estaba moviéndose alrededor de Wilbur, revisando qué todo estuviera bien con su vestuario. 

—Tengo que irme a las gradas en un momento, pero te ves bien Wil, de verdad. —dijo Phil, intentando tranquilizar a su hijo. 

—¿Lo ves? Phil está de acuerdo, ahora deja de ser un bebé. —dijo Karl, distraído arreglando el cuello de su camiseta. 

Wilbur sólo se quejó. 

—Tommy va a burlarse por esto, sé que lo hará… —empezó a decir Wilbur, deteniéndose en seco al fijar sus ojos en Luzu, qué venía en dirección a ellos con su estilista, luciendo un traje similar al de Wilbur. 

Ese traje se veía mucho mejor en Luzu qué en Wilbur, eso era seguro. 

Phil siguió su mirada, confundido, y soltó una risa al notar la razón de la repentina falta de palabras de su hijo. Oh, estaba a los pies de Luzu, definitivamente. 

Karl, al escuchar eso, alzó la mirada, sonriendo para sí mismo al notar la reacción de Wilbur. Oh, esto se acababa de poner interesante… 

—Tienen que vender la historia en las entrevistas, Wil, intenta controlarte. —dijo con burla Phil en un susurro, ganándose un sonido de indignación de Wilbur, qué se giró a mirarlo mientras Luzu llegaba con ellos. 

Phil río de nuevo, esperando a que Luzu llegara con ellos para despedirse de él. 

—Debo irme, pero los veré desde las gradas. El Capitolio entero los estará observando. 

Ambos asintieron, y luego de una palmada en el hombro a manera de ánimo para su hijo, Phil se retiró a través de una puerta. 

A su alrededor, los demás tributos estaban siendo acicalados y llevados a su carruaje por sus estilistas, y algunos otros mentores se encontraban alrededor, a punto de irse a las gradas también. 

Por el rabillo de su ojo, Wilbur vio a Karl reír y saludar tímidamente a alguien con la mano entre el mar de tributos, estilistas y mentores, pero no le prestó mucha atención. 

Era la primera vez que todos los tributos estaban juntos en un lugar, pero no podrían realmente interactuar unos con otros hasta el entrenamiento, ahora estaban lo suficientemente ocupados con sus estilistas asegurándose de que estuvieran listos. 

—Te ves… Bien. —dijo Wilbur, mirando a Luzu una vez este llegó con ellos. 

—Oh… Gracias, Wil. Tú también. —Luzu sonrió algo avergonzado. 

—Vale, suban al carruaje. —indicó Vegetta— Ya casi es hora. 

—Y tenemos que decirles una última cosa sobre sus atuendos. —terminó Karl, dando un paso atrás y al parecer al fin apartando su mirada de quién sea que estuviera viendo. 

Luzu y Wilbur obedecieron, subiendo al carruaje. Luzu casi se tropieza al hacerlo, pero Wilbur lo tomó del brazo para estabilizarlo. 

—¿Estás bien? 

Luzu asintió, encontrando su balance de nuevo y sujetándose del carruaje, mirando a Wilbur. 

—Estoy bien, gracias de nuevo. 

Wilbur le sonrió en respuesta. 

—Bueno, tortolitos, menos miraditas y más atención a mi. —dijo de pronto Vegetta, haciendo a Luzu y Wilbur sonrojarse de pronto, Wilbur soltando inmediatamente a Luzu. Karl sólo río. 

—Esto es así, sus trajes… 

—¡Estarán encendidos con fuego! —terminó Karl, emocionado— ¿No es eso genial? 

Tango Luzu como Wilbur olvidaron de pronto su vergüenza, mirando a Vegetta y Karl con sorpresa. 

—¿¡Qué!? 

Vegetta hizo un ademán para calmarlos, sacando lo que parecía un muy largo cerillo de entre sus ropas mientras Karl hacía lo mismo. 

—La tela está especialmente hecha para eso, y no los quemará. 

Luzu y Wilbur intercambiaron miradas, algo inseguros. 

—Chicos, no es por apresurarlos, pero tenemos dos minutos para hacer esto y si alguien me roba mi asiento junto a mis prometidos por su culpa, me aseguraré de que el fuego de verdad los queme. —comentó Karl, sonriendo inocente. 

Luzu y Wilbur volvieron a intercambiar miradas. 

—Está bien, confiamos en ustedes. 

Vegetta dio una sonrisa que parecía una mezcla entre inocente y amenazante mientras qué Karl simplemente encendió su cerillo. 

—No tenían opción. Ahora, déjenos encenderlos. 




El desfile de los tributos había comenzado. El público, incluido el presidente Schlatt, miraban con interés los disfraces de cada tributo, aplaudiendo y vitoreando a sus favoritos. 

El presidente era conocido por ser un hombre de mano dura. No era un mal líder de Panem, y el Capitolio lo adoraba por siempre saber cómo darle un buen giro a los juegos. 

Entonces el carruaje del Distrito 12 salió a la luz, y el público en conjunto pareció aguantar la respiración antes de estallar en gritos. 

Wilbur tuvo una idea, buscando la mano de Luzu. Él lo miró de inmediato, confundido, pero con un gesto Wilbur lo urgió a confiar en él. Luzu obedeció, dejándolo hacer lo que quería. 

Wilbur tomó su mano, alzando ambas manos entrelazadas en un signo de victoria. 

Sí el Capitolio ya había amado sus trajes en llamas, perdieron completamente la cabeza ante tal acto. 

Definitivamente todos iban a mantener sus ojos en los tributos del Distrito 12 de ahora en adelante. 



El desfile terminó tan pronto empezó, y todos los tributos fueron dirigidos ahora al centro de tributos para descansar. Mañana empezaban los entrenamientos, luego de eso venían las evaluaciones individuales, y finalmente seguían las entrevistas en la noche antes de los juegos. 

Tenían una larga semana por delante, especialmente considerando que estaban por conocer a los demás tributos. 

Phil había hecho hincapié en que no mostraran sus verdaderas habilidades en los entrenamientos con los demás tributos, y que era mejor si se apegaban a un arma qué no era la que sabían usar mejor. Que dejaran sus verdaderos talentos para las evaluaciones individuales, era mejor dejar a sus enemigos pensando que sabían sus trucos en lugar de revelarlos, pero que no se confiaran de ser los únicos que usarían esa estrategia. 

Así que Luzu y Wilbur despertaron el primer día de entrenamiento sintiéndose listos para conocer a los demás tributos. 

Al parecer, según Phil, era durante los entrenamientos qué se empezaban a formar las alianzas entre los tributos. Era prácticamente tradición en este punto que el Distrito 1 y 2 formaran una alianza, los entrenamientos también servían para saber si ibas a aliarte con ellos, o en su contra.

Fueron mandados directamente a la sala de entrenamientos tan pronto terminaron el desayuno. 

Nada destacaba de los demás tributos, excepto quizás por el hecho de que podían saber quienes eran de los primeros distritos de inmediato. 

Los demás tributos se mostraban pesimistas, despertando un día más antes de su inminente muerte, y cargaban con un peso en sus hombros: no querían matar a nadie para sobrevivir, pero tenían un par de días para aceptar que tendrían que hacerlo. 

Sin embargo, era diferente para los del Distrito 1 y 2. 

Ellos habían entrenado su vida entera para esto, y se habían ofrecido como tributos. Se notaba que estaban listos para hacer lo que sea para ganar, y fueron de los primeros en aproximarse a las armas tan pronto estuvieron en el área de entrenamiento. 

Particularmente se notaba en los tributos masculinos de esos distritos. Parecían conocerse, y estaban prácticamente pegados uno al otro. 

Daba algo de miedo verlos entrenar juntos en el simulador, espalda con espalda, usando cuchillos para derribar a los oponentes. Siempre apuntaban a puntos vitales. 

Luzu recordaba que Phil los mencionó como los posibles rivales más peligrosos de los juegos. Clay, Distrito 1, y George, Distrito 2. Claramente estaban aliados, y eran de temer cuándo estaban juntos. 

Sin embargo, fue algo sobre otros dos tributos lo que llamó su atención. Eran del Distrito 4 y del Distrito 11. 

Sólo eran unos niños. Probablemente tendrían unos 13 años, la edad de Arin. 

Y nadie se había ofrecido por ellos. 

Luzu sabía que no era prudente acercarse. Tal vez tenían la edad de su hermano menor, pero no eran él. Sólo le dolería acercarse a alguno de ellos sabiendo que cabía la posibilidad de que fuera él quien tendría que acabar con sus vidas. Aunque, aún así, no estaba convencido de que llegarían al final del baño de sangre. 

Era una especie de regla no escrita de los juegos: Ningún menor de 15 años lograba pasar del baño de sangre inicial en la cornucopia. Y era un completo milagro si alguien mejor de esa edad lograba ganar. 

Dándose la vuelta, Luzu decidió alejarse lo más que podía de la sección de entrenamiento con arco y se marchó en la dirección opuesta: tiro de cuchillos. 

Wilbur pareció tener la misma idea, y en lugar de ir por los cuchillos como Luzu, él se aproximó a los arcos y tomó uno del estante. 

Luzu resultó no ser tan malo con los cuchillos, aún tenía buena puntería, pero su técnica al lanzarlos no era la mejor. De Wilbur se podía decir lo mismo, falló la mayoría de tiros al inicio, pero progresivamente mejoró un poco. 

Se aseguraron de mantener un ojo en los demás tributos, notando también a la chica del Distrito 1, Hannah, qué parecía ser otra digna contrincante. 

Luzu y Wilbur intercambiaron miradas, sabían que no había manera de que los del Distrito 1 y 2 los quisieran con ellos a menos que les fuera de utilidad, pero también llegaron a la misma conclusión: no se aliarían con nadie a menos que fuera estrictamente necesario. Sólo se tenían el uno al otro. 



Los tres días de entrenamiento pasaron rápido, al parecer, el tiempo se las arreglaba para ir increíblemente más rápido cuando estabas a días de morir. Era el día de las evaluaciones individuales. 

Wilbur pasó primero, pasando de largo el estante con un arco y en su lugar tomando un par de cuchillos. 

Logró darle al objetivo cada vez. 

La gente del Capitolio, sin embargo, sólo prestó atención a los primeros objetivos qué logró acertar, empezando una conversación de nuevo, con Wilbur quedándose como el medianamente entretenido acto de circo en mitad de su lujosa cena. 

Así que, cuándo su tiempo estaba por acabarse, Wilbur se aproximó a las pesas, tomando la más pesada qué pudo. Miró de nuevo al ventanal qué daba hacía la sala de entrenamiento: nada, nadie le estaba prestando atención. 

Bufando, Wilbur se enderezó en su lugar, agradecido con su hermano mayor por volver el entrenamiento con pesas en una competencia entre ellos dos. Tomó aire, lanzando sobre su hombro la pesa y dándole a un stand de acero qué sostenía más armas. 

Hizo un gran ruido al hacer impacto, varias de las armas qué contenía cayeron al suelo en una lluvia metálica. 

Wilbur no se molestó en verificar que lo miraron, sabía que lo habían hecho, el murmullo de conversación había parado. 

Pero Wilbur no alzó la vista, dándose la media vuelta mientras su contador llegaba a 0 y saliendo del lugar. 

Luzu fue el último en ser llamado. 

No pasó por alto el desastre de cuchillos, hachas y demás regado en el suelo, o la pesa al centro de todo que lo causó. 

Se dirigió a tomar un arco y algunas flechas, posicionándose para darle a su objetivo. 

Luzu erró la primera flecha, maldiciendo por lo bajo. 

Estaba acostumbrado a darle a objetivos en movimiento, y a usar su viejo arco en casa. Los arcos del Capitolio eran diferentes. 

Le tomó un par de tiros más acostumbrarse, acercándose más a darle al objetivo cuándo lo logró. 

Luzu no falló ni una sola flecha luego de eso, pero por el rabillo de su ojo se dio cuenta de que ya era muy tarde, nadie le prestaba atención. Los ojos de Luzu escanearon el lugar, dando de nuevo con la pesa de antes. 

Había escuchado el gran estruendo aún fuera de la sala. Sabía que había sido Wilbur. 

Y, si él les dio el espectáculo qué querían a los del Capitolio, sólo era justo qué Luzu pudiera hacerlo también, ¿no? 

Miró arriba, a la ventana llena de gente que no tendrían que pasar por los juegos jamás en sus vidas, y ¿no era eso lo que querían? Se sentaban ahí arriba, en su propio trono, para presumir su aparente libertad y mirar con superioridad a los tributos desde arriba. 

Querían que los tributos miraran hacía arriba, qué los adoraran como dioses porque eso eran para ellos una vez dentro de los juegos: un organizador podía dar la orden y dejar sueltos a unos mutos qué, si bien no te matarán, habrán hecho la mayoría del trabajo por los demás tributos. 

Así que Luzu miró. Pero lo hizo para apuntar su arco y su flecha, y no dudó dejar ir su flecha a dónde debería. 

Claramente no le daría al organizador. Eso era un suicidio prematuro, aún si no lo decapitaban públicamente antes de los juegos, lo soltarían en la arena y lo atormentarían hasta matarlo ahí. 

Además, aún no era momento de eso. 

Así que Luzu apuntó a la manzana en la boca del cerco del qué felizmente comían todos, y la clavó en la pared con su flecha. 

Por segunda vez ese día, la conversación paró. 

Luzu decidió que hoy tenía derecho a ser un hijo de puta, así que dejó el arco en la mesa e hizo una reverencia a modo de burla. 

—Gracias por su consideración. —dijo con sarcasmo, dándose la vuelta y saliendo de la sala. 





Phil no estaba completamente feliz, pero tampoco estaba enfadado. Era una mezcla entre orgullo e incredulidad. 

—¿Les dijiste qué? —preguntó Eret, genuina sorpresa en su tono. 

—"Gracias por su consideración"... —repitió Luzu. 

Wilbur soltó una carcajada, ganándose un golpe en el hombro de Eret. 

—¡Eso no es gracioso! ¡Esto podría tener consecuencias, para ambos! ¡Y tú, Phil! —Eret se giró a mirar a Phil, sus tacones altos sonando contra el suelo cuándo se dio la vuelta. — ¿No dirás nada? Tu hijo los desafió también. 

—Te seré honesto… —dijo Phil— Estoy orgulloso y horrorizado en igual medida. 

Eret iba a decir algo más, pero entonces el programa para anunciar las calificaciones de los tributos pasó al aire. 

Para sorpresa de nadie, los cuatro tributos del 1 y 2 tenían calificaciones altas, eran los profesionales a vencer. Los siguientes con calificación relativamente alta eran del Distrito 3-5. 

Luego de ahí las calificaciones empezaron a variar, la más alta era un 7, y la más baja llegó a ser un 5. 

Entonces llegó el turno del Distrito 12.

Wilbur obtuvo un 10.

Luzu un 11.

Con calificaciones así, oficialmente estarían en la mira de los profesionales. 





Las entrevistas, para Luzu, no tenían sentido alguno. Servía para conseguir sponsors y ya. Por lo demás, era inútil: una chance para que las familias de los tributos vieran por posible última vez a sus hijos, hermanos, nietos y amigos, vestidos en ridículos trajes de gala diseñados al estilo del Capitolio, lo que quería decir que eran extravagantes, y que hablaran por 3 minutos sobre cómo era su vida antes de la cosecha y por qué merecían volver a casa. 

Al menos Jack Manifold, el actual showman y entrevistador, se esforzaba por hacer lucir bien a los tributos y les hacía preguntas no tan superficiales, se interesaba de verdad por conocer a los tributos, aún si era por solamente 3 minutos. 

Jack era joven, Luzu estaba seguro que aún no cumplía los 20 años, y había tomado el rol de entrevistador hacía unos dos o tres años, pero ya prometía ser el favorito del público en los años venideros. 

Tenían el carisma necesario para ser el mejor en la industria.

—Quieto. —lo regañó Vegetta de nuevo, golpeando la mano de Luzu para alejarla del cuello de su camisa. 

Luzu se quejó pero obedeció, dejando de tocar su camisa. El traje de Luzu era completamente negro con destellos rojos, como la roca de un volcán agrietándose para descubrir un río de lava debajo. Era la promesa de algo peligroso escondiéndose bajo la superficie. 

Aún no había visto el de Wilbur, pero Vegetta le había asegurado que se vería demasiado bien. 

Luzu no preguntó porque Vegetta se aseguró de decirle lo guapo que Wilbur se vería en su traje mientras lo veía de manera sugestiva. Aunque tampoco lo corrigió. 

Después de todo, estaba por pretender frente al mundo entero que eran pareja, aún si Wilbur haría la mayor parte del trabajo por ahora. Resignado, dejó qué Vegetta siguiera con su trabajo. 



A Wilbur le agradaba su estilista Karl. Era entretenido escucharlo hablar mientras se concentraba en ayudar a Wilbur a vestirse y arreglar su cabello y rostro. 

—Wilbur, estás enamorado de Luzu, ¿verdad? —preguntó de la nada Karl, sorprendiendo a Wilbur. 

—¿A qué te refieres? 

Karl se irguió de dónde estaba ayudando a Wilbur con un botón de su traje. 

—Vi cómo lo miraste el día del desfile. No puedes negarlo, estás enamorado de él. 

—¿Qué hay de ti? Estabas viendo a alguien ese día. 

—Evitaste la pregunta. —señaló Karl. 

—Tú estás evitando la mía. 

—Sí, estaba viendo a uno de mis prometidos, es un mentor, ¿feliz? Ahora contesta. —dijo Karl, trabajando en arreglar la manga de Wilbur ahora. 

—... Sí, definitivamente estoy loco por Luzu. 

Karl río victorioso. 

—¡Lo sabía! Debes decirle. 

Wilbur sonrió algo misterioso. 

—Puede qué lo haga esta noche. 

Karl sonrió en respuesta. 

—Más te vale hacerlo. 

 

Suspirando, Luzu dejó qué Vegetta lo guiara al pasillo dónde estaban los demás tributos esperando su turno. Apenas habían comenzado, así que Jack estaba por entrevistar al tributo masculino del Distrito 2, George. 

Luzu decidió distraerse mirando los algo ridículos trajes de los demás tributos mientras Vegetta seguía arreglando arrugas inexistentes y revisando su maquillaje. 

Ah, cierto, Luzu estaba usando maquillaje. Vegetta lo había obligado, diciéndole que era parte del vestuario. Así que ahora tenía los ojos delineados cuidadosamente y con una sutil sombra roja. 

Al menos no había sido demasiado maquillaje. 

Wilbur apareció alrededor de la esquina con Karl, y Luzu casi contuvo la respiración al verlo. Su traje era similar al suyo, del mismo color negro, pero el suyo parecía hecho de una tela diferente, sin líneas rojas, en su lugar parecía cambiar de color dependiendo de la luz, brillando de un azul marino a un negro que le recordaba al carbón de las minas en casa. 

De su hombro derecho, fluyendo bajo su espalda, había un trozo de tela, ligero y de un brillante color naranja qué bajaba a un rojo. La tela era fina y volaba a su espalda mientras caminaba, simulando un fuego detrás suyo. 

Luzu era un fuego esperando a ser liberado. Wilbur era una llama encendida y creciendo con cada momento. 

Wilbur también tenía algo de maquillaje, similar al de Luzu, con un delineado en sus ojos y algo de sombra azul. 

Se veía… Bien. Demasiado bien. 

Vegetta aclaró su garganta, llamando la atención de Luzu y haciéndolo dar un pequeño salto en su lugar. 

—Te advertí. —dijo Vegetta divertido. Luzu no se molestó en contestar ya que Wilbur y Karl llegaron con ellos en ese momento. 

Luzu debía admitir que Wilbur se veía aún más deslumbrante de cerca, casi parecía brillar. 

—Luzu, te ves bien. —le dijo Wilbur, sonriendo. Por alguna razón el cumplido lo hizo sentirse algo nervioso. 

—Tu también. —contestó inmediatamente. 

Vegetta suspiró exageradamente, llamando su atención. 

—Ay, el amor joven, ¿no, Karl?

Karl asintió, dando su propio suspiro exagerado. 

—Mis prometidos son así aún a veces…

—Bueno, Wilbur, sabes qué tienes ahí, ¿verdad? —dijo Vegetta, apuntando al pedazo de tela que bajaba por su hombro y a su espalda. 

Wilbur asintió. 

—Karl lo mencionó. 

—Vale. —Vegetta hizo una pausa, mirando la pantalla a un lado suyo que mostraba lo que pasaba afuera con los demás tributos. 

Ahora Jack estaba entrevistando al pequeño del Distrito 12. Su nombre era Toby Underscore, pero sus amigos lo llamaban Tubbo, dijo. Jack río, acercándose como si fuera a decirle un secreto. 

—¿Entonces puedo llamarte Tubbo? 

El adolescente se inclinó también, su adorable traje amarillo y negro lo hacía ver como una abeja. 

—No lo sé, Jack, ¿puedo llamarte mi amigo? 

Jack rió histéricamente en respuesta, al parecer encantado con la actitud de Tubbo. 

—Terminarán pronto. —concluyó Karl— Lo que significa que ya casi es su turno. 

Karl se giró para examinar a Wilbur y asegurarse de que todo con su traje estuviera bien. Mientras, Vegetta se aseguró también de que Luzu estuviera perfecto de nuevo, y un minuto después, Luzu se enderezó mientras la puerta del escenario se abría y Jack llamaba su nombre. 

—Ahora, damas y caballeros, llegamos a una parte interesante del show. Como ustedes saben, este año pasó algo… Peculiar con los tributos del último distrito. —Jack hizo una pausa, previendo la reacción del público, muchos de los cuáles gritaron en respuesta— Así que les presento a nuestro primer tributo masculino del Distrito 12, ¡Luzu Donner! 

El público volvió a gritar, y Luzu respiró hondo antes de salir. Miró una última vez a Wilbur, qué le sonrió en muestra de apoyo. 

Luzu salió al escenario, siendo brevemente cegado por las brillantes luces. Plantó una sonrisa en su rostro y se acercó a Jack, estrechando su mano mientras él le ofrecía sentarse. 

Luzu asintió, sintiéndose cómo si de pronto viera todo desde algún lugar fuera de su cuerpo. 

—Así que, Luzu. Las situaciones bajo las cuáles estás aquí son ciertamente inusuales.

Luzu se sintió a sí mismo dar una risa. 

—Podría decirse que sí. 

—Es la primera vez que tenemos dos tributos masculinos de un mismo distrito, esto es un hecho histórico. —siguió Jack, ganándose una breve ovación del público— ¿Por qué no me dices un poco sobre cómo terminaste aquí? 

—Supongo que de la misma manera que los demás, durante la cosecha. —su respuesta ganó una risa de Jack y del público. 

—Claro, por supuesto, me refiero a por qué te ofreciste como tributo en lugar de la chica llamada originalmente. ¿Cuál era su nombre? ¿Undersee…? 

—Lana. —contestó Luzu. — Lana Undersee. 

—Lana. —asintió Jack. — Dinos, Luzu, ¿por qué te ofreciste en su lugar? 

—Para protegerla. Es mi mejor amiga desde hace mucho tiempo, lo hice para protegerla, del modo que también lo haría si hubiera sido mi hermano a quién llamaron. 

—¿Tienes un hermano? 

Luzu asintió. 

—Un hermano menor, Arin. 

—Ya veo. No dudo que harás un buen trabajo en los juegos, no sacaste un 11 en las evaluaciones por nada. ¿Te importaría decirnos qué pasó dentro de esa sala? 

—Te lo diré cuándo regrese. 

Jack río, al parecer encantado por su confianza, aunque Luzu no sabía de dónde había salido eso. 

—Tenemos un trato entonces, Luzu. Te lo recordaré cuándo te vea de nuevo. Cambiando de tema, tú y tu compañero dieron un verdadero espectáculo en el desfile. ¿Era fuego real? 

—Oh, definitivamente, el calor me dejó sudando mientras estaba en el carruaje. 

Jack río de nuevo, el público, como siempre, lo siguió. 

—Ya veo. No estarás usando algo más de ese fuego hoy, ¿verdad? 

—Hoy yo soy el fuego, Jack. Pero tal vez deberías hacerle la misma pregunta a mi compañero. 

—Lo tendré en mente. —contestó Jack entusiasmado. — Luzu, planeas regresar a casa con tu familia, ¿no? ¿No hay nadie más? ¿La señorita Lana, tal vez?

Luzu sonrió algo misterioso. 

—¿Lana? No, es prácticamente una hermana para mí. Pero no diría que no hay nadie, sólo es algo… Complicado. 

Jack se inclinó hacía adelante, interesado. 

—¿Complicado? Si estás tan seguro de regresar, no tengo dudas de que lo resolverás. No se resistirá a un vencedor, lo verás. 

Luzu sonrió de nuevo, esta vez algo melancólico. 

—Me gustaría que fuera así de fácil, Jack. 

—Es algo más que deberás contarme cuándo regreses. —dijo Jack— Me temo que debo llamar a tu compañero ahora. Señoras y señores, ese fue Luzu, nuestro primer tributo masculino del Distrito 12. Espero que la suerte esté de tu lado, chico en llamas. 

El público contestó con aplausos mientras Luzu se levantaba y se dirigía a su lugar en el fondo del escenario, junto a los demás tributos. 

—Bien, ahora, sé qué muchos de ustedes han estado esperando este momento. Les presento a nuestro último tributo de la noche, hijo del Vencedor Phil Craft: ¡Wilbur Craft del Distrito 12! 

El público se volvió absolutamente loco por Wilbur, probablemente, por cómo había dicho Jack, gracias a que conocían a su padre. 

Wilbur entró al escenario con una sonrisa, saludando al público antes de acercarse a Jack. 

Ambos se sentaron un momento después, el público calmandose para escuchar la entrevista con atención. 

—Wilbur, es un placer tenerte aquí con nosotros esta noche. Dime, te ofreciste por tu hermano, ¿verdad? 

Wilbur asintió fácilmente. 

—Sí, mi hermano menor Tommy. 

—Ya veo. ¿Y cómo te sientes al saber que irás a los juegos en su lugar? 

—Aliviado porque él no lo hará. 

Jack asintió.

—Eso es muy noble de tu parte. Wilbur, tu compañero Luzu dijo que te preguntara si tú estabas usando algo del fuego de antes hoy. 

Wilbur río en respuesta, levantándose con un ademán y dando un paso al frente. 

Captó la mirada de Karl en el público, sentado entre dos hombres pelinegros. Karl sonrió de oreja a oreja, dándole un pulgar arriba. 

Wilbur empezó a girar en su lugar. La tela en su hombro se agitó ante el movimiento, y en un segundo, pasó a ser un fuego de verdad. 

El público estalló en gritos de euforia y aplausos, y Wilbur dio un par de giros más antes de parar. 

Jack parecía simplemente encantado. 

—¡Whoa, whoa, okay, chico en llamas, no incendies mi escenario! 

Wilbur se sentó de regreso en su lugar, la tela apagándose en un segundo. 

—Eso fue increíble, Wilbur, gracias por ese espectáculo. 

—Podría volver a hacerlo para ti cuándo regrese, Jack. 

—Me alegra ver esa confianza en ti también, pero sabes que sólo uno puede ganar los juegos. 

Luzu logró ver el cambio en el rostro de Wilbur a través de las pantallas. Se estaba preparando para soltar la bomba. 

—Lo sé muy bien, Jack. Y por más que una parte de mi quiere ganar por mi familia, otra parte sabe que si gano habré perdido algo igual de importante. 

—¿Oh? ¿Algo cómo qué? 

Wilbur se inclinó hacia atrás levemente, con una amarga sonrisa en su rostro. 

—Bueno, Luzu lo dijo, pero es algo complicado. Somos algo complicado. Es difícil querer regresar con tu familia sabiendo que eso implica que tendré que despedirme para siempre del amor de mi vida. 

El público en conjunto pareció contener la respiración. 

—¿No querrás decir…? 

Wilbur suspiró. 

—Me temo que sí. He estado esperando invitar a Luzu a salir por mucho tiempo, y decidí hacerlo el día de la cosecha. Pero las cosas no resultaron cómo esperaba, así que lo hice en el tren. 

—¿Y Luzu…? 

—Siente lo mismo. Decidimos iniciar una relación mientras podíamos, antes de que… 

Wilbur hizo una deliberada pausa. 

—Antes de que los juegos nos arrebaten al otro. O antes de que ambos muramos en esa arena. 

Eso pareció hacer al público reaccionar. Muchos seguían mudos, pero algunos otros empezaron a aplaudir y vitorear en protesta. Estaban fascinados con el cuento de los amantes trágicos del Distrito 12. 

—¿Estás diciendo que ustedes no sólo son los primeros dos tributos masculinos del mismo distrito, sino que también están juntos? —preguntó Jack, claramente emocionado. 

Entonces Jack hizo algo que no estaba permitido. Se levantó y se giró a mirar a Luzu y dijo:

—Luzu, no puedes hacernos esto, regresa aquí. 

Todos los tributos tenían su tiempo. Sólo 3 minutos por tributo, esa era la regla, y Jack lo estaba llamando de regreso al escenario, aparentemente para que terminara de dar la entrevista de Wilbur con él. 

Luzu obedeció, acercándose, y pronto alguien le trajo una silla extra, colocándola junto a la de Wilbur. 

Wilbur, viendo la oportunidad, tomó la mano de Luzu entre la suya tan pronto estuvieron sentados uno junto al otro. Luzu no se apartó, dejándolo mientras Wilbur entrelazaba sus dedos. 

El público lo amó, estallando en vítores. Wilbur encontró la mirada de su padre en medio de la primera fila de asientos del público, y él le sonrió cómplice, alzando su copa de vino en un silencioso brindis. 

Jack pareció amar la pequeña muestra de cariño también. 

—Luzu, pudiste decírmelo. —dijo Jack a modo de broma, sonando ofendido. 

Luzu río, sintiendo un leve apretón de la mano de Wilbur. 

—No estaba seguro si Wilbur querría qué lo dijera, pero supongo que ahora el secreto está al descubierto. Iba a revelarse de todos modos en algún punto de los juegos, definitivamente no tendría el corazón para dejarlo si llegara a pasarle algo. 

El público en conjunto soltó un coro de 'Awww', encontrando sus palabras tiernas. 

—Yo realmente quería decirlo, así al menos mis hermanos se enterarán, ya que no pude decirles en persona, así conocerán a Luzu como mi pareja en caso de que… —Wilbur hizo una pausa, dejando el resto de su oración al aire. 

El ambiente en el lugar inmediatamente se volvió más sombrío, el breve momento de felicidad olvidado. 

—Hay una posibilidad de que ninguno de los dos regrese. —dijo Jack con delicadeza. 

Wilbur y Luzu intercambiaron miradas, haciendo su mejor esfuerzo por parecer una joven pareja que no querían pensar en la posibilidad que Jack mencionó. 

—En ese caso, al menos podré tener a mi rosa en el otro lado. —dijo Wilbur. Luzu se sorprendió un poco por el nombre, pero sorpresivamente, qué Wilbur lo llamara así lo hizo sonrojar. —Y estamos determinados a que al menos uno logre sobrevivir. Lo hablamos y decidimos que el ganador apoyará a la familia del otro en lo que necesiten. 

Luzu tuvo que contener su sorpresa ante eso. No lo habían hablado, pero por alguna razón, sentía que Wilbur no mentía. Se sentía como una promesa oculta para Luzu. 

Si Luzu no regresaba y Wilbur sí, él se encargaría de su hermano y de su tía. 

—Me gusta esa convicción. No se supone que tenga favoritos, pero… —Jack sonrió de lado, dándoles una mirada conspiratoria. — Estoy apostando por ustedes, chicos en llamas. 

El público al parecer estaba de acuerdo con Jack, aplaudiendo y gritando de nuevo. 

Luzu cruzó miradas con Wilbur y supo de inmediato qué tenía una idea. Wilbur se levantó, indicándole a Luzu qué hiciera lo mismo, y luego alzó sus manos aún entrelazadas, cómo lo había hecho en el desfile de tributos. 

Eran los dos tributos del Distrito 12, eran los chicos en llamas… 

Eran Luzu y Wilbur, desesperados por sobrevivir. 

El público se volvió completamente loco esta vez. Las personas se levantaron y aplaudieron por ellos, histéricos. El Capitolio claramente tenía dos nuevos favoritos en los juegos. 

De pronto el himno de Panem empezó a sonar, y las luces del escenario empezaron a bajar, marcando el final del programa. 

El público no dejó de aplaudirles. 

Luzu volvió a mirar a Wilbur, encontrándose con que él ya lo estaba mirando, y Luzu… 

Luzu no sabía qué pensar. 

Porque Wilbur lo miraba como si fuera la única persona en ese lugar ahora, como si Luzu de verdad fuera un fuego, y no pudiera apartar sus ojos…

Lo miraba cómo alguien que estaba enamorado. 

Y Luzu se dio cuenta que en ese momento, bajo miles de ojos del Capitolio, Wilbur no había estado actuando. 




Phil los felicitó tan pronto estuvieron solos en el elevador de regreso al pent house. Especialmente felicitó a Luzu. 

—Pensé que no eras bueno con la gente Luzu, tu entrevista estuvo genial. —era lo que había dicho Phil. 

Phil habló un momento sobre cómo definitivamente se habían ganado nuevos Sponsors, pero que probablemente eso significaba qué le habían quitado algunos a los demás tributos también, así que debían cuidar sus espaldas. Luego de eso los dejó a ambos ir a descansar, diciéndoles que sería mejor que disfrutaran su última noche de descanso antes de la arena. 

Sin embargo Luzu seguía pensando en la revelación qué había tenido, y eso lo llevó a sobrepensar sus propios sentimientos por Wilbur. 

No es que nunca se hubiera fijado en él cuándo aún estaban en el Distrito 12, pero en ese entonces le había parecido alguien inalcanzable. 

Aunque debía admitir que eso cambió un poco el día que interactuaron de verdad por primera vez. Y no estaba hablando de la cosecha.

Había sido hace mucho tiempo, Luzu aún no era bueno cazando, y su tía insistió en que no pudiera una sola tesela más, que ella se encargaría, pero días pasaron y no pudo conseguir más dinero. 

En un último intento, Luzu salió a cazar de nuevo, sin éxito. Regresó a casa más derrotado qué antes, pero terminó colapsando por el hambre y el esfuerzo aún algo lejos de llegar a la Veta. 

Entonces él apareció. 

Estaba cargando consigo una bolsa de pan, al parecer había ido a la panadería de Niki ya que su padre le pidió recoger el pan que pidió, y ahora iba de regreso a la Aldea de los Vencedores. 

Luzu ni siquiera lo notó hasta que sintió a alguien a su lado, hablándole, aunque todo se sentía algo… Borroso. Cómo si sus sentidos hubieran sido sumergidos en el agua. 

—¿Estás bien? —preguntó preocupado. Luzu no contestó. 

Wilbur pareció notar cuál era el problema y sin pensarlo tomó una barra de pan y la puso en las manos de Luzu, qué la notó luego de un momento y empezó a comer desesperadamente. Al final Wilbur esperó a su lado hasta que se sintiera mejor y pudiera regresar sólo a casa, no sin antes obligarlo a tomar más de su pan para llevarlo a casa y comerlo con su familia. 

Luzu no dejó de pensar nunca en lo amable y desinteresado qué había sido eso. Literalmente le debía la vida a Wilbur, podría haber muerto de hambre esa vez, pero gracias a él no lo hizo. 

Empezó a prestarle más atención después de eso. Notó qué no tenía muchos amigos, pero aún así muchas chicas intentaban acercarse a él. Era hijo del único vencedor del Distrito, lo que lo hacía prácticamente rico, era el mejor en clase de música y en debate, y además era guapo. ¿Qué chica no querría casarse con él? Tendrían la vida prácticamente resuelta. 

Luzu no quiso pensar en lo que era sentirse así por alguien, así que por años ignoró ese sentimiento, diciéndose a sí mismo que era admiración por la vez que lo salvó. 

Y pretendía seguir ignorando ese sentimiento por el resto de su vida hasta que ambos se convirtieron en tributos. 

Entonces aceptó el plan de Phil y terminó por cavar su propia tumba.

Conocer cómo era Wilbur realmente fue refrescante, tenían muchas cosas en común, y parecía una persona genuinamente interesante. Pero entonces esos sentimientos empezaron a tocar la puerta de nuevo y Luzu sólo quería correr lejos del Capitolio. 

No era bueno con las relaciones. La única que había tenido antes terminó pésimo, y desde entonces se juró no volver a dejarse a sí mismo sentir algo así por alguien más. 

… Pero entonces llegó Wilbur con su tonta risa contagiosa, sus lindos rizos, y su amor incomparable por su familia; y Luzu… Luzu intentó ignorar sus sentimientos de nuevo, pero entre los comentarios sugestivos de Vegetta y el hecho de sus inminentes muertes… ¿Sería tan malo sincerarse con Wilbur antes de ir a la arena? 

Luzu suspiró, sentado en el techo del centro de tributos en lo que sería su última noche antes de arriesgar su vida en los juegos. 

Se había escabullido ahí hacía un par de minutos para pensar, pero ahora no dejaba de darle vueltas a la situación en su cabeza una y otra vez. 

Tal vez sería mejor intentar dormir de una vez. 

Un ruido lo hizo ponerse alerta, y se dio la vuelta para encontrarse con nada más y nada menos que Wilbur, qué estaba saliendo hacia el techo también y se quedó quieto al notar la mirada de Luzu sobre él. 

—Oh… No sabía que estarías aquí. —dijo Wilbur, saliendo completamente al aire algo frío y acercándose a Luzu, sentándose a su lado. —Deberías estar durmiendo ya. 

—Wil, tú también deberías estar dormido. 

Wilbur río ante eso, haciendo sonreír a Luzu. 

—Ok, sí, debería. Pero quería venir a pensar un poco. 

—Yo también. 

Un breve silencio se hizo entre los dos mientras observaban el cielo nocturno. Era muy diferente en el Capitolio, aquí apenas se podían ver algunas estrellas con toda la luz de los edificios, pero en el Distrito 12 las luces de las calles se apagaban a cierta hora, y no eran ni de lejos tan brillantes como las del Capitolio. Las estrellas podían verse en el cielo cada noche. 

Wilbur fue el que rompió el silencio, girándose a mirar a Luzu y soltando algo que casi lo hace caerse del techo de la impresión. 

—¿Puedo besarte? 

—¿Qué? 

—Bueno, papá dijo que si nos besamos en los juegos el público lo amará. Sólo creo que sería mejor si lo hiciéramos ahora, ya sabes, para que sea algo más natural y no tan incómodo… 

Luzu miró a Wilbur algo divertido, sabiendo cuáles eran sus verdaderas intenciones. 

—¿Entonces quieres que practiquemos antes? 

—Sí, podría decirse que sí. 

—... Está bien. 

Ahora fue Wilbur quién casi se cae del techo de la sorpresa. 

—¿¡En serio!? 

—Sí, ¿por qué no? Tienes razón, podríamos beneficiarnos de practicar antes. 

Wilbur pasó saliva. 

—Oh… Okay, entonces sólo déjame, um… —Wilbur hizo una pausa, acercándose a Luzu, claramente nervioso. Luzu se acercó un poco también. 

Eventualmente los dos estuvieron tan cerca qué sus respiraciones se mezclaron. 

—Sólo para practicar… —dijo Wilbur en un murmullo qué Luzu sólo pudo oír debido a lo cerca qué estaban. 

—Sí… Sólo para eso… —Luzu decidió tomar la iniciativa, inclinándose hacia adelante y juntando sus labios con los de Wilbur. 

Se sintió como si el mundo cobrara sentido por fin. Cómo si todo este tiempo lo que le faltaba a Luzu era Wilbur y viceversa. 

Fue sólo un roce de labios, y duró sólo un par de segundos, pero para ellos fue suficiente. 

Se separaron con las caras completamente rojas y los corazones acelerados y se miraron el uno al otro, perdidos en sus miradas. 

Wilbur fue el que decidió alejarse primero, pero Luzu lo detuvo, una mano de inmediato sujetándose de su suéter amarillo para evitar que se alejara. 

—Tengo que decirte algo. 

—¿Qué pasa? —preguntó Wilbur claramente nervioso. 

Luzu pasó saliva, relamiendo sus labios algo nervioso. 

—Yo… —Luzu tomó aire— Creo que de verdad estoy enamorado de ti. 

Una multitud de emociones pasaron por los ojos de Wilbur, desde la sorpresa hasta la incredulidad y, finalmente, a la esperanza. 

—... ¿De verdad? 

—De verdad. 

Wilbur se rió tan fuerte que echó la cabeza para atrás, recuperándose luego de un momento y mirando a Luzu. 

—Bueno, eso me alegra, porque yo también estoy enamorado de ti. 

Luzu no pudo evitarlo, sonrió. 

—Lo sé. —Luzu tomó a Wilbur del cuello de su suéter, jalándolo hacía él para darle otro beso. 

Wilbur recibió el beso gustoso, esta vez sus manos subieron al rostro de Luzu, tomándolo entre sus manos mientras disfrutaban del beso. 

Luzu se separó ahora, y ambos se miraron de nuevo, algo inseguros de qué hacer ahora. 

—Supongo que dejaremos de fingir entonces. —dijo Wilbur. 

—Eso parece… 

—Deberíamos ir adentro, ya es tarde y es mejor que durmamos un poco antes de los juegos. 

Luzu asintió, sabía que Wilbur tenía razón, pero una parte suya no quería moverse. Podía quedarse besando a Wilbur bajo las estrellas por el resto de su vida. Aunque, considerando lo que pasaría mañana, eso podría no ser mucho tiempo. 

Ambos se levantaron y se dirigieron de regreso adentro, empezando a calentarse un poco tan pronto estuvieron adentro. 

—¿Sería muy atrevido pedirte dormir conmigo? —preguntó Wilbur directamente, sorprendiendo a Luzu. 

—¿En serio? 

—No creo que ahora logre conciliar el sueño de otra manera, apreciaría la compañía, puedo ir a molestar a mi papá si no quieres… 

—Creo que yo también necesito compañía ahora. —lo interrumpió Luzu. 

—En ese caso… —Wilbur tomó algo de valor, tomando a Luzu de la mano y dándole una sonrisa antes de guiarlo a su habitación. 

Ninguno dijo nada más mientras se recostaban en la cama, acomodándose lado a lado, pero con sus manos entrelazadas aún en el pequeño espacio libre entre ambos. Seguían lo suficientemente nerviosos para acercarse más que eso ahora. 

—Luzu… —rompió el silencio Wilbur luego de un par de minutos. — Sé que ya te pedí dormir conmigo, pero ¿qué tal un beso de buenas noches? 

Luzu sonrió divertido, apoyándose en su codo para mirar a Wilbur. 

—Sólo porque puede ser el último beso de buenas noches que tendrás. —contestó, inclinándose para darle un pequeño beso en los labios qué hizo a Wilbur reír. 

Ahí decidieron qué esta era no sólo su primera noche como una pareja oficialmente no-falsa, sino que también era la última. No había tiempo para sentir vergüenza o timidez. 

Los dos se movieron, Luzu recostándose en el hombro de Wilbur mientras este lo abrazaba por el hombro, quedando más cerca qué antes y en una posición más íntima. 

—Buenas noches, Wilbur. 

—Buenas noches, Luzu. —contestó Wilbur, y pronto ambos por fin lograron caer dormidos. 



El día siguiente empezó algo temprano para ambos. Luzu despertó primero, quedándose un momento pensando sobre la situación actual en la que se encontraba. 

Lo había hecho, había confesado sus sentimientos por Wilbur, aceptandolos para sí mismo por primera vez. Y ahora al parecer no eran más una pareja de mentira para su beneficio propio.

Ahora de verdad eran los trágicos amantes del Distrito 12, sin tiempo para explorar lo que sería tenerse el uno al otro en una relación, separados por los juegos.

Era un destino cruel.

Luzu suspiró, mirando el reloj. Debían de levantarse en una hora de todos modos, tenían que empezar a prepararse y despedirse de Eret y Phil antes de ser llevados a la arena para los juegos.

Miró a Wilbur, notando lo pacífico que se veía durmiendo y sonrió para sí mismo, besando su mejilla y levantándose con cuidado de no despertarlo. 

En otro mundo, quizás podrían haber tenido más tiempo para estar ahí para el otro. 

Luzu se dirigió a su habitación para ducharse, dejando a Wilbur dormir un poco más. Phil probablemente lo despertaría en un rato de todos modos.




Phil se levantó con una pesadez en su cuerpo que había sentido sólo dos veces antes en su vida: La primera, en la mañana de sus propios juegos, la segunda, luego de la muerte de su esposa Kristin. 

Y ahora, la tercera, en la mañana de los juegos de uno de sus hijos. Posiblemente, la última vez que vería a su hijo con vida a menos que él ganara los juegos.

Y, como vencedor, Phil sabía lo que pasaba si ganabas los juegos. Nadie ganaba realmente, sólo sobrevivían, pero las pesadillas los perseguían por el resto de sus vidas, llenas de gritos, dolor, rostros aliados y enemigos, y el sonar de un cañón. Y si el Capitolio tomaba interés en ti, te convertían en uno de sus muñecos: Te vestían con ropa elegante y te mostraban desde un aparador de vidrio, dónde sólo ciertos afortunados podían ser lo suficientemente ricos o influenciales para comprar tu compañía.

Eso era lo que le había pasado a uno de los vencedores del Distrito 7, Quackity. Lo habían transformado en el playboy del Capitolio.

Phil sabía lo miserable qué había sido Quackity hasta que se comprometió con Karl y Sapnap. 

Si Wilbur sobrevivía, podía esperarle el mismo destino.

Y Phil no sabía cuál de las dos opciones era peor para su hijo: la muerte, o convertirse en una de las piezas del Capitolio.

Suspirando, se dirigió a la habitación de su hijo, viéndolo aún dormir plácidamente.

Por un momento, la imagen de sus hijos la vez que los encontró a los 3 dormidos en una pila en sofá vino a su mente. Si Wilbur no regresaba de los juegos, no sólo Phil habría perdido a su hijo, Techno y Tommy estarían perdiendo a su hermano también.

Sacudiendo la cabeza, Phil se acercó, sentándose en el borde de la cama y acariciando el esponjoso cabello de Wilbur, logrando que empezara a despertar.

Wilbur se removió, quejándose y abriendo los ojos con algo de pesadez, parpadeando confundido hasta que vio a Phil.

—¿Papá…? ¿Dónde está Luzu?

Phil alzó una ceja ante eso, apartando su mano del cabello de Wilbur mientras este se sentaba en la cama, tallando sus ojos para despertar.

—¿Por qué debería estar Luzu aquí?

Ante esa pregunta, Wilbur se irguió de pronto, luciendo más alerta. Una enorme sonrisa se posó en su rostro.

—¡Papá, Luzu me dijo que está enamorado de mi anoche!

—¿¡Qué!? —dijo Phil, sorprendido. 

Wilbur asintió feliz, empezando su explicación sin necesidad de que Phil se lo pidiera.

—Anoche subí al techo a pensar y Luzu ya estaba ahí. Yo puede que sugiriera besarnos, sólo para practicar… —Phil lo interrumpió soltando una gran carcajada, pero Wilbur sólo continuó:— Así que lo hicimos, y luego… Luzu dijo que estaba enamorado de mi, así que yo también se lo dije, y luego dormimos aquí juntos.

Phil miró a su hijo un momento, observando la gran sonrisa en su rostro, y se acercó a abrazarlo. Wilbur recibió el abrazo, inmediatamente acomodándose en los brazos de su padre.

—Wil… Me alegra que de verdad te correspondiera. Aunque lo siento porque te hayas enterado bajo estas circunstancias.

Wilbur asintió, pero no dijo nada. Phil se separó un poco, acariciando con cariño la mejilla de su hijo.

—Ve a ducharte, tenemos poco tiempo para hablar y despedirnos antes de que te lleven a la arena.

Wilbur obedeció, dándole un último y corto abrazo a Phil antes de levantarse.



El desayuno se sirvió como todos los días, pero hoy había una vibra diferente en el ambiente, incluso Eret parecía algo más callada de lo usual. Wilbur y Luzu intercambiaron breves miradas y sonrisas durante el desayuno, y cerca del final es cuando Phil empezó a hablar. Tenía solo una media hora más antes de que necesitaran llevarlos a la arena.

—Hay muchas personas interesadas en ser sus sponsors luego de la entrevista, pero como dije, eso significa que les quitaron algunos a los demás tributos. Sin mencionar que tuvieron las calificaciones más altas en las evaluaciones individuales, así que claramente serán los principales a vencer, los demás tributos probablemente intentarán ir por ustedes específicamente tarde o temprano. Cuiden sus espaldas, y cuiden la espalda del otro.

Tanto Wilbur como Luzu asintieron, prestando atención a su mentor. Ahora no era Phil, estaba hablándoles como el vencedor que era, no como el padre de Wilbur.

—Lo mejor es que estén juntos, pero posiblemente estén separados al inicio por la cornucopia, el Capitolio no querrá darles la ventaja de estar juntos desde un inicio. Hagan lo que hagan, eviten la cornucopia lo más que puedan. Tomen una de las mochilas de provisiones al borde y corran. Concéntrense en sobrevivir, luego en reunirse con el otro, ¿entendido?

Ambos asintieron de nuevo. 

—Bien. Las alianzas con otros tributos pueden salvar sus vidas, así que si ven la oportunidad, tómenla. Deben hacer lo que sea para sobrevivir, pero recuerden que sólo pueden confiar realmente en el otro. En los juegos bajar la guardia puede significar la muerte. Haré lo posible por ayudarlos desde aquí a ambos, pero Luzu… Sabes que no es nada personal, pero sí algo pasa, mi prioridad será Wilbur.

—Lo sé. —Luzu lo entendía, de verdad. Haría lo mismo si estuviera en la posición de Phil.

—Esos son todos los consejos que puedo darles. —concluyó Phil.

Eret se levantó, llamando la atención de los demás.

—Justo a tiempo, sólo nos queda el suficiente tiempo para despedirlos antes de que deban irse.

Los demás se levantaron también, con clara pesadez. Phil se aproximó a Wilbur y los dos se alejaron un poco para tener algo de privacidad. 

—Papá… —empezó Wilbur, pero Phil lo interrumpió con un abrazo. Duró considerablemente más y fue más emocional que el de antes.

—Wil, por favor, haz lo que puedas para regresar. —susurró Phil, sonando al borde de las lágrimas. Wilbur tuvo que parpadear para limpiar sus propios ojos de las lágrimas amenazando con salir.

—Lo intentaré. —dijo Wilbur.— Pero si no lo logro… Dejé mi diario en tu habitación, en las últimas páginas hay cartas para ustedes. Dales la suya a Tommy y Techno por mi. Y si Luzu tampoco regresa, prométeme que cuidarás que no le suceda nada a su familia.

Phil apretó los labios, y no pudo evitar una lágrima que salió de sus ojos y bajó por su mejilla.

—Lo prometo… — contestó, quedándose en silencio un momento, disfrutando solo de tener a su hijo entre sus brazos sabiendo que podría ser la última vez, que podría regresar a casa y enfrentar no sólo su duelo, sino la tristeza de Tommy y Techno también.

 

Eret, mientras tanto, se aproximó a Luzu y le dio un corto abrazo.

—Fue un placer ser su escolta. Espero que alguno de ustedes regrese, y si no lo hacen, sepan que siempre los recordaré. Recuerdo todos mis tributos que he acompañado aquí.

—Gracias Eret, fuiste una buena persona con nosotros, tampoco te olvidaremos en dónde quiera que vayamos si no regresamos. 

Eret le dio una leve sonrisa en respuesta, y entonces Phil y Wilbur regresaron con ellos. Phil esta vez se aproximó a Luzu mientras Eret se acercó a Wilbur para despedirlo de la misma manera que lo hizo con Luzu.

Phil tomó a Luzu de los hombros y lo miró con seriedad.

—Luzu, gracias por hacer feliz a Wilbur, aún si es bajo estas circunstancias y por un poco tiempo. 

Luzu no tuvo tiempo a contestar ya que Phil lo abrazó también, y Luzu entendió porque a Wilbur parecían gustarle los abrazos de Phil. Era como estar cubierto por una manta caliente o por un par de alas protectoras, nada malo podía pasar entre los brazos de Phil. 

Era como recibir un abrazo del padre que Luzu siempre quiso.

Phil se separó entonces, aún mirando a Luzu.

—Cuídate Luzu, y… Cuida de Wilbur por mí si puedes. 

Luzu asintió.

—Haré mi mejor esfuerzo para cuidarnos a ambos.

Phil asintió satisfecho y dio un paso atrás mientras Eret y Wilbur se les unían de nuevo. 

Entonces el elevador se abrió y de ahí salieron un par de avox y el grupo de estilistas de ambos, los únicos que podían acompañarlos a la arena. 

 

Era tiempo de irse.

 

Los llevaron a la arena en uno de los aerodeslizadores del Capitolio, inyectándoles su rastreador en el brazo para que los organizadores pudieran seguir sus movimientos.

Luzu y Wilbur fueron separados tan pronto llegaron, sólo dándoles tiempo a darse una mirada antes de que los obligaran a ir por caminos diferentes. 

Wilbur se reunió con Karl a medio camino y juntos fueron a la sala dónde Wilbur debía prepararse. 

Karl tenía una actitud considerablemente menos alegre que de costumbre. Era lo contrario, se veía algo triste. 

Los dos entraron a la sala y Karl lo ayudó con el uniforme de tributo sin decir mucho. 

Finalmente Karl suspiró, tomando a Wilbur de los hombros. 

—Será difícil tener que decirte adiós. He sido escolta, y he visto cómo le afecta a Quackity cuándo sus tributos no regresan… Pero creo que serás de los más difíciles de olvidar si no vuelves. Vi cómo se miraban Luzu y tú ahora, y sé que lo de la entrevista no fue completamente verdad. Pero ahora lo es, ¿no? 

Wilbur asintió, sonriendo levemente. 

—Sí… Sorpresivamente, él me lo dijo primero a mi. 

Karl sonrió por primera vez desde que Wilbur lo había visto hoy. 

—Me alegra escuchar eso, supuse que él se sentiría igual. Vuelve para que pueda invitarte a mi boda, ¿sí? 

—Lo intentaré. 

Karl se acercó, dándole un último abrazo a Wilbur. 



Vegetta acompañó a Luzu hasta la sala dónde debía cambiarse en su uniforme para los juegos, los dos cayendo en un silencio solemne. Luzu terminó de ajustar su chaqueta cuando Vegetta dio un paso al frente, sosteniendo algo en su mano.

—Un último detalle. —dijo, antes de colocar el pin del sinsajo que Lana le dio en la solapa de su camiseta, cubriéndolo con su chaqueta y haciendo un gesto de silencio.

Luzu sonrió, apreciando el gesto. Los objetos exteriores estaban prohibidos dentro de la arena a menos que fueran enviados por sponsors o fueran de la cornucopia.

—No me dejan apostar, pero… —Vegetta hizo una pausa— Si pudiera, apostaría por ti. Buena suerte, Luzu.

Vegetta apuntó entonces al tubo de cristal detrás de Luzu, un contador junto a la puerta indicando que era momento de que entrara. Los juegos estaban por comenzar.

—Gracias Vegetta, por todo.

Vegetta asintió y Luzu se dio la vuelta, entrando al tubo mientras una voz empezaba una cuenta regresiva desde 15. La puerta se cerró lentamente detrás suyo y Luzu alzó la mirada mientras la plataforma sobre la que estaba parado empezaba a elevarse. 

De pronto la Luz del sol lo cegó momentáneamente y Luzu se encontró a sí mismo en la arena.

Era un claro lleno de pasto verde, con 24 pedestales en un círculo y una gran estructura plateada llena de provisiones con un gran contador siendo proyectado en el aire. La cornucopia.

Luzu miró alrededor, buscando de inmediato a Wilbur entre los demás tributos y no viéndolo por ningún lugar. Estaban separados, como Phil predijo que pasaría. Wilbur probablemente estaba del otro lado de la cornucopia. Tendrían que encontrarse el uno al otro más tarde.

Luzu prestó atención al contador, preparándose para correr mientras bajaba hasta 0 lentamente. 

Un cañón indicó el inicio de los juegos, y pronto todos estaban corriendo hacia la cornucopia. 

Los profesionales se adentraron sin miedo, tomando armas y empezando el tradicional baño de sangre inicial. Luzu vio al tributo del Distrito 1, Clay, tomar una lanza e inmediatamente usarla para atravesar el corazón de una chica del Distrito 6. 

Luzu sólo tuvo un momento para horrorizarse por la brutalidad y falta de duda con la que había matado a la chica antes de darse cuenta que si no se movía, él podía ser el siguiente. Se abalanzó sobre la mochila de provisiones más cercana, pero desgraciadamente eso significaba no tener un arma más que lo que pudiera haber en la mochila.

Miró con pesar el arco y flechas de la cornucopia, la chica del Distrito 2, Hannah, estaba yendo directamente hacia ellos mientras George, su compañero de distrito, le cubría la espalda.

Luzu no se quedó a mirar más, desapareciendo entre los árboles antes de que los profesionales decidieran ir detrás suyo.

Se detuvo una vez creyó estar lo suficientemente lejos, recuperando la respiración y empezando a revisar su mochila. Se detuvo al empezar a escuchar el ruido del cañón, contando cuántas veces sonó.

Once. Los juegos apenas habían comenzado y los profesionales se encargaron de casi la mitad de tributos en sólo los primeros minutos.

Luzu sólo pudo rezar porque ninguno de ellos fuera Wilbur, pero no lo sabría con certeza hasta la noche, cuándo se proyectaran en el cielo los rostros de los tributos caídos.

Intentando distraerse, Luzu abrió la mochila, revisándola para saber con qué provisiones contaba.

Tenía: una manta, un saco de dormir, una linterna, un par de barras energéticas, un cuchillo pequeño, una cuerda, y una cantimplora que, aparentemente, estaba vacía.

Maldiciendo por lo bajo, Luzu guardó todo menos el cuchillo, decidido a seguir moviéndose. Cazar algo sin su arco sería difícil, y no era el mejor usando un cuchillo en combate cuerpo a cuerpo, eso sin duda era el fuerte de Wilbur. Lo mejor sería subir a los árboles para dormir, y sería mejor encontrar una fuente de agua pronto. 

Por ahora, esperaría a la noche, y si el rostro de Wilbur no aparecía en el cielo, entonces intentaría encontrarlo. 

El primer día pasó rápidamente, Luzu no logró encontrar una fuente de agua, pero tampoco se encontró con ningún otro tributo, lo que era bueno. Entonces llegó la noche y Luzu subió a un árbol, deteniéndose en una rama lo suficientemente fuerte para soportar su peso, y se ató a sí mismo al tronco para evitar caerse mientras dormía.

Pronto el himno de Panem empezó a sonar, y Luzu alzó la mirada al cielo, viendo entre los árboles el escudo de Panem. El himno siguió sonando y poco a poco los rostros de los tributos caídos empezaron a aparecer en el cielo, indicando a qué Distrito pertenecían. Luzu se tensó, esperando para ver si alguno de ellos resultaba o no ser Wilbur.

El primero fue el tributo masculino del 3, luego los dos tributos del 4.

Luzu los recordaba a ambos, por lo que escuchó, el nombre de uno era Aimsey, y tenía unos 15 años, siendo una de los tributos de menor edad, teniendo la mayoría 17 años, como él y Wilbur. No supo el nombre del otro, sólo escuchó a Aimsey llamarle Ran o, raramente, Boo, pero era uno de los dos más pequeños, con sólo 13 años. De las pocas veces que Luzu le prestó atención en el entrenamiento, siempre le pareció alguien muy nervioso, estaba siempre moviendo su pierna ansiosamente o jugueteando con algo. 

Los dos tributos del 5 habían caído también, y luego fue la chica del 6 que Luzu vio en la cornucopia, y su compañero de distrito también. 

Esos eran tres distritos consecutivos qué perdieron ambos tributos en el baño de sangre inicial: 4, 5 y 6.

Luego le siguieron las dos tributos femeninas del 7 y 8 respectivamente, y los dos tributos masculinos del 9 y 10.

Entonces el himno acabó y Luzu sintió como si por fin pudiera volver a respirar. Wilbur seguía con vida. 

Con esa información, Luzu hizo una lista mental de qué tributos quedaban: 

-Los distritos qué aún tenían dos tributos sin contar al 12: El 1, 2 y 11. 

-Las tributos femeninas del 3, 9 y 10.

-Los tributos masculinos del 7 y 8.

En total, quedaban 13 tributos. 



Los dos siguientes días pasaron en relativa tranquilidad, sólo hubo un par de muertes más, del tributo masculino del 7 y de la tributo femenina del 9. Eso significaba que ahora sólo quedaban 11.

Luzu se pasó el día cazando, por fortuna, había reunido los suficientes materiales para crear trampas, lo que le garantizó comida. También encontró un pequeño arroyo que le sirvió como fuente de agua, pero aún sin señales de Wilbur. 

Fue durante el tercer día en la arena cuando lo encontró. Al parecer, los organizadores estaban aburridos de la falta de acción y decidieron usar algunos trucos para sacar de su escondite a algunos tributos y garantizar así una pelea.

Uno de ellos, fue un anuncio muy importante. De pronto los altavoces de la arena se activaron, y la voz de uno de los organizadores vino de ellos.

—Atención tributos, es de mi agrado informarles que por este año, habrá un cambio en las reglas. Se permitirá que haya dos ganadores, sólo si ambos vienen del mismo distrito. Repito, se coronarán dos ganadores de ser ambos del mismo distrito. Eso es todo.

Luzu alzó inmediatamente la vista ante eso, sorprendido. Eso significaba que podía ir a casa con Wilbur, aún había esperanza para ambos.

Entonces fue cuando los organizadores decidieron usar un incentivo más para sacarlos de sus escondites.

Pero decidieron hacerlo con un maldito incendio y bolas de fuego, de todas las cosas. Luzu reaccionó gracias al olor de algo quemándose, y al mirar se dio cuenta de que el bosque a su alrededor estaba quemándose.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar, bajando deprisa del árbol donde estaba y casi tropezando mientras empezaba a correr a toda velocidad. Entonces algo llamó su atención, un ruido a su izquierda lo alertó y cuando miró, había una gigante bola de fuego yendo en su dirección. Luzu maldijo por lo bajo, saltando fuera del camino, aunque algo del fuego logró alcanzarlo, quemando la tela en su pierna derecha y causando una quemadura ahí.

Luzu mordió su lengua, obligándose a sí mismo a levantarse a pesar del dolor, y luego volvió a correr. 

El fuerte sonido del cañón lo hizo saltar, seguido rápidamente de otro, y Luzu miró detrás suyo para darse cuenta que las llamas ya no lo seguían, ahora estaba seguro.

Luzu se dio un momento para respirar, asesorando el daño hecho a su pierna. La quemadura era algo grave, y dolía como la mierda, pero debía seguir moviéndose, al menos encontrar una fuente de agua para poder limpiarla. 

Tropezó y atravesó unos arbustos, logrando a duras penas sujetarse de un árbol para no caer de rostro sobre el suelo. Alzó la mirada, y de inmediato sintió ganas de vomitar.

Había dos cuerpos a sus pies. Las dos tributos que anunciaron antes con el cañón. 

Sus cuerpos estaban hinchados, y a su lado había un panal roto. Mutos del Capitolio, definitivamente.

Las habían picado hasta la muerte. 

Luzu vagamente las reconoció más allá de sus hinchados rostros, eran del Distrito 1 y 2. Luzu nunca supo el nombre de la primera, pero sabía que la otra se llamaba Hannah. 

Entre ellas también estaba algo muy valioso. El arco y las flechas de antes.

Sin pensarlo mucho, Luzu las tomó, por fin sintiéndose algo más seguro ya que tenía consigo su arma de confianza. 

Les dio una última mirada a las tributos antes de darse la media vuelta y seguir con su camino.

Quedaban 9 tributos, dos de los cuales eran Luzu y Wilbur. Las dos caídas eran parte del grupo de profesionales, lo que significaba que ahora sólo tenían dos de los que preocuparse. 

Los demás que seguían vivos eran los dos del Distrito 11, la chica del 3 y la del 10, un chico del 8, y los dos profesionales del 1 y 2.

En otras palabras: Quedaban 7 tributos a vencer. Y si lo lograban, tanto Luzu como Wilbur podrían ir a casa. 

Tan sólo había dado un par de pasos cuando se topó de frente a Wilbur, que estaba corriendo en su dirección. Los dos casi chocan el uno con el otro, pero lograron detenerse a tiempo.

El alivio de ambos fue palpable, y entonces se acercaron para darse un largo abrazo. 

—Luzu…

—Wilbur, me alegra tanto que estés bien. —dijo Luzu, aliviado. 

—¿Escuchaste el anuncio? —siguió Wilbur, emocionado.— Eso significa que los dos podemos…

Luzu lo interrumpió, tomando a Wilbur del cuello de su chaqueta para acercarlo, dándole un largo beso que logró callarlo.

Ambos se separaron, Wilbur mirándolo con una sonrisa algo boba. Luzu soltó una pequeña risa.

—Lo sé, podemos regresar a casa juntos. 

Un ruido los alertó a ambos, y Luzu de inmediato preparó su arco, cuando una pequeña voz exclamó algo que definitivamente sonó como una mala palabra.

Wilbur y Luzu intercambiaron miradas, Wilbur levantando sus propios cuchillos y asintiendo. Sin decir nada más, ambos se movieron hacia el lugar desde dónde provenía la voz, moviéndose en completo silencio.

Detrás de los árboles, junto a un río, estaba el pequeño tributo del Distrito 11, intentando y fallando de atrapar peces con una red. El tributo maldijo de nuevo, y tanto Luzu como Wilbur se miraron de nuevo, bajando sus armas. 

Tuvieron un silencioso debate hasta que Luzu rompió el silencio.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó amablemente. 

El tributo del Distrito 11 se giró a mirarlo de pronto, luciendo asustado y alzando lo que parecía un machete con dificultad. 

Luzu alzó las manos, demostrando que no estaba sosteniendo un arma. Wilbur lentamente guardó sus cuchillos en su cinturón, alzando las manos también.

—¿Necesitas ayuda? —repitió esta vez Wilbur.— Podemos ayudarte a cazar algunos peces, después de todo nosotros también necesitábamos buscar algo de comer, ¿verdad, Luzu?

Luzu asintió.

— Puedes decir que no, 11. 

El tributo los miró algo inseguro, y tanto Luzu como Wilbur tomaron ese momento para apreciar de verdad lo joven que era. Ya era un milagro que hubiera logrado hacerlo más allá del baño de sangre inicial, no como el otro tributo de su edad del Distrito 4.

—... Toby. —dijo por fin, alzando el mentón.— Pueden ayudar, pero llámenme Toby, no 11. Soy más que sólo el número de mi distrito, 12.

Wilbur soltó una risa, claramente sorprendido.

—Okay, entonces soy Wilbur, y este es Luzu. 

—Lo sé. —contestó Toby.— Todos los demás tributos los quieren muertos por lo que hicieron en la entrevista.

Wilbur rió de nuevo.

—¿Y tú también nos quieres muertos?

Toby se encogió de hombros.

—Son los juegos, y quiero ganar, ¿qué clase de pregunta es esa? 

Luzu negó con la cabeza divertido, dando un paso al frente.

—Bien Toby, sé una manera más eficiente de cazar algunos peces, pero tendrás que confiar en mí, ¿okay?

Toby los observó con desconfianza de nuevo, pero asintió.

—Está bien…

Luzu tomó su arco y un par de flechas, cargando su arco y apuntando a la cristalina agua. Esperó un momento y disparó, recargando su arco y volviendo a disparar luego de un momento. Luego lo hizo una tercera vez antes de bajar su arco, acercándose al agua y recuperando sus flechas, las tres habían atravesado un pez cada una.

Luzu las sostuvo, mostrandoselas a Toby.

—¿Ves? Más eficiente.

Toby lo miró con la boca abierta, y luego miró a Wilbur, aún sorprendido.

—Tu novio da algo de miedo.

Wilbur se rió tan fuerte que casi cae dentro del río.

 

Al final los 3 siguieron el río, encontrando una cueva medio oculta, el lugar perfecto para cocinar su comida y pasar la noche. Cocinaron el pescado, y aunque no tenían especias ni nada, sirvió para aplacar su apetito y asegurar que no murieran de hambre. 

Wilbur y Luzu creyeron que Toby se iría luego de comer, pero el chico se quedó, al parecer interesado en quedarse con ellos en una improvisada alianza. 

Wilbur y Luzu decidieron que no les importaba si se quedaba con ellos un tiempo. 

Luego la adrenalina de Luzu se esfumó por completo y recordó la quemadura en su pierna. Apenas podía mover su pierna del dolor. Wilbur casi se vuelve loco cuándo la noto. 

—¡Luzu, entra a la cueva a descansar! 

—Wil, estoy bien. 

—¿Ah sí? Entonces levántate sin ayuda. 

Luzu y Wilbur intercambiaron miradas, ninguno dispuesto a rendirse, y Luzu bufó mientras intentaba pararse, apoyando el menor peso posible en su pierna lastimada. 

—Ahora hazlo sin hacer cara de que estás muriendo de dolor. —dijo Wilbur, ganándose una carcajada de Toby, qué sólo los había estado observando con diversión.

Luzu estaba listo para contestar algo cuándo un contenedor metálico con un pequeño paracaídas cayó frente a ellos. Wilbur lo tomó, abriendo el contenedor y encontrándose con un ungüento y un pedazo de papel con algo escrito. 

'Buen trabajo, Wil. Recuerda, manténganse juntos.'

Wilbur sonrió. 

—Gracias, papá. —soltó al aire antes de mirar a Luzu de nuevo.— Tú vas a recostarte ahora mismo y a dejar que te aplique este ungüento, ¿entendido?

Luzu volvió a quejarse. 

—Bien, pero sólo lo haré por un beso. —Wilbur rodó los ojos ante la respuesta de Luzu. 

—Iba a dártelo de todos modos, pero está bien, ahora hazlo. 

Luzu suspiró y accedió, adentrándose a la cueva y acostándose sobre su saco de dormir. Wilbur lo siguió dentro, cuidando qué no fuera a caerse, y aplicando el ungüento en su pierna una vez Luzu estaba recostado. 

—Ahora descansa. —insistió.— Toby y yo nos turnaremos y haremos guardia. 

—Yo puedo hacer guardia también. 

—No hasta que tu pierna esté mejor. —contestó Wilbur, y antes que Luzu se atreviera a replicar, Wilbur se acercó y lo besó. 

Luzu frunció los labios cuándo se separaron, claramente no estaba feliz de hacer lo que Wilbur decía, pero por ahora iba a hacerlo. 

—Está bien. 

—Vendré a recostarme contigo en un rato. —le aseguró Wilbur antes de salir de nuevo de la cueva, encontrando a Toby donde lo había dejado, sentado en una roca junto al río. 

—Logré qué se quedara a descansar, pero no creo correr con la misma suerte mañana, es un terco. —dijo Wilbur, sentándose a su lado. 

Toby río en respuesta y ambos se quedaron un momento en un cómodo silencio. 

Wilbur miró de reojo a Toby. De lo poco que sabía de él, parecía un chico inteligente, y algo amante del caos, basándose solamente en su entrevista. Parecía alguien gracioso y algo bromista. 

Se llevaría bien con su hermano Tommy. 

Entonces el himno sonó y los rostros de las dos tributos caídas iluminaron el cielo un momento. 

Wilbur notó cómo Toby se encogió en sí mismo al ver sus rostros en el cielo, y no le tomó mucho adivinar el porqué. 

—¿Toby? —lo llamó en un susurro, logrando captar su atención.— ¿Estás bien? 

Toby pareció pensarlo un momento. 

—Fui yo. —fue lo que dijo en lugar de contestar la pregunta. Aún así, Wilbur sabía que la respuesta probablemente era un 'no'. 

—¿Cómo pasó? 

Toby suspiró. 

—Soy bueno trepando, era de noche y vi a los profesionales acampando. Estaban tan confiados qué nadie tomó guardia. Había un panal arriba de ellos, así que… —Toby se encogió de hombros.— Supuse que impresionaría a mi Distrito, aún si no ganaba, podría eliminar a los 4 profesionales, ¿verdad? Así que tiré el panal sobre ellos, dos lograron escapar, pero ellas… No.

Ambos guardaron silencio un momento. 

—¿Tú lo has hecho? —preguntó Toby en un susurro. Wilbur supo a qué se refería. 

—Aún no. —contestó.— Pero sé que tendré que, si quiero lograr que Luzu y yo regresemos a casa juntos. 

De nuevo, un breve silencio se hizo presente. 

—Sé que tú distrito estará impresionado, Toby. 

Toby lo pensó por un momento, girándose a mirar a Wilbur. 

—Tubbo. Pueden decirme Tubbo, creo que se lo han ganado. Especialmente si seremos aliados. 

Wilbur sonrió. 

—Está bien, Tubbo. Puedes ir a descansar, ha sido un largo día. Puedo despertarte en unas horas para hacer guardia. 

Tubbo asintió, levantándose de su lugar y estirándose un momento. 

—Buenas noches, Wilbur. 

—Buenas noches, Tubbo. 

Tubbo dio una leve sonrisa antes de adentrarse en la cueva para tomar su lugar en su propio saco de dormir. 



Un par de horas después, Wilbur se levantó de su lugar, algo adormilado, y se dirigió dentro de la cueva para despertar a Tubbo. 

El chico despertó sorpresivamente rápido, y no replicó, simplemente levantándose y estirándose antes de tomar el lugar que Wilbur previamente ocupó montando guardia. 

Wilbur lo miró irse antes de derrumbarse junto a Luzu, envolviéndolo en sus brazos y de inmediato cayendo dormido. 



Fue horas después qué el sonido de un cañón los despertó. Ambos intercambiaron miradas, claramente alertas, y Wilbur tentativamente llamó a Tubbo. 

—¿Tubbo? ¿Estás ahí? 

No recibieron respuesta, lo cuál alertó a ambos, y de inmediato se levantaron, listos para examinar qué era lo que pasaba. Wilbur ni siquiera se molestó en decirle a Luzu qué aún debía descansar, y ambos corrieron fuera de la cueva, mirando en todas direcciones. 

No había señales de Tubbo. 

Antes de que pudieran terminar de entrar en pánico, el chico salió de entre los árboles, pero algo estaba mal. 

Tenía la mirada perdida, y su ropa estaba cubierta con una sustancia pegajosa qué parecía miel. Caminaba en automático, sin importarle a dónde iba. 

Entonces se derrumbó, cayendo de rodillas mientras lágrimas empezaban a llenar sus ojos y empezaba a hiperventilar. 

Luzu y Wilbur corrieron a su lado, pero no se atrevieron a tocarlo aún. 

—¿Tubbo? ¿Puedes oírme? 

Luzu tomó su mano con cuidado, Tubbo no reaccionó. Su mano también estaba cubierta del espeso líquido, pero no le importó. Tomó su mano y la posó sobre su pecho. 

—Hey, está bien, sólo siente los latidos de mi corazón. Eso es, ahora respira conmigo, ¿puedes hacer eso? —Luzu exageró sus respiraciones.— Copia lo que hago, respira profundo… Ahora espera 3 segundos… Bien, ahora exhala… 

Tubbo lentamente empezó a seguir sus instrucciones, su respiración volvió a la normalidad, pero sus ojos aún miraban a la nada, y aún salían lágrimas de ellos. 

—Eso es… ¿Está bien si te llevamos al río? —preguntó Wilbur.— Tenemos que quitarte todo esto de encima, sunshine… —dijo, no dándose cuenta de que había soltado el apodo qué a veces usaba para su hermano Tommy. 

Tubbo no reaccionó cuándo lo guiaron a levantarse y lo hicieron entrar al agua, lo cuál era tanto una buena noticia como una mala. 

Luzu y Wilbur entraron al agua con él, empezando a limpiar con cuidado la sustancia pegajosa de sus ropas y cuerpo sin decir nada. 

Eventualmente la sensación del agua pareció ayudar a traer de regreso a Tubbo, porque ahora su mirada se notaba más enfocada. Parpadeó un par de veces, y luego estalló en llanto de nuevo. 

—Shh, está bien, ya estás a salvo… —Wilbur y Luzu se movieron a la vez, abrazando a Tubbo. Este quedó en medio de ambos, sujetándose a sus ropas con fuerza. 

—Está bien Tubbo, ya pasó… 

Pasó un rato más antes de que Tubbo se calmara definitivamente. 

Los tres salieron del agua entonces, sentándose en la cueva. La ropa de Tubbo estaba prácticamente arruinada, había partes donde la sustancia se había secado y solidificado antes de que pudieran lavarla, pero lo que importaba era que él estaba bien. Se sentaron en silencio, sin preguntar qué era lo que había pasado, pero Tubbo eventualmente empezó a hablar. 

—Escuché un ruido, no quería despertarlos así que fui a revisar. Pensé que era un animal. Una tributo cayó en una trampa de los organizadores. La sustancia estaba por todos lados, y ella estaba atrapada… 

Tubbo hizo una pausa. 

—Era mi compañera de distrito, Sylvee. 

Luzu maldijo por lo bajo. Las lágrimas regresaron a los ojos de Tubbo, pero esta vez se esforzó para no dejarlas salir. 

—Intenté ayudarla. Intenté sacarla, pero casi quedé atorado también. Entonces me pidió… —Tubbo se ahogó con un sollozo, sacudiendo la cabeza.— La sustancia estaba empezando a calentarse. Dijo que iba a quemarla o sofocarla, qué prefería… Que lo hiciera yo. Así que… Así que lo hice… 

Wilbur y Luzu intercambiaron miradas, claramente preocupados. Aquí estaba Tubbo, cargando el peso de haber tomado la vida de su compañera de distrito luego de no poder salvarla, y habiendo tomado la vida de dos profesionales también. 

Tenía 13 años y ya había casi muerto y matado a 3 personas. 

Esa era la realidad de los juegos, por más cruel qué fuera: eran niños matándose los unos a los otros. 

Quedaban sólo 8 tributos ahora. 

Luzu suspiró, moviéndose para acercarse a Tubbo y abrazarlo. Tubbo aceptó el abrazo, sujetándose de la ropa de Luzu.

Por un largo rato nadie dijo nada, y entonces un paquete con un pequeño paracaídas bajó en su dirección. 

Wilbur lo tomó, abriéndolo y encontrando otra nota. 

'Gracias por cuidar de mi tributo. Asegúrense de que coma, coman un poco también como agradecimiento. Y asegúrense de que se cambie esa ropa.'

Debajo de la nota había un par de ropas nuevas para Tubbo y un contenedor de metal. Al abrirlo, Wilbur se encontró con un caliente estofado y 3 platos. 

Hizo una nota mental de agradecerle al mentor del 11 si salía de ahí y luego se giró a mirar a Luzu y Tubbo. 

—Hey, Tubbs, tu mentor te tiene un regalo. 

Eso llamó la atención de Tubbo, qué finalmente se separó del abrazo y limpió las lágrimas de sus mejillas.

—Ve a cambiarte fuera de esa ropa y luego comeremos, ¿sí?

Tubbo asintió, tomando el nuevo uniforme sin decir nada, y se dirigió dentro de la cueva para cambiarse, dejando solos a Wilbur y Luzu.

—Wilbur…

—Lo sé. —dijo Wilbur. Los dos habían llegado a un silencioso acuerdo, cuidarían de Tubbo mientras pudieran. 

A ninguno le había sentado bien verlo así, cada uno recordando a sus propios hermanos menores que los esperaban en casa.

Ninguno dijo nada más, y para cuando Tubbo regresó, Luzu ya había servido los tres platos de humeante estofado.

El rostro de Tubbo se iluminó tan pronto llegó a su nariz el olor del estofado, sentándose junto a Luzu algo más animado.

—¡Es mi comida favorita! —dijo alegre, empezando a comer de inmediato.

Luzu y Wilbur se alegraron de ver que se notaba algo más animado.

Comieron entre una relajada conversación, y pronto terminaron, sintiéndose satisfechos.

Entonces, empezaron a planear.

—Tengo experiencia con explosivos, si podemos desenterrar las minas de la cornucopia puedo hacerlas volver a funcionar. —dijo Tubbo.— Podemos atraer a los dos profesionales que quedan y deshacernos de ellos con las minas.

—No es una mala idea. —concedió Luzu.— Pero hay una posibilidad de que los profesionales estén en la cornucopia ahora. Esto es lo que haremos primero, revisaremos si están ahí, y si lo están, crearemos una distracción para que puedas escabullirte y tomar las minas. Luego creamos la trampa.

Wilbur y Tubbo asintieron, estando de acuerdo.

—Puedo ir a revisar yo, soy rápido trepando, no me notarán.

Wilbur y Luzu intercambiaron miradas, claramente inseguros de esa sugerencia de parte de Tubbo.

—No lo sé, Tubbo…

—¡No soy un bebé!

—Sabemos que no lo eres, pero algo podría pasar. Mira lo que pasó la última vez que fuiste solo. —replicó Wilbur.— Yo iré, soy sigiloso y rápido corriendo, sólo será una misión de reconocimiento. 

—¡Pero…!

—Tubbo, —lo cortó Luzu.— está bien, déjaselo a Wilbur, mientras tu y yo prepararemos la distracción.

Tubbo aceptó de mala gana.

Los tres se prepararon, Luzu y Tubbo irían a recoger hojas y ramas secas para crear un fuego a modo de distracción, mientras Wilbur comprobaría si los profesionales estaban en la cornucopia o no.

 

Tomó sólo una hora para que Wilbur regresara, dando la noticia de que tenían razón: Los dos profesionales que quedaban habían decidido tomar la cornucopia para resguardar lo que quedaba dentro de provisiones. Debían hacer que salieran para poder tomar las minas.

Según Tubbo, unas 4 serían suficientes para asegurarse de deshacerse de ellos, 1 sola ya tenía la potencia para volar a un tributo por los aires si bajaba de su pedestal antes de tiempo, 4 se asegurarían de deshacerse de los profesionales.

Esta vez, Tubbo insistió en ser el que fuera a la cornucopia.

—Soy el único que sabe cómo desenterrarlas sin peligro a que exploten. —argumentó Tubbo.— Si ustedes lo intentan podrían volar en pedazos.

—... Está bien. —aceptó finalmente Luzu.— Tienes razón, además, ese será el trabajo menos arriesgado, nosotros estaremos guiando a los profesionales hasta nosotros.

Tubbo sonrió triunfal.

—Necesitamos alguna manera de comunicarnos para saber cuándo encender el fuego. —razonó Wilbur.— Si lo hacemos antes de que llegues no tendrás mucho tiempo para tomar las minas.

Tubbo pareció pensarlo por un momento hasta que alzó la mirada, una idea cruzando por su mente. Silbó una melodía, y pronto los pájaros alrededor la repitieron en coro.

—Sinsajos… —dijo Luzu, mirando en dirección a los árboles.

Tubbo asintió.

—Los usamos en casa para comunicarnos. Les daré la señal cuando esté en posición, y de nuevo cuando tenga las minas y vaya de regreso a la cueva. Así sabrán que estoy bien. 

—Bien. Cuídate entonces.

Tubbo sonrió divertido en respuesta de Luzu. 

—Lo haré. Nos vemos de regreso en la cueva. 



Los tres se separaron entonces, Luzu y Wilbur yendo en camino a preparar la distracción mientras Tubbo se iba en la dirección contraria, camino a la cornucopia. 

Luzu y Wilbur se detuvieron una media hora después, lo suficientemente lejos de la cueva qué los profesionales no se toparian con ellos mientras iban de regreso a la cueva. 

Sólo tuvieron que esperar unos minutos y entonces escucharon la señal de Tubbo, siendo llevada hasta ellos por los pájaros en los árboles. 

Luzu y Wilbur encendieron el fuego. 

La pila de hojas era lo suficientemente grande para producir una gran columna de humo. Los profesionales la verían de inmediato desde la cornucopia. 

Hecho esto, Luzu y Wilbur se apresuraron a regresar a la cueva. Llegaron a salvo, esperando ansiosamente la señal de Tubbo, pero nunca llegó. 

No debería de haberle tomado más de 15 minutos tomar las minas. Había pasado media hora. 

Tenían poco tiempo antes de que los profesionales llegaran a la fogata y se dieran cuenta de que era una trampa. Estarían de regreso en la cornucopia en unos 40 minutos. 

Apenas tenían tiempo para llegar y rescatar a Tubbo si estaba en problemas. 

Se calmaron un poco diciéndose a sí mismos que no había habido ningún sonido de un cañón, pero aún así fueron en camino a la cornucopia. 

Corrieron ahí, llegando en tiempo récord, y entonces se dieron cuenta del problema: Tubbo había caído en una trampa y estaba atrapado bajo una red. Los profesionales se habían preparado en caso de que alguien se acercara a la cornucopia mientras ellos no estaban. 

Luzu y Wilbur llegaron con Tubbo en el mismo momento en el que otros tres tributos salían de entre los árboles al otro lado del claro. 

No eran los profesionales, pero al parecer no eran los únicos esperando a que ellos se alejaran de la cornucopia. 

Se miraron en silencio un momento y luego Wilbur se agachó, empezando a cortar desesperadamente la red para liberar a Tubbo. Ni siquiera había podido tomar las minas, pero no importaba, debían irse. 

Al parecer los otros tributos eran la chica del 10 y del 3, y el chico del 8. Los únicos otros tributos qué quedaban además de ellos y de los profesionales se habían aliado. 

Luzu se agachó para ayudar a Wilbur al ver que los demás tributos se acercaban rápidamente, y entre los dos lograron sacar a Tubbo rápidamente. 

Era claro que no iban a pelear, no sabiendo que los profesionales estaban en camino. 

Cada uno tomó a Tubbo del brazo, corriendo hacia los árboles. 

Pero entonces Tubbo soltó un grito ahogado y cayó al suelo. 

Luzu y Wilbur se dieron la vuelta, dándose cuenta con horror qué otro de los tributos había arrojado su lanza, logrando atravesar el costado de Tubbo. 

Luzu no pensó. Simplemente tomó su arco y disparó, dándole al tributo qué lo había hecho directamente en el pecho. Había sido el tributo del 8. 

Wilbur tampoco parecía consciente de sus acciones, arrojando un cuchillo hacía una de las tributos, dándole directamente en el ojo.

La tributo del 3 se derrumbó como un títere al qué le cortaron las cuerdas. 

Sin embargo, logró tirar uno de sus propios cuchillos en dirección a Wilbur, dándole en la pierna. 

La única que seguía de pie, la tributo del 10, vio a sus aliados caer en un momento y decidió que retirarse era lo mejor. Se dio la media vuelta y corrió en dirección contraria, hacía los árboles. 

Luzu pudo haberle disparado por la espalda, pero de inmediato se concentró de nuevo en Tubbo. 

Wilbur parecía también más preocupado de él que de su herida, qué escurría sangre por su pierna. 

—Necesitamos sacarlo de aquí. —dijo Wilbur con urgencia. 

Luzu no se opuso, tomando a Tubbo con el mayor cuidado que podía y cargandolo en sus brazos. La punta de la lanza lo atravesaba completamente, y Wilbur logró partir la mitad qué sobresalía de su espalda para no tener que retirarla por completo. 

Sólo se desangraría si la sacaban. 

Tubbo estaba poniéndose cada vez más pálidos, y sus ojos estaban algo desenfocados, pero seguía respirando. 

Luzu y Wilbur corrieron tan rápido como pudieron, pero apenas estuvieron a una distancia segura de la cornucopia, toda la adrenalina pareció dejar el cuerpo de Wilbur y su pierna no resistió más su peso. 

Wilbur tropezó, soltando una maldición por lo bajo. 

Luzu se detuvo de inmediato, Tubbo aún en sus brazos, la vida lentamente escapándose de su cuerpo. 

—¡Wilbur! —Luzu soltó un sollozo de pronto, y también se derrumbó junto a Wilbur. 

Con dificultad Wilbur se movió, dejando a Tubbo recostado en el pasto entre ellos. 

Sus ojos estaban algo desenfocados, pero las lágrimas empezaron a salir de todos modos. Había un hilo de sangre saliendo de su boca. 

Tubbo abrió su boca, pero sólo salió un pequeño sollozo. 

—Shh, está bien, estamos aquí… —Wilbur tomó la mano de Tubbo, Luzu tomando su otra mano también. 

Era imposible salvarlo. 

Luzu frunció los labios, y en un acto de misericordia, arrancó por fin el trozo del arma qué tenía enterrado aún. No había sentido en dejarlo morir de manera lenta. 

Era mejor así. 

Un sollozo salió de Luzu. 

—Nos quedaremos aquí contigo Tubbo, lo prometemos. Está bien, estarás bien… 

Tubbo movió sus labios, y lo que salió fue un simple susurro. 

'Espero que ganen.'

Entonces los ojos de Tubbo perdieron completamente su brillo. Un par de segundos después, el sonido del cañón confirmó lo peor.

 

Tubbo estaba muerto. 




Wilbur y Luzu tuvieron poco tiempo para lamentarse. Lograron vendar la pierna de Wilbur para detener el sangrado, pero aún tenían que buscar la manera de cerrar la herida, y los profesionales los estarían buscando luego de encontrar dos cuerpos en su base. 

En silencio, Luzu y Wilbur reunieron flores. Todas las que pudieron de los alrededores, y las juntaron alrededor de Tubbo. 

Parecía que estaba descansando en una cama de flores. 

Se despidieron oficialmente de él con el saludo antiguo de los distritos: besando tres dedos y alzándolos en un saludo solemne. 

En el Distrito 11, todo el mundo copió su acción, llorando a su último tributo caído. 



Luzu y Wilbur regresaron a la cueva en silencio, Luzu teniendo qué ayudar a Wilbur a caminar a menos qué quisiera que su pierna se pusiera peor. 

El chico del 8, la chica del 3, y Tubbo. 

3 tributos caídos. Quedaban 5: Luzu y Wilbur, los dos profesionales, y la chica del 10. 

3 tributos más a vencer y podrían ir a casa como los vencedores del Distrito 12. Pero debían asegurarse qué Wilbur no muriera de una infección primero. 

Necesitaban medicina. 

Sus plegarias al parecer fueron escuchadas, porque otro paracaídas cayó frente a la cueva. 

Luzu salió a revisar esta vez, tomando la nota y leyéndola. 

'Esto es lo mejor que puedo hacer. Lo siento, chicos. Luzu, cuida de Wilbur por favor. Esto bastará para cerrar su herida.' 

Luzu sabía de qué hablaba Phil. Lo sentía por Tubbo. 

Suspirando, Luzu observó lo que les había enviado Phil. Era lo suficiente para limpiar la herida correctamente, y un tipo de ungüento parecido al qué había usado para su quemadura, pero al parecer este serviría para cerrar la herida. También tenía un par de vendas frescas en el paquete. 

Agradeciéndole mentalmente a su mentor, Luzu se introdujo a la cueva de nuevo y empezó a trabajar, retirando el sucio trapo qué habían usado como vendaje improvisado. 

Tuvo que usarlo con algo de agua del río para limpiar la herida antes de desinfectarla por completo. 

Wilbur se quejó cuándo el líquido tocó su pierna, apretando los dientes. Sin embargo no dijo nada más, dejando que Luzu continuara con su trabajo. 

Aplicó la medicina suficiente en la herida antes de vendar la pierna de Wilbur, terminando por fin. 

Ambos se recostaron entonces sobre sus sacos de dormir en el frío y duro suelo de la cueva. 

De reojo Luzu vio la mochila de Tubbo en la esquina, dónde él la había dejado. Mordió su labio y ocultó su rostro en el pecho de Wilbur, qué lo rodeó con su brazo. 

Ninguno dijo nada más ni se movió por el resto del día. 

Los organizadores habían tenido lo que querían, tres tributos habían muerto, eso era suficiente para dejarlos en paz por al menos uno o dos días mientras Wilbur se recuperaba un poco. 

Ninguno se movió aún cuándo escucharon el himno de Panem durante la noche, no queriendo ver el sonriente rostro de Tubbo proyectado en el cielo. 

El siguiente día pasó en calma. No hubo ningún cañón, lo que significaba qué los otros 3 tributos estaban vivos aún. 

Luzu cazó más peces en el río, forzando a Wilbur a quedarse quieto la mayor parte del día, aunque empezó a asegurarle qué estaba bien.

Se veía algo mejor, definitivamente menos pálido qué antes, pero aún así Luzu se rehusaba a dejarlo hacer algo. 

Al día siguiente Wilbur logró convencerlo de que necesitaba empezar a moverse y que recolectaría algunas de las bayas alrededor. 

Luzu aceptó de mala gana, notando claramente la cojera qué tenía Wilbur ahora. 

Esperaba que estuviera bien si salían de la arena. 

Luzu le prestó atención a Wilbur, notando que se había ido algo más lejos de lo acordado a través de los árboles. Se acercó de inmediato, viéndolo recolectar bayas de un arbusto. Luzu frunció el ceño, reconociendo esas bayas y corriendo al lado de Wilbur. 

—¡Wilbur, esas son venenosas! 

—Lo sé, pero podrían ser útiles… —empezó a argumentar Wilblr, cuándo un sonido vino de entre los árboles, cómo alguien cayendo al suelo. Le siguió el sonido de un cañón. 

Luzu y Wilbur intercambiaron miradas antes de dirigirse al lugar del sonido. 

Era la tributo del 10. En sus manos sostenía las mismas bayas qué Wilbur había estado recolectando. 

Sin saberlo se había envenenado a sí misma.

Eso dejaba a 4 tributos. Los dos profesionales eran los últimos a vencer y podían irse a casa. 

Eran oficialmente los tributos del Distrito 12 en durar más tiempo en los juegos desde Phil, hacía 24 años. 

Luzu y Wilbur necesitaban un plan. 



—Tendrá que ser un enfrentamiento directo, si nos tardamos más, algo me dice que nos obligarán a hacerlo de todos modos. —Dijo Wilbur. 

—Lo sé, pero no sé si estás preparado para eso. No sabemos cómo son los profesionales, y tú aún estás herido. 

—Luzu, estoy bien, puedo pelear. Y sé cómo pelean ellos, me entrenaron de la misma manera. 

Luzu hizo una mueca. 

—... ¿Qué tal si los tomamos por sorpresa? Puedo dispararles si nos acercamos lo suficiente. 

—Lo verán venir. Para este punto saben que eres bueno con arco, dejaste un cadáver con una flecha directa al corazón en su base. Dudo que sean lo suficientemente tontos para quedarse al descubierto sabiendo eso, probablemente se refugien dentro de la cornucopia ahora. Eso significa que debemos acercarnos sí o sí. 

Luzu soltó una maldición. Sabía que Wilbur tenía razón. 

Debían pensar en algo más antes de que… 

—¿Qué es ese sonido? —preguntó Wilbur. 

Luzu se quedó quieto, escuchando. 

… 

Se habían quedado sin tiempo. Los organizadores estaban aburridos, querían una pelea, y querían a su vencedor. 

Maldiciendo por lo bajo, ambos se apresuraron a tomar sus armas y sus mochilas y salieron disparados de la cueva. 

No se detuvieron a saber qué era el sonido de miles pisadas yendo en su dirección, sólo corrieron. 

Luzu notó la manera en la que Wilbur continuó cojeando, casi tropezando varias veces. Su herida no estaba del todo curada aún, pese a lo que decía. 

Eso era un problema. 

Para cuándo llegaron al claro, notaron qué uno de los profesionales también estaba corriendo en dirección a la cornucopia. 

Al parecer se habían separado por un momento, tal vez había estado buscando la manera de rastrearlos. 

Tomando su oportunidad, Luzu cargó su arco y apuntó. Le dio en la pantorrilla, haciéndolo caer. 

—¡George! —vino el grito del otro tributo desde la cornucopia. 

Luzu miró atrás, y entonces lo vio por fin: mutos. 

Parecían perros. Y definitivamente iban a hacerlos pedazos. 

El tributo del 2, George intentó levantarse, pero ya era muy tarde para él. 

Los mutos lo alcanzaron. 

Ni Luzu ni Wilbur pararon ante los gritos, simplemente siguieron corriendo. 

Un cañón sonó. 

Quedaba un tributo a vencer. 

Luzu llegó primero a la cornucopia, sujetándose de un extremo y subiendo con dificultad. Se giró y ayudó a Wilbur a subir en el mismo momento en el que los mutos llegaron, saltando para intentar alcanzarlos. 

Por un momento Luzu pensó que el otro tributo no había subido, y entonces sintió un agarre en su cuello. 

—¡Luzu! —dijo Wilbur, dando un paso al frente, con uno de sus cuchillos en mano. 

El tributo del Distrito 1 lo tenía sujetado por el cuello. 

—Hazlo, lanza el cuchillo. Arrastraré a tu compañero conmigo. —dijo el tributo rubio, Clay. Soltó una risa que sonaba como alguien completamente desequilibrado. 

Claramente había llegado a su límite. 

—Mató a George, ahora yo me lo llevaré conmigo si intentas matarme. 

Wilbur apretó los dientes, el cuchillo aún firme en su mano. Debajo suyo, los mutos seguían saltando y ladrando, intentando alcanzarlos. 

—Al final qué mierda importa quién gana, ¿no? Todos terminamos siendo asesinos… —Clay volvió a reír. Claramente perdía más y más la cabeza conforme seguía. 

Wilbur fijó sus ojos de él a Luzu, notando cómo marcó una x en el dorso de la mano con la que sostenía a Luzu del cuello. 

Wilbur regresó su mirada al otro tributo, notando que seguía riendo. 

—¡Vamos, hazlo! ¡Arrastraré a tu noviecito conmigo! 

Wilbur lo hizo, arrojando uno de sus cuchillos, dándole en la mano. 

El tributo rubio gritó de dolor, dejando ir a Luzu. Luzu se dio la vuelta, empujándolo de inmediato. 

El tributo cayó de la cornucopia y directo hacia los mutos. 

Luzu cerró los ojos con fuerza cuando los gritos empezaron, pero pararon un momento después. 

Los mutos se retiraron con el sonido del cañón. 

El último tributo estaba muerto. Quedaban sólo ellos dos, y al ser del mismo distrito, habían ganado gracias al cambio en las reglas. 



… Sin embargo, las trompetas no sonaron. En su lugar, se escuchó de nuevo la voz de uno de los organizadores. 

—La regla estipulando qué los vencedores pueden ser del mismo distrito es, a partir de este momento, revocada. La regla original vuelve a instituirse en su lugar: sólo puede haber un ganador. 

Luzu y Wilbur se miraron, incrédulos. Una parte de ellos no estaba sorprendida para nada de que se retractaran en el último momento. 

Por supuesto que esto es lo que quería el presidente Schlatt. Que los trágicos amantes se mataran el uno al otro, como símbolo de que ni el amor podía salvarte de los juegos. 

Qué sólo podía haber un ganador. 

—... A la mierda. —dijo Wilbur, claramente molesto, soltando el otro cuchillo qué sostenía y pateandolo, mandándolo volando por encima del borde de la cornucopia. 

Luzu lo miró con sorpresa. 

—¿Wilbur…? 

—No voy a matar al amor de mi vida, Luzu. —contestó Wilbur. 

Luzu tomó su arco de su espalda antes de tirarlo también por la orilla de la cornucopia. 

—Bien, porque yo tampoco pienso hacerlo.

Luzu pudo ver el momento en que una idea pasó por la mente de Wilbur, notando cómo sus ojos se iluminaron. 

—Entonces no habrá un ganador. —dijo, sacando de su bolsillo algo. Le extendió su mano a Luzu, y este reconoció las bayas venenosas. — No habrá un ganador este año. —repitió Wilbur, dándole algunas de las bayas a Luzu. 

Luzu reconoce el brillo en la mirada de Wilbur. Sabe qué el Capitolio no permitirá no tener un vencedor este año, es un último intento porque los dejen a los dos ganar. 

Luzu y Wilbur se miraron, y sin decir nada más, alzaron las bayas hacia su boca. 

—¡NO! —se escuchó la voz de antes, resonando por toda la arena.—... Felicidades, son los ganadores de los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre. 

Esta vez sí hubo trompetas. 

Era oficial, Luzu y Wilbur habían sobrevivido los juegos. Ambos se miraron con rostros de felicidad. Soltaron las bayas, y en su lugar se sostuvieron el uno al otro mientras se acercaban para darse un largo beso. 



Los sacaron de la arena después de eso, y se llevaron a Wilbur para atender mejor su herida, así que Luzu se reunió con Phil primero. 

El hombre lo abrazó tan fuerte que Luzu dejó de ser capaz de respirar por un momento. 

Cuándo se separaron, Phil le estaba sonriendo, alivio puro en su rostro. 

—Lo hicieron bien. Estoy orgulloso de ambos. Gracias por mantenerlo con vida, Luzu. 

Luzu le regresó la sonrisa. 

 

No pudieron ver a Wilbur hasta el día siguiente. Al parecer el daño en su pierna había sido mayor previsto, y habían tenido que amputar un pedazo de su pierna. Tendría que usar una prótesis de metal ahora. 

Pero lo importante es que estaba vivo. 

Luzu y Phil pudieron por fin pasar a verlo, y Luzu dejó a Phil ir primero, notando lo desesperado qué estaba por ver a su hijo. 

Phil entró en la habitación como un torbellino, inmediatamente acercándose a la cama y envolviendo a su hijo en un largo abrazo. 

—Estoy tan feliz de que regresaras, Wil… —dijo Phil, acariciando los cabellos de su hijo. 

Wilbur sólo sonrió. 

—No en una pieza, pero lo hice. 

Su broma logró qué Phil soltara una risa y finalmente se separó, dejándole espacio a Luzu para que abrazara a Wilbur también. 

—Hola a ti también, mi rosa. —dijo Wilbur divertido, repitiendo el nombre que había usado para Luzu en la entrevista. 

Luzu se separó del abrazo, pero entonces Wilbur lo tomó del cuello, dándole un algo largo beso a Luzu como el que compartieron antes de salir de la arena. 

Luzu soltó una pequeña risa una vez se separaron por completo, juntando su frente con la de Wilbur. 

—Lo logramos… —dijo Luzu, sonriendo. 

—Sí… Lo hicimos… 



Su bienvenida de regreso al centro de tributos fue igual de cálida. Eret los abrazó por al menos 5 minutos a cada uno, y luego Vegetta y Karl les siguieron, Karl prácticamente lloriqueando en brazos de Wilbur qué estaba feliz de verlo de nuevo y prometiendo esa invitación a su boda qué le debía ahora. 

Regresarían al Distrito 12 dentro de poco, pero como Phil les dijo tan pronto estuvieron solos de nuevo, no terminaba ahí. 

El Capitolio y, especialmente el presidente Schlatt, no dejarían pasar esto por alto así como así. 

Ahora eran vencedores. Su relación le pertenecía a Panem ahora. 

Estarían bajo el ojo público por el resto de sus vidas. 

Pero al menos habían logrado volver a casa, juntos. 

Notes:

Llegué a barrer, prácticamente no hay fics Luzbur aquí así que decidí subirlo aquí además de en Wattpad JSKSKS veré si lo traduzco pero no creo