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Changbin era el único animal marino de la estación, y por ello fue difícil incursionar en la carrera de bombero, pero no imposible. Siempre supo que podía morir en cualquier momento, sobre todo cuando debían asistir incendios (aunque aquello no ocurría todo el tiempo); sin embargo, Changbin no estaba dispuesto a abandonar su trabajo por nada del mundo.
Cuando llegaba a su casa, Changbin se tomaba el tiempo para relajarse, evitando caer en el estrés. Una tarea difícil teniendo en cuenta quiénes eran sus compañeros.
La mayoría de las bestias de su estación eran felinos: leones y tigres, por lo cual Changbin siempre era subestimado y dejado de lado. "Una frágil estrella de mar", era el más débil de (probablemente) todas las estaciones del país, por lo que fue difícil tratar de probarles a todos que era un buen bombero.
Entonces llegó Hyungwon, era una rana venenosa demasiado pequeña, por lo que había empatizado fácilmente con él. Curiosamente, el chico era un paramédico que antes fue doctor y pudieron entablar una amistad.
Ahora Changbin no estaba solo, ambos eran molestados por ser pequeños y débiles.
―So... haeng... seong ―canturreó Hyungwon, sentado en el camión.
Changbin alzó la mirada y sus mejillas se pintaron de rojo. Ese apodo cursi era detestable si salía de los labios de Hyungwon, preferiría que lo usara solamente su madre, pero lastimosamente, el mayor había oído ese apodo la semana pasada y desde entonces le llamaba así.
―¿Qué quieres, anfibio feo? ―gruñó Changbin, la estrella de mar de peculiar color, arrugando la nariz con fastidio.
Hyungwon relamió su labio inferior con indignación.
―El sábado es el cumpleaños de mi prima y quiero presentártela.
Changbin le miró con algo de duda.
―No, gracias. ―Peinó su cabello con los dedos e hizo una media cola con una liga―. Además soy gay
Hyungwon abultó sus carnosos labios.
―Entonces alguno de mis primos.
Riendo, el más bajo negó varias veces.
―¿Por qué insistes? ―inquirió la estrella, con confusión.
―Porque estás muy amargado ―dijo Chae como si fuera obvio―, necesitas algo de sexo... y salir. Mira, Hyunjin es realmente ardiente, saldría con él si no fuera mi primo, seguro que es tu tipo.
Las mejillas de Changbin volvieron a teñirse de rojo. Había visto a Hyunjin una vez y no podía podía negar el atractivo de esa pantera, por otro lado no pudo evitar hacer una mueca de asco ante la mención del incesto.
―Agh, cállate antes de que te patee. ―Señaló Changbin sentándose junto a él, ambos miraron a los felinos que jugaban con un robot en la entrada, ignorándolos completamente a ellos dos―. Y que tú estés en la fase de luna de miel no significa que todos debamos estar igual.
Hyungwon abrió la boca con indignación y bufó antes de pegarle suavemente en el hombro. Estuvo a punto de replicar cuando la sirena comenzó a sonar y el capitán atendió al llamado.
Rápidamente, todos subieron a los camiones, siendo seguidos por paramédicos. Changbin logró vestirse rápidamente, pero estaba nervioso porque había oído que se dirigían a un edificio en llamas y no podía dejar de apretar las mangas de su traje.
―¿Asustada, estrellita? ―El tono empleado por el tigre a su lado hizo a Changbin rodar los ojos con molestia.
Changbin podía ser más débil que ellos, pero tenía un carácter de mierda.
―No escuches a Jeongin, Binnie ―exclamó el capitán Bang dándole una dura mirada al tigre más joven.
Changbin sonrió ligeramente y asintió. El león a cargo del batallón era un hombre con un fuerte liderazgo, casi siempre salvándole de las burlas de sus compañeros.
Al llegar, Jeongin, Seungmin, San y Felix entraron primero para sacar a las personas del edificio. Bang observaba atentamente la situación hasta que envió al resto de sus hombres a socorrer a las víctimas. Changbin miraba atentamente, ansioso ante la idea de tener que entrar, pues era el único que no hacía nada.
―¡Jefe, Jeongin no responde! ―se oyó la voz de Seungmin en la radio.
―¡Se soltó de la línea! ―dijo Felix con preocupación―. No lo encuentro...
Changbin comenzó a desesperarse. Seungmin salió con dos mujeres, una de ellas inconsciente, y Felix tampoco volvió a responder sin importar cuántas veces Bang Chan le llamara por la radio.
―¡Voy a entrar! ―Changbin se armó de valor y, aunque el capitán se negó, corrió hacia el edificio.
Changbin ingresó, el humo era espeso y apenas podía ver. Oyó los llamados de sus compañeros a través de la radio, pero se adentró aún más para buscar a Felix y Jeongin.
Calor. Su cuerpo entero transpiraba y temblaba, el sonido de las llamas quemando la madera, y los escombros cayendo hacían que se sintiera aturdido. Todos los civiles del edificio ya habían sido rescatados pero aún no había rastro de sus compañeros.
Una explosión hizo que Changbin cayera al piso con fuerza y fue ahí cuando vio a Felix en el suelo, rápidamente se arrastró hasta él y pudo ver a Jeongin a su lado.
―¡Los encontré, voy a sacarlos! ―Haciendo todo el uso de su fuerza, Changbin se apresuró a arrastrarlos hasta la salida, sus compañeros se acercaron a ellos y lo ayudaron a sacarlos.
Changbin hubiera salido también, sin embargo, un fuerte grito hizo que volviera a entrar al edificio siendo perseguido por Seungmin. Changbin siguió el sonido de los gritos hasta que halló a un joven atrapado dentro de una habitación.
Las explosiones no pararon; Seungmin y Changbin se apresuraron a intentar romper la puerta para poder sacar al chico que ya había perdido el conocimiento.
―¡Hay alguien atrapado! ―gritó Changbin cuando lograron dar con el chico que antes había gritado con desesperación.
(...)
Jung Wooyoung despertó en el hospital un día y medio después de haber sido rescatado, con sorpresa y felicidad; por unos eternos minutos creyó que moriría, pero un bombero lo encontró, pudo oír sus gritos.
Cuando Wooyoung fue dado de alta, preguntó por la estación de bomberos que le había rescatado y le informaron sobre ella sin problema.
Wooyoung pagó al taxista, y bajó del automóvil con una gran sonrisa en su rostro. Ya estaba recuperado, pero ver los camiones de bomberos hizo que su pecho se agite de repente, recordar el incendio y lo atrapado que se había sentido era algo difícil de manejar.
Un par de bomberos jugaban en el cuartel, tirándose agua o entrenando. Wooyoung no estaba muy seguro.
Carraspeó tratando de llamar la atención, tres pares de ojos inmediatamente le miraron, con sorpresa y admiración, dejando de hacer lo que estaban haciendo al instante. Wooyoung era una criatura hermosa, él lo sabía.
―¿Q... Qué se le ofrece? ―un bombero se acercó a él rápidamente y se paró a su lado, viéndole con una amable sonrisa.
Wooyoung sonrió.
―Estoy buscando al bombero que me salvó... ―Wooyoung se sintió tímido de repente―. Era un hombre bajito ―apuntó señalando más o menos la altura que recordaba era el tipo al que vio, obviamente no podría reconocerlo porque llevaba su equipo de protección personal.
―Ah, sí, sí. Tú eres el que estaba atrapado. ―Un hombre alto se acercó a él, Wooyoung lo vio como una linda tortuga―. Aparta, Jeongin. Él busca a Bini.
Wooyoung sonrió con gratitud cuando fue llevado por el cuartel hasta la cocina, donde un hombre de grandes músculos y cara bonita (aunque intimidante) estaba comiendo un sándwich y hablaba con quien parecía ser el cocinero.
―Ahí está ―apuntó el chico alto.
―Gracias, dulzura.
El bombero sonrió con las mejillas rosadas y se marchó, no sin antes voltear a ver a Wooyoung de nuevo y volver a sonreír para luego desaparecer por el pasillo.
Wooyoung miró al bombero a los ojos con sus grandes pupilas dilatadas y su sonrisa zorruna salió a relucir. Se sentó sin invitación tras darse cuenta de que ese tal Bini era demasiado callado.
―Hola... ―saludó Wooyoung―. Mi nombre es Jung Wooyoung.
Changbin frunció el ceño, pero inmediatamente recordó al jovencito y sus ojos se abrieron con sorpresa. Era el lindo zorro que había encontrado atrapado en el edificio.
―Hola, me alegra mucho que estés bien. Soy Seo Changbin, es un placer.
―Qué gusto, hyung... Y, sí, sólo unos raspones ―rio bajito, contagiando su linda sonrisa a Changbin, quien se perdió en ella por un segundo―. Quería agradecerte por haberme salvado.
Changbin sintió su pecho apretarse y sonrió tímido. Era la primera vez que alguien iba hasta la estación sólo para darle las gracias. Changbin definitivamente se lo contaría a su madre.
―Oh, no, no tienes que agradecerme ―Changbin negó con la cabeza, aturdido por la belleza y humildad de ese lindo zorro―. Es increíble que estés bien, me alegro mucho.
Wooyoung rió dejando oír una chillona, pero contagiosa, risa. Changbin parpadeó aleteando sus pestañas curioso.
―Sí, ya dijiste eso. ―Wooyoung peinó los mechones de su cabello detrás de su oreja y mordió su labio inferior; Changbin notó un lunar en él―. Oye, cuando salgas... ¿Quieres ir a tomar algo? ―Wooyoung titubeó―. Soy nuevo en la ciudad, me encantaría salir... contigo, por ahí.
Changbin volvió a jadear sorprendido, pues nadie nunca (siendo tan guapo) le había invitado a salir. Tal vez era cierto que a las personas les atraía el uniforme.
Changbin boqueó como un pez y asintió.
―Mi turno terminará pronto, sí. ―Changbin relamió sus labios dándose cuenta de que tenía comida en ellos, se sintió tímido de repente―. ¿M... Me darías tu número? De todas formas. Así podré llamarte...
Wooyoung sonrió encantado y buscó rápidamente un bolígrafo en su bolsa, pero no llevaba papel. Tomó la servilleta en la mesa y escribió su número junto a su nombre para luego entregárselo al bombero.
―Llámame... Nos vemos. ―Wooyoung se levantó de su lugar y, dándole una pequeña reverencia, se marchó.
Changbin suspiró y, con los ojos abiertos como platos, tomó la servilleta donde estaba escrito el número de esa belleza. Miró a Minho detrás suyo y casi chilló de alegría, pero trató de controlarse; el cocinero sólo se rió incrédulo.
Changbin sonrió para sí mismo guardando la servilleta en su bolsillo con cuidado. Sintiendo orgullo de sí mismo, la estrella de mar continuó comiendo.