Work Text:
El Teatro Balan aparece fuera de la nada.
Todo el mundo visita este extraño teatro una o dos veces en el curso de su vida y conoce a Balan, el misterioso maestro con una sonrisa como un secreto compartido. Tú también, aunque no recuerdes.
Nadie lo hace.
El Principio.
Afuera en las calles los bailarines trabajaban sus rutinas en perfecta sincronización gracias a los largos días de práctica. Cada movimiento fue recibido con aplausos de la galería.
Finalizado este espectáculo pasó un chico joven.
‘’Hey, Leo,’’ llamó uno de los artistas. ‘’Ven y baila con nosotros.’’
No era la primera vez que los bailarines habían invitado al chico a que se uniese a ellos. Una vez más ignoró esta invitación tal y como había hecho anteriormente y pasó por delante de los bailarines sin siquiera dirigirles una mirada.
Para ser un grupo callejero, los bailarines eran sorprendentemente buenos. Pero para el chico no eran más que unos simples aficionados.
Mantuvo la mirada baja y caminó.
Anoche, los cielos se habían llenado de estrellas fugaces.
Nombrada como el Eltrandos, todos en la ciudad habían hecho ‘’oh’’ y ‘’ah’’, a la tormenta de meteoros que llenaba la noche, a excepción del chico que caminaba con la mirada baja como lo hizo hasta ahora. No entendía porque todos estaban haciendo tanto alboroto por algo tan vulgar como rocas.
La mirada del chico se dirigió hacia un callejón por el que había pasado e ignorado tantas veces.
Algo le llamó la atención esta vez.
Se volvió hacia el callejón.
Tras unos pasos, vio una especie de luz más adelante.
Se conocía la ciudad como la palma de su mano y la última vez que lo comprobó, no había en este callejón más que un terreno vacío.
Continuó.
La sorpresa lo paró en seco. El callejón conducía a un extraño edificio que nunca había visto antes.
Era un teatro, y uno además bien grande. No había oído nada de su construcción. Docenas de carteles de neón parpadeaban en su fachada pero no vio ni a una sola persona dentro o fuera. Parecía que el tiempo se hubiese parado.
Se asomó por una de las ventanas e inesperadamente las puertas delanteras se abrieron de par en par, como una invitación.
El chico sintió cientos de ojos sobre él, observando y esperando, pero cuando miró a su alrededor, no había nadie.
Dudó por un momento pero luego cedió a la fuerza invisible que lo persuadía a entrar.
Las puertas se cerraron lentamente tras él, y se desvaneció del mundo.
