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Izaya empezó a encontrarse mal cuando ya estaba de camino hacia el restaurante russo de sushi. Comenzó a notar un leve escalofrio que le recorria todo el cuerpo, y su cabeza empezó a doler. Aún así siguió caminando, puesto a que él nunca antes se habia puesto enfermo, y no le importaba en absoluto.
Izo camino hacia donde le aguardaba el desayuno. Sabia bien que él era uno de los pocos clientes habituales que recibia el negocio, y por aquello y nada más Simon le recibia de brazos abiertos con solo verle. Realmente le encantaba el sushi, sobretodo el de pollo. Extraños gustos, los de aquél chico.
A solo dos calles de allí, notó como le costaba mantenerse erguido, y se dio cuenta de que habia recorrido todo el camino agarrado a la pared. Fué cuando empezó a sospechar. Pero no le dió más vueltas y siguió arrastrando los pies en busca de algo que echarse en la boca.
"¡IZAAAAAAYAAAAAAAA!" Oyó de pronto el chico, y tuvo el tiempo justo como para apartarse del camino de una máquina dispensadora que cayó justo a su lado. Por lo visto, Shizuo iba mejorando en puntería. Se giró lentamente, por miedo a que al hacerlo rápido su cabeza estalllara de dolor.
Shizuo le miraba ferozmente, mientras arrancaba una señal y se proponía a lanzarsela en la cabeza. Se encontraba al otro lado de la calle, y aunque aquello sólo habia sido el principio, la gente de los alrededores ya empezó a apartarse rápidamente de su camino. Izaya sonrió ligeramente cuanto pudo, y aún con una mano en la pared y otra abrazándose el cuerpo, se giró de manera torpe, atento y listo a cualquier peligro. Shizuo no esperó a que el chico le diese los buenos días, y arremetió contra él con la señal. Se lanzó directo hacia él y al llegar delante suyo, sin poder hacer nada Izaya fue golpeado con una fuerza brutal, siendo lanzado por el aire hasta chocar de bruces contra un arbol.
Sintió como le era casi imposible respirar, y como temblaba inparablemente. Normalmente hubiera esquivado aquél golpe fácil, o al menos no le supondria esfuerzo volverse a levantar. Quiza sí que estaba algo enfermo. Quizás.
Shizuo llegó tranquilamente hacia él, cargando la pesada arma en su hombro."IZAAAYAAA!" No pudo escuchar lo que le decia, por el insoportable dolor de cabeza. Tampoco conseguía mantener los ojos bien abiertos, por lo que al llegar Shizuo allí, intentó torpemente levantarse, y al no conseguirlo se cubrió con las manos la cabeza. Shizuo empezó a preguntarse qué pasaba con su enemigo. Y aún lo encontró mas extraño al ver como Izaya se puso a reír histéricamente al verse incapaz de mover ni hacer nada para defenderse.
Shizuo se lo miró como quien mira a un loco, clavó la señal al suelo y se hacercó a él cuidadosamente, como si Izaya le estuviese mintiendo sobre su estado. Izaya al ver como se le hacercaba, intentó defenderse lanzandole un par de cuchillos, pero le faltaron fuerzas, con lo cual Shizuo los esquivó fácilmente. Izaya cerró los ojos con fuerza, esperando a que su enemigo le rompiese la cara, pero eso no ocurrió. Notó como una fria mano se ponía encima de su frente. Izaya entreabrió un ojo. Primero advirtió de que Shizuo se habia agachado, y de que le estaba tomando la temperatura, con lo cual tardó un par de minutos. Cuando este acabó, le quitó la mano de encima y se lo miró otros minutos más, pensando en qué hacer con él. Al fin se levantó. Tomó un cigarrillo, se lo puso entre los labios y habiendo sacado el mechero, lo encendió. Aspiró el humo y lo sacó a fuera. Lo miró por última vez y girandose de espaldas a él se alejó de allí.
"Avisame cuando estés en condiciones de que te rompa la cara" soltó, y lo dejó allí tirado contra el arbol.
Izaya pensó en darle las grácias. Segundos después pensó en lo absurdo que sonaba.
La gente de los alrededores se fue hacercando hacia él, pensado que el rubio lo habia matado. Habiendo recuperado las fuerzas, Izaya se levantó, apoyando la espalda contra la madera. La gente lo miraba perpleja. Izaya al momento empezó a moverse, y como pudo se alejó de allí lo rápido que el cuerpo se lo permitió. Habia visto entre la multitud un grupo de pañuelos amarillos. En aquel momento era un blanco fácil, ademas estaba enfermo y incapacitado para luchar.
Mientras se arrastraba de vuelta a casa, ya sin hambre alguno, pensó en todas aquellas personas que querían matarlo. Sacando a Shizuo de la lista, quien habia resultado ser alguien de buen corazón, aunque nunca lo admitiría, habia mucha gente quien sí aprovecharía la ocasión. Aquello le izo estar entretenido durante buena parte del viaje. Hasta que sus piernas ya no lo aguantaron más y se cayó al suelo. En aquellos instantes el malestar volvió violentamente. Tosió con fuerza hasta dolerle toda la garganta, se agarró con fuerza del abrigo por el frio que sentía y se quedó tumbado en el suelo echo un ovillo. Se encontraba en el parque, a altas horas del mediodía, no habia casi nadie, y la poca gente que passaba por ahí, al reconocerle, huían rápidamente de él.
Consiguió llegar hasta un banco y tumbarse en él. El mundo rodaba a su alrededor. Decidió dormirse allí mismo, así que se cubrió la cabeza con la capucha del abrigo y cerró los ojos, los cuales le empezaban a doler también. Sentia el calor del sol, y el rumor del aire entre las hojas. Aquello lo tranquilizó, y en poco más de unos minutos, ya habia conciliado el sueño.
Durmió por lo menos unos treinta minutos, hasta que notó como le sacudían por el hombro.
"¡Vete!" Soltó, removiéndose un poco y masajeándose las templas. Aún estando medio dormido, pudo oír claramente el ruido de un teclado cercano a él.
Abrió un ojo: "¿Celty?" Preguntó. Ella se habia agachado enfrente de él, y tecleaba algo en su móvil. Cuando terminó se lo enseñó.
Me encontré con Shizuo.
Me dijo que no te encontrabas bien.
Izaya sonrió un poco, pero no fue una de sus sonrisas, sino más bien una de sincera. Se incorporó lentamente, mientras Celty continuaba escribiendo.
Pareces resfriado. ¿Te llevo a casa?
Izaya asintió. Se incorporó, y Celty lo ayudó a llegar hasta la motocicleta.
Se cogió a Celty con fuerza para no caer y cerró los ojos. Nunca antes habia ido en moto. Eso no significaba que tuviese miedo, pero si que temiera por marearse. Notó como el vehículo se deslizaba cada vez más deprisa por el suelo de asfalto, hasta que el viento le empezó a zumbar por los oidos. Se atrevió a mirar hacia un lado, aún con la cabeza apoyada en la espalda de la motorista. Vió como arboles y coches pasaban a su alrededor con una velocidad vertiginosa. Le agradó aquella sensación de libertad, sonrió por si mismo y volvió a reposar la cabeza en los hombros de ella.
Celty se dirigió rápidamente hacia el edificio de Izaya, parándose a cada semáforo para echarle un vistazo rápido al paquete, por si Izaya estaba bien. Se preguntó quién cuidaria del chico, y al momento recordó lo molesto que era siempre, metiéndose en cualquier lío dentro de la ciudad, siempre divirtiéndose con sus juegos, y con esa poco modesta actitud. Mucha gente se habria alegrado de verle así. Pero Celty se sintió mal por él.
Al siguiente semáforo, ella se volvió otra vez hacia él. Comprobó que andaba medio dormido aún, pero que se agarraba fuertemente a ella. Sin tener cabeza, se sonrojó. Se imaginó la cara que pondría Shinra al verlos así.
Llegaron en poco menos de unos diez minutos. Celty no paraba de preguntarse como Izaya, encontrandose de aquel modo, pudiera haber hecho el camino de ida hasta el otro lado de la ciudad.
Izaya notó como la motocicleta empezaba a disminuir de velocidad. Abrió los ojos cuanto pudo y se incorporó con dificultad, cogiéndose al sillón del vehículo. Celty aparcó justo delante de la puerta del edificio. Primero bajó ella, y después lo ayudó a él. La gente a su alrededor les dedicaba miradas atónitas al verlos.
Caminaron juntos hacia la puerta principal. Izaya intentaba mantenerse derecho, no queria parecer aún más débil delante de ella; pero Celty estaba antenta a él, porque sabia que el desmayo era inminente.
Llegaron al edificio, y entraron refugiándose de las miradas de la gente que se habia reunido afuera. Celty se dirigió al ascensor y pulsó el boton. Izaya llegó hasta ella con mucha dificultad, le continuaban temblando las rodillas. Se colocó a su lado, y también esperó. Aquel día enfermizo le habia quitado las ganas de moverse, reir y hablar de tonterias, lo único que queria era dormir, dormir, dormir…
Las puertas se abrieron, y Izaya, ya entrando en el ascensor, notó como Celty le cogía de la chaqueta. Se giró. Ella le estaba mostrando su móvil, con un par de frases escritas en él.
No debes sentirte avergonzado por necesitar ayuda.
Cuidate.
Las puertas ya se estaban cerrando cuando Izaya susurró un 'gracias'; aún que, estuvo seguro de que Celty no lo escuchó.
Izaya pulsó el piso 13 aún pensando en lo que le habia dicho. "No debes sentirte avergonzado"
Apoyó la cabeza en la pared de cara a ella y, cerrando los ojos, contó el 'ding' que hacia el acensor en pasar por cada piso.
Uno.Estaba al límite de sus esfuerzos.
Dos.
Notaba que a cada segundo que se mantenia en pié, todo su cuerpo ardia de dolor.
Tres.
Ya habia dejado de temblar.
Quatro.
Izaya pensó que aquello era porque sus huesos ya no se lo podian permitir más.
Cinco.
Controló su respiración, y maldició su estado.
Seis.
"¿Porqué yo?"
Siete.
Recordó la noche anterior, cuando había salido a pasear y distraerse un poco.
Ocho.
Habia llovido por la tarde, el ambiente era frio y húmedo.
Nueve.
Por supuesto que habia sido por aquello, al llegar otra vez al apartamento ya sentía un malestar general.
Diez.
Aquella mañana Namie le habia dicho claramente que no debia salir. Meh, debia admitir que solo por aquella vez habia acertado.
Once.
¿Sólo por aquella vez? No, no era la primera.
Doce.
Náuseas. Las sintió llegar desde el estómago.
Trece.
Ajjjjjjj...
Al llegar al trece abrió los ojos y se tambaleó hacia las puertas ya abiertas. Recorrió el pasillo hasta su puerta, sacó la llave y al cuarto intento consiguió abrir la puerta.
Entró en el piso. Namie no se encontraba allí, por lo que nadie lo detubo al desmayarse y caer al suelo.
Izaya se despertó con una amargor nauseabunda en la boca. Primero se removió bajo las mantas, en las que poco después reparó. Se rascó la cabeza mientras bostezaba. Miró a su alrededor, hasta que se sorprendió al ver a Namie justo enfrente. No es que se hubiera molestado por que ella estuviese demasiado cerca de él, puesto a que Izaya no perdia tiempo en aquellas cosas; si no que simplemente no se esperaba que ella estuviera ahí, con cara de arrepentimiento.
"No debí dejarte salir" susurró para ella misma, mientras ponía una de sus gélidas manos encima de la caliente frente de él. Izaya se preguntó si de verdad se habia dado cuanta de que ya se habia despertado.
"Vi que la puerta estaba abierta y pensé que te habian atacado, y entonces...entonces te ví allí tirado y... ya sabes el resto."
Izaya reparó también en el pañuelo mojado que habia sobre su frente. Se incorporó un poco para ver que se encontraba en el sofá junto a una pila de toallas. Su cara se iluminó de inmediato.
Namie continuaba hablando, pero de todo modos Izaya la interrumpió.
"Namie-chan se ha preocupado de Izaya-kun~" y sonrió de oreja a oreja. Namie calló, pronto se dibujó en ella una expresión de fastidio.
" Izaya, te he dicho no-sé-cuantas veces que soy mayor que tú y que no me llames 'Namie-chan'" dijo ya levantándose del sofá contiguo "I por supuesto que yo no me preocuparia por ti, sólo que... bueno, no te iba a dejar allí tirado en el suelo."
Namie odiaba con mayúsculas que Izaya se comportara de ese modo tan infantil, sobretodo después de haber cargado con él hasta el sofá y de haberlo arropado como si de un muñeco se tratara. Habria estado mejor llevarlo a su habitación por lo menos, pero con Izaya inconciente, Namie ya habia recorrido todo el apartamento, y no habia ni encontrado por casualidad ninguna habitación que pareciese un lugar dónde dormir. Aunque aquello tampoco seria lo más raro que hubiese descubierto sobre él. Era la primera vez que habia recorrido todo el piso de arriba a abajo, y de verdad que se habia llevado una gran decepción al no encontrar ninguna habitación llena de fotos de Shizuo.
Izaya suspiró como respuesta. Echó un vistazo sobre la mesa y cogió de ella un termómetro.
"Alguien no muy preocupado no se hubiera tomado la molestia de tomar el termómetro, toallas y ¿........?" dijo mientras examinaba una botella marrón que habia junto a él "no cree, ¿Namie-chan?"
Namie se alejó de allí para sentarse de vuelta en su silla y volver a manipular unos cuantos papeles que estaban esparcidos sobre la mesa. En verdad si que se habia preocupado por él. ¿Y que debia haber echo, sinó? Odiaba aquella parte del carácter de Izaya, por que nunca admitiria que necesitaba a los demas por salirse con la suya.
Pero lo que Namie no sabia era que aquel dia en concreto Izaya se habia dado cuenta que si, que a lo mejor si que necesitaba a los otros. Habia dejado de ser el observador por un dia para participar en la história de Ikebukuro. Solo necesitó un mal dia como aquél para dejar de ser alguien quien llevaba una mascara y necesitar desesperadamente la ayuda de los demás. Realmente se sorprendió de todo lo que izieron aquellos a los que nunca hubiera considerado algo más que conocidos. Aquello llevaba a Izaya a intentar comprender una vez más a los humanos y su curioso y ya no tan corriente comportamiento.
Namie se veía claramente molesta, cogió todos los papeles, los metió dentro de un portafolios y se levantó para guardarlo junto a los demás en la estanteria. Sin girarse aún, habiendo dejado ya la carpeta a su sitio, suspiró, sintiénsose como una idiota.
"Un 'gracias' no estaria de-"
"Gracias"
Namie se giró confusa para encararlo, no se podia creer que Izaya Orihara le hubiera dado las gracias. Dudó al principió, pero al mirar su expresión de agradecimiento ya no lo cuestionó más. Y es que Izaya no solo estaba absolutamente agradecido a Namie, sino también a la gente de Ikebukuro, a los humanos en general.
"Izaya, esto...¿te encuentras bien?" preguntó ella, aún sin creerselo.
"Si~, ¡de echo estoy perfectamente!"