Chapter Text
No había nada más grato que el tener una noche de amigos posterior a una semana atareada y atestada de responsabilidades universitarias. Podría la universidad ser considerada por la mayoría como la etapa más pesada de la vida de un joven adolescente que está entrando a la vida adulta, pero eso era simplemente verdad si tan sólo no se llevaba a cabo un control. Jackson Overland, por suerte, tenía amigos que supieron guiarlo con precisión y no tuvo dificultades para armar un control para sobrellevar la ajetreada vida en la universidad. Esa noche, él y sus amigos habían tomado hasta el cansancio como recompensa al trabajo puesto en todo su semestre. Merecían una retribución a cambio de su esfuerzo y el aturdimiento ocasionado por el alcohol se volvió en esa misma retribución.
—¡Salud! —North alzó su vaso lleno de bebida, ebrio de ingerir tanto alcohol—. ¡Por librarnos del semestre y por trabajar muy, pero muy duro sin miedo alguno!
—¡Salud! —cantaron al unísono a la par que se mecían al compás de un desafinado canto que se habían inventado de la nada, alegres porque su periodo vacacional daba por comienzo con todos presentes.
Sandy había sido el más afectado por el alcohol, siendo una persona obsesiva con el deleitoso sabor de los cócteles que North preparaba, Toothiana se derrumbó sobre el sillón bajo los efectos del alcohol en cuanto terminó de ingerir hasta el fondo su segundo trago, Emily Jane reía con júbilo al presenciar el estado somnoliento y emocional de Tooth, Katherine se negó a tomar esa noche y, en cambio, se conformó con un vaso de jugo; North, mientras tanto, servía y servía todo vaso vacío que alcanzaba a percibir; Aster, pese a los casi cuatro vasos de alcohol que llevaba, seguía sin caer rendido bajo los efectos de la ebriedad, demostrando su buena tolerancia al alcohol; Por último, Jack parecía más sentimental de lo usual, aunque seguía cuerdo siguiendo al pie de la letra el hilo de la conversación principal.
La celebración nocturna se extendió hasta madrugada, entre sonrisas y carcajadas de regocijo. Llegados a ese punto, Aster pensó que había sido suficiente celebración y alcohol por una noche. Dejó su vaso vacío sobre la mesita del centro de la sala y se enderezó para aproximarse hacia Jack. Este último, pese a su estado ebrio, seguía reluciendo su belleza innata; sus deslumbrantes orbes zafiro, sus suaves labios semi-rosados, su cuerpo trabajado, sus expresiones hechizantes, su personalidad vistosa, su singular esencia y su amistad sincera. Jack era, desde el punto de vista de Aster, el ser más sensacional de la vida misma y no había obstáculo alguno que lo hiciera cambiar de parecer.
Una vez que estuvo a lado de Jack, se aproximó hacia su oído y musitó suavemente:
—Jack, hora de irnos.
Jack, quien parecía inmerso en la plática incoherente de Toothiana, se enderezó de mejor manera sobre su lugar y miró divertidamente a Aster. Posó su puño cerrado sobre la comisura de sus labios para obstruir el paso de un pequeño eructo y se dio la oportunidad de asentir a la petición —¿orden?— de Aster.
—Sí, sí —hipó por momentos, riendo por el hecho—. Déjame sólo terminar de escuchar la historia de Tooth y-
—Jack, ya es tarde y ya has bebido mucho —Aster extendió su brazo hasta alcanzar la copa semi-vacía de Jack y la dejó descansar sobre la mesita que tenían a un costado suyo, tratando de detener a Jack de beber más de la cuenta—. Es hora de irnos, es una orden.
Eso último lo exigió con un tono más severo de voz, no queriendo lidiar con la cotidianidad de discutir con Jack por trivialidades que fácilmente podrían eludirse. Jack, en contestación a la exasperación de Aster, rodó los ojos con ligera contrariedad y se determinó a levantarse para empezar a despedirse de su grupo de amigos, quienes permanecían riendo como si no hubiese un mañana. Fue una despedida vaga, no pudiendo mantener el hilo de las cosas cuando la mayoría de los chicos se encontraban fuera de sí; a excepción de Katherine, quien, al estar sobria, pudo despedirse apropiadamente de Aster y Jack. Una vez que el intento fallido de despedida se había concretado, los dos amigos se dispusieron a salir de la residencia de North y a abordar el Volkswagen Polo de Aster para llegar al departamento de Jack.
Al no caer bajo los efectos del alcohol, Aster no presentó problemas para tomar el volante de su auto y poder llevarlos a ambos hasta su destino. Fue así como su viaje por las vacías y madrugadoras calles de la ciudad fueron en completa paz y tranquilidad, siendo acompañados por suaves melodías que se producían en la radio del auto. Jack casi cedía al sueño durante su trayectoria en dirección a su hogar, sintiéndose un tanto exhausto por el día que resultó haber transcurrido con toda agresividad, pese a su diversión de por medio. Pero justo cuando estaba a una nada de cerrar sus ojos y entregarse a los brazos de Morfeo, un empujón no tan sutil de parte de Aster le impidió hacerlo.
—Oh no, amigo —sonrió con malicia, sabiendo que ese pequeño empujón había sacado hasta cierto punto de las casillas a Jack—. Primero necesito que tomes algo de agua, te pongas tu pijama, te laves los dientes y, después de todo eso, puedes hacer lo que te cante la gana.
—Eres cruel, ¿sabes? —añadió Jack, haciendo un puchero por no poder dormir a gusto dentro del auto—. Maneja más rápido, canguro, para que ya pueda dormir.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo me llamaste?! ¡No me digas canguro, amigo!
—Oh, lo siento, pequeño saltarín —comenzó a reír Jack, a pesar del barullo dentro de su mente—. Sólo enfócate en llegar al departamento y dejaré de llamarte canguro, ¿de acuerdo?
—Ja, ja, muy gracioso, Jackson Overland —rio Aster sarcásticamente, mientras rodaba los ojos con fastidio—. Detente de una vez con tus burlas, ya estamos demasiado cerca de tu departamento.
Jack volvió a desternillarse antes de acomodarse de mejor modo sobre su asiento para, así, aguardar hasta su llegada a su hogar. No fue mucho el tiempo restante de trayectoria, puesto a que a la distancia, se cernieron los condominios en donde Jack vivía. Para su suerte, el portero del condominio reconoció al instante a Jack y les permitió el acceso al estacionamiento, donde Aster se dio la oportunidad de aparcar el Volkswagen Polo sin preocupación alguna. Una vez que el coche se detuvo en su totalidad, Aster se apresuró en ayudar a Jack a salir del auto y lo guió a través del estacionamiento y a través de los pasillos del condominio. Luego de una subida eterna y exhaustiva de escaleras, Aster arribó al piso de Jack y se dirigió hacia la puerta que daba acceso al departamento de su amigo. Por suerte, Jack tomó las riendas de la situación en cuanto se encontró frente a la puerta de su departamento, abriéndola con el juego de llaves que traía consigo en los bolsillos de su suéter con capucha. En cuanto la puerta se abrió, Aster encaminó cuidadosamente a Jack hasta los sillones, donde lo dejó sentado con tranquilidad. Una vez libre, se dirigió a la cocina y encendió las luces de la misma para poder observar con mayor claridad y, así, comenzarle a llenar un vaso de agua a Jack.
—Eres un gran amigo, Aster —de la nada, Jack comenzó a reír con delicadeza tras sentarse al estilo indio sobre su sillón, mientras contemplaba a Aster servirle su vaso de agua para aliviar su resaca, a pesar de que él creía que eso no funcionaba del todo—. Te preocupas mucho por mí.
—Ja, ¿eso crees? —rio Aster con delicadeza, sabiendo profundamente que lo que decía Jack era verdad—. Ahora veo que el apodo de "canguro" quedó en el olvido.
—Nah, cualquier cosa para sacarte por un momento de tus casillas me parece divertido —Jack se pasó una mano por su mechón de cabello, mientras le lanzaba una mirada casquivana y una sonrisa coqueta a Aster para sacar a relucir su orgullo.
—Te recomiendo que no lo hagas, pierdo el control totalmente —sin mucho afán de seguir con el juego, Aster salió de la cocina con dos vasos de agua potable en ambas manos y tomó asiento a lado de su amigo mientras procedía a tomar agua por igual.
—Me gustaría ver esa faceta alocada de ti, de seguro pareces un conejo salvaje soltando arañazos a la gente —se carcajeó Jack, recibiendo una mirada fulminante de parte de Aster, quien no tomó como divertido el comentario de Jack—. Pero, fuera de bromas, tú y el resto de los chicos han sido los mejores amigos que he tenido durante toda mi vida. Incluso diría que los únicos.
—¿Nosotros? ¿Los únicos? —se miró Aster, sin poder tragarse la idea de que ellos fueran considerados por Jack como sus únicos amigos de la vida—. ¿Consideras que hemos sido tus únicos amigos? ¿De Jack? ¿El Jack que se la pasa saludando a medio mundo?
—Otra cosa muy distinta es saludar a la gente que mantener amistades, Bunnymund —suspiró, mientras daba un pequeño sorbo a su bebida—. Tal vez me cuesta preservar una amistad debido a los... traumas, ja, ja.
—¿Traumas? ¿Cómo cuáles? —desconcertado por lo dicho por el chico, le fue inevitable a Aster no sentirse consumido por la curiosidad en cuanto escuchó la palabra "traumas".
¿Jack? ¿Traumado? Él era un chico pulcro, alegre y despreocupado por la vida. En algún punto, llegó a envidiarlo por el hecho de que Jack parecía no angustiarse por los compromisos de la universidad. Lo consideraba una burla a su esfuerzo cotidiano, a sus desvelos continuos que tenía para acabar sus trabajos de la carrera a tiempo y a sus limitados tiempos libres que tenía para sí mismo. Es más, al principio, su relación con Jack tuvo muchas discrepancias que los orillaron a odiarse en un inicio. No fue sino gracias a la ayuda de Toothiana, de Sandy, de North y de Katherine que lograron conocerse más y, así, entablar una mejor relación de mejores amigos, confirmando que no eran tan diferentes entre sí. Aunque, claro, jamás se le cruzó por la cabeza que Jack hubiera vivido experiencias traumáticas.
Al no recibir respuestas de Jack, Aster se levantó del sillón, sujetó los vasos vacíos y se adentró a la cocina para empezar a lavarlos, no queriendo dejar algún plato sucio a su amigo. Permaneció enjuagando los vasos en silencio por unos cuantos minutos, quedando un poco decepcionado al no recibir una contestación a su curiosidad, pero comprendiendo al mismo tiempo de que debía ser complicado para Jack tocar ese tema del pasado. No era su intención presionarlo, a lo cual optó por permanecer en silencio mientras pensaba en otra conversación que pudiera distraerlos y hacerlos olvidarse de la plática central.
Pero no esperaba en lo absoluto que Jack comenzaría a revivir el pasado con su relato:
—Fue en primaria, todo comenzó ahí, a la edad de siete años aproximadamente —Aster se giró en dirección a Jack, sorprendiéndose al ver que sí había una historia por detrás, una que ensombreció el rostro de su amigo—. Me habían cambiado de escuela, por lo que estaba un poco emocionado por el nuevo entorno en el que me encontraba. Ya sabes, la vida de un niño que constantemente estaba sediento de nuevas aventuras.
Terminando de secar los dos vasos, Aster los acomodó en su debido lugar y se centró en la historia que le estaban compartiendo. Se recargó sobre la barra de la cocina y, recargando su cabeza sobre su mano, puso completa atención.
—No recuerdo precisamente cómo fue mi primer día, sólo sé que entre esos días me hice amigo de un chico llamado Skreeklavic Shadowbent —Jack se sintió un poco inquieto en cuanto reparó en la mirada de Aster sobre él, mas no se detuvo en lo absoluto—. Él era superior a mí en varios aspectos, a decir verdad. Al estar informado de tantos temas a una edad muy temprana, me hacía sentir con la necesidad de aprender de él. Bueno, al menos eso pensaba mi yo de siete años, porque más adelante reparé que le tenía miedo, en realidad.
«El punto es que lo sentía como una persona a "admirar", pero creo que fue su amabilidad la que me terminó encantando. Hubo muchas veces que llegué a sentirme solo, a lo cual tener el cariño y la amistad de Skreeklavic se sintió en verdad como un alivio, como una esperanza. Pero, claro, no todo podía ser perfecto, ya que él era demasiado posesivo y me afectó a creces».
«Una de las cosas que me había obligado a obedecer sin reproche alguno era no dirigirle la palabra a algún otro chico del salón. Lo tenía estrictamente prohibido porque, de lo contrario, dejaría de ser mi amigo. Temí demasiado perder a mi mejor amigo, así que tomé mi distancia de los demás, sabiendo que eso era lo que a él lo haría feliz. Era una ansiedad constante, no pasar más de cinco minutos hablando con otro chico porque, de lo contrario, él lo notaría y me abandonaría. No lo quería, Aster, no quería perderlo. Así que me esforcé, puse todo de mí sin decirle a mis padres al respecto. Pero, conforme pasaron los días, me fijé en algo que me hizo cuestionar lo que estaba haciendo: Skreeklavic hablaba libremente con el resto de nuestros compañeros, como si él no tuviera prohibido hacerlo. Me enfadé en cuanto lo vi, desarrollando mucho más lo que sería una de mis relaciones más tóxicas y dañinas de mi vida al reprocharle y tras volverme excesivamente celoso de los demás... porque me robaban a mi mejor amigo».
«Claro, él lo negó, diciéndome que había malinterpretado las cosas y que no debía pensarlo de más. Pero cuando él me vio hablando un día con uno de nuestros compañeros, al instante comenzó a lanzarme miradas despectivas y a ignorarme completamente. ¿Y sabes? Yo sufría, me afectaba mucho verlo tan agresivo conmigo, cuando yo sólo buscaba recuperar nuestra amistad a como me diera el costo. Pero como bien mencioné, me aterraba que fuera más sabio que yo. Sentía que él tenía todas las armas para darme la contra, por lo que mantuve la guardia baja permitiéndole cualquier majadería. Permití sus palabras hirientes, sus miradas gélidas y cortantes, lo permití todo. Pero, un día, no recuerdo cómo, logramos reconciliarnos, pensando que las cosas saldrían para bien de ahí en adelante. Pero, mierda, que equivocado estaba. Sólo se agravó».
«Cuando pasamos a los siguientes años de primaria, se había vuelto un ciclo sin fin el pelearnos, tratarnos mal y reconciliarnos como si las disputas hubieran sido una simple fantasía. Por un tiempo lo normalicé, así como también lo hice con su apego constante conmigo. Me cansé, ¿sabes? Llegué a un punto en el que quería abrirme a nuevas amistades y no encasillarme simplemente en Skreeklavic, pero si quería desahogarme al respecto con alguien más, tenía que hacerlo a las espaldas de Skreeklavic porque, ¡oh, sorpresa! ¡Podría enojarse! Pero todo terminó de empeorar cuando tenía diez años, en cuarto grado, donde llegó un nuevo chico a la escuela que desató el caos en mi salón... sobre todo en mi "amistad" con Skreeklavic: su nombre era Kozmotis Pitchiner».
«Desde que arribó a nuestro salón, emanaba cierto aire oscuro y lúgubre, como si sus intenciones fueran malas desde un comienzo. Es más, se interesó a creces en Skreeklavic y algunas veces se juntaba con él. Tan afectado estaba con la amistad tan tóxica que llevaba cargando por dos años que, al instante, comencé a sentir celos de Pitch. Sin embargo, Skreeklavic me juraba que no debía temer en lo absoluto, que él siempre sería mi mejor amigo. Pero vaya ironía la mía, ya que tampoco aguantaba tanto el apego de Skreeklavic. Y, erróneamente, le confesé a Pitch que a veces me sentía harto de la amistad de Skreeklavic. ¡Le di un arma, Aster, con esa confesión le di un arma a Pitch! ¡Debí haberme callado la boca si no quería dispararme a mí mismo! La cosa es que, durante un trabajo, escuché a unos niños decir que, un día, vieron a una mujer con cinco hijos en la calle, cosa que los sorprendió mucho. Y yo, de entrometido, con mi estúpida idea de llamar la atención —tal vez— y al ser, desde siempre, tan competitivo, agregué que mi bisabuela había tenido siete hijos. Tremenda estupidez de plática, ¿no es así? La maestra, al verme distraído del trabajo, me llamó la atención y me dijo que dejara de hablar con esos chicos... alcanzando a ver a la distancia a Skreeklavic indignarse con haber infringido nuestra regla número uno. Ahí empezó todo».
«Esa fue la vez más larga y la más dolorosa pelea que tuve con él. Skreeklavic se juntó con Pitch y, juntos, fueron reduciéndome a cenizas. Gradualmente, me fueron dejando solo, fueron esparciendo rumores sobre mí, me dibujaban de manera vulgar, se apilaban con el resto de los chicos para mirarme y burlarse de mí, crearon la ridícula separación entre "populares" y "nerds" y yo, claro, fui recluido en el grupo "perdedor". Esa fue la vez en donde me sentí muy solo, en donde sentí que el verdadero culpable de estar tan excluido de los demás se debía a mi manera tan sucia de ser, a lo poco interesante que era para los demás, al pensar que era un asco de persona con todos».
«Un día, cuando regresaba de tener un receso pacífíco, algo ocurrió. No puedo recordar quién o qué desató la llama, pero Skreeklavic, Pitch y el grupo restante de chicos se fueron sobre mí. Créeme, me defendí por igual, argumentando y evidenciando todo lo que ellos llevaban diciendo y haciendo conmigo desde que esa separación ridícula se realizó. Pitch usó la confesión que le confié en mi contra y, aunque traté de negarlo, mi tono de voz me lo impidió. Seguí intentando mantenerme en pie, pero eran más. Yo estaba solo y por más que traté de mantener la compostura alta, me derrumbé por completo».
«Al final, lograron derrumbarme. Terminé llorando frente a todo el salón, solo, ganándome las miradas fulminantes de Skreeklavic y Pitch. ¿Lo más chistoso de todo? Al final retomé mi "amistad" con Skreeklavic y Pitch quedó relegado por los demás... ¿Puedes creerlo? Esa disque amistad no debía retomarse, seguía cayendo en ese ciclo abusivo y lo peor de todo es que no hacía nada al respecto, sentía un alivio garrafal cada vez que ese chico y yo nos encontentábamos y no estaba bien, Aster. Pero esto no termina ahí, por desgracia...»
«Pitch no se quedó con los brazos cruzados, empezó a enviarme notas diciendo cosas horribles de mí; y yo, todo un inmaduro en aquel entonces, le contesté de igual manera. Creo y me parece que lo correcto, al menos limitando el problema entre nosotros, era atacarnos entre nosotros y ya, sin meter a terceros. Pero nunca me imaginé que él iría a extremos cuando se agarró de paso a mi familia, diciéndole a mi madre "fea", a mi hermana "tonta" y a mi difunto padre "cerdo". Sólo habían pasado dos años desde que mi padre había fallecido y nunca pude entender cómo fue que ese chico se enteró de la existencia de mi familia. Creo que es más que obvio que Skreeklavic le otorgó esa información. Como imaginarás, rompí a llorar por lo ocurrido y decidí acusarlo con la maestra. Y, para mi suerte, esa vez sí tuve a todos mis compañeros de mi lado y, para el año siguiente, Pitch se marchó para nunca regresar. Y, sorprendentemente, las disputas con Skreeklavic cesaron, pero fue porque empecé a juntarme más con el grupo de chicas y comencé a distanciarme de ese chico sin importarme en lo absoluto lo que pensara cuando ya me había enamorado de una chica de mi salón y la pasaba constantemente a su lado».
«Lo triste de todo es que... esa amistad y ese conflicto me afectó a largo plazo, originando en mí dificultades para entablar nuevas amistades sin sentir temor. Tuve muchas inseguridades durante la secundaria y... y... y yo... me sentí solo muchas veces, pensando que era un mal amigo y que nunca era suficiente para nadie... y... y nunca se lo había contado a nadie, porque... porque...».
Aster nunca supo cuándo fue que de la barra pasó a trasladarse a un lado de Jack, indignado y fúrico con todos esos bastardos que lo hicieron sufrir a una edad muy temprana, que lo hirieron con palabras y que tuvieron la osadía de meterse, inclusive, con su familia. Pero toda ira que se había instalado en su interior se vio suprimida por la angustia y la tristeza cuando Jack, no pudiendo más con todos los recuerdos que volvió a revivir en su relato, rompió a llorar incontrolablemente sin poder detenerse. Se estremecía en cada lágrima, berreaba adolorido por cada cicatriz que volvía a abrirse, murmuraba lamentos sin poder discernir cómo fue que permitió semejante abuso y lloró sin control pensando que nunca había tenido la ayuda necesaria en aquel entonces cuando más la necesitaba. Demonios, inclusive se levantaba en ese entonces por las mañanas con miedo a encontrarse con ese par de nuevo en la escuela, para enfrentar las calamidades del día y los continuos abusos que esos dos le hacían sobrellevar.
Aster se derrumbó en cuanto lo vio llorar, no dudando ni un segundo en rodear a Jack en un abrazo para consolarlo por todo. Se aferró a Jack como si su vida dependiera de ello, sintiendo el crujir de su corazón al sentir el temblor del cuerpo de su amigo entre su abrazo.Dejó pasar los minutos en la espera de que, tarde o temprano, Jack se cansaría de llorar y se tranquilizaría por todo. Pero por más que dejó al tiempo marchar, Jack menos dejaba de llorar. Sus lágrimas corrían presurosas por sus mejillas, los lamentos parecían más sonoros y el dolor que emanaba su llanto afectaban emocionalmente a Aster. Sabiendo que el tenerlo en sus brazos no detendría su llanto, Aster acomodó de mejor manera Jack y lo invocó con su voz:
—Jack, mírame. Mírame, por favor.
Pareciéndole complicada la acción, Jack acató la petición de Aster y alzó su mirada envuelta en lágrimas para mirar directamente ese par de orbes esmeralda que lo miraban con ternura. Sin embargo, se avergonzó rápidamente de que Aster lo viera en tan deplorable estado y trató con desesperanza de desviar su mirada de su amigo. No obstante, Aster sujetó su mentón para impedir que desviará su mirada y para obtener un mejor panorama de Jack. Y, eludiendo la adolorida expresión del chico, comenzó a hablar:
—Ese tal Skreeklavic nunca fue tu amigo, ¿lo sabes? Un amigo nunca te limita tus amistades, nunca te haría la vida imposible como él lo hizo, nunca formaría un ciclo en extremo nocivo de constantes peleas y reconciliaciones y mucho menos te trataría de una manera tan desagradable como lo hizo, ¿entiendes?
Jack, aún abatido por el sentimiento de culpa y tristeza, asintió temblorosamente a las palabras de Aster. Lo sabía, sabía que Aster tenía toda la razón. Skreeklavic nunca fue un amigo de verdad, no cuando le infringió demasiado dolor, dolor que perduró por años hasta agravar su forma de interactuar con nueva gente.
Ante el asentimiento de Jack, Aster comenzó a sobar con suavidad el mentón del melancólico Jack sin percatarse de ello.
—Y yo sé que te sientas culpable y sé que piensas que fue tu culpa porque estuviste mucho tiempo solo debido a los abusos —continuó Aster, sin poder apartar su mirada de los ojos fulgurantes de Jack—. Pero quiero que sepas algo que no olvidarás nunca, Jack: no estás solo, nunca vas a estarlo de aquí en adelante porque nos tienes a todos nosotros.
«Tienes a tu familia: tu amorosa y cariñosa madre, a la dulce Mary y a tu difunto padre (quien te cuida desde el más allá). También nos tienes a tus amigos: a North, a Toothiana, a Emily, a Katherine, al grandioso Sandy... y a mí, me tienes a mí también, Jack. Y créeme que cuando digo que me tendrás a tu lado en las buenas y en las malas, lo digo en serio y de corazón. No pienso permitir que los demás te infrinjan dolor, que los demás quieran derribarte a como dé el costo, que te quieran hacer creer que el único culpable de todo lo malo eres tú y que hiciste mal por ser quien eres en realidad. Un verdadero amigo te aceptará tal y como tú eres y te ayuda a crecer como persona, no a retroceder. Siempre nos tendrás a nosotros, me tendrás a mí, ¿ok? No estás solo, Jack. Estamos juntos en esto y siempre será así, hasta el último minuto de nuestras vidas».
El llanto de Jack cesó poco a poco, sintiéndose maravillado por las palabras que Aster le daba a cambio y sintiendo gradualmente el relajar de su cuerpo. Con Aster, Jack se sentía en paz, tranquilo, con vida y con felicidad. Era como si el tiempo se detuviera a su alrededor y tan sólo quedara Aster presente, como la única cosa existente en el planeta que valiera toda la pena del mundo. Con él, no le temía a nada, todo temor se desvanecía con el aire y adquiría fuerzas. Quería permanecer a su lado siempre, feliz y a salvo del mundo.
Aster se dio la labor de limpiar las lágrimas de Jack, no pudiendo soportar más el verlo tan abatido. Pasó su pulgar con dulzura por las mejillas del chico para eliminar más lágrimas, sin percatarse de que la poca distancia que los mantenía separados comenzó a cortarse por Jack, quien poco a poco anhelaba los labios de Aster. En cuanto reparó en la acción de Jack, el australiano permaneció en shock sin saber qué hacer a continuación; pero al no poder continuar manteniendo sus verdaderos sentimientos bajo llave, aproximó el mentón de Jack hacia él y unió sus labios con los del contrario.
No importaba el sabor amargo del alcohol, el salado de las lágrimas y el agrio del martirio. Todo lo que importaba era ese amor sincero que ambos sentían por el otro y esa promesa de jamás dejarse ir con tal de permanecer felices, enfrentándose al mundo que deseara lastimarlos.
Para cuando llegó el día y el par de chicos se entregó con devoción al otro bajo los efectos de la efervescencia erótica, el llanto emergente se disolvió de la faz de la existencia.