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Calor y remordimiento

Summary:

Nada vuelve a ser igual desde esa fiesta en el Snake Room. Solo esperan que Lysandro nunca se entere.

Notes:

Situado después del capítulo 11 de "Corazón de Melón: En la universidad".

Work Text:

No se lo dirás. No lo harás, incluso si lo vuelves a ver.

Optarás por sonreír como siempre y hacer una broma un poco pesada. Pero no demasiado, porque no quieres herir la sensibilidad de Lysandro. Te importa más de lo que te gusta admitir, así que siempre cuidas tus palabras delante de él. Y es por ese mismo motivo que no le dirás nada de lo que pasa entre nosotros.

(De cualquier forma, no es que pase mucho... ¿Verdad?)

No eres un miserable.

No tanto, al menos.

Usaste esa palabra anoche, una de las tantas noches en las que ambos lo traicionamos. Y es gracioso que yo misma considere eso una traición, después de todo, ya no soy su novia. La verdad, no soy nada de Lysandro; no lo soy desde hace mucho tiempo.

He intentado saber de él, averiguar cómo está, pero Rosalya no me deja preguntar demasiado. Dice que es lo mejor, que ambos debemos dar vuelta la página y no dejarnos llevar por la nostalgia. Que los buenos recuerdos se queden donde están, en el pasado.

(¿Realmente será así?)

Tal vez Rosa tenga razón. Dudo que le guste enterarse que su ex mejor amigo se acuesta con la que alguna vez fue el amor de su vida. Seguro sabías que me dedicaba esas palabras en cartas exquisitas. Aún guardo sus poemas con cariño. En ocasiones, me pregunto si él los recordará. Cuando te veo acostado junto a mí, espero que no.

Muchas cosas han cambiado desde el instituto. Por mi parte, jamás creí verme envuelta en una situación como esta. Bueno, en aquellos años imaginarme separada de Lysandro era un imposible.

¿Qué hay de ti, Castiel? ¿Eres el mismo chico que conocí en el Sweet Amoris? ¿Siempre me deseaste en tu silencio de mejor amigo? ¿Me mantuviste lejos de tu alcance para no lastimarlo? Algo de eso despertó esa noche en el Snake Room, cuando tus ojos grises me devoraron de pies a cabeza y, una vez solos en tu habitación de rock star, tus labios recorrieron cada parte de mi piel, bebiendo gustosos los fluidos que tú mismo provocaste.

Aun así, no dudaste en preguntar de manera incansable: "¿Estás bien con esto? ¿Qué hay de Lysandro?"

En aquel entonces, me limité a asentir con una sonrisa llena de deseo, mostrando una seguridad que estaba lejos de sentir. Te dejé hacer.

¿Quieres saber qué pasa con Lysandro?

Lo quiero, Castiel. Lo quiero a pesar de mis citas con Priya y mis coqueteos con Nath. Lo quiero, aunque me acosté contigo esa noche y muchas otras después.

Tal vez nunca dejé de ser la misma. Extraño el instituto, pero más lo extraño a él.

Incluso puedo admitir —no sin cierta vergüenza— que todavía lo amo; aun cuando mi cuerpo responde a tus miradas furtivas y estímulos traviesos. Porque si tú eres fuego, él sin lugar a dudas es agua que se me escapó de los dedos.

No obstante, por contradictorio que parezca, una parte de mí no lo lamenta. Porque si tú me enciendes, él desaparece.

Solo regresa cuando la culpa nos asedia en la oscuridad, cuando enciendes un cigarrillo y esquivas la mirada de mi cuerpo desnudo. En momentos como esos, el calor se convierte en remordimiento, y no somos capaces de decir nada. Ese silencio es lo único que hoy le pertenece a Lysandro.