Chapter Text
Puede que no se observasen cambios en el rostro serio de Kubota (posiblemente porque lo llevaba tapado por su espeso flequillo) pero por dentro rebosaba de felicidad. Se sentía exultante, burbujeante, y tenía un buen motivo, ¡había quedado con Nijimura! Después de unos cuantos años fuera del país, había vuelto y como no podía ser de otro modo, al primero que había llamado era a su fiel amigo, Kubota, su mejor amigo (a pesar de que en estos años separados su contacto se había reducido a un par de mensajes esporádicos). Presa de la emoción, Kubota se presentó en la puerta del Izakaya en el que había quedado con la nariz bien alta, radiante de felicidad, se olisqueó un poco el sobaquillo (en el tren hacía bastante calor) para comprobar que todo seguía en orden y se dispuso a esperar a Nijimura que, como siempre, llegaba tarde.”Típico de Shuuzou, jajaja” pensó (a pesar de que nunca en su vida le había llamado por su nombre de pila).
— Buenas noches, Kubota-san. Qué sorpresa encontrarte aquí.
La sangre de Kubota se heló en sus venas. Las burbujas de su estómago se convirtieron en retortijones serios mientras se daba la vuelta lentamente y descendía la mirada un par de metros (quizás solo unos 20 centímetros) para encontrarse con el enano que le había amargado (probablemente de manera involuntaria e inconsciente) sus dos últimos años en el instituto: Akashi Seijuurou.
— Akashi, qué tal — respondió Kubota con una fingida cortesía — ¿Cómo tú por aquí?
Entonces se dio cuenta de algo preocupante: Akashi podría dar al traste con el tan asiado reeencuentro de Kubota con Nijimura. Nijimura, por motivos que solo él conocía y entendía, le tenía bastante aprecio al mequetrefe este. Sekiguchi hasta lo llamó una vez “su ojito derecho” y Nijimura no lo negó. Tenía que deshacerse de él antes de que Nijimura llegase, o seguro que lo invitaba a cenar con ellos y a quedarse como si fuera bienvenido.
Antes de que Akashi pudiera abrir la boca para contestar su pregunta, Kubota le interrumpió.
— Mira, me encantaría quedarme a charlar, pero es que he quedado con un compañero de trabajo que debe estar a punto de llegar, así que si no te importa que lo dejemos para otra ocasión…
Akashi sonrió como si algo le diviertiese
— Qué extraño — comentó — porque al verte aquí he pensado que habíamos quedado con la misma persona.
Kubota arrugó la nariz cuando una voz tronó justo detrás de él.
— ¡Hombre, Kubota, cuántisimo tiempo! — antes de poder girarse del todo, Kubota se encontró aplastujado por los brazos de Nijimura, que volvía claramente hecho un bárbaro después de su estancia en otras tierras. Consiguió zafarse solo para recibir dos palmadas en la espalda con una fuerza desmesurada — ¡No has cambiado nada!
— En cambio tú has cambiado bastante — dijo Kubota con un reproche que Nijimura o no captó o ignoró deliberadamente mientras se volvía hacia el enano maligno que, desgraciadamente, seguía allí.
— Se me pasó decírtelo, Akashi, pero se me ocurrió después invitar también a Kubota, como hace tanto que no lo veo.
— No pasa nada, Nijimura-san, comprendo que tengas ganas de ver a tus antiguos amigos.
Se oyó un ruido como de cristales rotos, y Kubota se dio cuenta de que era su corazón. Así que Nijimura no lo había llamado a él primero, sino que solo había sido un pensamiento secundario después de llamar a Akashi, y ¿por qué parecía Akashi tan poco impresionado, y qué era esa forma de expresarse? ¿Es que ya se habían visto antes? ¿Cuánto tiempo llevaba Nijimura en Japón sin dignarse a llamarle?
Todas estas cavilaciones se vieron interrumpidas por Nijimura metiéndole prisa para que entrara con ellos. Quizás dentro Kubota tuviese la ocasión de apartar a Nijimura de las malignas garras de Akashi.
Nijimura parecía encantado entre las garras de Akashi. Literalmente, porque desde que se habían sentado en la mesa, Kubota había podido constatar con mucho desagrado, que había demasiado contacto físico entre ellos. Solo un par de frases sobre qué tal le iba la vida había podido cruzar Kubota con Nijimura. El resto del tiempo Nijimura se había visto absorvido por Akashi: que si “te pides este plato conmigo, Nijimura-san, que es demasiado grande para mí solo”, que si “tengo aquí unas fotos de cuando íbamos al instituto”, que si “mira este meme de gatitos tan gracioso que me mandó Momoi ayer”… por supuesto, cada interrupción venía acompañada de una inclinación del cuerpo de Akashi hasta rozar el de Njimura (Kubota se acordó de cuando Sanada le regañó por andar encorvado, que orgulloso estaría de lo rígido y estirado que se ponía Nijimura en esos momentos) hasta que en un momento que quedaría grabado en la parte del cerebro de Kubota donde se almacenaban los horrores, le puso una mano en la rodilla. A partir de ese momento ya sí que fue imposible interactuar con Nijmura: a parte de tartamudeos y palabras inconexas con una extraña voz aguda, no había conseguido emitir ningún sonido más.
Akashi sonreía como si todo fuese acorde a lo previsto.
— Voy un momento al lavabo. Si me perdonáis — dijo en lugar del “voy a mear, ahora vengo” que cualquier persona de su edad habría dicho. Se levantó dejando a Nijimura y Kubota solos.
Este era el momento de Kubota: debía aprovechar para sacar un tema que solo les incluyese a ellos dos, de modo que cuando Akashi volviese le fuese difícil integrarse en la conversación. No debía ser difícil ya que eran los mejores amigos del mundo, cualquier cosa de su pasado común serviría.
— ¿Te acuerdas de cuando Sekiguchi se metió en… — Kubota no pudo terminar la frase antes de que Nijimura le interrumpiese
— ¿Tú crees que le gusto?
Kubota sabía perfectamente a qué se refería Nijimura, aun así no pudo evitar preguntar “¿Qué?”
— A Akashi. Hemos quedado varias veces desde que volví — dijo Nijimura urgando en la herida — y siempre se pega mucho a mí. Como que me toca mucho.
A pesar de que la frase de Nijimua no ilustraba (probablemente) nada impuro, a Kubota se le vino una nausea a la garganta.
— Probablemente solo te esté correspondiendo. Tú también te has vuelto muy tocón.
— Pero siempre parece muy contento de verme
— Probablemente solo esté siendo amable. Akashi siempre ha sido muy educado, ya lo sabes.
Quizás Kubota estaba siendo cruel de más pero era algo necesario. Tenía que apartar a su amigo de esa tentación. Nijimura y él no estaban a la misma altura en más de un sentido.
— Yo creo que lo estás malinterpretando.
Nijimura torció los labios de pato.
— Si tú lo dices…
Sí que había cambiado Nijimura. Antes no hubiera podido convencerlo tan fácilmente. Kubota supuso que tantas malas experiencias habían hecho mella en su autoestima. Ahí empezó a sentirse un poco mal, pero Akashi volvió en ese momento y no pudo disculparse ni enmendar nada.
Después de su conversación, Nijimura empezó a estar más callado de lo que había estado antes. Todo su buen humor haía desaparecido. Kubota intentó animarle un par de veces con poco éixto. Akashi no dijo nada, pero por algún motivo no paraba de taladrar a Kubota con la mirada.
Después de bajar una cerveza (sin alcohol) entera de un trago Nijimura anunció que tenía que ir al baño. Kubota se quedó con Akashi. Esperaba que no quisiera entablar conversación ya que llevaba media hora mirándole con ojos de psicópata, por eso se sobresaltó al escuchar su nombre.
— Kubota-san, no me esperaba que fuésemos rivales en el amor
Kubota reaccionó a eso como si le hubiese picado una avispa en la nariz. Se echó hacia atrás exageradamente en la silla.
— ¿Perdona?
Akashi le miraba con un semblante cargado de ¿comprensión? Estaba bien que él entendiera algo, porque Kubota no estaba entendido nada.
— No tienes de que avergonzarte, Kubota-san. A mí también.. — Kubota observó con horror como Akashi se ruborizaba — quiero decir, yo también albergo sentimientos por Nijimura-san.
Había muerto, esa era la única explicación posiblle. Kubota había muerto y por sus malas acciones estaba en el infierno. Solo así se explicaba que tuviese que estar soportando la vergüenza de ver a su antiguo capitan y archinémesis contándole con mejillas arreboladas y ojos soñadores que le gustaba su mejor amigo. Presa del horror, estuvo a punto de pasar por alto lo primero que Akashi había comentado.
— Akashi, a mí no me gusta Nijimura.
— Ya te he dicho que no tienes por qué…
— Que no. Que es mi amigo pero tiene unos labios muy raros y una mirada así como atravesada. Y tampoco es muy listo que digamos.
Kubota levantó la vista solo para encontrarse con la mirada implacable del antiguo capitán del Teikou.
— Kubota-san, no sé si te has mirado al espejo últimamente…
¿Akashi acababa de llamarle feo?
— … y espero que tus notas hayan mejorado desde los tiempos del instituto…
¿Akashi acababa de llamarle FEO y TONTO?
— …pero no toleraré ninguna falta de respeto más a Nijimura-san en mi presencia.
Decir que el aura de Akashi era amenazante era quedarse corto. Kubota se hubiese sentido menos asustado si le estuviera apuntando con una pistola.
— Os escuhché casualmente al volver del baño — dijo Akashi con toda tranquilidad —. Kubota-san, te creía más listo.
Kubota boqueó sin ser capaz de decir nada. No esperaba que el karma actuase tan rápido.
— Pensé que en el Teikou habrías aprendido que no es conveniente tenerme como rival.
Kubota iba a replicar algo profundamente absurdo seguramente, cuando Nijimura decidió volver del baño. Antes de que nadie más pudiese decir nada, Akashi se adelantó.
— Vaya, siento mucho que tengas que volver a casa ya, Kubota-san.
Kubota se quedó descolocado durante unos segundos, los suficientes como para que no le diese tiempo a replicar antes de que Nijimura le preguntase.
— ¿Qué? ¿Te marchas ya?
¿Quién había hablado de marcharse? Kubota miró a Akashi. Un aura maligna y amenazante lo rodeaba, amenazando con expandirse por la mesa y extrangularse. Miró a Nijimura, que lo miraba sin tener ni idea de nada.
¿Este era el plan de Akashi para quitarlo del medio? Pues para ser el sagrado emperador del Rakuzan, era una chufa. Iba a explicar que no se iba a ninguna partem, cuando Akashi continuó.
— Sí, me acaba de decir que no recordaba que su madre volvía tarde de trabajar hoy y que tenía que sacar él al perro, ¿no es cierto, Kubota-san?
Aquello cada vez se ponía más siniestro, ¿por qué sabía Akashi que tenía perro? Si lo habían adoptado después del Teikou…
Kubota creyó leer en los ojos de Akashi “y me sé hasta su nombre”. Quizás eran imaginaciones suyas.
Quizás.
Se dio cuenta de que si le decía a Nijimura que era mentira y que Akashi le acababa de amenazar, no le iba a creer. La visión de Nijimura sobre Akashi no podía estar más alejada de la realidad; para Nijimura, Akashi solo era un chaval majo e inocente, lleno de buenas intenciones. Y después de la detallada explicación de Akashi no había modo de argumentar que se estaba equivocando.
Nijimura parecía hasta un poco triste y Kubota se enterneció.
— Bueno, tío, si te tienes que ir que se le va a hacer. Ya quedaremos otro día.
Kubota no lo había aprendido del Teikou, sino de su vida personal, pero sabía cuando había sido derrotado. Se levantó para irse.
— Pues nada, tío, nos veremos otro día.
— Sí, yo también espero verte otro día, Kubota-san — dijo Akashi en un tono frío y monótono.
Kubota se despidió de Nijimura y se dirigió a la salida. Antes de atravesar la puerta vio la sonrisa triunfal de Akashi, que ya estaba bien pegadito de nuevo a Nijimura, el cuál volvía a estar de buen humor. Recordó cuando antes de entrar había pensado que Akashi había arruinado su adolescencia de manera probablemente involuntaria y consciente.
Se acababa de dar cuenta de que Akashi todo lo hacía de manera voluntaria y consciente.