Work Text:
Ángel sangriento
Sentado en aquellas bancas de color grisáceo admira desde las pantallas la declaración de Ran Haitani, ex ganador de los juegos y prepotente hombre luchador del distrito cuatro cuando participo, su encanto había ganado muchos y muchas fans a lo largo de los años sin saber el horrible suceso que solía cubrir al favorito del capitolio, una operación secreta a la que no fue invitado se gesta en el centro de lo que llaman panem, tratando de recuperar al resto de jugadores rezagados en los últimos juegos, aquellos donde los participantes no fueron más que los ganadores que ya habían ganado su libertad, o al menos eso solían creer hasta que las fiestas de sangre necesitaron más de su líquido carmesí entretenido derramándose por el suelo que pisaban mientras bailaban su vals extravagante y comían su ostentoso bufete gourmet, él no era alguien sensacionalista, había ganado apenas dos juegos, más por sus ganas de sobrevivir que su sed de sangre, sus patrocinadores solían decirle que había ganado por su belleza inocente más que por cualquier otra cosa y al final el ángel sangriento de panem llevo una corona de espinas de oro cuando el juego termino.
Era bonito y daba la sensación de una pureza andrógina mientras avanzaba entre pasillos hacia las entrevistas que por más que odiaba debía lidiar dar.
No porque le pagaran o ganara algo a cambio, en realidad solo estaba sobreviviendo aun, porque, aunque hubiese ganado en ese entonces, la pelea por su vida siguió en la superficie de ese mundo retorcido por ricos y privilegiados, el factor desmedido del miedo y el nombre manchado de la maldición que era matar, en ese mundo lleno de terror y amenazas lo conoció, un joven del distrito tres, bien entrenado y con conocimientos bastante extensos sobre la tecnología, él un simple chico del distrito ocho que no se dedicaba más allá de ayudar en los textiles a sus manos, no esperaba encontrarse algún día con aquel tipo, ni siquiera era más grande que él, por un año quizás, siendo sus dieciocho una alusión de ello.
Recordaba la primera vez que lo vio, el cabello rosado envuelto en una coleta alta, decorado con una especie de arreglo en púas sobre su cabeza, llevaba una bonita pieza, un traje gris obscuro que resaltaba la pálida piel y el extraño tono de pelo coral platinado, junto a sus ojos celestes brillantes y las albinas pestañas, sus labios retocados con suavidad en un fino anaranjado y las mejillas coloreadas apenas por un rubor rosado tenue, le había parecido tan etéreo como desastroso en cuanto le vio hablar con los ganadores más peligrosos de los que le habían advertido en más de una ocasión. Ran y Rindou Haitani alado de él revoloteando como si nada, tuvo la curiosidad de preguntar, siendo su titular a quien pidió un poco más de información por la persona de rosada cabellera. “A, se trata de Mad Dog, así lo llamo su público durante sus juegos, todo el mundo solía decir que, mientras despedazaba a los demás tributos, parecía un perro rabioso con labia”, por supuesto la información causa más curiosidad, y una notable sensación de miedo en su estómago.
El vértigo incrementa cuando está misteriosa, aunque no tanto, persona, se acerca a él, tratando de mirar algo significativo en su persona tal vez, una plática, una simple plática desata una inmensa curiosidad por el otro y lo que era una fiesta en la que no quería estar, se convierte en una nueva sensación que incrementa desde su pecho la curiosidad de saber hasta donde podrá llegar, un día se convierten en dos, en una semana, y pronto cuatro meses desde esa fiesta. Un, año, un año y medio, es sorpresa para algunos cuando descubren que han estado viviendo juntos, pero nada nuevo, solo una vaga familiaridad y una conclusión poco acertada de los medios, pero nada más, no son la sensación del momento gracias a los nuevos juegos.
En ese entonces, cuando él gano, cuando los Hanagaki se unieron a las piezas de ajedrez del tablero de los triunfadores, él volvió a casa con el arrepentimiento cubriéndolo y el miedo siendo expulsado por cada poro, no sería normal nunca más y la muerte de aquellos a los que vio, y tuvo que atacar para sobrevivir aún se quedan grabados en su mente con sus rostros de horror y sus gritos de auxilio. Lleva mucho tratando de convencerse de que no es un monstruo solo quiere ver a su madre de nuevo y que ella le diga que todo estará bien, pero como siempre esa no parece ser en absoluto la solución. No cuando llega a casa, poco más tarde del fallecimiento de la mujer que lo engendro y que amo lo suficiente para luchar y quedarse con vida para volver. Solo le entregan una urna, junto a la última carta que le escribió, donde lo felicita, aclamando que su hijo es un ganador, que lo verá pronto en casa, con su tarta favorita. Esa noche había roto una pieza importante de sí el cruel destino, porque no había nunca nada más lastimoso que perder la única razón por la que habías vivido tanto.
Fueron noches de llanto y ardor en pena desde el alma extenuantes, días donde el cansancio estaba por completo sobre él, días en los que lo último que pensaba era en como seguiría, ganar le había otorgado una vida más lujosa de la que ya tenía, pero ahora estaba solo, sin la oportunidad de compartir el premio con su madre. Prácticamente arrastrado al abismo del infierno de los ganadores por sí mismo, pero cuando Sanzu Haruchiyo llego a su vida, fue como poder respirar otra vez, y amo cada minuto, cada segundo que descubrió más de él, su historia mezclada en la manipulación de aquellos que poseían más poder, la tragedia vivida por un hombre solitario que solo buscaba la redención de su pasado de un crimen que no cometió.
Y es que los secretos de la gran burguesía de Panem no eran más que el telón detrás de las atrocidades aún más feroces que recaían en aquellos que quedaban con vida, porque la libertad no era del todo cierta, al menos no, mientras las cabecillas siguieran intactas al mando hasta que la comprensión en realidad se volvía crueldad engañosa cubierta por “un juego inofensivo” por la paz.
*****
De vuelta desde la muerte
La historia de Sanzu es entrañable, proviene de los años donde la negligencia hacia los participantes en los juegos era mayor, cuando Takemichi se entero a que edad participo fue sorprendente, incluso para el que pensó ser muy joven cuando gano los juegos, Sanzu solo tenia catorce años cuando gano sus juegos, es una sorprendente declaración que le hizo cuestionarse mas de una vez si era tan peligroso como decían, la realidad es que solo era inteligente, mucho, por ello resultaba fácil para el encontrarse a si mismo a salvo dentro de la arena, también era muy fuerte y tenia una resistencia sin igual. Si se lo preguntaran, si, quizás había tenido una ligera ventaja en los juegos por el conocimiento que tenia sobre ellos, a demás era de bien parecer, así que ganarse patrocinadores fue tarea fácil.
Ganar los juegos por supuesto no te garantizaba la libertad, ganar los juegos era lo mismo que ganar el pase para seguir sobreviviendo, eso solía decirle a Takemichi una vez que lo conoció y el pelinegro entendió que tenía razón cuando su gira comenzó y de vez en cuando debía hacer apariciones, “honorificas”, por los distritos, fue una noche, una noche de luna llena brillante, cuando había niebla y su corazón palpitaba con tranquilidad al ritmo constante del de Sanzu, fue en ese instante cuando el peli-rosa al fin pudo decirle lo que había ocurrido, después de que gano los juegos, un premio de guerra, un esclavo de sus viejas amistades, arrastrado por las pesadillas, por la belleza que desbordaba, y la rareza de las cicatrices en sus mejillas, un jazz lento sonaba mientras estaban recostados en la alfombra frente a la chimenea. El calor siendo acogedor contra la piel desnuda. Bordeando cicatrices y estelas de lunares por la espalda lechosa de Hanagaki, algunos rasguños puros arremolinados en la espalda del oji-celeste, fue en ese instante de penumbra digna del romanticismo, que la sinceridad broto de los labios delgados y finos del peli-rosa. ───Entre a los juegos seleccionado a los catorce, tuve que entrenar duro para sobrevivir, porque el nieto del presidente, un antiguo hombre al que solía llamar amigo, había apostado por mi y cientos de miles estaban en riesgo por mi causa, cuando gane, el alego que yo se los debía, por haberle hecho pensar que moriría, por haber sido castigado “por mi causa”, yo nunca le conté a nadie que hizo el, yo guarde silencio, pero el me culpo de algo que no era cierto, y caí en una enorme deuda que tuve que pagar en cuerpo y alma con los extravagantes personajes del capitolio, favor por favor, dinero por libertad, injusticia, por pureza, nadie es totalmente limpio cuando sale de la arena, nos manchan apropósito para que nadie nos vuelva a ver como seres humanos, nos ven como bestias, bestias capaces de matarse entre si por sobrevivir.
Takemichi había acariciado el brazo de Sanzu que marcaba una muy inexistente línea entre ellos, no sin antes depositar destellos de besos repartidos como estrellas sobre la frente, además de las caricias que se enredaban en el cabello rosado. ─── ¿Qué fue lo que el hizo? ───la pregunta de Takemichi fue firme, a pesar de que siempre su voz temblaba cuando preguntaba a Sanzu sobre su pasado, sabiendo que quizás el no contestaria.
───Mikey, el fue quien me marco con estas cicatrices que tengo.
La voz firme del ser humano a su lado lo hizo temblar, era algo grave, pero si la cosa había sido con el nieto del presidente, entonces no había forma de que la verdadera justicia estallara en realidad, no de la forma en la que vivían, no de la forma en la que existían en ese corrompido mundo.
Esa noche había acurrucado al joven de cabellos rosados en su pecho, intentando reconfortarlo aunque no había indicio alguno de un sentimiento negativo con la declaración, como si ya hubiese tenido tiempo de procesarlo y estuviera bien con ello, como si solo el dejar pasar los años aliviara esa carga que posiblemente tuvo que llevar ese tiempo, en ese momento muchas cosas habían pasado por su cabeza, afligido por la situación, por el hecho de que prácticamente ese secreto viviera tanto tiempo dentro de una persona, los trabajos dobles, el dolor y el miedo, soportarlo desde tan joven para sobrevivir, en algún punto de la noche, interrumpió el silencio como lleno de caricias para llamarlo, las pestañas albinas parpadearon hacia arriba, observando el rostro del ángel de Panem, el amado ángel caído de rizos negros intensos que resaltaban la piel pálida y los ojos celestes. ─── ¿Cómo soportaste la carga tanto tiempo? ───una pregunta firme, llena de curiosidad mezclada con angustia───. Ahora ya no le tomo tanta importancia como antes supongo, pero, en alguna ocasión, los narcóticos fueron mi salida del dolor.
Admitió, Takemichi tomaba su mano fuertemente, como si solo desde aquella acción parte del pesar ajeno pudiera transportarse a través de él. Y no, no era sorpresa para nadie saber las viejas costumbres de aquel chico de cabellera rosada coral, pues el distrito de la tecnología siempre había tenido acceso a alucinógenos y calmantes que los impulsaran en las innovaciones de sus trabajos. Y claro, un ganador de los juegos, con posibles pesadillas y pesar escondido bajo la armadura de orgullo que Sanzu parecía haber estado llevando bastante tiempo, el oji-celeste sabia, mejor que nadie que le habían rehabilitado más de una vez, y aun a veces se solía rumorear que el volvía a las viejas costumbres que lo atacaban como recuerdo del pasado que arrastraba tras de él. ─── ¿Por qué pones esa cara?, ya no las tomo, ya no mientras estas aquí ───musito en ese entonces besando el dorso de su mano cuando le vio divagar entre sus pensamientos intrusivos negativos que rebotaban por toda su cabeza sin control───. Prometes llamarme cuando sientas que te hundes de nuevo…
La mirada oceánica golpeo como una brisa fresca de ternura el rostro del peli-rosado quien asintió lentamente tomando una caricia con su mano del rostro ajeno, ¿Por qué tenia que ser tan dulce?, tanto que le hacía querer cumplir cada uno de sus caprichos sin importar que. Sanzu llevo una mirada de seguridad a la persona a su lado para que así esta pudiera tranquilizarse depositando su confianza en el criterio de Haruchiyo, que con sorpresa recibió los pálidos labios del angelical ser en las comisuras de su boca respectivamente, como si dos pétalos de una rosa hubiesen pasado por sus labios, como si fuera un ventarrón silencioso de tranquilidad y succionara gran parte de sus penas. Se vio a si mismo, aceptando con gratitud las muestras afectivas de aquel reluciente ser puro y etéreo que juro no amar, cayéndose en sus propias mentiras cuando las sonrisas se volvieron necesarias y el tiempo a su lado eterno. Incluso las personas como el podían recibir tal belleza depositada con gracia sobre los brazos de su armadura de protector. El corazón palpitando tan fuerte, y Takemichi lo sintió también porque no había soledad demasiado inmensa que pudiera succionarlo cuando el estaba a su lado. Y se habían quedado dormidos, mutuamente uno junto al otro esperando ansiosamente un día mas en el que pudieran estar juntos sin saber lo que se avecino después. El vasallaje, la pesadilla mas aclamada por las extravagantes personas del capitolio, 24 ganadores en una arena, había anunciado el presidente, de entre ellos Sanzu era el único varón aun vivo de su distrito, de la misma forma que el del suyo propio, fue un golpe demasiado grande para los dos, tuvieron que separarse para la ceremonia, tuvieron que separarse, solo viéndose de vez en cuando en los entrenamientos y en los paseos nocturnos al techo del edificio donde los estaban dejando, quedarse. Muchas veces expreso su miedo, muchas veces tembló con temor mientras veía a los ganadores escandalosos del doce intentar cancelar los juegos, no había salida cuando estuvieron ahí.
El miedo constante a morir y tener que unirse como apoyo a los que parecían aquellos jugadores del doce para mantenerse con vida, aun no entendía que tenían de especial Draken y Emma, solo sabia que eran los amantes empedernidos que habían logrado sobrevivir juntos, y entonces el desastre de los juegos llego, la destrucción de la capa superior que los cubría cuando la arquera estrella lanzo directamente una flecha electrificada al campo que los separaba de la realidad. Se desmorono lentamente sobre ellos, las plegarias y los gritos de aquellos jugadores que no tenían idea de que ocurría, uno, dos, tres, aplastados por los escombros de techo, una más atravesada por la flecha que perdió rumbo y revoto, Sanzu sostenía fuerte su mano cuando lo arrastro lejos del desastre que trataban de evitar y entonces los agentes de la paz se hicieron presentar, hubo una capa de balas lloviendo como un chubasco que no se detenía, temblaba tratando de procesar lo que ocurría, y es que ese tipo de juegos jamás se le dio bien, solo había ganado una vez, por mera suerte, por ser lo suficientemente adorable para el público por quien básicamente había sobrevivido la primera vez. Y la mano de Sanzu ya no lo sostenía, ya no había un ancla, tierra cayendo sobre él, escombros que golpearon su cabeza y una enorme pinza arrastrando su cuerpo lejos junto al de la rubia joven proclamada como la chica en llamas de los distritos, representante de una clase obrera que vivía explotada, y después la inconciencia, para despertar alterado en un lugar que no reconocía, en un distrito muerto, enterrado por los años en guerra.
Sin el amante con el que había deseado escapar de la cruel vida en panem. Con quien había deseado fervientemente vivir sin opositores que los obligaran a pagar, dos cosechas juntos, y en la ultima siendo donde le perdió, únicamente sabiendo de el lo poco que los lideres del distrito reconstruido de las cenizas le decían, recluido en el gris obscuro de nuevo.
*****
Cementerio de recuerdos corrompidos
El estrés lo carcome mientras espera en la fiesta que se celebra por la boda de Haitani y la muchachita de su distrito con la que se comprometió, en realidad Kaya es una chica bastante adorable y a pasado por bastante, por lo que eso le da esperanzas a que encuentren también al resto durante el rescate que hacen para recuperar a los demás, el esta sentado en una de las mesas a lado de Emma que parece tan trastornada como el por los últimos meses que han sido del todo pero en extremo duros, no se trata solo de una guerra que les estallo en la cara ante la evidente revolución, si no las perdidas que ambos llevaron cuando ocurrió, el hecho de que literalmente las noticias cayeran del cielo y Emma se enterara que parte de la sangre Sano, los abusivos regidores de la población oprimida de panem estuvieran enlazados a el de forma consanguínea, medios hermanos separados por donde crecieron, madre negligente que la crio y la dejo en brazos de los Inui, ella intentando salvar a la pequeña Akane de un destino cruel siendo arrastrada a la matanza evidente.
Y ahora la heroína televisada que movía a los distritos únicamente con su presencia determinada y el poder de su decisión por vivir. ───No te ves muy bien ───ella le hizo saber, aunque no era de esperar que fuera lo contrario, había estado sufriendo de pesadillas constantes y el miedo recorriendo su corazón era lo suficientemente alarmante como para no dormir y pasar noches en vela tratando de decidir si era una buena idea escapar o aun no. Pero cuando le dijeron que había una esperanza de que Sanzu volviera, decidió quedarse, porque había hecho una promesa, siendo entre sueños que le escuchaba llamándolo, aterrado, o tal vez solo era el miedo almacenado en su vientre amenazando con salir───. Tu tampoco te ves bien.
Contrataco, Emma dejo escapar una sonrisa suspirada, de esas que ya no se le veía tanto hacer como antes. Ninguno de los dos estaba del todo bien y lo sabían, sirviendo únicamente como carteles de rebeldía para crear más tensión entre el pueblo y su gobierno. El baile de nupcias inicio, Emma arrastrando a la otra alma triste junto a ella para tratar de sanar un poco del nerviosismo y el estrés que les cubría las venas mientras danzaban, intentando olvidar que la vida era ese mundo lleno de balas perdidas, ataques y diálogos anarquistas que desafiaban un poder que hace mucho tiempo hubiesen visto como imposible de derribar, si quiera de tocar en sí, Emma dio una vuelta sosteniendo la mano extrañamente conocida de la persona que había estado divulgando emblemas y siendo la imagen de una revolución junto a ella, por ordenes de la presidenta del distrito trece, y los altos mandos que los usaban como marionetas para transmitir su mensaje por su propia voz. Que ya no les pertenecía del todo hasta ese punto. Y cuando el baile finalizo, la presentadora de Emma les esperaba en una de las puertas que daban a los pasillos de trabajo donde se seguían moviendo para mantener la seguridad, la mujer antes extravagante del capitolio los deslizo hasta la cabina de reuniones donde la noticia se les dio.
“Habían vuelto”
Un extraño vértigo lo rodeo cuando se vio a si mismo junto a Emma prácticamente corriendo al ala médica, con el mismo propósito solo que en busca de la persona que se había robado cada suspiro de ellos.
Y entonces lo miro, el estaba sentado en la camilla del pequeño recinto médico, mientras le revisaban, se veía mas delgado, de manera extrema y su rostro estaba descompuesto en una mueca que no sabia exactamente como describir, como si estuviera perdido de alguna forma entre sus pensamientos, más allá de aquello, su cabello había sido prácticamente recortado en un corte de tazón con la raya al medio y los laterales rapados, se veía tan diferente, como si le hubiesen tomado el alma arrancándosela, por un momento tembló, temeroso de saber que quizás, las cosas lo habían afectado mas de lo que aparentaba. Cuando se reunió junto a él, la vista celeste se quebró de repente, todo el amor, las palabras y el sentimiento de angustia emergió de los dos, pocas veces había visto a ese chico llorar, sabia que no le gustaba que lo vieran. Detestaba ser tomado como alguien débil. Aunque muchas veces le recordó que aquello no tenia nada que ver con su fuerza, ni sus fortalezas. Que realmente la vida a veces era tan dolorosa que era necesario derramar algunas lagrimas para lavar el alma corrompida, Takemichi solo pudo pegarlo a su pecho, acariciando la melena alborotada peli-rosa. Depositando ligeros besos cariñosos sobre los cabellos, absorbiendo parte de la carga del dolor, justo como lo había prometido. ───Lo siento… realmente… y-yo lo siento -y no sabia porque se disculpaba, tal vez porque no esperaba que la vida lo arrastrara de esa forma, cubierto en preocupación de si Sanzu estaría bien, de si había alguna forma de que las cosas cambiaran nuevamente a su estado original, donde el cristal era mas grueso y menos frágil, donde prometió protegerlo, aunque el no lo necesitaba, donde Sanzu respiraba de forma lenta y sus corazones latían en sincronía. Pero no podía llegar ahí, no podía retroceder, solo buscar una solución al ahora.
Fueron días horribles, con Sanzu temiendo a dejar la sala de medicina, peleando por más narcóticos para el dolor con enfermeras, peleando por un poco de morfina. Verlo de aquella forma quebraba en pedazos absolutamente todo en él. Y entonces se encontró a si mismo hablando con el Haitani mayor, la estrella del antiguo imperio cimentado en miedo, el príncipe del capitolio, deseado por todo el mundo, pero únicamente siendo propiedad de si mismo y el régimen opresor que derrumbaba a todo aquel que se interpusiera. De todos y de nadie, aun así, allí, parado ayudando al trece con el armamento, cuidando de su linda esposa y preparándose para una guerra, no era exactamente un acto altruista que esperara de aquel chico ruidoso y prepotente, pero era reconfortante hasta cierto punto ver que a pesar de todo no se apagaba nunca.
───Entonces tiene problemas para reconectar con el…
Asintió, tratando de evitar la mirada inquisitiva del hombre, Ran Haitani siempre había sido demasiado serio cuando miraba objetivamente algo, de igual forma lo oyó suspirar, como si se compadeciera de el y su situación. -Lo mismo me sucedía con Kaya, ella estaba conmocionada cuando llego, pero, encontramos la forma de empezar a desmenuzar sus recuerdos, lo que parecía ver y lo que no, su estado mental siempre fue frágil así que lo hacíamos mediante un juego para no abrumarla -el oji-zafiro miro al Haitani mas decididamente, abandonando el temblor de sus labios al escuchar que aún había una pequeña esperanza para ellos dos───. ¿Cómo era el juego?
───Ella me preguntaba si creía que las cosas eran reales o no, real o falso, mientras yo le dijera que alrededor de ella no había tormenta, tomaba más confianza, para avanzar.
Takemichi medito la respuesta, porque realmente no era lo que esperaba. Pero lo agradecía. Asintió, dejándole el pago por el consejo, un silencioso favor que le daba las llaves a algunos documentos para asegurar la seguridad de Haitani y su familia.
El cuarto silencioso a obscuras se extendió hasta el, Sanzu yacía recostado entre sabanas blancas que lo envolvían por completo, apenas era medio día, pero él había decidió no asistir nuevamente al desayuno así que llevaba la bandeja plateada entre manos hasta la cama donde se escondía el cuerpo aun extremadamente delgado. No bajaste así que te traje algo, hicieron tu postre favorito así que guardé mi porción para traerte una extra.
El silencio permaneció de forma persistente, antes de que Takemichi suspirara. ───Debes estar confundido, Ran dijo que quizás te cueste diferenciar entre lo real y lo falso, por eso… por eso me mostro el juego que hacia con Kaya, para que ella pudiera recordar que era real o falso en su vida ───intento acercarse, otra vez sin obtener respuesta, iba a rendirse solo dejando la bandeja sobre uno de los buros, suspirando y llevando sus manos a su regazo y después a la cama para ponerse de pie y limpiar un poco el desastre, no tenían muchas cosas porque habían sido salvados, apenas, después de la destrucción del doce y algunos otros distritos más, por lo que la ropa era toda similar como una calca que te proporcionaban de lo mismo en unos tres cambios de ropa, pero cuando se disponía a ponerse de pie para alejarse nuevamente y darle espacio al recién rescatado ganador, una mano se enrollo anhelante en su muñeca, jalándolo dentro de la protección de frazadas alrededor del cuerpo mas grande, quedando recostado frente a frente del oji-celeste que mantenía la mirada apretada, como si no quisiera verlo, como si pensara que era un producto de su imaginación.
─── ¿Cómo se juega?
───Tu, haces preguntas de lo que crees recordar, y yo te digo si es real o falso.
─── ¿Nosotros comenzamos a salir después del banquete de gira?
─── Real.
─── ¿Íbamos a irnos a vivir juntos?
───Real.
─── ¿Me abandonaste en la arena a propósito?
───Falso.
─── ¿Eres real?
───Lo soy… soy real, abre los ojos y velo por ti mismo.
El peli-rosa a pesar de no querer, comenzó a abrir los ojos lentamente hasta que pudo divisar el reconocible cabello azabache cenizo, tanto como las alas de un cuervo y los zafiros brillantes hipnotizantes que demostraban un cariño que su memoria había intentado remplazar por recuerdos borrosos atroces, recuerdos irreales. Toco el rostro de aquel que tomo como compañero de vida mientras este cerraba sus bonitos ojos recargando su mejilla en la mano ajena. ───Quiero que hables con la doctora Inui, ella puede ayudarte, la cuidadora de Emma es una mujer que lo comprende bien todo. Ella… esta hablando con todos los que se quedaron atrás durante el vasallaje, por favor, se que odias pedir ayuda, pero déjanos sostener tu mano, por una vez.
Pidió, aun con sus parpados cerrados, respirando un poco mas acelerado, como si temiera la respuesta.
Su contestación a la interrogativa, fue un cálido beso que lo tomo por sorpresa, pero rápidamente acepto, manteniendo sus labios unidos a los del chico que amaba, no sin antes verlo ejercer, más desesperación en el gesto de afecto intimo que le recorrió por completo, siendo este un anhelante deseo que había persistido en el desde que se habían separado. ───Lo hare… pero, quédate esta noche conmigo.
───siempre, estaré siempre que lo necesites, no debí soltar tu mano en ese entonces, debí aferrarme fuerte, lo siento.
Otro beso se empalma a sus labios, apretando y mordisqueando, deseando… todo lo que Sanzu es brota de su ser, incrementando el ambiente de hogar que crean solo ellos dos cuando están juntos, ese incesante sentimiento de familiaridad. De ese cariño extrañamente complementario que viaja a través de ellos como si fueran ramas de un mismo árbol o algo parecido. Y entre contemplaciones a obscuras y gestos dulces silenciosos, se quedaron dormidos, uno junto al otro, con tanta paz que casi podían sentir el fogón de la chimenea en la casa de Sanzu en la villa de los ganadores, casi sintiendo la piel de la alfombra contra su espalda desnuda y las cosquillas del cabello rosado en su rostro que lo hacia estornudar de vez en cuando al dormir. ───Te amo…
Un suspiro susurrado de entre dos labios que se pierde en el viento bajo el clima de una noche subterránea en un pequeño espacio que solo comparten ellos dos.
Real…
Sanzu paso prácticamente lo que duraron las preparaciones para la batalla charlando con la madre de los Inui, quien brindaba apoyo moral desde su punto más humano como madre y doctora, ayudando ligeramente junto al pelinegro a recuperar lentamente al Haruchiyo de verdad que no temía a enfrentarse a sus miedos, descartando las memorias incrustadas por medio del juego que llevaban los dos bajo las sábanas donde se escondían como un caparazón de protección hacia la guerra. Una que no tardo en llegar, siendo él y Mitsuya Takashi los diseñadores del traje del nuevo sinsajo, el traje hecho a la medida para Emma llevando el honor de todos los distritos bajo el mando antiguamente de panem a luchar por su liberación del régimen. A Mitsuya casi no le conocía, siendo pocas veces que le vio, el joven más talentoso de su distrito, un manejo impecable en la costura y las telas, por supuesto que Takemichi sabía hacer prendas, pero no tan perfectas como las que resultaban de aquellas manos talentosas, aun así, fue pedido oficial del modista su completa ayuda como compatriota del mismo distrito el confeccionar el traje que llevaría la representante de la revolución.
Todo el mundo bajo tierra fue movilizado. Sanzu también en contra de sus deseos y de la doctora inicio su entrenamiento de nuevo, después de recuperar un poco de masa corporal. Y en menos de lo que esperaba, la guerra estallo en sus rostros, volviéndose a separar con una promesa fuerte, esta vez, de que no volverían a perderse mutuamente. El pelinegro sintiéndose impotente de no poder ir, por sus escasas habilidades con el armamento y su poco conocimiento de supervivencia. Siendo solo espectador desde una pantalla el largo recorrido de aquellos que marchaban sin temor ante la guerra.
Hubo muchas muertes, tantas que el reportaje de las circunstancias parecía otro juego más, con las modificaciones de las trampas en el capitolio que se trataba de ser tomado y la gente alterada moviéndose al frente para cruzar las puertas del edificio presidencial.
El dolor que sintió al ver gente que conocía morir, Haitani Ran, Akane Inui, y aun así, el alivio abrazador que sintió cuando vio a Sanzu atravesar las puertas del hangar de regreso al exterior, el suelo real, el sol, las nubes, el viento. Fue como un golpe de realidad tan inmenso cuando saborearon por primera vez el libre albedrío de una vida sin los grilletes que los ataban a los juegos y las responsabilidades impuestas por el centro de la operación. Que siempre fue el gobierno. Mucho sucedió después, un destierro curioso de Emma Sano lejos de la multitud, una nueva presidenta porque la mujer que regía el trece había tomado su poder en manos como lo hizo alguna vez su predecesor, el castigo para aquellos cómplices y al fin la justicia para las antiguas heridas provocadas en el pasado.
Y la reconstrucción del pequeño mundo volvió a iniciar, con Sanzu, con el hombre que lo había apoyado cuando estaba por derrumbarse y al que ayudo a levantarse otra vez cuando él se destruyo en pedazos, vivían esta vez en un campo soleado, cubierto de los millares de flores silvestres que pintaban el paisaje de azules y morados. El peli-rosa a su lado, quien mantenía su cabello sujeto en una coleta de lado, miro al ángel vibrante de dorado llevar una flor a su cabello antes de sonreír de esa forma en la que solo él sabía hacer.
─── ¿Me amas, real o falso?
La voz varonil y rasposa del oji-azul pronuncio, como viejo recuerdo a lo que los mantuvo cuando se estaban aislando sin querer.
───Real…
Susurro antes de que los finos labios delgados cortaran cualquier otra palabra por decir.
FIN