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Harry salía de casa de su novia Lottie cuando se dio cuenta de que se había dejado el móvil en su habitación. Despidiéndose de la chica con un beso en los labios, pues la joven había quedado con sus amigas para pasar la tarde, deshizo el camino de entrada y volvió a adentrarse en el acogedor hogar.
Ya volviendo del dormitorio de su novia, oyó algo que le llamó la atención. El sonido parecía provenir el cuarto de su cuñado, Louis, pues era el único que se encontraba en la casa en esos momentos, por lo que sigilosamente fue acercándose. Se sorprendió al descubrir que lo que oía eran gemidos y, efectivamente, salían de la habitación del ojiazul.
Tratando de ser lo más silencioso posible se aproximó hasta la puerta correspondiente, sonriendo al verla entreabierta. Empujó con una mano la madera lo más lentamente que pudo, descubriendo lo que ocurría en su interior.
Louis se encontraba sobre manos y rodillas en su cama, dándole la espalda y dejando ver cómo estaba metiéndose un dilatador anal mientras gemía incoherencias. La imagen lo congeló en su sitio en un primer momento, pues no se esperaba para nada encontrarse a su cuñado de esa manera.
Sin embargo, un deseo irrefrenable por el joven lo avasalló segundos más tarde y se encontró a sí mismo aproximándose a pasos lentos hasta la cama. Sonrió al ver que seguía pasando inadvertido por el otro, por lo que se permitió observarle unos minutos mientras se masturbaba con el dildo.
Cuando ya no pudo soportar ni un instante más sin poner sus manos sobre esas redondeadas, voluminosas y suaves nalgas, decidió que ya había contemplado suficiente.
-Qué agradable sorpresa, Louis -ronroneó acariciando una de sus mejillas desnudas y haciéndose con el dildo, retirándolo de su entrada.
-Harry -exclamó asustado el aludido, dando un salto sobre su cama debido a la sorpresa y gimoteando cuando el juguete abandonó su cuerpo- ¿Qué haces?
El rizado no respondió, sino que en su defecto hundió su rostro entre las nalgas del mayor y lamió su ranura en toda su longitud, sacándole un agudo gemido de placer. Repitió el gesto ante lo increíble que había sido ese sonido, queriendo escucharlo incesantemente. Louis se removía contra esa lengua sinuosa en una mezcla de deseo y rechazo, pues no dejaba de ser el novio de su hermana quien estaba comiéndole el culo.
-Harry, detente -le pidió entre jadeos, incapaz de apartarse debido al fuerte agarre que tenía el ojiverde en sus caderas-. No podemos hacer es-… ¡AH! -gritó cuando lo penetró de una sola estocada con el dildo.
-¿Qué decías, Lou? -ronroneó moviendo con mayor intensidad el juguete, adorando el sollozo que escapó de entre los labios del castaño-. Joder, eres tan caliente… muero por follarte.
-Mmm, por favor… -esa súplica no parecía pedir que parara, sino todo lo contrario.
-Mierda, gimes como una puta -gruñó completamente excitado el menor, penetrándole con el dildo con mayor velocidad mientras se desabrochaba rápidamente los pantalones para sacar su dolorosa erección.
-Ah, ah... hazlo ya -lloriqueó empujando con sus caderas hacia él, invitándole a que cumpliera su palabra.
Con un rugido bestial, Harry sacó el dildo de la entrada ajena y se enterró en él de una profunda y dura estocada, sacándole el chillido más agudo que había escuchado jamás. Se quedó quieto durante unos segundos, dándoles la oportunidad de acostumbrarse a la sensación.
No pasó demasiado tiempo hasta que comenzó a moverse, con suavidad al principio pero con una brutalidad después que los volvía locos a ambos. Sus manos se habían aferrado a las caderas ajenas y usaba su agarre para penetrarle con ímpetu, chocando sus pelvis hasta crear una deliciosa melodía que no tardó en inundar la habitación del mayor.
-D-dios, Harry, sí… -jadeaba sin parar el susodicho, dejando su cabeza colgando entre sus hombros mientras disfrutaba a más no poder de la polla ajena-. Tan grande…
-¿Te gusta, verdad? Te encanta como te follo -gruñó entre dientes el menor, taladrándole sin piedad su deliciosa y estrecha entrada.
-Sí, sí, me encanta… ah… -su voz ya de por sí aguda había subido varias octavas y eso estaba haciendo perder la cordura a su cuñado.
-Eso es, gime para mí, pequeña puta -rugió acelerando las embestidas todavía más, notándose demasiado cerca del orgasmo-. Dímelo, Louis, dímelo.
El aludido exclamó su nombre cuando notó el glande martilleando su próstata incesantemente, haciendo que la velocidad incrementara exponencialmente, si eso fuera posible. Una nalgada en su mejilla derecha fue lo que recibió como advertencia para que acatara su pedido, por lo que, sacando fuerzas de donde no sabía que tenía, logró pronunciar:
-Soy tu puta.
Un gruñido reverberó en el pecho del rizado al escucharle tan abatido y sobrepasado por el placer, hundiéndose con mayor frenesí en su interior mientras amasaba la carne de su cintura con deleite. Su estómago comenzó a contraerse, anunciándole la inminencia de su clímax.
-Estoy demasiado cerca, cariño -dijo entre dientes-. Córrete para mí, vamos.
-Un poco más, Hazza, solo un poco más -gimoteó a punto de derramarse-. Dios, eres tan bueno… ¡Me corro, sí! -gritó a los cuatro vientos, derramándose sobre las sábanas de su cama.
-¡Mierda, joder! -el rizado le siguió segundos después, llenándole con su caliente esperma.
Colapsó sobre su espalda, obligándole a Louis a apoyar su pecho en el colchón, quedando así completamente pegados el uno al otro. Las caderas de Harry siguieron embistiendo duramente hasta que soltó la última gota de su esencia, jadeando con fuerza sobre el oído ajeno.
Se quedaron en esa posición durante lo que parecieron horas, simplemente recuperándose del torrente de emociones que habían sentido debido al otro. El menor salió del interior de su cuñado y se dejó caer de lado sobre el colchón, mirando hacia el techo. Louis no perdió el tiempo y se abalanzó sobre él, besándole como si no hubiera un mañana.
Con un ronroneo complacido por el gesto, el de ojos verdes lo alzó por la cintura y lo depositó sobre su propio cuerpo, pegándole por completo a él y siguiéndole el beso. No pasó mucho tiempo antes de que las manos del castaño se adentraran por debajo de su camiseta, acariciándole sus marcadas abdominales y sacándole un suspiro de satisfacción.
Lentamente, fue deshaciéndose de la prenda hasta que pudo observar el torso tatuado y definido del menor. Se separó lo justo para quedar sentado a horcajadas y tener una vista completa y detallada del escultural cuerpo que se exhibía bajo él. Sus dedos reseguían el contorno de cada uno de sus músculos y tatuajes, notando la piel contrayéndose ante el contacto.
Harry se dedicaba a observar al joven que lo miraba embelesado, percatándose del gran atractivo que poseía. Siempre lo había considerado alguien guapo, pero en ese preciso instante era como si estuviera dándose cuenta por primera vez de la magnitud de su belleza. Sin poder contenerse más, tiró de una de sus muñecas hasta recostarlo de nuevo sobre él y entrelazó sus bocas en un apasionado beso.
Sus grandes manos se ubicaron sobre las desnudas nalgas del mayor y las acariciaron y amasaron con deleite, memorizando el tamaño, la textura y la suavidad de su piel. Louis, ante los mimos del más alto, inició con un vaivén suave y sensual, sacándole un gruñido de satisfacción a su amante.
-Esto está mal -dijo el ojiazul tras unos minutos saboreándose, alzándose para retirar el pantalón de Harry y quedar así ambos desnudos.
-¿Por qué se siente tan bien, entonces? -le rebatió el susodicho, moviéndole sobre su incipiente erección.
No le respondió verbalmente, sino sentándose sobre su erecto pene, empelándose en él. El gesto les sacó un gemido a ambos, quienes se observaron con intensidad mientras se acostumbraban a lo bien que se sentían sus cuerpos unidos. La pelvis de Louis inició una danza sobre el regazo ajeno, trazando círculos, figuras en ocho y meciéndose de adelante hacia atrás, todavía sin embestirse propiamente dicho.
-Te mueves tan bien… -ronroneó aferrándose a la carne de sus muslos, adorando la sensualidad y erotismo que desprendía el mayor-. Vamos, no me hagas rogarte…
El ojiazul comprendió a la perfección a lo que se refería y, apoyándose sobre su tonificado pecho para ganar en estabilidad, comenzó a subir y descender en ese caliente pene. Lo hizo de manera lenta, asegurándose de llegar a lo más hondo de su ser y mordiéndose el labio inferior con fuerza para acallar los vergonzosos sonidos que querían escapar de su boca.
-Eso es, eres tan bueno -gruñó al sentir las estrechas paredes abrazando su miembro. Se deleitó con hasta el más mínimo detalle de sus facciones contraídas en una mueca de placer-. Quiero escucharte, Lou, vamos.
El aludido soltó un quejido a modo de protesta cuando las caderas ajenas realizaron un empuje hacia arriba, encontrándose con su próstata de manera ruda. Sin embargo, siguió montándole en silencio, logrando que el ceño de Harry se frunciera en desagrado y le propinara una fuerte nalgada. Sin poder contenerlo, el ojiazul gimió con fuerza ante el gesto, claramente complacido.
-Oh, sí… -murmuró con una sonrisa lasciva al escucharle, y luego le propinó otra nalgada, haciéndole repetir el mismo sonido-. ¿Te gusta duro, verdad?
-Ah, Hazza… -lloriqueó el mayor al sentir lo especialmente brutales que eran los golpes en sus glúteos y las estocadas.
-Vamos, cariño, móntame y gime para mí como la puta que eres -voceó con lujuria.
Esa frase pronunciada con tanto deseo fue lo que necesitó Louis para hacer exactamente lo que le pedía, acelerando la velocidad con la que se penetraba y no reprimiendo ninguno de los sonidos que abandonaban su garganta. Debía admitir que Harry le hablara de esa manera lo encendía a más no poder, y solo quería complacerle en todo lo que le pidiera.
-Tan grande… Oh, Dios, sí… -sollozaba agudamente, inclinándose ligeramente hacia delante para dejar caer sus caderas con fuerza sobre el regazo del otro-. Fóllame, Harry, fóllame.
-Mierda, nene, me vuelves loco -gimió el rizado comenzando a acompañar sus estocadas de manera más rápida y profunda-. Joder, eres tan bueno… mi preciosa putita.
-Sí, sí, toda tuya -respondió entre jadeos, arqueándose ante el inmenso placer que sentía-. Me voy a correr solo con tu polla, cariño.
El mote que usó para llamarle terminó por hacerle perder la cabeza al menor, quien alzando la cabeza hacia él, atrapó su boca con la suya y lo besó ávidamente, como si no hubiera un mañana. Sus manos se instalaron bajo sus nalgas y las mantuvo en el aire para poder taladrarle sin piedad ni impedimento alguno, tragándose los cientos de gemidos y lloriqueos que soltaba el castaño.
-Más rápido, más duro -le pedía contra sus labios-. Estoy tan cerca…
-¿Vas a correrte para mí, Lou? -pidió entre dientes y respirando con pesadez debido al esfuerzo que hacía.
-Sí, sí, no pares, Hazza -suplicó con desesperación, notándose al borde del abismo-. Dios, más, más… ¡Fóllame duro!
-Mierda, putita -rugió presa del placer, avasallando su maltratada entrada y alcanzando su punto sensible en cada estocada-. Vente para mí, amor, vamos.
-Ya casi… ¡AH, JODER! -gritó agudamente cuando explotó sobre los pechos de ambos, manchándoles con su semilla.
-Dios, Lou… -Harry le siguió segundos después, llenándole con su semilla.
El cuerpo del mayor colapsó sobre el torso ajeno, haciendo que las brazos del rizado rodearan su espalda y lo pegaran todavía más a sí mismo. Se quedaron abrazándose hasta que los corazones dejaron de querer salírseles del pecho y sus respiraciones se hubieron normalizado. Sacando con cuidado el pene del menor de su sensible entrada, Louis se inclinó sobre él y entrelazó sus labios en un beso que era una mezcla de dulzura y sensualidad.
El ojiverde los volteó hasta que volvió a estar él encima, descendiendo su boca por su mandíbula hasta su cuello, zona que lamió, succionó y mordió hasta dejar varias marcas rojizas claramente visibles. Al castaño no pareció importarle en ese momento, pues solo podía jadear y suspirar de satisfacción mientras acariciaba los suaves rizos y lo mantenía pegado a su piel.
El sonido de Harry los interrumpió, haciendo que se separaran con una mueca de molestia en sus rostros. Atendió rápidamente a la llamada sin tan siquiera alejarse de Louis, quien se dedicó a pasar sus manos por el escultural torso que tenía delante. Cuando colgó, el rizado bufó con pesar, haciendo un puchero que le sacó una sonrisa al mayor.
-Tengo que irme -se quejó volviendo a acomodarse contra él, en esa ocasión descansando su cabeza en el pecho ajeno-. Mi madre me necesita para arreglar no sé qué.
-Entonces será mejor que no la hagas esperar mucho -respondió con tranquilidad su amante mientras seguía jugueteando con su cabello.
No obstante, ninguno de los dos se movió de esa posición, disfrutando de la compañía ajena unos minutos más. Al final, el ojiverde se levantó y comenzó a vestirse, una mueca frustrada adornando sus marcadas facciones durante todo el tiempo. Louis, por su parte, solo se colocó una bata y bajó a abrirle la puerta, como un buen anfitrión.
En un intento por borrar la molestia de su rostro, las manos del castaño se enredaron en su nuca y lo aproximaron para un beso largo y erótico que los dejó a ambos con ganas de más. Sin poder contenerse, Harry se abalanzó de nuevo sobre él y le devoró la boca con frenesí, apretándolo contra la pared del recibidor y descendiendo sus manos hasta sus nalgas.
-Como sigas besándome así no me marcharé nunca -le advirtió cuando notó su lengua jugueteando con sus morros.
-Entonces no te vayas -respondió el mayor mordisqueando su labio inferior y sacándole un gruñido de pura satisfacción.
-Me vuelves loco, putita -sentenció instantes antes de besarle con fervor a modo de despedida.
El castaño se quedó varios minutos sin moverse del sitio una vez el rizado salió de su casa. Una sonrisa quedó plasmada en su rostro ante lo que había ocurrido, pues jamás se había sentido tan vivo como las horas que pasó con Harry. No obstante, los remordimientos por haberse acostado con el novio de su hermana también estaban presentes, sumiéndolo en un torbellino de emociones que le generó un gran malestar.
Trató de no pensar en ello, pues no sabía hacia dónde iría aquella aventura y la posibilidad de que fuera algo de una sola vez era muy alta. No sabía qué pensaba el rizado de lo que había ocurrido, así que hasta que no lo charlaran, no pensaba comerse la cabeza. Sin embargo, cierto chico de ojos verdes y escultural cuerpo no abandonó su mente.
Había pasado una semana desde que los jóvenes se acostaron y no habían vuelto a hablar desde entonces. O así había sido hasta que una tarde Lottie apareció en casa acompañada de su novio, haciendo que el estómago de su hermano se contrajera al ver lo guapo que estaba.
La pareja se acomodó en la sala, donde se encontraban los señores Tomlinson y comenzaron a charlar animadamente. Louis se excusó alegando que iría a preparar unos tés para poder reponerse de la impresión de haber vuelto a ver al rizado. Respiró varias veces en un intento por calmar su alocado corazón y su desesperado miembro, que había comenzado a endurecerse ante tal semejante Dios griego.
-No sabes lo mucho que me ha costado no abalanzarme sobre ti, cariño -la voz de Harry ronroneándole en el oído mientras sus brazos rodeaban su cuerpo y lo ceñían a él le sobresaltó-. Llevo toda la semana pensando en follarte de nuevo.
Ese comentario alivió al castaño y, dándose la vuelta, estampó sus bocas en un apasionado beso, colgándose de su cuello para profundizar el gesto. El menor gruñó ante la acción del ojiazul y lo estrechó todavía más entre sus brazos, adentrando su lengua en la boca ajena.
El sonido de la tetera interrumpió su intercambio de saliva, haciendo que Louis se alejara a regañadientes y se girara para hacerse cargo del té. Harry, por su parte, no parecía tan dispuesto a renunciar a su proximidad tan pronto, por lo que hundió el rostro en el cuello del mayor y comenzó a succionar y lamer a su antojo.
-No, quieto, no me marques -le pidió el más alto retorciéndose en un intento por separarse.
-Me muero por follarte, Lou -murmuró contra su oído, mordisqueando el lóbulo de su oreja mientras embestía sus nalgas con su creciente erección-. Quiero oírte gemir como una puta por mí de nuevo.
-Hazza… -lloriqueó recargándose contra él y restregándose contra su centro.
-¡Boo, Harry! ¿Necesitáis ayuda con el té? -la voz de Lottie llamándoles desde el salón los alarmó, obligándoles a alejarse.
-Tranquila, lo tenemos controlado -fue el menor el que respondió, sonriendo al ver cómo las mejillas del ojiazul se coloreaban.
Propinándole una nalgada que le sacó un gemido bajo, el más alto le echó una mano a terminar de preparar la bebida y ambos se dirigieron de nuevo hacia el salón. El rizado se sentó junto a su novia y pasó un brazo sobre sus hombros, mientras que el ojiazul se acomodó en uno de los sillones individuales que adornaban la sala, quedándose casi justo enfrente del otro joven.
A decir verdad, ninguno de los dos prestó atención a la conversación que se desarrollaba frente a ellos, pues estaban demasiado ocupados lanzándose miraditas cargadas de significado entre ellos, repasándose de arriba abajo y anhelando estar en otro lugar que les otorgara más privacidad para poder sucumbir a los deseos que los carcomían.
-Si me disculpáis, iré al baño, tengo el estómago algo revuelto -anunció el rizado en un momento dado, alzándose del sofá y encaminándose hacia las escaleras.
Justo antes de cruzar el umbral, se giró hacia Louis y le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. Las manos de este último comenzaron a sudar al entender el mensaje que le quería mandar, y trató de disimular su nerviosismo ante su familia mientras pensaba un maltrecha excusa para desaparecer de ahí también.
-Voy a buscar algo que Zayn me ha pedido -dijo varios minutos después para no levantar sospechas.
Ninguno de los presentes pareció prestarle atención, por lo que rápidamente se encaminó escaleras arriba, luchando contra sus pies para no trastabillar en mitad de los escalones. Harry le estaba esperando en la puerta de baño, sonriendo al verle aparecer. Tiró de una de sus muñecas hasta adentrarse los dos en la pequeña estancia y luego cerró la puerta con seguro.
Una vez obtuvieron la intimidad que quería, no dudó ni dos segundos en besarle apasionadamente, estampando al mayor contra la pared y apretando su cintura con deleite. El más bajo le correspondió al gesto con la misma intensidad, arqueándose hacia él para incrementar el contacto entre sus cuerpos.
-No puedo esperar más para follarte -ronroneó el más joven contra sus labios, restregándose para hacerle notar el bulto que se escondía tras sus pantalones-. Pero ahora es demasiado arriesgado, así que… de rodillas, cariño -ordenó mientras daba un paso atrás, dándole el espacio que necesitaba para acatar su pedido.
Louis dejó escapar un jadeo ante lo que se aproximaba y fue acuclillándose de manera lenta y sin apartar su azulada mirada de la verdosa, quien lo observaba fijamente sin perderse uno solo de sus movimientos.
Las manos temblorosas por el nerviosismo del más mayor encontraron el botón de los vaqueros ajenos y se deshizo de ellos a un ritmo tortuosamente lento. Harry ya respiraba pesadamente al estar tan excitado, y eso que todavía no había tocado siquiera su erección. El castaño la masajeó con sutileza por encima de la tela antes de retirarla despacio, dejándolo tan solo en ropa interior.
Un gruñido de impaciencia se escuchó por el cuarto, pero ignorándole se dedicó a adorar el miembro que se mantenía prisionero bajo el bóxer, resiguiendo el contorno con sus dedos y dejando delicados besos en lo que se veía era su punta.
-Vamos, pequeña puta, sé que te mueres por tragarte mi polla, no me hagas pedírtelo de nuevo -la dominancia, masculinidad y poderío que desprendía su voz ronca solo hizo que Louis gimoteara con anhelo y se deshiciera de la ropa que estorbaba.
Su lengua salió al encuentro del goteante glande y lo lamió como si de un gatito se tratara, incidiendo solamente en la ranura y sin estimular el falo entero. Harry tuvo que morderse el labio inferior con fuerza cuando rodeó el prepucio con sus labios y succionó con algo más de fuerza.
Los dedos del más alto se enredaron en la cabellera castaña y lo empujaron hacia su propia entrepierna, pidiéndole de manera silenciosa que se tragara todo su pene. No obstante, el ojiazul parecía dispuesto a torturarle durante un rato más, por lo que se alejó y volvió a sacar su lengua, clavando sus orbes azules en aquellos verdes que lo tenían embelesado. Lamió toda la longitud como si esta fuera un helado, manteniendo su vista clavada en la mueca contraída del menor y dibujando una sonrisa lasciva que lo enloqueció.
-Joder, eres realmente una putita, ¿verdad? -gruñó entre dientes, adorando la imagen que se presentaba ante sus ojos.
La sonrisa se ensanchó y, ahora ya sí, se adentró la mitad de la erección de Harry en la boca, adorando el gemido que escapó de entre los labios rellenos. Ahuecó sus mejillas y succionó con fuerza, queriendo oír más de ese sonido. Ambas manos del más alto se ubicaron en su cabeza y lo empujaron contra sí mismo, obligándole a tragarse casi toda su masculinidad.
-Oh, Dios, eres mejor de lo que imaginaba, cariño -murmuró descendiendo de nuevo su vista hacia él-. Mírate, tan precioso con mi polla en tu boca.
El mayor gimió haciendo vibrar sus cuerdas vocales y estimulando el glande ajeno, provocando un rugido que reverberó por toda la estancia. Volvió a ahuecas sus mejillas y comenzó con un movimiento oscilante con su boca, yendo de arriba abajo por todo el miembro.
-Sí, sí, mierda, justo así -alabó Harry acompañando la oscilación con sus manos-. Joder, quiero follarte la boca, Lou.
El aludido se alejó y esperó a que hiciera precisamente eso, anhelando poder complacerle en todo lo que le pidiera. Lloriqueó cuando las estocadas del más alto se convirtieron en unas rudas y profundas, golpeando el fondo de su garganta en cada ocasión. Un ronquido constante resonaba en el pecho del ojiverde, quien estaba como hipnotizado por la vista de su erección desapareciendo una y otra vez entre los labios ajenos.
-Esto es lo que querías, ¿verdad? Que te follara la boca como a una puta barata -el gimoteo de Louis le confirmó sus sospechas-. Te encanta que te trate así, ¿hum?
El ritmo de sus caderas se aceleró al ver esos orbes celestes cristalizados debido a las lágrimas que sus penetraciones le ocasionaban. Las pequeñas manos del castaño se aferraban a los muslos de Harry en un intento por no caer hacia atrás debido a la brutalidad de los embistes.
-Mierda, estoy muy cerca, cariño -el corazón del mayor latía desbocado cada vez que le llamaba así-. ¿Quieres que me corra en tu boca, pequeña puta?
La contestación vino en forma de succión que hizo que por poco se abandonara al placer. Con un rugido digno de un animal en celo, empujó su pelvis hasta lo más profundo de su ser, echando la cabeza hacia atrás y cerrando sus ojos, incapaz de poder reprimirse ni un segundo más.
-Joder, Louis, me corro… -anunció instantes antes de derramarse sobre su lengua.
A su gruñido lo acompañó un gemido agudo por parte del mayor, quien se tragó gustoso toda su esencia. Cuando Harry cesó las penetraciones, se encargó de lamer y succionar hasta dejarlo completamente impoluto, sacándole hasta la última gota.
-Ven aquí, ven aquí -le urgió el rizado, alzándolo por las muñecas y atrayéndolo hacia su rostro.
Una vez lo tuvo de pie, lo besó apasionadamente, degustando el sabor de su propia corrida en sus labios y enloqueciéndolo ante la mezcla. Sus manos se aferraron a las nalgas ajenas y las masajeó y amasó a su antojo, anhelando poder enterrarse en ellas de nuevo. El deseo era tal, que estuvo a punto de hacerlo allí mismo, pero afortunadamente la razón se impuso a su lujuria y supo que eso levantaría sospechas al estar tardando tanto.
Sin embargo, eso no le impidió descender una mano hasta la abultada entrepierna del castaño y comenzar a masturbarla con velocidad sobre la tela. Louis gimió contra la boca ajena ante el inesperado y completamente placentero toque, aferrándose a sus brazos con desesperación.
-Córrete para mí, cariño -ronroneó sin apartarse ni un milímetro-. Vamos, Lou, quiero oírte.
De manera casi vergonzosa, el aludido no tardó más de un minuto en obedecerle, acallando un grito agudo en sus labios y arqueándose hacia él. Sus párpados se cerraron sin poder evitarlo ante la increíble sensación que lo inundaba, nublándole los sentidos.
-Esta noche no atranques la puerta -y sin darle tiempo a procesar lo que ocurría, besó cortamente su frente y desapareció del baño, dejándole con la respiración todavía acelerada debido al reciente orgasmo.
Esperó unos prudentes cinco minutos a volver a bajar, dándose ese tiempo para recuperarse y tratar de disimular el estado de agitación en el que se encontraba. Creyendo que había hecho un buen trabajo regresó junto a su familia, aunque el comentario que hizo su madre lo incomodó de sobremanera.
-¿Qué te ha pasado, Boo? Tienes los ojos rojos y los labios hinchados -todos los presentes se centraron en su persona, aunque él solo tenía ojos para cierto rizado que trataba de ocultar su sonrisa pícara.
-El polvo del desván. Ya sabes lo mal que me sienta -se excusó rápidamente y tratando de ignorar la mueca burlona de Harry.
-Ah, está bien -la mujer pareció creerse su relato y prosiguió con la charla que mantenían antes de su llegada.
En todo el tiempo restante, el azul y el verde no dejaron de entremezclarse, observándose como si solo estuvieran ellos dos en el mundo. Lottie invitó a su novio a pasar la noche y este aceptó sin dudarlo, viendo la oportunidad perfecta para pasar más tiempo con su cuñado.
Louis se acostó en su cama después de haberse asegurado de que la puerta de su habitación estuviera bien cerrada y comenzó a pensar en todo lo que ocurría. Su mente no tardó en desviarse de su reflexión original, haciéndole recordar lo bien que se había sentido las veces que se había enrollado con el rizado.
Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se percató de la manija de la puerta moviéndose cuando alguien trató de abrir la puerta. Tampoco se dio cuenta de que su ventana estaba abriéndose lentamente unos minutos después hasta que esta no soltó un chirrido que lo sobresaltó.
-¿No te había dicho que no cerraras la puerta, Lou? -la voz de Harry se hizo presente en la estancia, sacándole de la cama de un salto.
-¿Qué haces aquí, Hazza? -preguntó avanzando hasta él y rodeando su cuello con sus brazos instantes antes de besarle sensualmente.
-Te echaba de menos -respondió simplemente mientras los tumbaba a ambos sobre el colchón.
-Me vas a dejar seco, cariño -ronroneó comenzando a acariciar su espalda por debajo de su camiseta.
-¿Quién ha dicho nada de sexo? Quiero dormir contigo.
Las palabras del rizado quedaron flotando en el ambiente mientras el más bajo asimilaba lo que aquello implicaba. Su corazón comenzó a latir frenéticamente y besó sus labios con algo más de dulzura, derritiéndose bajo su cuerpo.
-Me parece un buen plan -aceptó al fin al separarse para recuperar el aliento-. Pero no pretenderás pasar la noche aquí y que no haya nada de acción, ¿verdad? -añadió descendiendo una de sus manos hasta su entrepierna y amasándola provocativamente.
-Eres insaciable, pequeña puta -gruñó con fiereza y comenzó a molerse contra él.
-Creí que eso era lo que más te gustaba de mí, cariño -contestó con una sonrisa socarrona, deshaciéndose rápidamente de su camiseta de pijama.
-Me encanta -aseguró comenzando a desnudarle a él también.
En un abrir y cerrar de ojos ambos se encontraban como Dios los trajo al mundo, retorciéndose y acariciándose como si jamás hubieran estado juntos. Sus manos se encargaron de memorizar el cuerpo ajeno, estudiando cada curvatura, textura y detalle. Sus labios no dejaron de entrelazarse incesantemente, no teniendo suficiente del sabor del otro.
Sin saber decir exactamente cuánto tiempo pasó, la boca del rizado fue descendiendo lentamente por el pecho de su amante, adorando los gemiditos y suspiros agudos que dejaba escapar debido a sus caricias. Se entretuvo jugueteando con sus pezones rosados y duros, adorando la manera en la que se retorcía bajo él y cómo se aferraba a sus cabellos con desesperación.
El agarre en sus rizos se apretó cuando alineó su rostro con la erección del ojiazul, quien esperaba por él. Anhelando poder degustarla, sacó su lengua y la lamió desde la base hasta la punta, muchas veces. Louis era un lío de sollozos, quejidos lastimeros y jadeos. Su espalda estaba arqueada a más no poder y sus ojos no se despegaban de la erótica imagen de Harry lamiendo su pene.
-Vamos, hazlo de una vez -urgió en un agudo gemido, mirándole con la súplica inundando sus orbes celestes.
-Vas a correrte en mi boca, ¿de acuerdo, putita? -ordenó con la voz ronca instantes antes de engullirse el miembro ajeno.
El menor le estuvo chupando, lamiendo y succionando con frenesí durante lo que parecieron horas, deteniéndose al notarle a punto de derramarse y retrasándole hasta en tres ocasiones diferentes el orgasmo. Se estaba divirtiendo demasiado al ver cómo Louis maldecía, le insultaba y se retorcía con frustración ante su tortuoso juego, aunque la mirada lujuriosa que le dedicaba le aseguraba que también lo estaba disfrutando.
-Mierda, Harry, no me hagas esto -suplicó con la voz ahogada cuando le negó la liberación una cuarta vez.
-Me encanta verte tan destrozado, cariño -admitió con una sonrisa que hizo que resaltaran sus hoyuelos-. Aguanta un poco más, precioso, voy a prepararte -le pidió sin usar ese tono tan autoritario, aunque no daba opción a réplica.
Descendió su boca hasta el fruncido agujero y lo lamió hasta humedecerlo, adentrando segundos después la punta de su lengua para comenzar a dilatarle. Louis tuvo que morderse el antebrazo para acallar los agudos gemidos que nacían desde lo más profundo de su pecho.
-Sabes tan bien, Lou -gruñó presa del placer el ojiverde, mordisqueando suavemente la piel alrededor de la entrada y lamiendo como si no hubiera un mañana.
-Hazza, fóllame -imploró alzando la cabeza y conectando sus orbes cristalizados.
-Tan desesperado, pequeña puta -rugió con deleite-. Te he dicho que primero te correrás en mi boca.
Y sin añadir nada más, adentró dos de sus dedos en su estrecha entrada y volvió a engullirse su dolorosa erección, sacándole un sonoro jadeo que resonó por su habitación. Una pequeña parte de su mente agradeció el hecho de que la puerta estuviera cerrada para amortiguar el sonido, pero la otra mayor parte le daba exactamente igual que alguien pudiera escucharlos. Solo podía centrarse en el joven bajo su cuerpo y en hacerle gritar de placer hasta que se quedara sin voz.
-Ah-ah… Hazza… voy a correrme -gimió entrecortadamente el castaño, sobrepasado por las sensaciones que le producían los dedos y boca del rizado en su cuerpo-. Ni se te ocurra alejarte de nuevo -amenazó empujando la cabeza del más alto contra su entrepierna.
El aludido rio roncamente, vibrando sobre el eje ajeno y mandándole una oleada de placer que lo lanzó a un potente orgasmo. Arqueándose en una posición que parecía dolorosa, Louis gimió todo lo que expulsó, llenado la garganta de Harry con su esperma y apretando sus dedos con sus paredes.
-Delicioso, cariño, absolutamente delicioso -ronroneó lamiéndose sus propios labios para no dejar escapar ni una sola gota de su esencia-. ¿Estás preparado para mi polla, putita?
-Sí, sí -asintió el mayor con anhelo, necesitando volver a sentir el enorme trozo de carne abriéndose paso en su interior.
-Me vuelves loco, Lou -rugió abalanzándose sobre él y besándole con avidez, colocándose a la vez sobre su cuerpo para empuñar su dolorosa y olvidada erección y guiarla hacia su destino.
Sin dejar de saborear sus labios, le penetró de manera constante, lenta y dura, destruyendo a su paso la resistencia que ofrecían sus paredes. El castaño no dejó de gemir bajo su boca ni un solo segundo, aferrándose a sus hombros para impedirle que se alejara.
-Eres enorme, Dios -boqueó cuando le permitió tomarse un respiro, cerrando sus ojos con fuerza y arqueándose ante la gloriosa sensación de su entrada tan llena.
-Tu culo está hecho para que lo folle -murmuró completamente complacido.
Pasó sus brazos por detrás de sus hombros, abrazándole y pegándole por completo a su propio cuerpo, y, volviendo a devorar su boca con fervor, comenzó con las estocadas profundas y duras. No iba deprisa, no quería que fuera rápido, quería durar el mayor tiempo posible. Las manos del mayor se aferraban con ansias en la espalda baja del ojiverde, casi como si quisiera fundirse en un solo ser.
Al estar completamente tumbado sobre él, las estocadas no podían adoptar un ritmo veloz, pero sí eran realmente profundas e intensas. La cama chirriaba debido a los brutales empujes de Harry, aunque afortunadamente no se oía el sonido del cabecero chocar contra la pared.
-Ah… sí, sí, más… -gemía como loco Louis, nublado por completo por lo que el novio de su hermana le hacía experimentar.
-No puedo tener suficiente de ti, Lou -ronroneó en su oído, mordisqueando y succionando por completo su cuello, hombros y pecho.
-¿Te gusta marcarme, eh? -preguntó con picardía entre jadeos, notando como un elevado número de manchas rojizas adornaban su piel.
-Quiero que todo el mundo sepa que eres mío, cariño -el aliento le hizo cosquillas, pero sus palabras revolotearon su estómago-. Dilo, quiero escucharte.
Sus caderas embistieron con mayor ímpetu, casi como si quisiera partirlo en dos, haciendo que sus orgasmos se acercaran demasiado peligrosamente. Louis se arqueó hacia atrás y gimió largamente, enloqueciendo a su amante y logrando que lo poseyera más fuerte todavía.
-Dilo, nene -repitió sintiéndose a punto de explotar.
-Soy tuyo -susurró, y ambos se abandonaron al placer.
Estuvieron temblando uno contra el otro durante lo que parecieron horas, derramándose sobre el cuerpo ajeno y colapsando en la cama al finalizar. Saliendo de su interior, Harry se acomodó junto a él y lo envolvió en un protector y cálido abrazo, sucumbiendo juntos ante un reparador sueño.
Durante los siguientes dos meses todo siguió exactamente igual. Cada vez que el rizado iba a visitar a Lottie, encontraba un momento para disfrutar del cuerpo de Louis. No había ninguna relación más allá de la meramente placentera, pues no hablaban absolutamente nada si no estaban juntos.
Esa peculiar interacción le hizo plantearse muchas cosas al castaño, sobre todo cuando se dio cuenta de que la relación entre su hermana y el ojiverde no parecía ir nada bien. Intentó sonsacarles información a los dos, pero ninguno pareció estar dispuesto a darle demasiadas explicaciones.
Estaba hecho un lío. Por una parte se sentía culpable ante la posibilidad de estar entrometiéndose en la relación, pero por otra parte creía que no había nada entre Harry y él. Además, lo bien que se sentía cuando lo tenía en su cama, follándole sin piedad hacía que los remordimientos se esfumaran.
No obstante, todo cambió una tarde, cuando el rizado llegó a su casa y, sin tan siquiera echarle un vistazo en su dirección, se dirigió a la habitación de Lottie. Creyendo que la pareja iba a disfrutar de su intimidad, Louis se encerró en su habitación y se colocó los auriculares para amortiguar el sonido.
Se sorprendió al ver al joven aparecer en su puerta más de una hora más tarde y, decidido a reclamarle que se dignara a aparecer después de haberse acostado con su hermana, se levantó de la cama y lo encaró. Pero la expresión del muchacho lo detuvo a varios pasos de distancia y frunció el ceño con preocupación.
-¿Qué ocurre? -preguntó entrelazando sus manos y tirando de él para que terminara de adentrarse en el dormitorio.
-Lottie me ha dejado.
Shock. No se esperaba para nada algo así. La culpa comenzó a reconcomerle al instante, sintiéndose el responsable de su ruptura. Quizás había estado pasando demasiado tiempo con Harry, quizás lo había acaparado hasta tal punto de hacer que el joven dejara de prestarle atención a su hermana.
-Dice que ya no siente lo mismo por mí y que no tiene sentido seguir con lo nuestro -no parecía realmente afectado por los recientes acontecimientos, pero no podía asegurarlo con absoluta certeza.
-Lo siento mucho, Hazza -pronunció con algo de confusión, no sabiendo qué decir en una situación como aquella.
-En realidad me ha quitado un peso de encima -comentó esbozando una ligera sonrisa-. Sentía nuestra relación como una obligación y cada vez me costaba más mantener el tipo.
Alivio, eso era lo que había en la mirada verdosa. Entonces el ojiazul comprendió lo que había ido a hacer el chico. Harry estaba allí para despedirse de él, pues ya no tenía motivos para regresar a su casa.
-Supongo que esto se acaba aquí -murmuró señalándoles con un dedo e intentando no sonar afligido.
-¿Acabar? -la confusión se adueñó de las facciones del menor, claramente no se esperaba que la conversación diera ese giro brusco-. Esto empieza aquí, cariño -corrigió, enmarcando su rostro entre sus manos y dejando un suave beso sobre sus labios-. Al fin podremos estar juntos.
Los ojos del más bajo se abrieron con sorpresa, incapaz de creer lo que estaba oyendo. Esas palabras eran las últimas que se hubiera imaginado escuchar por parte de su amante, había pensado cualquier cosa menos eso.
-Creía que lo nuestro era solo sexo -admitió incapaz de seguir observando esos intensos orbes verdes.
-¿Bromeas? -inquirió alzándolo por la cintura y sentándolo en su regazo a horcajadas-. Eres mío, Lou.
El aludido tardó un par de segundos en comprender lo que aquello implicaba y, rodeando su cuello con sus brazos, juntó sus bocas en un apasionado beso, sellando así su amor.
FIN