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Donde el cielo y el mar se unen

Chapter 2: Primer capítulo

Notes:

Aquí con un nuevo capítulo.
OK, en mi mente tengo muy claro lo que quiero que pase con este fanfic.
Primero que nada tengo que decir que planeo intercalar los capítulos de la trama principal del fanfic, que es lo que sucede en 1962 en Dallas, con capítulos sobre la niñez de este par, que nos darán un vistazo de cómo fue cambiando su relación con el pasar de los años y como eso los convirtió en lo que son ahora.
Segundo, quizás en este capítulo Diego sea muy Occ, pero créanme que eso no durará mucho, es por el bien de la trama.
Y tercero: Espero que lo disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

A los 10 años

 

 

Siempre le sorprende lo descuidados y poco sigilosos que son número uno y tres, cuando se "escabullen" a cualquier rincón de la mansión para tontear entre ellos, lejos del ojo vigilante de papá y las miradas indiscretas del resto de la familia.

Pero le sorprende aún más el que crean que son capaces de pasar exitosamente  desapercibidos. ¡Por dios!, todos los niños tienen un par de ojos muy funcionales y entrenados; capaces de captar hasta el más mínimo movimiento a su alrededor y en el caso de los adultos, pues bueno, son eso: Adultos; ellos siempre saben todo lo que hacen y lo que no. Y en el caso de Reginald, el tiene la sospecha que es capaz incluso de saber las cosas que pasan por sus cabezas.

Así que los dos son muy ingenuos al pensar que las sonrisas "secretas" que comparten  durante las comidas o las escapadas a la habitación del otro, no eran obvias; eso o los toman a todos por unos idiotas ciegos. Aunque el personalmente cree que ellos son los idiotas, con todo ese baile de cortejo tonto, que llevan un tiempo haciendo.

—Es doloroso el solo verlos—,dijo, desde el marco de la puerta (¿Cómo no se les ocurrió cerrar la puerta?), donde lleva tiempo recargado, esperando ser notado por los tórtolos que ríen por lo bajo y se susurran tonterías cerca del oído. Sonríe cuando ve a ambos saltar y soltar grititos asustados.

—¡Número dos!—, su hermano grito molesto y con la cara y orejas rojas; al tiempo que se pone frete a numero tres y cubre con su cuerpo, el más menudo de su hermana. No puede evitar poner los ojos en blanco ante ese gesto caballeroso e innecesario. En serio, ¿Que espera cubrir?, no es como si los dos estuvieran haciendo algo indecente. El puede apostar que ni siquiera han llegado a los besos.

—Nos estabas espiando—, señala acusadoramente la niña. Asoma su cabeza rizada desde el costado del rubio, y le da un ceño fruncido.

—N-no, que as-asco—, finge que un estremecimiento sacude su cuerpo y remata con un sonido de arqueada.

—¿Entonces por qué estás aquí?—, número uno exige saber con un movimiento de ceja y alza ligeramente la barbilla. Eso hubiera sido más impresionante si el niño no estuviera rojo como una remolacha.

—Tarea, ¿R-recu?...¿R-recuardas?—, Numero dos, alza el cuaderno y libros que llevaba consigo para enfatizar su punto.

—Oh—, lo ve aclararse la garganta— Claro, por supuesto—, se vuelve a numero tres que no deja de mirarlo con reproche y molestia.—Lo siento, tengo que irme—, su voz es extrañamente grave y el frunce el ceño al escucharla.

—Si, yo también—, por fin esos ojos café, dejan de perforarle el cuerpo y se centran en número uno — Debo ir a perseguir a numero cuatro si es que quiero entregar algo sin retraso por una vez—, la ve acariciar los brazos de su hermano, para luego irse, no sin llamarlo entrometido, cuando paso a su lado junto a la puerta.

—¿Fingiste la voz?—, pregunta número dos con burla, cuando están los dos solos. Su hermano vuelve a recuperar el color rojo brillante que se ha comenzado a atenuar y eso lo hace reír.

—¿De que hablas?—, número uno le pregunta con falsa indiferencia.

—¡Oh, por dios!. Tu r-realmente finges la voz con ella—.

—Pero que cosas dices número dos—.

—Lo siento, tengo que ir-irme—, el más bajo lo imita con la voz más gruesa que puede hacer, aunque el estúpido tartamudeo lo arruina al final. —V-vaya for-forma de encantar hermano—.

—Yo no finjo nada—, gruñe molesto, aunque la punta de su pie, formando líneas invisibles en el suelo, indican que realmente está avergonzado.

—No, cla-claro que no—, el sarcasmo gotea de esa misma imitación grabe.

—Cállate—,exige el mas alto, aunque es menos apenado y un poco más molesto.

—C-cállate—,se ve arremedando sin dejar la burla sobre el tono.

—Hablo en serio—, El rubio frunce el ceño y da un paso al frente, como una advertencia, la cual el ignora.

—Ha-hablo en ser-rio—.

—Número dos—.

—Número dos—.

—Si, muy gracioso, pero por lo menos yo no tartamudeo—, dice como una ocurrencia tardía. Y ese comentario borra de inmediato su propia sonrisa burlona. Un nudo pesado se forma en su estómago y ahora es él, el que siente el rostro caliente. Mitad por vergüenza y mitad por rabia.

—Vete a la m-mierda—, escupe molesto. Da media vuelta y camina con pesados pasos por el pasillo. Deja atrás a su hermano, e ignora las disculpas apresuradas del otro cuando se da cuenta de su error, pero número dos no escucha, no cuando lo único que piensa es en que eso es un golpe bajo y  en ¿Como se atreve?.

Y lo peor es que Número uno lo sabe.

Sabe cuanto odia tener tantas cosas que decir y aun mas ganas de decirlas y que al final ni una frase limpia salga de sus labios. Joder, el lo había visto a arañarse el cuello, hasta dejar la piel roja y ardiendo, por buscar sacar las palabras de su garganta.

—Nadie te esta correteando—, le había dicho con esa voz suave que solo guardaba para esos momentos, cuando solo eran ellos dos. Esa voz dulce y cariñosa que ni siquiera número tres había escuchado durante sus momentos robados con numero uno —Tómalo con calma—, sus manos pálidas, de dedos largos y huesudos tomarían las suyas morenas y se entrelazarian con sus dedos encallesidos y llenos de pequeños cortes y cicatrices —¿Que es lo que te dice mamá? Visualiza la palabra en tu mente. ¿Ya la visualizaste?.Bien, entonces inténtalo de nuevo—.

Y ahora esta aqui, señalando algo que sabe que le duele.

Claro, el empezó con la burla y todo eso, pero era solo una broma de algo tonto que hace su hermano, no sobre algo que en realidad lo molesta y lástima.

Puede ser que el haya empujado un poco el límite de su hermano, pero ¿Cuando no lo hace?.

De haber sabido que el diría algo sobre su tartamudeo, el habría dicho algo sobre todas esas escapadas de su hermano a la cocina, de cómo lo encontraba atiborrandose de comida o peor aún, de cómo lo encontraba en el baño más cercano a la cocina, votando en el escusado todo lo que había ingerido, junto con sus sentimientos de culpa.

Pero ni siquiera pensó en dar donde le dolía,  por que el no estába preparado para que ese golpe cayera.

No pasa mucho tiempo, para que su hermano lo alcance en uno de los pasillos del piso superior. Puede sentir como el rubio le esta dando esos ojos de cachorrito pateado que siempre pone en momentos donde sabe que se equivocó, cuando no entiende algo o cuando algo le ha afectado.

Pero fuera de esos ojos azules que le miran con arrepentimiento, no le dice nada y solo lo sigue en silencio, hasta que llegan a su habitación.

Se supone que siempre hacen su tarea en el cuarto de numero uno, ya que según este tenía el escritorio más grande y era mas cómodo estudiar; pero en este momento no tolerará estar en el territorio de su hermano.

No cuando esta tan molesto y muy en el fondo decepcionado y avergonzado consigo mismo y con su número uno.

—Un líder siempre cuida y procura a su equipo—, es lo que siempre dice el rubio.

—Vaya broma—,piensa el.

No invita al otro a pasar a su habitación ni a tomar asiento. Solo deja sus libros por un lado, mientras abre su cuaderno y retoma la escritura en donde se quedaron la ultima vez. Ve de reojo como su hermano se sienta con incomodidad en la silla frente a él y toma uno de los libros de los cuales se están apoyando para su investigación.

Así pasa al rededor de una hora. Con el joven más alto siendo todo nervios y torpeza, fingiendo leer el libro donde tiene la nariz metida y con el moreno fingiendo no reconocer la presencia del otro, mientras escribe, borra y vuelve a reescribir el mismo párrafo.

El niño rubio suelta un suspiro al final y baja su libro, para poner toda su atención en el más pequeño —A veces—, el numero uno dice y aunque obtiene un gruñido bajo de su hermano el continúa— A veces las personas dicen cosas tontas cuando están enojadas—, el continúa bufando por lo bajo, demostrando su molestia. Molestia por las palabras tan polares de su hermano que un momento son crueles y luego tiernas. Molestia por como esta hablando ahora, con una seguridad que solo el número uno puede tener; tan limpiamente, sin tropezar como el lo hace. Molestia por como le habla cómo si fuera muchos mas sabio que el y le estuviera dando un conocimiento arcano. Molestia por que a pesar de todo, el lo quiere escuchar. El quiere que le mime y le acicale el orgullo y el corazón heridos — Y eso no significa que las crean o sean ciertas—.

—C-co-cosas tontas—, el tarareo sin apartar la vista de la libreta. Su lápiz ha ya no escribe palabras y en su lugar se encontra dibujando garabatos.—T-tu siempre dices cosas tontas, s-supon-supongo entonces que siempre estas enojado—, una pizca de orgullo calienta su pecho, cuando no tropieza tanto con las palabras.

—Hermano por favor, estoy tratando de disculparme aquí—, dice con esa voz dulce como la miel que usa para engatusarlo; esa voz suave y tersa que le acaricia los oídos y que siempre le débilita las rodillas.

—¿Lo dices en s-serio?—, dice con la cabeza aun inclinada, mirandolo por fin atraves de sus espesas pestañas.

—Por supuesto—, la seguridad en que esas palabras son soltadas y la mano que se estira para tomar la suya, obligandolo a dejar de escribir lo convencen. Aunque también podrían ser las muchas veces que Número uno junto con Número seis se desvelaban escuchándolo leer un libro en voz alta sin juzgar cuando se equivocaba y solo estando presentes en un apoyo mudo; lo que lo termino de convencer.

Así que el se rinde y deja ir todo el enojo, junto con el lápiz que cae sobre el escritorio con un pequeño sonido y entrelaza sus dedos con los de su hermano una vez más en ese ritual tan íntimo y tan suyo. Por un momento piensa en como jamás dejará ir esa mano cálida y huesuda.

En fin, el lo perdona tan fácilmente, aunque eso no lo toma con la guardia baja; el nunca ha sido capaz de mantenerse enojado con el rubio por mucho tiempo. Después de todo el es su número uno y su propio corazón siempre a sido débil para el.

Notes:

Espero lo disfrutarán y si es así espero me lo hagan saber atraves de su apoyo con kudos y sus comentarios. Tengan una linda noche.

Notes:

Después de años sin escribir nada, creo que no salió tan mal. Siéntanse libres de dejar un kudo, o comentarios, o criticas, o ¡Por que no todo a la vez?. En fin, espero lo disfrutaran. Tengan un lindo día y espero nos veamos pronto.