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Sam conduce el auto rentado por la carretera, de alguna manera, Castiel le informó que Dean estaba perdido desde la última vez que había hablado con él, haciendo que se preocupe demasiado por su hermano, pues pese a estar peleados por el pequeño no tan pequeño problema de Dean con la bebida en los últimos meses, se preocupaba por él, Dios, temía no volver a saber de él nunca más. Había sido idea de Dean alejarse, pero ahora ya no está tan seguro de por qué había parecido buena idea al principio, por eso conduce tan rápido como la carretera se lo permite, mientras la dirección de la última vez en donde estuvo el ojiverde se repite en su cabeza.
Llega en la tarde, todavía tiene algo de tiempo para hacer preguntas y es una suerte que creía perdida, que la ciudad donde el mismo estaba siguiendo la pista de un caso que resultó no ser un caso, fue un viaje de 5 horas, pero está bien con eso. Se detiene en el primer motel que encuentra en el camino, aparca y mira alrededor sin ver el Impala que estaba buscando, suspira, se pasa una mano por el pelo y luego, tras una pequeña meditación para relajarse, sale para sacar su maleta con sus pocas pertenencias, luego va y pide una habitación.
Pregunta por su hermano, haciendo mayor alusión al auto, porque uno como ese no puede pasar desapercibido, el hombre dice que no lo recuerda y se frustra un poco más, pero no lo toma como algo demasiado malo, trata de ser tan optimista como puede luego de que Castiel le dijera que lleva poco más de dos semanas sin saber de él.
Deja sus cosas en la habitación, solo saca una credencial falsa del FBI, se asegura de llevar suficientes balas, un cuchillo de plata y que su arma esté en condiciones de uso, antes de volver a salir y hacer un recorrido. Llega al centro de la ciudad y su investigación va bien, resulta que hablar primero con las damas bonitas fue una buena opción incluso si siente algo extraño en su pecho que trata de ignorar a toda costa, porque no hay tiempo para pensar en su enamoramiento que pensó solo duraría su adolescencia, pero nunca lo ha abandonado realmente.
Además, ir directamente a la estación de policía, incluso si le daría una mejor información al respecto, no es algo que realmente haya considerado, no quiere atención innecesaria.
La mujer, que ahora nota ser del “tipo” de Dean, comenta que el oficial del FBI llegó para ayudar con la desaparición de unas jóvenes adolescentes y que no supo más de él, una semana después de su llegada, solo sabe que las cosas mejoraron. Sam le agradece con una tensa sonrisa, entre aliviado y preocupado, porque Dean resolvió el caso si es que no hubo mas desapariciones, solo que no sabe donde esta.
La noche finalmente cae, no tiene hambre, pero sabe que ha postergado esto alrededor de dos días y su estomago le grita que ingiera algo antes de comenzar a comerse a si mismo, así que lo hace, detiene el auto en una cafetería, pide algo ligero para que no le haga daño y hace un par de preguntas más, solo para escuchar lo que ya sabía.
Se sienta a comer en silencio, la puerta se abre pero no le presta atención, dos chicas se sientan detrás de él, pero está perdido en sus pensamientos, que giran en una espiral de preocupación alrededor de Dean y lo malo que había sido por no insistir más en que deberían quedarse juntos, no importa que su hermano fuera tan terco y lo hiciera de todos modos.
Luego se desvían un poco, pensando en lo peor y en como no pudo decirle nada sobre lo que sentía, aunque no habría tenido ningún sentido y probablemente habría hecho las cosas peores entre los dos, pero ¿cómo explicar que lo de Ruby y la sangre de demonio (que Dean todavía le echaba en cara) fue en realidad para intentar olvidar su amor y deseo enfermizo por él? La sangre también funcionaba como una droga, lo mareaba y lo hacía olvidar antes de que la realidad lo golpeara de nuevo.
Soltó un suspiro, apenas terminando su comida, buscó su billetera, listo para dejar dinero y seguir con su búsqueda cuando escuchó a las dos mujeres detrás de él. Hablaban sobre un tipo que parecía demasiado familiar para no ser Dean.
—Ese tipo es caliente ¿verdad? Tiene unos ojos verdes tan bonitos y esos labios… Lástima que esté tan jodido…
—Lo sé, lo llevé a la cama, pero no pudo levantar a su amigo—dijo una de las voces con desdén
—No sé que esperabas teniendo en cuenta que se bebió toda la licorería—se rió la voz burlona—normalmente no se tiene la presión necesaria para que la sangre bombee hasta ese lugar y…
—Dios, cállate, Maxine, no me interesa saber como el alcohol afecta el apetito sexual o lo que sea, yo quería follar.
Se desconecta de la conversación de nuevo, deja algunos billetes y sala para conducir al bar más cercano, no sabe si eso ocurrió ahora (que no cree, es muy poco tiempo, quizá es una anécdota pasada), pero no pierde nada con intentarlo. Sabía que Dean tenía una “cosa” con la bebida, ciertamente nunca lo pensó como una adicción, pero Dean ha estado bebiendo desde que tenía como quince años, incluso menos si tratara de recordar, tal vez lo era de alguna manera y sin Sam ahí para decirle que se detenga o al menos, verlo y retroceder por su cuenta, podría estar en eso.
No ve el Impala cuando aparca, pero aún así baja a revisar, quizá haya caminado o algo, aunque rara vez sale sin su auto, mucho menos estando solo, por lo que mira dentro por unos cuantos minutos y luego va al siguiente, y al siguiente, y al siguiente, y Dean no está por ningún lado.
Le causa frustración, golpea el volante y respira profundo varias veces para calmar su enojo.
Escucha un ruido, el sonido de forcejeos y luego un hombre sale disparado de la puerta delantera, alguien debió lanzarlo o eso cree Sam, iba a ignorarlo cuando se bajó del auto, pero algo en su quejido se le hizo familiar, por lo que se acercó con cautela, la ropa estaba desaliñada al igual que el corto cabello que conocía, así que se agachó.
— ¿Dean? —dijo inseguro y esperanzado a la vez
—Déjame en paz—balbucea, buscando ponerse de pie sin mucho éxito
—Dean, soy yo…—pero no parece que le esté escuchando mientras pelea con el suelo que, aparentemente, se mueve—Soy Sam.
Y eso hace que el hombre, que ahora está más que seguro es su hermano, se detiene y se desploma, Sam lo ayuda a ponerse de pie, pero aun quiere alejarse cuando lo sostiene, pero se mantiene firme y pronto, se encuentra con el rostro molesto de su hermano, mejillas rojas y apestando a alcohol, como si se hubiera bañado con él o algo.
—Vete Sam, déjame solo—gruñe con enfado
—Quiero ayudarte, Dean, Dios, me tenías preocupado, no respondías mis llamadas y luego Castiel me dijo que no sabía de ti—explica aliviado, ayudándolo a caminar a su auto
—Tal vez no quería que nadie me encontrara—escupe con desdén
—Te llevaré al motel ¿dónde está el Impala? —decide ignorar sus palabras aunque duelen
—Vete a la mierda, no quiero nada de ti—se suelta de su agarre y casi se cae
—Demonios Dean ¿por qué? —su ceño se frunce y estaba a punto de seguir reprochando más cuando lo nota
Dean se lleva una mano al rostro y frota, Sam lo rodea y detiene esa mano, los hombros ajenos tiemblan un poco, no le hace sentir mejor cuando la mirada verde y acuosa se posa sobre él, el poste de luz los alumbra lo suficiente como para notarlo, incluso si no quiso creer en el sonido que se ahoga en la garganta de su hermano.
—Lo arruino todo, siempre—empieza Dean, y parece que nada podrá detener lo que quiere decir a continuación—y es una mierda, no te quería aquí, odio que te preocupes por mi, porque no lo merezco. No merezco tu preocupación, que siquiera me mires porque soy una mierda.
Sam escucha el desprecio en su voz y le duele que Dean piense eso, pero no puede decir nada más, porque agrega.
— ¿Sabes por qué lo soy? Porque te amo, te amo tanto que me duele no poder tenerte, entonces me ahogo en alcohol, pero tampoco ayuda—se ríe sin humor, un sonido húmedo que hace a Sam sentirse mal—porque igual estás ahí, siempre en mi mente, todo el maldito tiempo, y pienso y pienso en escenarios que no puedo tener, porque eres mi hermano.
La palabra quema, porque ese es el único impedimento que los separa a ambos de cruzar una línea que Sam siempre ha querido cruzar, incluso si va en contra de todo lo “correcto” que alguna vez conoció.
—Tantas veces has estado el borde de morir, otras veces más has muerto, y yo también, pero nunca puedo decirlo porque no quiero que me odies después por sentir lo que siento, así que aquí estoy, sinceramente no me he mantenido sobrio desde que me fui, ni siquiera se si eres real, quizá eres algún tipo aleatorio que me encontró y creyó que necesitaba ayuda—se encoge de hombros y trata de caminar quien sabe a donde
Sam lo detiene.
—Dean… no podría odiarte—su mano sostiene la muñeca ajena, pero el mencionado no lo mira, así que aprieta un poco y se acerca—jamás te odiaría, eres todo mi mundo, idiota—quiere reírse, pero solo puede sollozar, así es como obtiene la atención que necesita
—Realmente eres tú—dice, en tono cansado, una leve sonrisa—claro que serías tú… quiero dejar esto
El castaño alto no sabe muy bien a qué se refiere, podría ser la cacería, podría ser su adicción, tal vez ambas.
Atrae al mayor a un abrazo y le promete que todo estará bien, y jura por dios, que hará todo lo posible para que sea real.