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Ya eran horas altas de la madrugada, todos estaban dormidos porque las labores que tenían pendientes ya estaban terminadas, todos dormidos exceptuando a Ciel quién no podía conciliar el sueño para nada por la simple razón de que su habitación, su entorno, incluso él mismo se sentía todo tan caliente, más de lo normal. Estaba entrando en esa etapa, ¿no?
Estaba oculto bajo la manta con el rostro sonrojado, su boca semi-abierta el cual soltaba pequeños suspiros, y sus ojitos se mantenían cerrados tratando de disfrutar la sensación que se estaba provocando a él mismo, pero aun así sentía que no era suficiente. Era nuevo en eso así que sus movimientos eran torpes y dudosos, además todavía estaba avergonzado consigo mismo de tocarse directamente, así que solo lo hacía por encima de la tela acariciando esa zona que estaba palpitando por más y más atención.
Ciel no era tonto, sabía perfectamente lo que estaba pasando con su cuerpo, aprendió sobre eso en una de sus clases pero sólo que nunca pensó que se sentiría así, es decir: Tan desesperado, tan necesitado de sentir mas. No esperaba dejarse llevar porque al principio pensaba que podría controlarlo, pero ahora lamentablemente podría hacer cualquier cosa, menos controlarlo. La única forma era tocándose o con un simple baño en agua fría, ¡Pero vamos! No iba a levantarse para tomar un baño simplemente por eso, lo iba a solucionar tocándose hasta cansarse y quedar dormido.
Aunque al final, eso tampoco estaba funcionando. Como anteriormente estaba pensando, no era suficiente. ¿A que hora saldría ese liquido blanco para por fin terminar con esta tortura? ¿Qué tan mal lo estaba haciendo?
Y para variar, habia algo que en esta situación era mucho mas molesta de lo que ya es; cuando se tocaba en su mente venía la imagen de su tonto demonio mayordomo. Definitivamente esto no podría ser peor.
¡Se supone que debía pensar en Lizzy, su prometida! No en ese demonio, todo estaba mal, muy mal pero no podía detenerse, en sus pensamientos solo se cruzaban las imágenes de aquél hombre de cabellos oscuros y ojos escarlata, su corazón se acelera con solo imaginar a Sebastian encima de él tocando esa zona, tocando todo su cuerpo.
¿No se supone que debería sentir asco? ¿Miedo? Pero era todo lo contrario, aunque sea doloroso admitirlo para sí mismo deseaba sentir a su mayordomo más que a nadie. Realmente lo deseaba y no había nada que pudiera hacer contra eso.
Bueno, quizás si Ciel se lo ordenara... Sebastian no tendría más remedio que hacerlo, ¿no? Solo que Ciel era demasiado orgulloso y ni loco pediría eso, nunca, jamás en la vida se rebajaría tanto para llegar incluso a ese punto, sobre todo porque era bastante vergonzoso. Aunque sea agobiante por el momento prefería hacerlo él mismo aún si no llega a lograr el punto final.
Los suaves suspiros seguían escapando de sus labios, tocar directamente sería la mejor opción pero...
Pero...
¡A la mierda!
Se bajó el pantalón rápidamente, es demasiado vergonzoso pero la única persona que estaba en la habitación era él solo, no había nadie más, entonces no tenía razón para avergonzarse ya que nunca nadie sabría lo que estaba haciendo esa noche. Suspiró y comenzó a frotar esa pequeña erección otra vez, ahora sí debería funcionar para llegar hasta el final.
Nuevamente sus ojos se cerraron, ahora se sentía extrañamente mejor, y si que se sentía mucho mejor en especial imaginando a ese hombre acariciando sus piernas, su cintura mientras lo besaba. Dejándose llevar, en lo más profundo de su ser deseaba que eso fuera real.
Tan bien, se sentía tan bien que no podía creerlo. ¿Por qué no lo había hecho antes?
Tenía una extraña necesidad de tocar otra parte de su cuerpo así que con su mano izquierda lentamente se dirigió a uno de sus pezones dejando a la otra a cargo de su pequeño miembro, apenas quitó los botones de su camisa para dar pase libre a tocarse allí. Estaban tan rosados y erectos, que... ¡Por Dios! Todo su cuerpo estaba muy sensible.
—Seb-... ¡Ah!— Mierda. Se detuvo rápidamente, no podía decir ese nombre. No, justo ahora no.
Pero estaba tan perdido que sus gemidos cada vez eran más fuertes, conscientemente o inconscientemente lo estaba llamando. Aceleró los movimientos de su mano sintiendo un cosquilleo en la parte inferior de su estómago, oh... Esa es la sensación final, ¿no?
Eso era... Eso era... —¡Sebastian...!— y lo llamó sin querer, justo cuando el líquido saltó a manchar parte de sus sábanas. Y en cuanto se dió cuenta rápidamente tapó sus labios.
—¿Pasa algo, Joven amo?
Ciel se quedó sin aliento, estaba sin palabras especialmente cuando sus miradas se cruzaron y se encontró con una mirada de rojo intenso posándose sobre su cuerpo añadiendo una sonrisa que le hacía temblar.
Mientras que Sebastian...
Mierda, la vista con la que se había topado era tan jodidamente buena.
Las partes íntimas de Ciel estaban totalmente descubiertas, mojadas y llenas de su propio semen, el rostro del chico cubierto de sudor donde dominaba el intenso color rojo a causa de la vergüenza, sus pezones todavía siguen totalmente rosados y erectos, también se podía escuchar claramente su respiración agitada.
Para Sebastian, simplemente estaba en el mismísimo paraíso.
Ciel seguía en un estado de shock, no podía articular ninguna palabra y mucho menos cuando tenía al maldito demonio devorando su cuerpo con la mirada.
—Veo que se ha estado divirtiendo—comentó con una sonrisa burlesca.
—C-cállate—dijo apenas audible.
—¿Necesita ayuda, joven amo?
El pequeño no respondió, ¡por supuesto que la necesitaba! Pero en ese momento, en esa situación no podía pedirlo. No podía pero quería.
Sebastian estaba aguantando todas las ganas que tenía de saltar sobre su amo para follarlo toda la noche. Su miembro estaba apretando en sus pantalones por culpa de esa maldita y exquisita imagen que tenía delante suyo.
—No la necesito—respondió Ciel mientras se tapaba con las sábanas.
Que molesto.
Sabía perfectamente que lo necesitaba pero era el niño mas orgulloso que había conocido, hacer que acceda sería un poquito difícil pero no imposible.
—¿Está seguro?—Sebastián se acercó lentamente a la cama, quedando cara a cara con Ciel.
Con ambas manos sostuvo el rostro del conde acariciando sus mejillas de forma suave, ante tal acción Ciel sintió una electricidad por todo su cuerpo.
No tenía más remedio que mirar el apuesto rostro que poseía Sebastian, esa mirada que lo estaba volviendo loco y esos labios que se veían tan apetitosos. Ciel estaba apunto de caer en la tentación.
—Y-yo...—se quedó callado sin tener idea de que decir, ¿qué era lo que Sebastian había preguntado? Estaba tan distraído perdiéndose en la belleza del demonio. Tan malditamente perdido que por accidente dijo lo que pensaba. —Hazlo Sebastian.
El demonio debía admitir que esa respuesta lo sorprendió, no esperaba que el pequeño aceptase tan rápido ¿O quizás ni siquiera estaba en sus cinco sentidos? Podría ser lo más probable, Ciel ni en un millón de años aceptaría tal cosa... ¿O tal vez? No, no podía ser.
—Como usted diga.
Ciel al darse cuenta de lo que había dicho abrió los ojos desesperado. —¡No! ¡Espe...! — Antes de que siquiera pudiera terminar, ya tenía los labios de Sebastián sobre los suyos.
Devorando sin ningún tipo de compasión esa pequeña boca que se movía de forma inexperta.
—¡Mghm!—soltaba en medio del beso cuando empezó a sentir la húmeda y caliente lengua de Sebastián adentrarse en su boca, Ciel no podía respirar ni pensar con claridad, todo lo que pasaba por su mente era en como su mayordomo lo estaba volviendo loco con un simple beso.
Sobre todo cuando esas grandes manos acariciaron la delgada cintura del niño, sin duda era un cuerpo bastante pequeño. Pobrecillo, quizás no soporte lo suficiente por esa noche.
Para sujetarse Ciel se sostuvo agarrándole por los hombros a Sebastián buscando desesperadamente safar del beso que lo estaba dejando sin aire alguno. El demonio ya sabía lo que su amo necesitaba pero para joderlo un poco más, continuó jugando dentro de su boca.
Eso ya era demasiado para Ciel.
Finalmente el demonio se separó del muchacho quien finalmente podía tomar algo de aire soltando muchos jadeos de paso. Eso fue casi más de lo que podía soportar pero sabía que eso no le importaba a Sebastian. El chico intentó recuperar su respiración normal pero era difícil por los problemas que tenía debido a su enfermedad.
—¿¡Qué crees que acabas de hacer!? —Y cuando finalmente la recuperó, se dedicó a regañarlo. —¡Yo nunca...!
—Pero si usted dijo que lo hiciera...
—¡...! Ugh —tenía razón pero el chico en ese momento no estaba consciente de lo que estaba diciendo o eso quería creer.
Aunque lo intentara sabía perfectamente que ya no había nada que pudiera hacer, estaba cayendo poco a poco en la tentación y en las garras del demonio, ¿Y como no? Si al momento en que sus labios fueron devorados por Sebastián sintió como si tuviera un viaje en el mismísimo cielo, irónicamente.
Quería sentirlo de nuevo, sentir como su mayordomo marcaba territorio en esa zona roja y suave, quería volver a sentirlo en sus labios.
Realmente lo deseaba, estaba perdido.
Porque también anhelaba que todo su cuerpo quede marcado por la huellas de Sebastián, entregarse completamente a él pero su maldito orgullo se lo impedía.
Escuchar la arrogante risa de Sebastián burlarse de él le hacía hervir la sangre, y al mismo tiempo su deseo de ser marcado cada vez era más fuerte, más intenso. Los sentimientos que tenía por su mayordomo estaban demasiado mezclados.
Y como si leyera su mente, Sebastián sin decir nada se acercó al cuello de Ciel para besarlo con suavidad y regalarle algún que otro chupetón por su cuerpo para dejar marcas.
Mierda, definitivamente estaba cayendo en las manos del demonio pero no podía evitarlo, cada toque se sentía tan magníficamente cálido, cada roce lo estremecía. Cerró sus ojos sin poder evitarlo, sin darse cuenta poco a poco se estaba dejando llevar por los toques de Sebastian, quien se deshizo de la camisa que estorbaba mientras proporcionaba besos en el cuello del niño.
Ciel tenía a su corazón latiendo con mucha fuerza, a sus sentidos en un completo desorden.
Ya no había forma de negarse, ni de detenerlo, ya no había ningún tipo de excusa y sólo por hoy…
Únicamente por hoy decidió dejar de lado su orgullo para que Sebastián pueda follarlo toda la noche.
Ahora soltaba gemidos más audibles que para el demonio era una hermosa melodía la cual deseaba que nunca acabase, los gemidos de su pequeño amo eran la gloria y sólo para escucharlo más comenzó a tocar directamente sus pezones que ya estaban bastante rojos y erectos, acercó su boca a uno de ellos para lamerlos, mordisquear como si se tratara de un caramelo de fresa.
—¡Mghm, p-por favor! —el menor ya no sabía qué hacer, simplemente sentía de nuevo el cosquilleo en su miembro.
Otra vez se estaba sintiendo excitado todo por culpa de Sebastian, siempre que se sentía así su mente solo podía pensar en ese estúpido mayordomo y ahora no era para nada producto de su imaginación, él de verdad estaba ahí tocando su cuerpo y haciéndolo gemir.
—Joven amo, no sabía que le gustaba este tipo de cosas—decía acercándose a los labios del chico para molestarlo.
—C-cállate y haz lo que tengas que hacer. —respondió tratando de sonar con frialdad pero sólo consiguió que el demonio pensara en lo tierno que era con esa cara llena de vergüenza.
—¿Ahora ya no se niega? ¿Entonces lo estoy haciendo sentir bien?
Ciel sentía que iba a explotar con cada cosa que su mayordomo preguntaba, ¡Claramente se estaba sintiendo bien! Pero decirlo sería completamente vergonzoso.
—A veces eres tan... ¡Mm!— no lo dejó terminar de hablar porque nuevamente posó sus labios sobre los de Ciel, pero esta vez era uno suave y corto.
—Está bien, no tiene qué responder. Sólo dediquese a disfrutar. —murmuró con una extraña suavidad que hizo derretir a Ciel.
No tenía ni idea de que decir ante eso pero agradece haberlo escuchado decir esas palabras, solo quería disfrutar y aunque odie admitirlo, el único que podría hacerlo es Sebastian, nadie más que Sebastian.
Por algo, toda su confianza estaba depositada en él.
Las manos de Sebastian se dirigieron a la ropa interior del muchacho quien se sentía nervioso sin saber lo que haría ni que se vendría. Lentamente se deshizo de la prenda dejando ya a Ciel completamente desnudo, totalmente vulnerable en esos momentos. Los dedos del demonio se dirigían lentamente al pequeño miembro inmaduro del menor.
Era un niño con mucho futuro por delante y este tipo de cosas lascivas debía hacerlas siendo un adulto, pero en ese punto ningún tipo de moral le interesaba a ninguno de los dos.
Ciel quiere ser follado sin piedad, Sebastian quiere follarlo sin piedad. En ese momento eran el uno para el otro.
El mayordomo comenzó a frotar de manera lenta el pequeño miembro de su amo quien se retorcía debajo suyo intentando callar sus propios gemidos, la mano de Sebastián se movía tan bien estimulando su zona baja, no tenía idea que era mucho mejor cuando otra persona se encargaba de tocar, sobre todo si esa persona era alguien que deseas bastante.
—No tiene que callar sus gemidos, a esta hora nadie puede oírlo—intentó alentarlo para escuchar su voz.
—P-pero...—no podía articular muchas palabras de forma seguida, solo se limitaba a tapar su boca con ambas manos al sentir cómo Sebastian seguía tocando de forma desvergonzada su parte íntima.
—Déjeme escuchar su voz otra vez, le aseguro que se sentirá mejor cuando lo haga.
Seguía insistiendo queriendo convencer a Ciel de hacerlo y al parecer lo logró porque el niño comenzaba a quitar su mano de sus labios con total vergüenza, la idea de soltar todos esos gemidos extraños delante del hombre que hacía su mundo un caos lo avergonzaba a más no poder.
Sebastian al ver cómo los labios de su amo quedaban libres le regaló una sonrisa de aprobación y comenzó a frotar con más intensidad el pequeño pene de Ciel, quien sin poderlo ocultar más comenzó a soltar sonidos hermosos que volvían loco y sediento de más placer a su mayordomo demonio. Sin duda era la mejor melodía de todas, ya lo había comprobado hace unos minutos pero ahora lo confirmaba totalmente.
Estaba totalmente cegado, las ganas de devorar ese pequeño cuerpo y profanarlo a todo su gusto eran demasiado grandes.
—¡Mmgh! Se siente raro, ugh creo qué...
Ciel cerró sus ojos, ya sabía de qué trataba haberlo hecho anteriormente
—Aguante joven, todavía no es momento de que lo haga—dijo el demonio rápidamente.
Estaba bastante decidido en hacer que este momento dure mucho tiempo, aún no llegaba la mejor parte para el pequeño. Además que en esos momentos ya debería ser el turno del mayordomo en disfrutar un poco del placer regalado por parte de Ciel, pero sabía que su amo se negaría totalmente en hacerlo y eso hacía de que no pueda soportar más ni un segundo tener su miembro creciendo dentro de su pantalón, solo deseaba ver al niño tocarlo, en su imaginación sabía perfectamente que esa vista sería su perdición y ya no podría detenerse.
—Sebastian, es mi turno—escuchó decir al chico, sus ojos se abrieron de la sorpresa —Tengo que hacer algo por ti, ¿No? —dijo Ciel avergonzado.
No se lo esperaba pero definitivamente amaba como ese pequeño enano lograba sorprenderlo.
—Disculpe, ¿Pero realmente quiere hacerlo? — nunca está mal asegurarse completamente.
—¡P-por supuesto!
Entonces Sebastian no dudó un segundo más y abrió la cremallera de su pantalón dejando ver un poco de su ropa interior la cual solo duró unos segundos a la vista porque rápidamente se deshizo de ella. Ciel comenzó a ponerse nervioso tragando saliva al ver cómo el miembro de Sebastián salía lentamente, su corazón comenzó a latir tan fuerte, todo su cuerpo se estremeció y sus labios comenzaban a temblar, nunca en su corta vida había visto uno tan grande.
Sentía como se hacía agua en su boca, deseaba más que nunca probarlo acercándose lentamente hasta donde se encontraba, lo tenía delante de sus ojos los cuales brillaban al verlo. Sebastian estaba orgulloso de lo que estaba logrando provocar en su joven amo.
—¿Le gusta jóven amo? —preguntó de forma burlona al ver la reacción del chico.
—Me gusta—respondió con total sinceridad. No le servía de nada negarse en esos momentos.
El mayordomo acaricio su cabeza sintiendo el suave cabello azul entre sus dedos, lentamente acercó más el rostro del niño a su miembro.
—Puede tocarlo—le susurró lo suficientemente audible y nuevamente el chico tragó saliva.
Una de sus pequeñas manos comenzó a tocarlo y su mente quedó totalmente en blanco, no tenía ni idea de cómo hacerlo para que Sebastián se sienta bien, el mayordomo lo hizo sentirse bien hace tan solo unos minutos, pero Ciel no podría lograr hacer lo mismo porque no sabía cómo tocar, se sentía avergonzado por ello pero para su suerte eso más que molestar al demonio, lo divertía mucho más porqué amaba profanar cada vez más a ese niño.
—Puede meterlo en su boca si gusta—le dijo nuevamente acariciando su cabello, el niño asintió avergonzado.
Abrió su boca mientras admiraba lo imponente que se veía de cerca, eso ni de broma podría meterlo entero pero no perdía nada con intentarlo. Acercó sus labios a la punta mientras sacaba su lengua para la acción, comenzó lamiendo lentamente el glande moviéndose en forma circular y luego lentamente lo metía más en su boca acelerando más los movimientos de su lengua.
—Lo está haciendo muy bien, joven —le decía con una sonrisa maliciosa. —Recuerde no usar los dientes—habló al notar como de apoco iba metiendo más parte de su miembro en la boca.
—Mmgh—fue lo que respondió aún siguiendo concentrado en su labor de lamer y chupar.
Estaba totalmente encantado de pasar su lengua por el enorme pene de su mayordomo, solo podía pensar en lo grande y duro que era hasta incluso le llegó un escalofrío por todo el cuerpo al preguntarse cómo se sentiría eso dentro suyo.
Estaba ansioso por lo que podría pasar.
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Habían pasado unos largos minutos y finalmente ambos estaban completamente desnudos, Ciel se encontraba debajo recostado en la cama, mientras que Sebastián estaba arriba follandolo con los dedos y teniendo mucho cuidado en no lastimar al pequeño, para que esa noche solo pudiera sentir placer. El chico abrazaba una almohada con todas sus fuerzas sintiendo como unos dedos intrusos se movían dentro de su culo, soltando gemidos completamente excitado, sin poder creer lo bien que se sentía ser follado de esa manera, estaba completamente agradecido de tener a Sebastian con tales habilidades en la cama.
—¿Se siente bien?— preguntó al escucharlo tan ruidoso.
La voz del chico gimiendo se escuchaba tan adorable y suave, amaba la forma en que su amo se había vuelto tan pequeño y vulnerable a la hora del sexo.
—¡T-tú qué crees! Ngh~
Ciel se negaba a contestar eso porque Sebastian sabía perfectamente que se sentía extremadamente bien, él sabía dónde tocar y dónde estaba el punto débil del chico, solo quería hacerlo decir cosas vergonzosas pero no lo haría ni muerto, aún tenía algo de cordura y no se dejaría llevar tan fácilmente solo porque estaba siendo tocado de manera deliciosa. El demonio a causa de eso aceleró más sus movimientos con los dos dedos que tenía dentro de Ciel, causando que suelte un grito de placer al sentirlo más fuerte dentro de él, ¿Por qué se sentía tan bien en esa zona? No lo entendía pero no quería que nunca acabase, el sexo realmente era una de las mejores cosas que había probado y eso que ni siquiera llegaba a la parte clave.
—¡Ah! ¡Espera! Ugh — no podía seguir soportándolo porque por tercera vez en la noche tenía unas intensas ganas de venirse, pero Sebastian no lo dejaría hasta el final.
Sacó sus dedos pensando que ahora sí ya era momento para lo que ambos estaban esperando con muchas ansias, dentro del chico ya se sentía perfectamente lubricado y suave. Ciel al ya no tener nada dentro se sentía completamente vacío, necesitaba sentir algo que lo llene y ya no unos simples dedos más bien algo más grande y oscuro, quería sentirlo todo dentro de su interior, si unos dedos casi lo hacían tocar el cielo no se imaginaba como podía ser tener el pene de su mayordomo dentro suyo. Ya lo quería tanto, que echó una miradita curiosa al miembro de su demonio el cual seguía erecto completamente, palpitando en busca de un agujero que llenar y entonces por inercia Ciel abrió más sus piernas dejando a la vista sus partes íntimas, Sebastian al ver tal acción se relamio sus labios ansioso por probar al chiquillo.
Ciel lo miraba expectante con sus ojos oscurecidos por la lujuria, esperando de forma impaciente y soltando jadeos con sus mejillas rosadas, se escuchó la risa de Sebastian, el demonio pensaba que su chico se veía adorable con esa mirada llena de deseo en sus ojitos. ¿Un niño de trece años podía hacer esa mirada tan lasciva? Sentía a su pene crecer más de sólo pensarlo, viendo cómo con esos ojos le pedían que lo llenara ya mismo.
Sebastián se acercó a Ciel, sería difícil hacerlo de frente pero con tal de ver sus reacciones eróticas no le importaba pasar por eso, aún así haría a ese niño tocar el cielo del placer. Agarró su miembro acercándose a la entrada del chico que tenía un leve tono rosa y estaba completamente húmedo, tocando exactamente allí comenzó a frotarlo en el culo de Ciel sin meterlo solo para torturarlo un poquito más, de los labios del chico comenzaron a escapar gemidos pero luego trató de ocultarlo.
—¡D-deja de perder el tiempo!—chilló mirando con molestia y vergüenza a Sebastian.
No quería pedirlo, no quería decirlo porque eso significaba que había perdido ante Sebastian, bueno desde el principio ya había perdido pero aún así primero muerto antes que rogarle, aunque quisiera ser follado por Sebastian en ese mismo instante no rogaría, no lo haría.
Nunca lo haría.
—¿Quiere que lo meta ya? —preguntó haciéndose el confundido.
Eso irritaba más al chico, sabía que solo lo hacía para molestarlo por eso se negaba a decir esas sucias palabras que Sebastian quería oír.
—Cállate y haz lo que tengas que hacer—trataba de ordenar pero no se escuchaba tan convincente.
—Solo di lo que quiere que haga, joven amo.
—¡Ni loco! No voy a decir nada, sólo haz tu trabajo y déjame en paz.
—Si usted no lo especifica, entonces no podré hacerlo—dijo en un tono triste que se escuchaba más que nada sarcástico.
Ciel estaba ardiendo, quizás por la ira o quizás por la vergüenza, tal vez por ambos y sobre todo porque sentía la punta recorriendo de forma circular en su entrada, sabía que lo hacía para provocarlo más, para tentarlo al deseo y lo estaba logrando completamente. Quería tenerlo dentro suyo, esa era la única verdad, ambos sabían perfectamente lo que querían, ambos estaban perfectamente conscientes de que el otro sabía. Ciel suspiró, si lo deseaba completamente y sí, había caído en cuenta de que quería a Sebastian más que a nadie.
—Sebastian...—murmuró mientras cerraba lentamente los ojos. —F-follame por favor.
El demonio al escucharlo decir esas palabras claves sonrió con malicia y sus ojos rojos estaban más brillantes que nunca, ahora sí le entregaría todo a ese niño.
Sin decir nada, absolutamente nada comenzó a meter un poco de su miembro dentro del chico y Ciel al sentirlo comenzó a gemir, quizás con algo de dolor pero no le importaba solo quería que siga entrando y de apoco lo hacía, era demasiado grande así que si entraba de forma brusca probablemente dolería bastante, un cuerpo tan pequeño no podía soportar demasiado.
Sebastian apenas había metido un poco más de la mitad, siguió empujando de manera lenta evitando lastimar al chico, soltando un gruñido al sentir cómo las paredes de esa entrada apretaban bastante, era demasiado estrecho y pequeño, sería un reto meterlo entero pero no era imposible.
—Ah~, duele—gimió con un poco de dolor pero de igual manera no pedía que se detenga.
—Pronto pasará, solo espere un poco más y va a acostumbrarse—dijo para calmarlo metiendo completamente los últimos centímetros que podían entrar.
Se quedó así dentro por unos segundos y acercó sus rostro al de su amo que estaba temblando a causa de tener un pene tan grande dentro suyo, Ciel lo miró e iba a decir algo pero fue interrumpido por los labios de Sebastián, que intentaban ayudarlo a superar un poco el dolor pero quizás sea difícil porque pequeñas lágrimas salían de sus ojos. De igual manera correspondió el beso de Sebastián completamente gustoso, se sentía agradable besarlo, era cálido probar sus labios y tal vez sí lo hicieron olvidar un poco el ardor que estaba sintiendo dentro suyo, siguieron explorando los labios del otro hasta que finalmente se separaron y chocaron sus frentes.
—¿Ya se siente mejor? —preguntó Sebastian para asegurarse que estaba bien.
Ciel simplemente asintió y nuevamente para sostenerse posó sus manos en los hombros de su mayordomo quien le mostró una sonrisa para comenzar a moverse con lentitud, lo hacía despacio, suave para que no doliera tanto, era algo desesperante pero tenía que soportar las ganas de ser duro con él, lo mejor era hacerlo lento al principio y si las cosas se daban bien podría comenzar a ser brusco más tarde. Sus movimientos seguían lentos escuchando los gemidos de Ciel y sus pequeños sus suspiros “Ah~ ah~”, también de vez en cuando soltaba jadeos al sentir cómo dentro suyo algo entraba y salía, era un sentimiento tan extraño ser completamente llenado, sentía un dolor pero dentro de ese dolor había otra cosa, algo que le hacía desear que eso no terminase nunca, ¿Ese era el placer? Tenía que serlo.
—S-sebastian~, esto es extraño.
—¿Pero lo disfrutas?
—¡Ngh, sí! —De a poco sentía querer más, querer más rápido. —P-por favor...
—Por favor, ¿Qué?
—¡Dame más! Un poco más fuerte...
Era tan alentador escuchar como su amo dejaba de lado el orgullo y comenzaba a pedir por más, eso solo lo hacía tener más ganas de volverlo suyo y obviamente, él cumpliría cualquier orden que le diera ese mocoso, sin duda lo cumpliría y completamente gustoso aceleró sus movimientos penetrando más fuerte el culo de Ciel el cual dejó escapar un pequeño grito al sentir cómo las embestidas eran más fuertes.
—Es muy apretado dentro suyo, joven.
—¡Sebastian! Ahh~ eres muy bueno... ¡mmgh!
—Haah, jovén amo, usted es realmente exquisito—gimió el demonio viendo la expresión de Ciel, era la más lasciva y hermosa que había visto nunca—dígame, ¿está disfrutando de mi pene?
Ante esa pregunta tan vergonzosa Ciel responde; —Si, ¡lo amo! Quédate dentro de mí por siempre, aah~
Sebastian se rió ante esa respuesta de su amo, era increíble cómo en tan solo unos minutos se había convertido en un niño travieso, sucio y pervertido. Sin duda estaba fascinado con ese lado del pequeño Ciel.
—¿Te escuchas? Acabo de convertirte en una verdadera puta.
El niño escuchó esas palabras y sintió su corazón retorcer hablando con la poca dignidad que le quedaba. —N-no mmgh.... no soy u-una aah~ p-puta.
—¿Ah no? Escucha como gritas.
De repente las embestidas de Sebastian fueron más duras y profundas, Ciel gritó tan fuerte y sentía que iba a enloquecer al sentir su pene justo en un punto en que ya no podia soportar más, necesitaba aire, un respiro, todo ese placer estaba acabando con su cordura.
—¡Aaah~! S-sebashthian aasshhh~ tan b-b-bueno... ¡No puedo m-mash! —ya ni siquiera podía pronunciar de forma correcta las palabras.
—¿Vas a correrte, pequeño?
Ciel asintió cuando un cosquilleo en su abdomen se hizo notar, puso los ojos en blanco mordiéndose el labio mientras un poco de saliva se escapaba de su boca.
—S-si, ¡me vengo! ¡me vengo!
Sebastián ayudó a Ciel a venirse con unas últimas dos embestidas más, que fueron tan fuertes dejando al pequeño en blanco, gimiendo como un loco. El líquido seminal empapó a Sebastian.
—¡Aaah, Sebastian me encantas!
—¿Te gusto?
—No... Y-yo, ¡Te amo~♡!
La mirada penetrante de Sebastian se intensificó ante esa confesión, él también ya estaba en su límite y con solo eso ya se decidió convertir a Ciel en un lindo desastre.
—Me alegra escucharlo, porque desde ahora eres mi pequeña esposa—murmuró cerca de sus labios.
—¡Aah~! ♡ Si, ¡soy la esposa de Sebastian! Estoy taaan feliz.
Y así, sin avisar, sin pedir permiso se corrió dentro del niño, llenando su agujero del líquido sexual. Ciel acaba de confirmar que una de las mejores sensaciones es que se corran dentro de su culo.
—Uwaah, e-eso fue...—Su respiración estaba bastante agitada luego de acabar, Sebastian seguía dentro suyo y lentamente salió.
Se mordió el labio al ver como el culo de Ciel estaba completamente abierto y estirado, lleno de semen que chorreaba manchando la cama. Era la vista más pervertida de su vida y no se arrepentía de disfrutar el lindo cuerpo de su amo. Vió como estaba lleno de marcas y mordidas por todos lados, lo había hecho gritar su nombre, pidiendo por más. Maldita sea, lo recordaba y su pene volvía a estar completamente duro otra vez, quizás jamás se cansaría de follar a su Ciel.
—¿Qué le parece otra ronda, joven?—susurró de manera erótica pero no recibió respuesta y ahí fue donde se dió cuenta que su niño estaba en un profundo sueño por el cansancio.
Bueno, ya que... no tenía más opción que jugar de nuevo con el culo de Ciel pero esta vez mientras estaba inconsciente.
Fin.