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Familia

Summary:

Cuando vuelven al monasterio antes de que cada uno parta hacia su destino, el Profesor les hace a todos una propuesta.

Notes:

Pequeño fic post atraco al Banco de España. Muy cortito.

No sé si está bien plasmado según cómo era en mi cabeza, pero se hace lo que se puede. :)

Espero que os guste. Hacedme saber qué os ha parecido, me encantará.

Work Text:

Cuando estuvieron a salvo, todos regresaron al monasterio con el fin de recoger a Cincinnati y las cosas de las habitaciones de cada uno.

Fue un poco raro para todos, porque aunque el plan había salido bien, no habían regresado todos los que salieron y la visita estaba resultando un poco agridulce.

Helsinki y Río se ocuparon de las habitaciones de Nairobi y Tokio.

Raquel y Sergio subieron a su habitación, debían ir como todos, a recoger sus pertenencias, si bien no recordaban al detalle qué era lo que habían dejado al partir hacia Madrid. En realidad se dieron cuenta de que había pocas cosas, pero cada uno fue guardando en silencio lo suyo, el ambiente estaba triste para todos. Sergio fue el primero en terminar y se quedó mirando por la ventana, cuando Raquel hubo terminado y le vio, le abrazó por detrás y quedaron un rato en silencio.

“Tan poco tiempo aquí y tan intenso, ¿eh?” rompió el hielo ella.

Sergio se deshizo del abrazo y se dio la vuelta para abrazarla de nuevo pasando sus manos por su cuello y las de ella alrededor de su cintura. Él pasó la vista por la habitación.

“Si estas paredes hablaran, ¿verdad?”, dijo.

Ambos rieron.

“¿Te acuerdas de cuando Tokio irrumpió en la habitación en medio de la noche porque quería liderar la banda? Unos minutos más y nos pilla follando.” dijo Raquel todavía riendo.

Siguieron riendo un rato y al poco quedaron otra vez en silencio, aún abrazados.

Tras un rato en el que ninguno de los dos decía nada, Sergio de repente deshizo el abrazo, y poniendo ambas manos en los hombros de Raquel, la miró fijamente a los ojos.

“Ven.” agarró su mano y tiró de ella hacia la salida de la habitación.

Se fue asomando por las habitaciones donde estaban el resto, y diciéndoles a todos que salieran fuera, mientras Raquel iba con él de la mano sin saber qué era lo que pasaba, qué era lo que Sergio quería hacer.

Ellos dos salieron los primeros, y los demás fueron desfilando detrás, hasta que todos estuvieron en el jardín, muy desubicados con la situación. ¿Qué sería lo que quería decirles el Profesor?

“A ver, ¿estamos todos? Tengo un par de cosas que deciros.”

Raquel permanecía a su lado con la misma cara de asombro que el resto. Hacía un par de minutos estaban abrazados en silencio, y ahora estaba a punto de anunciar algo.

“Bueno, voy a decirlo del tirón. Lo siento si parezco apabullado pero es que todo esto se me acaba de ocurrir ahora. Primero de todo, tengo que anunciaros, que durante mi corta estancia en el interior del Banco de España, le pedí a esta increíble mujer que tiene a bien compartir su vida conmigo desde hace mucho, si bien aún no entiendo del todo por qué... si quería casarse conmigo… “ hizo una pausa, estaba emocionado y Raquel también, “y bueno… me dijo que sí.”

Todos gritaron, y les felicitaron. Palermo fue el primero en darles un abrazo a ambos a la vez.

“Qué bien, hermano, no sabes cuánto me alegro.” inmediatamente se separó de ellos y les miró, “¿Pero cuándo carajo fue que le pediste matrimonio?”

“Mientras estábamos esposados en la habitación del pánico, justo después de recibir una paliza de Tamayo,” respondió Sergio. Raquel le pasó la mano por la cara, recordando el momento.

Después de una ronda de abrazos y felicitaciones de todos, Sergio volvió a tomar la palabra.

“Otra cosa, atención, otra cosa que os quiero decir…” captó la atención de todos de nuevo. “Bueno, cómo empiezo esto… “ Raquel le miraba, desconcertada, mientras él le dedicó una sonrisa expresamente a ella. “Todavía no hemos concretado nada sobre cuándo nos casaremos ni sobre qué tipo de ceremonia será, pero hay una cosa que sí es segura, que os queremos a todos allí ese día, porque sois familia. Sois familia. Raquel, no sé si se parece a lo que tenías pensado, pero dime que sí, por favor, porque me hace mucha ilusión.”

“Claro que sí.” Raquel asintió, emocionada. “Me encanta la idea. Y Paula… ya verás Paula.”

“Me niego a pensar que esto es una despedida hasta no sabemos cuándo, como la otra vez. Me niego a vivir sin que sepamos los unos de los otros. Manila, avisa a tu padre, que también le queremos allí, y a su banda. Y… y… voy a conseguir convencer al hijo de mi hermano, ¡y hasta a Alicia Sierra!” hablaba sin parar y aumentando el nivel de emoción, parecía que lo estaba viviendo. “Marsella, Bogotá, Palermo, ¡pienso hasta bailar!”, dijo recordando la boda de Berlín.

Raquel no podía parar de reír y las carcajadas ya hacía rato que estaban mezcladas con lágrimas. Estaba muy ilusionada. Empezó a haber un gran murmullo de todos hablando a la vez. Por primera vez desde que volvieron al monasterio se respiraba ilusión.

“Queremos que nos aviséis de cada evento importante de vuestras vidas y que lo celebremos todo juntos siempre.”