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Si había algo que caracterizaba a Hanma, entre otras cosas, era su altura. El chico era bastante más grande que la media y por si fuera poco, Kisaki era más bajo. Estar con Hanma, era tener que alzar el cuello para poder observar su rostro y aquella sonrisa desquiciada que parecía llevar siempre. No es que le importara, claro que no, había dejado de sentir celos por esas cuestiones hace tiempo, después de todo, era consiente que tenía otras cosas buenas, como su inteligencia.
La razón por la que se involucraron, era aquel trato que había hecho con el mayor hace tiempo. Todo empezó por un examen, los profesores le pidieron que ayudara a Hanma a pasarlo aunque era menor, al parecer ya nadie podía aguantar al chico. Kisaki no tuvo problema en hacerlo, lo que no esperaba, era que aquel gigante tuviera la astucia para descubrir su participación en ciertas actividades delictivas. En lugar de burlarse o avisar a un maestro, Hanma le ofreció sus servicios, le ayudaría a conseguir lo que quiere y a cambio le daría lo que él quisiera.
Kisaki, en ese momento, solo pensó que sería una buena adquisición para su plan. No esperaba que lo que quisiera Hanma fuera… eso.
Porque él chico le pedía sexo, y no del vainilla. Hanma lo jalaba entre salones, armarios, patios, baños, etc. En cualquier lugar que quisiera y prácticamente se encargaba de joderlo hasta que sus piernas quedarán temblorosas, le sujetaba con fuerza para que en su piel quedarán moretones que conservaba por días al igual que las mordidas que dejaba en su cuello.
Ahora, el problema de todo, y volviendo al inicio, es que Hanma es grande. TODO en él es grande, y Kisaki es muy pequeño.
—¡hmp! —
—Oh, vamos… ¿no me digas que eso es todo lo que pude chupar de mi pene?— se burló el chico mayor mientras empujaba la cabeza del joven entre sus piernas hacia su miembro.
Kisaki estaba arrodillado en uno de los salones de taller, ese día no sería usado pero aun así, siempre había la posibilidad de que alguien quisiera practicar, así que odiaba la forma en que Hanma era tan descuidado con su elección de lugares. Cosa que sería más convincente si no tuviera una clara dureza entre las piernas.
Su boca estaba abierta lo más que podía, pero aún así, solo la mitad del miembro de Hanma cabía. Trató de usar sus manos para acariciar el resto pero eso no parecía ser suficiente para el mayor. Sujetando su cabeza empujo haciendo que aquel órgano caliente chocará con su garganta, afortunadamente, estaba muy acostumbrado al salvajismo del mayor, las primeras veces le había ocasionado varias arcadas.
Cerró los ojos mientras aflojaba lo más que podía su mandíbula, la saliva escurría entre los bordes cada que Hanma arremetía contra su boca sin cuidado. Todo el sabor del líquido preseminal inundaba su paladar dejando el gusto salado en él. No es que le importara.
Siguió así por un tiempo dejándose hacer. Hanma le era bastante leal, siempre haciendo lo que quería al momento, excepto en esta situación. Kisaki cedía por completo su dominio al más alto y este se encarga por completo; de alguna forma, era agradable y reconfortante.
Ahogó un gemido cuando el cálido líquido bajo por su garganta, Hanma había entrado por completo y no le dejó moverse hasta que trago todo. Al soltarlo Kisaki quedó hincado con el chico mayor apoyado en el escritorio.
—Me duelen las rodillas, tardaste mucho— dijo con la voz ronca después de aquel trato. Hanma sonrió antes de limpiar un poco de la saliva que quedaba en su barbilla y lamerla —eres asqueroso— gruño.
—Este asqueroso es quien te coje, eso ¿donde te deja a ti?— se burló.
Kisaki soltó un gruñido antes de levantarse, sus rodillas heridas después de permanecer mucho tiempo en la misma posición.
—Te he dicho que en la escuela no, pero sigues haciendo esto— dijo, ignorando lo antes dicho porque estaba seguro que la respuesta no sería amable para él.
Con paso decidido se encaminó a la puerta dispuesto a dejar a Hanma ahí.
Una parte suya, quería creer que era porque en realidad no disfrutaba de este trato que solo era un intercambio y ya. Pero, sabía que era porque le gustaba cuando Hanma se ponía rudo, cuando lo presionaba contra superficies y jodía su cuerpo tan bruscamente hasta hacerlo llorar. Le gustaba suplicar para que se detuviera y ser ignorado, era toda una fantasía odiosa que no le gustaba aceptar, pero, que disfrutaba cada vez.
Era un juego entre ambos.
Kisaki se resistía un poco, solo para que Hanma lo tomará en las formas más vergonzosas hasta hacerlo rogar.
Y esa vez no fue la excepción.
Kisaki llegó a la puerta, pero antes de poder salir le empujaron contra esta. Fue humillante como su miembro reaccionó al dolor del golpe, al menos así lo creía.
—Pero, a ti te encanta hacerlo aquí— susurró el más alto mientras encerraba el pequeño cuerpo contra la madera. Metió la mano bajo la ropa del menor acariciando su pecho.
Kisaki se sintió temblar, agradeció que Hanma le sostuviera porque esa simple caricia ya lo tenía con las piernas débiles.
Aquellas fuertes manos llegaron a los sensibles pezones y los retorció con saña apretandolos tan fuerte que Kisaki soltó un jadeo adolorido, sus pantalones se sintieron ajustados en la entrepierna.
—Ya basta— dijo forcejeando aun sabiendo que él ansiaba lo mismo. Quería pelear, que Hanma lo sujetará, el salvajismo. Quería ser dominado y poder dejar de pensar.
Hanma lo sabía.
Así que le empujo la cabeza contra la puerta dejando su mejilla apoyada en la madera mientras que con la otra mano se encargaba de torturar su pequeño pezón, el mismo que se puso rojo e hinchado y ya estaba bastante sensible después de tantos jugueteos, llegó a ser doloroso y Kisaki empezó a gemir fuerte sin poder evitarlo. Escucho la risa de Hanma detrás de él.
—Mírate, ¿cómo dices que no te gusta cuando ya estás llorando como puta?— se burló y aquellas palabras quemaron en el vientre del menor en un placer asfixiante que bajó hasta sus pantalones y estos quedaron pegajosos. Se había corrido solo con eso —pequeña, zorra. ¿Y así te atreves a hacerte el digno? Te encanta que te trate así, no te mientras —
Kisaki prefirió callar, respirando agitado mientras Hanma le bajaba los pantalones y los quitaba tirandolos a un lado junto a la ropa interior del menor.
El rubio tuvo que ponerse en la punta de sus pies mientras el miembro del mayor se frotaba contra su trasero antes de entrar entre sus muslos. Al bajar la vista podía ver la punta roja y húmeda moviéndose. Aún le sorprendía lo grande que era y cómo todo eso entraba en su cuerpo. Trago saliva deseando que Hanma se apurara y lo metiera.
—No quiero, suéltame— dijo, y aunque su voz decía aquello su tono era el de una persona que estaba necesitada de más. Hanma se rió al ver aquel juego.
—Puta— le dijo en el oído antes de penetrar su cuerpo.
Kisaki gritó bastante alto, el dolor le atravesó al igual que el placer y encajo las uñas en la madera.
Hanma siempre fue brusco, la única forma en que le preparaba con los dedos era cuando quería verlo llorar y rogar por ser follado. Incluso su primera vez fue así, desordenada y salvaje, a Kisaki no le importaba, daba igual si usaba los dedos o no, su miembro era tan grande que no había forma de que se preparara para él. Además, amaba como parecía apunto de romper su cuerpo, creía que podía sentirlo haciendo a un lado sus órganos para dar paso aquel enorme trozo de carne caliente. Aunque eso era imposible.
Kisaki trató de resistirse, alejar al mayor esperando que éste siguiera con su juego. Y no tardó mucho, Hanma embestía contra su pequeña entrada con toda la fuerza diciéndole que era tan mojada y caliente, que no era más que una zorra porque le apretaba. Entre más vulgaridades tenía a Kisaki llorando del placer. La saliva escurría por un costado de su boca y las mejillas estaban tan rojas como manzanas.
No supo en qué momento, pero ya no sentía el piso bajos sus pies, Hanma le sujetaba por la cintura, sus pies quedaban volando y se movía a cada embestida. Verse así de vulnerable le calentó.
—Kisaki… mira, puedes ver como te estoy jodiendo— dijo el mayor con burla mientras apretaba el vientre del joven, donde una hinchazón extraña podía verse. La sensación de estar tan lleno lo llevó a terminar con fuerza manchando la puerta con su semen mientras gritaba tan alto que su garganta dolía —eres tan fácil de complacer—
Antes de que pudiera reaccionar Hanma volvió a moverse violentamente, enterraba todo su miembro en el cuerpo sobre estimulado de Kisaki que tuvo que morderse sus labios para no ponerse a gritar tonterías debido al placer. Después de todo, la punta del pene de Hanma siempre presionaba contra su próstata y lo tenía en un limbo de sensaciones. Pero al chico mayor no le importaba esconderse, así que tomó un poco del semen que escurría por la puerta y la llevó a la boca de Kisaki para abrirla.
—¿Para que te callas? Déjame escuchar eso que escondes, de todas formas, yo te conozco como nadie más lo hará— le dijo al oído.
Su voz lenta y grave. Kisaki se derritió.
Una nueva ronda de embestidas a su cuerpo llegó y eran aún más duras que las anteriores, sabía que tendría moretones en los muslos.
—¡Hanma! Ahh… más… ¡por favor!— pidió desesperado, su cuerpo seguía siendo manejado por el mayor a su antojo y Kisaki solo podía disfrutarlo —por favor… ¡termina en mi interior! ¡Necesito sentirlo quemarme por dentro!—
—¿Qué es lo que quieres sentir? Dilo claro— ordenó dejando de moverse quedando firmemente enterrado en el cuerpo del menor.
Kisaki sollozo con molestia, necesitaba más.
—Tu semen, necesito tu semen mojando el interior de mi cuerpo. Escurriendo por mis piernas— pidió desesperado tratando de moverse pero era imposible por el forma del agarre que tenía el más alto.
La sexy risa sonó muy cerca de su oído.
Después empezó a entrar y salir prácticamente azotando su cuerpo contra la puerta una y otra vez mientras se miembro se perdía en el interior de Kisaki. Tan caliente y duro, el joven no supo en qué momento su miembro había vuelto a endurecerse pero lo noto cuando volvió a tener un orgasmo y volvió a manchar la madera.
Hanma destrozó su interior como quiso y se sintió tan bien que cuando por fin se corrió en su interior, Kisaki ya no podía pensar en nada más que eso. El placer lo volvió dócil y sumiso, haría lo que Hanma quisiera con tal de que le diera más.
El más alto lo dejo caer, más bien, lo soltó y Kisaki tenía las piernas tan débiles que terminó en el suelo respirando agitado mientras el líquido blanco escurría sin vergüenza dándole toda una vista a Hanma que se lamio los labios antes de agacharse.
—Aún no terminamos— dijo divertido.
—Es tan sexy— pensó Kisaki abrumado por todo, pero sin poder resistirse se recostó de espaldas y abrió las piernas invitando al mayor a usar su cuerpo todas las veces que quisiera.
—Mira eso, ni siquiera tengo que decirlo. Abres las piernas tan rápido como un cualquiera— se burló mientras se acariciaba a sí mismo observando la escena erotica que era Kisaki.
Apenas su miembro se endureció, volvió a enterrarse en el cálido cuerpo dando paso a aquellas embestidas duras mientras la linda voz del menor resonaba por todas partes rogando ser usado y maltratado, pidiendo que le diera más duro y follara su interior hasta que perdiera el conocimiento.
Hanma disfrutó de esos gritos, mientras tanto también chupaba y mordía los suaves pezones ya hinchados. Los apretaba con sus dientes sin cuidado y después lamió a su alrededor. Usaba sus fuertes manos para mantener las frágiles muñecas de Kisaki sujetadas contra el suelo. Cualquiera que los viera creería que el menor estaba sufriendo, cuando ambos sabían lo mucho que quería esto.
Antes de que terminara, Kisaki se empezó a sentir adormecido y mareado. Pero le daba igual, había pasado otras veces y cuando despertaba habían dos posibilidades. Hanma seguía follandolo o ya había terminado y le dejaba limpio envuelto en suaves sábanas.
Tal vez era eso lo que le gustaba también.
Después de tanta violencia, Hanma siempre fue suave con él. Le curaba y besaba cada moreton, le daba postres y preparaba una tina agradable para él. Se encargaba de limpiar su cuerpo con devoción. Le gustaba ser cuidado tanto como destrozado.
Hanma unió sus labios en un beso húmedo y sucio que unía sus lenguas. El sabor de la saliva y la rudeza de sus dientes mordiendo hasta sangrar, fue lo último que sintió antes de desmayarse.
Cuando volvió a tener conocimiento de sí mismo, estaba en la espalda del mayor que le llevaba a su casa posiblemente, se había acostumbrado a estar en la casa de Hanma durante los fines de semana ya que su padres rara vez estaban ahí.
—¿Despertaste?— le preguntó tranquilamente. Kisaki hizo un sonido afirmativo que no sonó muy humano.
—No por mucho, aun estoy cansado— contestó con la voz ronca —¿Qué hiciste?— le preguntó despacio.
—Te desmayaste, terminamos esa ronda, te jodí una vez más porque te veías muy dócil y después te cargue para llevarte a mi casa. Ya le avise a tu madre— dijo fácilmente, como si fuera normal.
Kisaki se dio cuenta que para ellos era normal. No encontró fuerzas para sentirse mal por eso, así que abrazo a Hanma y se acomodo para volver a dormir.
Despertó más relajado, bajo él había una calidez tranquilizante y el peso de unos brazos sosteniendo su cintura posesivamente. Había estado durmiendo sobre Hamma, no había ropa en ninguno de ellos y reconoció el cuarto del mayor rápidamente.
Dio un pequeño espasmo al notar otra cosa.
Estaba sobre el miembro del mayor. Más bien, lo tenía dentro. Hanma debió hacerlo una vez más cuando llegaron, recordó vagamente eso. Ahora su cuerpo estaba limpio y saciado, Hanma siempre le cuidaba.
Kisaki le vio despertar y sonreír al verlo sobre su cadera. Le acarició la cintura y bajó hasta su trasero, sus manos grandes podían tocarlo fácilmente en todas partes así que se divirtió un poco con aquellos trozos de carne.
—Hola— le dijo.
Para el menor aquella voz recién despertada le daba cosquillas en el vientre. A veces odiaba a Hanma, por aun con todo lo que pasaba entre ellos, no podía dejarlo. ¿Cómo dejas a quien amas?
No eran novios, aun no, al menos. Pero Kisaki lo sabía, Hamma era suyo tanto como él le pertenecía a Hanma. Por ahora estaba bien con eso.
Con una sonrisa suave, Kisaki colocó sus manos sobre el vientre duro del mayor y empezó a dar pequeños saltos penetrándose con aquel miembro duro.
—Amanecimos de buen humor— el mayor dijo apretando su trasero dejando ahí marcas de manos.
—Solo cállate y jódeme— pidió antes de que Hanma le atrajera hacia sí mismo besarle mientras movía la cadera.
Si, esto era. Todo lo que Kisaki quería era tener a Hanma.