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DÍA 3- GASLIGHTING
“Prison NOT love”.
~SANZO~
Durante el último año y medio de la universidad Zoro conoció a un estudiante de gastronomía llamado Sanji. Aparentemente habían tenido tanto en común que Zoro no pudo evitar sentir que tenían una conexión fuerte y única por la que sí valía la pena intentar algo, fue por ese mismo motivo que tras tres meses de haberse estado conociendo mejor iniciaron una relación sentimental con la esperanza de que fuese algo duradero.
Sorpresivamente todo pareció ir genial para ambos. Inicialmente el grupo de amigos de Zoro pareció escéptico de que una relación de ese estilo funcionara, pero los habían visto llevarse tan bien que incluso ellos parecían satisfechos con la felicidad que se plasmaba diariamente en el rostro de su callado amigo peliverde. Los Mugiwara (nombre con el cual se identificaba al grupo de amigos de Zoro) claramente habían aceptado a Sanji dentro de su círculo social sin ningún problema, al final de cuentas se los había ganado a todos y cada uno de ellos a base de comidas deliciosas.
Sin embargo, nada bueno viene sin un lado malo. A finales de su carrera y justo en el momento que representaba el punto más importante de sus vidas se percataron de que había algo mal con Zoro. Durante los últimos meses previos a terminar el semestre final comenzaron a notar que su amigo había estado tomando acciones cuestionables que nunca antes se había atrevido a realizar, incluso parecía otra persona. Zoro estaba cambiando incluso alrededor de ellos, volviéndose distante y mucho más callado, pasando la mayoría de su tiempo pegado al lado de Sanji o en su defecto, cuando este no estaba no hablaba con absolutamente nadie que no fuesen los profesores. Nami y Robin (que al ser mujeres eran más perspicaces) incluso notaron que Zoro se veía cada día más cansado y que también había comenzado a cambiar su apariencia.
El momento más notorio en el que se dieron cuenta que había algo extraño pasando en esa relación fue el día de la graduación. Zoro había estado en un total silencio durante toda la ceremonia, sin despegarse del lado de Sanji a pesar de ser de carreras totalmente diferentes, aunado a eso no miró a nadie directamente, su mirada siempre estuvo hacia abajo, con una expresión incómoda mientras Sanji mantenía su brazo alrededor de su cintura. Nada mejoró durante la fiesta posterior a la ceremonia cívica.
Zoro sorprendió a más de uno al llegar a la fiesta con una vestimenta poco atractiva y que entraba dentro de los cánones del pudor extremista. Contrario a Sanji quien vestía un elegante y vistozo traje negro con azul, atrayendo la atención de la multitud femenina a las cuales les coqueteaba (a pesar de tener a su pareja a lado). Por su parte Zoro estaba mucho más cohibido que de costumbre, usando una camisa manga-larga de cuello alto, fajado con un pantalón holgado de cintura ajustada y cerrado con unas botas estilo militar. Ni siquiera se podía ver su rostro pues estaba tapado con una mascarilla negra.
Claro que eso había sido algo intrigante, especialmente para el grupo de amigos de Zoro que lo conocían mejor que nadie. A Zoro le gustaba mostrar sin ser exagerado, amaba usar camisas ajustadas manga corta en colores claros y sus jeans siempre eran mezclilla negra de cadera, no entubados, el único detalle que no se perdía eran las botas.
Luffy inmediatamente había tratado de buscar una explicación preguntándole directamente al recién graduado maestro de deportes. Pero Zoro aseguró, de una manera sospechosamente apresurada, que no pasaba nada, alegando sobre su disgusto de ser visto en demasía (cosa que Luffy y los demás sabían que era mentira) y tan pronto como Sanji había volteado a verlo y le extendió su mano todos supieron que Zoro estaba perdido. Nuevamente regresó a ser el pequeño perro de Sanji, parado fielmente a su lado con una expresión cansina, sonriendo invisiblemente para los otros… En silencio.
Después de todo lo que habían visto era evidente que ninguno de ellos estaba convencido de que Zoro estuviera bien. Algo estaba pasando entre ellos que los alarmaba, estaban sumamente preocupados, buscando una señal que los hiciera actuar para proteger a Zoro antes de que fuera demasiado tarde para ayudar.
No la obtuvieron.
Sanji y Zoro parecían inseparables y a simple vista muy felices. Pero quién conociera a Zoro sabía que ese no era el mismo de hacía un año, su sonrisa ya no estaba, en su lugar una mueca ensayada y cansina ocupaba su rostro, y aún así no había nada que pudieran hacer.
El día de partir hacia sus propios destinos llegó inminentemente ahora que todos estaban fuera de la universidad. No era un adiós. Habían acordado buscarse dentro de dos años y no perder la comunicación en ningún momento. Tenían dos años para buscar y cumplir sus sueños lo mejor que pudieran, así que después de hacer un brindis en la última noche juntos lo prometieron.
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En su soledad, Zoro tuvo claro que era su fin. Sus amigos se habían ido y ahora sólo le quedaba Sanji, el hombre al que ahora le tenía miedo. Al principio no lo había parecido. No había podido ver nada raro en su comportamiento porque no estaba seguro de lo que era normal o no en una relación. Creyó fielmente que el hecho de que Sanji le impidiera vestir como le gustaba era algo con sentido, después de todo era su novio y debía respetarlo y a su criterio. Estaba seguro que eso y la posesividad de Sanji había levantado una alarma extraña sobre sus amigos, pero él no podía entenderlo. Sanji parecía feliz de saber que él cumplía con sus demandas y él mismo era feliz de saberse buena pareja.
Cuando el momento de despedirse llegó Zoro estuvo triste de saberse solo (al menos parcialmente), sin embargo Sanji se mantenía a su lado todo el tiempo. Admitía que a veces era un poco doloroso estar a su lado, no era algo que admitiera para el público, pero dentro de sus reflexiones personales había notado que comenzaba a sentirse… Inseguro.
El momento de dar el gran paso y vivir juntos llegó demasiado rápido para Zoro. Incluso Koshiro (su padre) no estaba de acuerdo con eso (ni con que saliera con Sanji) pero Zoro fue fácilmente convencido de mudarse como lo fue de no entrenar ni enseñar más en el dojo de su padre.
No lo comprendió entonces, pero una vez que estuvo las 24 horas del día bajo la mirada de Sanji comprendió que había algo que no estaba bien. Sanji era posesivo, lo sabía bastante bien, no le permitía hablar con nadie sin su permiso y mucho menos se lo permitía en su ausencia, pero no era algo nuevo, tampoco lo había sido la ropa, al menos no en un principio, pero empezó a cambiar demasiado. El hombre que Zoro recordaba al conocerse se había esfumado para ser reemplazado por un manipulador metódico y sádico. Sanji no quería que saliera, no quería que ejerciera su carrera ni que estuviera lejos de él.
Para estar en público lo obligaba a usar prendas que no permitieran que siquiera uno de sus pies se viera y en privado le pedía la menor ropa posible. Poco a poco Zoro comenzó a dejar de ser dueño de su propio cuerpo y de sus propios pensamientos. Sanji lo tomaba cuando quería y lo lastimaba cuando Zoro incumplía algo por error.
Comenzó a trastornarse tanto como Sanji, pero no fue sólo la violencia clásica. Ya no era suficiente para Sanji. Necesitaba más, amaba a Zoro de una manera enfermiza tanto como amaba a las mujeres, quería ambos en uno solo así que comenzó a tratarlo y vestirlo como una mujer. Zoro no perdió su nombre, pero dejó de tener su esencia. Desde la ropa interior hasta el uso de maquillaje, Zoro fue forzado a aprender y realmente el maquillaje sirvió, una especie de máscara para tapar los moretones.
Pero Sanji siempre estaba ansioso de más. La ropa y el maquillaje dejaron de ser suficientes también. El físico de Zoro ya no le satisfacía. Le destruyó el autoestima poco a poco, haciéndolo sentir indeseable, haciéndolo incapaz de mirarse siquiera un segundo al espejo. La alimentación cambió, Zoro deseaba ser bonito para Sanji, volver a ser atractivo, dejó de hacer cualquier tipo de ejercicio de fuerza, redujo la alimentación híper-proteíca sintiéndose feliz cuando poco a poco todos sus músculos se iban reduciendo de tamaño.
Al final del primer año todo lo que quedó de Zoro fue un chico esbelto, claramente desnutrido, pero a Sanji le parecía más hermoso en la ropa fina y delicada que ahora le entrada mejor. Pero Sanji no se veía satisfecho con él aún. Llamó a un tipo extraño al que conoció como Ivankov. Escuchó pacientemente todo lo que ellos hablaron, Sanji quería que obtuviera una linda cintura, un cuerpo más femenino e Ivankov le dio todos los medios para hacerlo. Matarlo de hambre no había sido suficiente, no. Sanji le había comprado un hermoso corsé verde que le ajustaba todos los días, reduciendo su cintura dolorosamente para que por fin fuera perfecto.
Con el corsé puesto, todos los días a partir de la intervención de Ivankov llegaba un pelirrojo extraño y serio que lo llevaba a correr para reducir la cintura y garantizar un mejor trabajo, de la misma manera lo hizo realizar ejercicios para las piernas, para mejorar los glúteos, la cadera y el pecho.
Sanji había sido específico con lo que quería. Era una rutina dolorosa. Zoro siempre sentía que le faltaba el aire y sus costillas dolían demasiado, siempre estaba mareado por el hambre y la falta de alimento. Pero cada vez que veía a Sanji feliz él era feliz, sentía que lo valía.
Su mente había sido fracturada en mil pedazos. Porque por dentro dolía, dolía su existencia y quería huir o morirse para que todo se detuviera. Otra parte de sí, en el fondo de su mente creía que amaba a Sanji encarecidamente, lo necesitaba tanto para vivir tanto como creía que Sanji lo amaba tanto para vivir por él. La última parte, la más sensata que aún se aferraba a la esperanza estaba deseando que alguien viniera a ayudarlo.
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Para los Mugiwara el transcurso de los dos años había sido otro cuento. Se habían ido enterando de algunas cosas agradables. Aparentemente el primero en cumplir su sueño había sido Sanji quien ahora trabajaba como pasante en el famoso restaurante cinco estrellas "Baratie". El segundo en cumplir su sueño fue Franky quien se había convertido en uno de los más prometedores constructores de mecánica a nivel mundial. Nami fue la tercera. Ella siempre había soñado con ser una cartógrafa profesional, la mejor del mundo y gracias a la precisión al trazar y su increíble conocimiento geográfico se había hecho un lugar en uno de los lugares más importantes dedicado a eso. Robin se propuso viajar haciendo uso de su carrera en antropología. Usopp y Chopper fueron los siguientes. Chopper había iniciado su residencia en un hospital importante y Usopp se había vuelto un prometedor director de cine. Brook fue de los últimos junto con Luffy. El esquelético miembro de su grupo de amigos se volvió un integrante de una gran banda sinfónica en Alemania, mientras que Luffy se volvió un actor de películas de acción y doble de riesgo.
Pero no había noticias sobre el sueño de Zoro.
Su amigo siempre había querido ser un gran espadachín de competición y enseñar ese deporte en el dojo de su padre. Él había entrenado artes marciales toda su vida, aprendiendo distintos artes y distintos usos de armas desde que sólo era un niño. El sueño de Zoro era ser un campeón olímpico. Pero ni siquiera habían tenido noticias de que siguiera enseñando karate en el dojo de su padre.
No obstante sabían que Sanji y Zoro seguían juntos. Zoro siempre salía en las fotos con Sanji, nunca en una toma completa pero era lo de menos, él no se veía feliz, sus ojos siempre lo delataban, no había brillo, estaban siempre muertos y bajo de ellos había existencia de bolsas negras que denotaban su falta de sueño. A pesar de eso Zoro era la compañía ideal para su novio (según palabras del propio Sanji). Estaba siempre dispuesto a obedecer, pero sabían que no parecía él mismo.
Cuando el final de los dos años llegó todos acordaron reencontrarse en el restaurante donde Sanji trabajaba para poder probar las delicias que cocinaba. También era la oportunidad perfecta para ver cómo estaba Zoro pues durante esos dos años no había dejado de preocuparlos.
El viaje de cada uno fue sumamente variado y complejo. Algunos habían venido desde muy lejos, como Luffy que había estado en tierras latinoamericanas filmando escenas para su próxima película o Robin que había tenido que viajar desde Egipto.
Todos se encontraron en el aeropuerto como una manera de llegar todos juntos hacia el gran restaurante Baratie. Si se miraban unos a otros detenidamente podían notar lo cambiados que estaban. Luffy había crecido un poco más y definitivamente tanto él como Usopp habían tonificado su cuerpo. Chopper se veía mucho más profesional y había sido acompañado por un viejo amigo; Trafalgar Law, que era un colega de su trabajo igual. Franky había enbarnecido impresionantemente. Robin y Nami estaban mucho más candentes que nunca mientras que Brook seguía siendo el mismo de siempre.
Apresurados tomaron sus cosas y se movieron hacia a la limusina que esperaba a Luffy afuera. Aprovechando el viaje gratis y la seguridad de sus cosas todos se subieron apresurados, no pudiendo aguantar las ganas de llegar cuanto antes al restaurante de Sanji y poder cómo estaba Zoro.
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El restaurante fue lo que esperaban. Era enorme y se veía sumamente lujoso. Cada uno se presentó en el registro de la entrada y preguntó por Sanji para informar que estaban ahí.
Pronto una enorme mesa les fue otorgada para que pudieran comer a gusto. Cada uno tomó asiento y observó el lugar en lo que venía un mesero con la carta de opciones. Mientras esperaban vieron a una persona entrar al restaurante. Era difícil reconocer si era hombre o mujer con la vestimenta que llevaba, algo similar a un Hiyab como el que usaban las mujeres del medio oriente, sin embargo por un mechón travieso de color verde musgo Luffy lo reconoció inconfundiblemente como Zoro.
Claramente no dudó en levantarse y clamar a su nombre para que volteara a verlos. Pero la reacción que recibieron no fue la que esperaban. Zoro volteó a verlos un momento, deteniéndose brevemente para observarlos con una mezcla entre la esperanza y el pánico. Cuando recobró la consciencia caminó hacia la cocina con mucha más prisa para lo que suponían era buscar a Sanji. Su reacción los preocupaba, era como si temiera hablar con ellos antes de que él lo supiera.
Robin miró fijamente como Zoro desaparecía y frunció un poco el ceño cuando notó su inquietud y nerviosismo. Ni siquiera le parecía correcto que estuviera usando aquel traje que era tan importante para toda una religión. Algo dentro de todo eso casi parecía confirmar las sospechas de Robin sobre lo que podría andar mal.
A los pocos minutos Sanji salió con una sonrisa presumida de la cocina teniendo a Zoro siguiéndolo por detrás con la mirada baja.
— ¡Que gusto me da tenerlos a todos aquí!— Sanji exclamó mirándolos y fijándose particularmente en Nami y Robin. —Sobre todo a ustedes, que gusto ver qué han estado tan bien, mis hermosos ángeles. — Coqueteó.
Luffy, Usopp y Robin vieron como Zoro bajó el rostro levemente ante la insinuación de Sanji hacía las mujeres, pero permaneció callado, haciéndoles creer que ni siquiera era una actitud nueva de Sanji.
—También me da gusto verte, Sanji... —Robin respondió algo tajante. — Dime. ¿Qué pasa con el traje de Zoro?— Ella cuestionó, queriendo saber por qué Zoro se ocultaba tanto, le recordaba a la vez que se habían despedido, también iba cubierto.
— Oh. ¿Eso? Es un gusto raro de moda que tiene Zoro, no le prestes atención.— Sanji aseguró tranquilamente, pero eso sólo fue un indicativo más para Robin, Zoro no se mezclaba con la moda.
— ¿No saben que usar esos trajes es ofensivo?— Robin presionó. — Es comúnmente usado de manera obligada en las mujeres del medio oriente que no tienen derecho a la expresión pública. Yo recomiendo que te lo quites, Zoro, además es difícil ver tu lindo rostro cuando te ocultas. — Zoro permaneció inmóvil y tembló ligeramente cuando Robin le llamó lindo, nadie que no fuera Sanji tenía el derecho de llamarlo así, además pedirle que se quitara el traje era retar a su novio y él era bueno, él no lo hacía.
Sus ojos inmediatamente buscaron los ojos de Sanji para saber qué hacer, pero él miró a Robin con una furia indescriptible. Ella sabía que algo andaba mal, por eso la mirada de Sanji no le sorprendía. Sanji le regresó la mirada a Zoro y a pesar de lo furioso se atrevió a sonreírle y asentir.
—Adelante cariño, no querrás faltarle respeto más tiempo a la cultura de medio oriente, ¿verdad?— Sanji respondió forzado.
Zoro asintió inseguro. Sus manos temblorosas se movieron para quitarse toda la tela que lo cubría desde su cabeza y se deshizo de lo que parecía era un abrigo largo.
Luffy jadeó sorprendido mientras los demás miraban asombrados a Zoro. Era sumamente diferente en un sentido bastante aterrador.
El hombre ni siquiera se atrevió a mirarlos por vergüenza y miedo de lo que podrían decir de él.
La última vez que habían visto a Zoro "normal" había sido hacía casi tres años. Zoro nunca fue delgado, siempre tuvo músculo porque le gustaba ejercitarse y porque practicaba mucho en el dojo de su padre. Sin embargo, el Zoro que veían en ese momento ni siquiera se parecía al que alguna vez fue.
Era como... Si lo hubieran mancillado y obligado a verse... Como una mujer. Evidentemente había trabajado en su cintura. El Zoro de ahora era delgado y femeninamente erótico, sus caderas estaban pronunciadas de manera natural y su cintura era delgada, sus piernas estaban torneadas pero sin músculo magro y por su postura estaba forzado a mantener el pecho pronunciado.
Su cara incluso se veía más delgada que nunca antes, dándole un aspecto enfermizo y cansado.
—Zoro... ¿Estás-
—Zoro está bien. — Sanji atajó. — No pueden juzgarlo por su físico, él se ve hermoso tal cual está ahora. ¿No es así, cariño?
Zoro sintió un pellizco duro en su espalda por el que se negó a demostrar dolor. Miró a Sanji con una sonrisa y asintió.
—Me siento... Bonito así. — Zoro aseguró, aunque su voz había titubeado.
— ¿Eso en tu rostro es maquillaje Zoro? ¿Qué pasó con el "Yo nunca usaré cosas tan maricas"?— Nami burló. Sin embargo la expresión de dolor que se presentó momentáneamente en el rostro de su viejo amigo no la hizo feliz.
Zoro sonrió tan forzosamente que era triste verlo.
—Me veo mejor así... Practico todas las noches… Para que se vea más natural.
Después de eso ninguno sabía qué decir. Trataron de fingir una conversación tranquila y variada cuando Sanji se sentó en la mesa con Zoro e intentaron preguntarle cosas específicas al chico callado para darle la oportunidad de expresarse tan siquiera una vez.
Robin y Nami notaron la furia en los ojos de Sanji mientras fingía que se divertía y Franky lo había visto pellizcar a Zoro cada vez que Luffy lo abrazaba. Todos estaban intuyendo que esa noche no le iría bien a Zoro.
Cuando la reunión terminó el resto de los Mugiwara se fueron a un hotel en conjunto. Todos necesitaban hablar de lo que habían visto y lo que pensaban respecto a las cosas con Zoro.
Durante la cena Zoro no hablaba si no le preguntaban e incluso con eso miraba primero a Sanji antes de soltar siquiera un suspiro. Además estaba el tema de las expresiones furiosas de Sanji o su renuencia a permitir que Zoro hiciera lo que quisiera, como si todo ese tiempo hubiese estado acostumbrado a pensar y decidir por él.
Cuando se sentaron a hablar, después de haberse instalado en la habitación de Luffy en el hotel todos comenzaron a decir sus puntos de vista y sus preocupaciones. Luffy sobre todo temía que Sanji estuviese lastimando a Zoro. Robin había declarado que era una probabilidad bastante alta, es decir, todos estaban de acuerdo en que Zoro no se vía feliz. No era feliz. Su cuerpo desfigurado de la manera en la que él solía ser debería haber sido una prueba muy clara de que había muchas cosas malas detrás de todas las actitudes sumisas de su amigo.
Además, las frases que Zoro les dijo al principio sonaban como un grito de auxilio. "Practico todas las noches" incluso les sonaba como una alerta a su uso de maquillaje. ¿Sanji podría estarle golpeando? Y si era así... ¿Nadie se había dado cuenta antes?
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A raíz de su plática sobre Zoro habían decidido que se tomarían un descanso de sus actividades para espiarlo. Nami se había encargado de encontrar las rutas que Sanji frecuentaba y los horarios de sus actividades más concurridas además de precisar el horario de Zoro.
Sanji salía todos los días a las 7 de la mañana para ir al mercado a comprar suministros frescos. Eso dejaba a Zoro despierto de 7 a 11 am, lapso en el que un hombre alto y pelirrojo lo sacaba a correr con un corsé ajustado para mantener la figura de su cintura. Cuando llegaba tomaba una ducha de 20 minutos y luego salía para limpiar la casa.
Parecía una rutina bastante rigurosa. Zoro sacaba tantos aparatos para limpiar y tantos productos que no sorprendería si se intoxicaba.
Después de la limpieza (que terminaba a las 2 pm) Zoro se preparaba para dormir un rato más, aunque a veces no lo conseguía, en esas ocasiones miraba al techo hasta que lloraba de impotencia porque no buscaba de que otra manera distraerse de pensar. No le gustaba leer y mucho menos ver películas, por lo que sus momentos de aburrimiento las pasaba simplemente durmiendo (si podía) hasta que Sanji llamara.
Ese día medio de la semana en particular Zoro estuvo dormido un aproximado de dos horas cuando Sanji avisó que estaba yendo a la casa. Zoro se alteró tras la llamada y se aseguró de dejar todo en orden, como si no hubiera tocado nada. Se apresuró a darse una nueva ducha que quitara los rastros de su sueño y se puso la clase de ropa que Sanji quería.
Hubo un tiempo en el que Zoro se quedó mirando al espejo, apreciado su cuerpo y dándose cuenta realmente de lo mucho que había cambiado. Su expresión de volvió triste, como si lamentara su situación. Soltó un suspiro y caminó de regreso al sofá para esperar a Sanji, él no podía verlo deprimido.
Cuando la puerta de la casa se abrió Zoro dio un sobresalto ligero. Sanji sonrió de manera un tanto perturbadora antes de acercarse a Zoro y tocar su pecho con morbo. El peliverde tembló un poco y mordió su labio para evitar hacer cualquier ruido.
—Sé que tienes prisa. — Sanji susurró a su oído. —Pero antes de darte placer esta noche sabes el protocolo. Dame tu celular. — Sanji ordenó en voz normal, despegándose de Zoro y extendiendo su mano para que le entregara el aparato.
Zoro le dio el celular. Tenía prohibido borrar cualquier historial del teléfono porque de cualquier manera las notificaciones le llegarían a Sanji. Pero estaba bien con eso, sabía que lo hacía porque se preocupaba por él. Sanji revisó todo lo que había ahí antes de asentir satisfecho y dejar el celular en la mesa de la sala.
—Buen niño. — Sanji aseguró. — Ahora vamos a la cama, papá necesita su lugar especial, a menos que quieras que te tome aquí mismo, donde todas las personas que pasen por la acera podrían escuchar tus gemidos. — Zoro no respondió, sabía que no tenía caso hacerlo.
Fue arrastrado al cuarto de la casa para ser desvestido y mancillado de las maneras que Sanji quería.
Los Mugiwara no daban crédito a lo que veían. ¿Ese era Zoro? Cuando lograron poner las mini cámaras de seguridad en la casa no pensaron nunca ver acciones como esas de su parte. Encima de todo no pensaron que Sanji sería así.
Estuvieron observando su vida durante un máximo de una semana. Durante ese lapso y a partir del primer día de espionaje encontraron actitudes de Sanji con Zoro que eran simplemente inhumanas. Lo peor es que confirmaron perfectamente el por qué Zoro practicaba tanto el maquillaje.
A finales de esa semana Sanji llegó ebrio. El Baratie había tenido una celebración de aniversario donde condecoraron a los dos mejores Chef del lugar, sin embargo al volver a casa a altas horas de la noche y ver a Zoro dormido pareció enfurecerse.
Los llevó a una pelea en la cual Sanji salió ganando. Zoro quedó lleno de moretones que tuvo que cubrir con maquillaje y sintiendo una gran culpa al reconocer equívocamente que Sanji tenía razón al enfadarse porque “él debía esperarlo despierto y dispuesto”.
La situación no les gustaba. Ellos debían sacar a Zoro de ahí cuánto antes. Habían intentado hablarle por teléfono, pero Sanji les había contestado en su lugar dejándoles en claro que Zoro no podría atenderlos. Habían ido a su casa, pero les dijo que no podía verlos porque Sanji no estaba.
Zoro no tenía libertad y sin embargo, la única vez que Robin logró mantener conversación con él Zoro había expresado que era feliz con Sanji de una manera real. Ellos querían dudarlo, no puedes ser feliz si no eres libre y sabían que Zoro no era feliz pero ahora, después de años viviendo así con su pareja era evidente que tampoco estaba bien mentalmente.
Tal vez aún no pudieran a hacer mucho, pero harían todo lo que quedará de ellos para que Zoro lograra darse cuenta de su situación con lujo de detalle. Ellos sacarían a Zoro adelante.