Work Text:
— Entonces me estás diciendo que te confunde todo el tiempo —confirmó Takashi mientras comía del ramen de su plato—. Mikey, a veces creo que eres demasiado idiota.
Manjiro estaba tranquilo, se suponía que era un día fresco con la hermosa puesta de sol escuchando los parloteos de su amigo a su lado, no que tendría que estar oyéndolo recalcar un hecho que ya sabía que tenía.
— ¿De qué hablas? —inquirió— Te estoy diciendo que me confunde, no soy idiota, creo...
— Si analizamos la situación, él te está pidiendo a gritos que clarifiques las cosas con él. No me mires así, ya sé que no te gusta dar el primer paso porque te verás ridículo, pero...
— ¡Cuantas veces debo decir que no me gusta! —reclamó— Simplemente me causa interés, quiero decir, se acerca demasiado a mí y tira sus bromas ridículas o tontas que me hacen pensar mucho.
— ¿Pensabas? —le tiro una migaja enorme de su dorayaki antes de morderlo nuevamente— Lo siento, pero es en serio. Deberías de analizar a profundidad que sientes realmente antes de intentar pedirle con "educación" que trae entre manos.
Era cierto, últimamente Takemichi se comportó de una forma muy extraña. Solía mantenerse más pegado hacia él, cosa que lo toleraba porque el menor era un imán de mala suerte andante, buscaba su presencia en lugares donde no andaba, como esa vez que lo llamo por teléfono para pedirle que lo acompañara a una estúpida tienda, y como cuando llegaba a su casa de la nada aludiendo invitaciones inexistentes. No lo entendía, de verdad que no lo entendía.
Mikey era inteligente, tenía una mente demasiado persuasiva con estrategias fáciles en combates, y era demasiado intuitivo. Podía sacarte la respuesta en un santiamén, pero para la presencia rubia teñida era complicado. Solía jactarse que conocía demasiado bien a Hanagaki, más tenía muchos problemas al querer identificar de que se trataba todos sus estúpidos esfuerzos por tratar de empatizar demasiado con él. No iba a mentir, adoraba la atención tanto como un pez al agua.
Amaba la atención, mucho. Si dejabas de brindarle un mínimo de serotonina al día probablemente se alejaría de ti. Su frase era "Dejas de prestarme atención y me pierdes". Era cierto, muchas veces abandonaba a las personas que solían interesarle por lo mismo.
— ¿Con qué forma se lo voy a preguntar? No tengo excusas suficientes, Mitsuya.
Su amigo peli violeta lo observó limpiándose algunos rastros de fideos de los dedos y le sonrió.
— Pon límites —por la mueca en su rostro su amigo continúo explicando— ¿Sabes lo que son límites? Olvídalo, eres la persona que sobrepasa todos ellos ¡Ay! Perdón. En serio, si te "incómoda" o quieres que deje de confundirte pon tus límites.
— ¿Eso sería..?
—Concentrarte en el hecho de que es sólo tu amigo, y tú eres sólo su amigo —explicó tan fácilmente—. Nada de salidas improvisadas, nada de preferencia notorias, nada de dulces repartidos, nada de paseos por la noche, nada de...
— Entendí.
Sus amigo se burló un poco mientras continuaba detallando cada suceso junto al menor. Manjiro se sentía demasiado extraño porque nunca había analizado como era la relación que ambos mantenían, demasiado cerca y muy lejos. Nueva frase añadida a su cerebro de parte de Mitsuya, quien disfrutaba verlo sonrojarse al confesar un par de cosas extras que decía el idiota de Takemichi. Hablaron un poco más sobre el tema dejando de lado el problema para centrarse en la familia del mayor, olvidando así un poco los estúpidos límites que mencionaba Takashi.
Estaba caminando a casa cuando reconoció el sonido de una moto atestiguada en la entrada de su hogar, con una alegría inmensa corrió hacia dentro importándole poco sus sandalias aún puestas que ensuciaban el piso pulcro y vio a su hermano conversando con Emma, quien también lucia demasiado fascinada observándolo.
Casi después de dos años que lo veían volver a casa de Filipinas, o donde sea que estuviera.
Abrazó a Shinichiro casi lastimando lo en proceso por la fuerza bruta que mantenía dentro y sonrió al verlo ganar un poco de peso desde la última vez que lo había visto. Su hermano sufría de una enfermedad alimenticia, y no quería saber del nombre, por ello prefería regalarle alguno de sus chocolates guardados. Se mantuvieron cenando una hora eterna de anécdotas muy graciosas, mirando fotografías de un taller humilde donde trabaja el mayor, su abuelo también estaba muy contento. Después de un par de minutos sin que pudiera evitarlo, y llevándose a Shinichiro hacia la pequeña sala de estar, fue que pudo preguntar por lo que estaba matando su cabeza.
— ¿Qué son límites? —le preguntó directamente.
Su hermano frunció el ceño.
— Me podrías poner primero en contexto porque no sabía explicarte.
— No quiero —negó.
Lo vio bufar antes de abrir la boca.
— Dependiendo, si son de carreras en motos pues puedes ir a la una tienda de motos y ver allí el canal que... Dios, está bien pero primero explícame, tonto —exigió Shinichiro.
— Bueno, atento que no lo repetiré —hablo con tono autoritario—. Hay una persona que ronda mucho por aquí, y es algo complicado porque siento que está ocupando demasiado mi tiempo, además, me suele sonreír mucho y yo estoy confundido.
— ¿Es una chica? —pregunto su hermano con una sonrisa sugerente.
¿Eh?
—¡¿Qué diablos importar si es una chica?! —pregunto exaltado, su hermano levanto las manos a modo de rendición— No me interrumpas. Prosigo, entonces este "chico" me tiene colgando de un hilo porque se acerca demasiado a mí y me confunde. Para evitar seguir confundiéndome Takashi mencionó ponerle límites.
— Límites.
— Si.
— Te confunde.
— Si.
— Límites.
Manjiro Sano comenzó a estresarse.
— ¡Deja de repetir lo que dije! —gritó— Ahora, por favor, dame un opinión.
— Considerándolo de esa manera, y me guiare por tu sonrisa —señalo— ¿Realmente quieres que te deje de brindar atención? Piénsalo de esa forma, pondrás tus límites y... ¿Qué sucedes? Mikey deja de poner de esa mueca tan horripilante en tu rostro. No, no me convencerás con tus ojos de perrito abandonado.
El más pequeño murmuro un par de cosas inentendibles.
— Solo quiero que deje de confundirme —repitió—. Por ello, Takashi me aconsejo colocar límites a Takemitchy.
Shinichiro movió las cejas al oír el apodo y sonrió con cariño al reconocer como se sentía su hermano menor por primera, sino fuera la única, vez. Extraño o no, Manjiro no solía mostrar tanto sus emociones, detestaba, aborrecía y gritaba en cuanto se sentía demasiado abatido con cualquier sentimiento nuevo que desconociera. Sabia del amor, porque lo experimentaba con su familia, sus amigos, sus cosas más preciadas, etc., más nunca de este estilo en el cual se veía levemente asustado y complicado. Naturalmente como cualquier adolescente comprendía la confusión de sentirse levemente mareado, con dolores extraños en las manos, o incluso sueños -muy incomodos- con esa persona de la cual gustaban.
— Mikey... ¿Por qué te estas negando sentir algo? —pregunto calmado— Al menos, para que puedas decir "Rayos, me gusta mucho". Inténtalo un poco, aunque conociéndote esto va más allá ¿No? ¿Qué es lo que pasa?
A veces detestaba los lazos sanguíneos que compartían, porque el idiota lo conocía demasiado bien.
— Bueno... Existe este tipo "Chifuyu", quien parece ser su mejor amigo y recibe el mismo trato, o uno peor, del que yo sufro con Takemitchy. Lo trata demasiado bien, es muy afectuoso y le gusta llenarlo de mimos frente a muchas personas —detalló—. Draken dice que tal vez es porque Take es muy cariñoso, o sino trata así a todos sus amigos, lo cual puedo confirmar un poco. Takashi sugiere que vea la situación en tanto en tanto para no distraerme porque en serio me confunde bastante al notar las mismas acciones que realiza conmigo y otra persona. No me gusta, ya sabes... Perder su atención.
— Mmm —pensó Shinichiro—, ya veo cómo va la cosa. Sabes te sugeriría conversar con él, enfrentarlo y preguntarle qué sucede en verdad, porque Manjiro... Te veo un poco decaído, y se cómo eres cuando no te cuidan lo suficiente.
— ¿Quieres que vaya de frente hacia él y mencionarle: "¿Oye, decídete Chifuyu o yo"? —su hermano asintió— No soy tan ridículo. No creo que alguna vez lo haya hecho... Mierda, si lo has hecho.
Shinichiro rio al verlo asustado.
— No es tan malo, Mikey, es mejor aclarar las cosas que pensarlas demasiado. Yo hice cuando una chica jugaba conmigo y con otro chico, en mi escuela, al principio me daba demasiado vergüenza —recordó—, pero Wakasa me dijo que lo mejor era enfrentar la situación y no esconderla ¿Eres un Sano o no? Eres uno, así que pregúntale qué pasa y si te contesta lo que no quieres escuchar le dices "Adiós".
¿Era fácil? Manjiro pensó en ello en cuanto regreso a su habitación, su mente corría a mil por hora debatiendo por una respuesta clara y necesaria. Quería realmente escuchar una afirmación del rubio que dijera "Lo siento, me gusta Chifuyu", para detener los elefantes gigantes que sentía al verlo acercarse a él. Estaba sudando cuando recibió un zumbido de su teléfono indicando notificaciones de parte de la zona de mensajes, todos provenientes de Takemitchy. Muy extraño e incómodo -por las emociones emergentes- leyó los mensajes entrantes.
Takemichi.
Buenas noches Mikey u.u
Cómo estás? Parecías algo distraído hoy en la tarde:'(
Te vi irte con Mitsuya-kun y pensé que me abandonarías, eso no se hace sabes
Algo que le provocaba un poco de suicidio emocional era ver la intención de Takemichi con sus mensajes tan interesados en su persona, se sentía un poco asustado. No lo iba a negar. Sobre todo, por saber que le causaba algo el verlo mostrarse preocupado por sus cambios de actitudes.
Mikey.
Sí, todo está bien.
Sólo fui con él a comprar un poco de comida, tenía mucha hambre. Aunque siempre tengo hambre...
Vaciló por su respuesta y apagó su teléfono permitiéndose perder en el mundo de los sueños sin fin porque no quería pensar o divagar demasiado al saber que Hanagaki no demoraría en contestar, y porque no quería arriesgar a su corazón a sufrir un estúpido paro cardíaco.
Había pasado una semana desde la conversación con Takashi, y el consejo de su hermano que sirvió de mucho porque el susodicho ya no paseaba con tanto esmero a su alrededor. Parecía haberse, finalmente, aburrido de la situación porque a su pesar Mikey evitaba conversar de más o relajarse más con su presencia cerca. Siempre con un rostro serio, que se rehusaba a sonreírle con simpatía al verlo realizar algo gracioso, o ignorar sus llamados cuando traía dorayaki sorpresa para todos. Diablos, el niño era rico y realmente quería esos dulces sagrados, pero su orgullo era más grande.
Draken, su mejor amigo que lo veía sufrir de más suspiraba con cansancio al verlo tan entretenido en la idea de ignorar la existencia de una personita que parecía que lloraría en cualquier momento al verse no correspondido con la misma emoción. Sabía que, si hubiera ayudado a Manjiro, tal vez no estarían así, más desconfiaba del más bajo al no saber relacionarse de una manera correcta. El líder de Toman era conocido por ser alguien de alma muy fría, con la cabeza en alto, presencia abrumadoras y patadas horripilantes, pero en cuanto preguntabas por como entablar una conversación amistosa quedaba en muestra su falta de tacto y pocas ganas de hacer amigos. Ahora sólo mantenía a la pandilla por la emoción que inspiraba, los discursos detallistas de como masacrarían a otra pandilla movían masas en la suya, por lo que lo dejaba ser, pero en cuanto notó está horrible sucesión de hechos, en lo que se suponía que iría mejor, supo que tenía que intervenir.
— Oi, estúpido —le llamó cuando estaban solos en la plaza sin nadie presente— ¿Por qué ignoras a Hanagaki?
Mikey lo observó con una mueca de desprecio al oír el nombre.
— Llámalo Takemitchy, por su apellido no.
Draken realmente era muy paciente.
— ¿Que sucede con Takemitchy? —corrigió— El chico parece que va a tener un resfriado en cualquier momento y no te veo corriendo a la farmacia.
— Ese tonto —murmuró preocupado—, se supone que uno se abriga en invierno y ahí lo ves: todo destapado. Ridículo.
Manjiro miraba hacia el horizonte tranquilamente, era muy grave que no aparentara desinteresarse.
— Mikey. Te hice una pregunta.
— Puse mis límites, si te dije sobre eso. Mitsuya me ayudó —chasqueó la lengua—, y me sirve porque ya no pienso tanto en cómo me ve él.
— ¿Ignorarlo? ¿Esos son tus límites? —cuestionó— Si sabes que a este paso puedes perder su amistad ¿No?
— Para que me sirviera una amistad si Takemitchy ya tiene a Chifuyu, que se vaya con él. No me interesa.
Bueno ahora empezaba a comprender.
— Ya veo... Estas celoso —concluyó—, eso es lo que sucede. Ni siquiera pienses en patearme, enano. Te duele que te haya dejado de lado, y tú le pagas con la misma moneda.
Para que negarlo, Mikey era demasiado orgulloso y precavido con sus emociones. Aunque esta vez toda la pandilla parecía percibir sus sentimientos con respectivo recién integrante.
— ¿Celos? Sólo soy celoso con la comida, Kenchin —dijo—. No le estoy pagando con ninguna moneda, puse mis límites para que se decida de una vez.
— Son celos.
— ¡No lo son! —reclamó— No me gusta verlo picotear en todas las flores disponibles, es muy cariñoso y pues me canse de verlo acercarse a mí y a otra personas, maldito Chifuyu.
— Date cuenta, estás demasiado celoso y a este punto puede que ya hayas aceptado que estás enamorado.
¿Amor? Qué. Mikey parpadeó confundido observando a su mejor amigo a su lado, el otro lo miraba incitándolo a desafiarlo, a intentar pelea con él. Mierda, realmente creía que... Oh no. Mierda. Mierda. Mierda. No podía ser ¿En realidad? De Takemichi, enamorado... De Takemichi. Su mente estaba en caos.
— Oye, ya cálmate, tonto —sintió un golpe firme en su frente despertando su cerebro y gruñó al rubio—. Es fácil, y mucho mejor, cuando reconoces tus sentimientos. Tal vez, un poco muy, tarde porque el niño se va a suicidar si sigues pretendiendo que no existe. Así que te aconsejo que vayas ahora mismo y le pidas perdón de rodillas. Ah si, también explica por qué lo ignoraste.
Y se fue.
Maldito Kenchin, no era tan sencillo. Quería mantener la racha y demostrarle a Mitsuya que finalmente había puesto límites, pero el consejo de Draken sonaba más caritativo, y suave. Así que armándose de valor fue directamente al hogar de Takemitchy impulsado por la fuerza del... ¿Amor? No, no lo llamaría así. No sin antes ir primero a la farmacia donde tuvo que sacar algunas monedas en el bolsillo de su chaqueta enorme. Agradecido por su paciencia salió corriendo del local, dirigiéndose a su moto que lo esperaba en la plaza muy bien acomodada.
Cuando llegó a la calle del menor supo que había sido muy impulsivo, pero no sé permitió pensarla demasiado y se embargó en ir a la entrada de la casa de Takemitchy. Murmuró un par de frases rápidas inspiradoras, así como hacía con Toman, y llamo al timbre que sobresalía de la columna que sostenía la casa. Alguien abrió la puerta, pero no era su amigo, de su madre así que con mucho cuidado se dejó conocer y puso pasar hacia la habitación del menor. Por sospecha reconoció las muchas calcomanías de caricaturas conocidas y sonrió al recordar que él también tenía unas así en su techo. Fue inesperado así que toco suavemente la puerta esperando un grito alarmante o un permiso para ingresar, más sólo recibió silencio. Un poco preocupado, y como no era avergonzado, abrió la puerta logrando ver la espalda del menor frente a su computadora hablando a través del micrófono de sus auriculares.
— Sí, ya te dije. No sé cómo volver a ser como antes y me frustra —se oía triste — ¡Demonios! Está a tu derecha, a tu derecha, Chifuyu —gritó—. Como sea, supongo que también debo de dar un paso al costado.
¿Qué? Mikey entro en pánico al reconocer que hablaban de él.
— Sí, le pregunté a Draken-kun que sucedía y me dijo que no tenía idea. Me da mucha pena que se haya dado cuenta que soy un inútil —un largo silencio envolvió la habitación—. Está bien, no lo volveré a decir, pero ¿Por qué me dejó de hablar?
Bueno, mierda, había hecho algo malo. Así que con pasos apurados y dejando la medicina en la mesa de noche del rubio se acercó a su lado tocándole el hombro. Por un instante pudo ver la conmoción asustadiza de Takemichi y oírlo gritar como si de un estúpido fantasma de tratar. Lo tranquilizó, ya algo acostumbrado ante el pánico del rubio, y miró la pantalla de donde salía un videojuego conocido. Frunció el ceño, el aún no superaba esa misión.
— Mi-Mikey, que haces aquí... ¿No sé supone que debes de andar en casa? —preguntó muy nervioso.
— Vine a disculparme —antes que pudiera continuar se oyeron gritos a través de los auriculares de Takemichi que al instante apagó su computadora— ¿Ese era Matsuno? Mmm, bueno.
— Disculparte —repitió Hanagaki— ¿Por qué?
Por idiota, tonto, necio, estúpido, animal, ignorante, ciego, etc.
— Por lastimarte de esa manera, no eres inútil Takemichi —lo vio sonrojarse—. Sí, lo siento, oí todo. Quería disculparme por haber hecho como si no existieras durante toda esta semana, mi cabeza ha estado muy confundida con algunas cosas y me desahogue contigo.
En parte era verdad.
— Está bien Mikey, solo me preocupe mucho al pensar que ya no querías ser mi... Amigo —fingió que no le dolió la palabra y sonrió—. Además, quería mostrarte muchas cosas, había llevado dulces para ti.
Mikey se sintió peor.
— Lo siento.
— Está bien, no te preocupes. Ya pasó.
No, no todo ha pasado. Ahora toca la segunda parte.
— Takemichi la verdadera razón por la cual te ignore fue que estaba celoso —confesó—. Me molestaba la idea que trataras del mismo modo que a mí y a Chifuyu. Dolía mucho. Justo hace un par de minutos caí en la realidad, pero antes de eso decidí poner límites para evitar seguir sintiéndome así.
Takemichi sabía cuan directo podía llegar a ser su comandante, más esto sobrepasaba lo que pensó.
— ¿Tratar del mismo modo? —preguntó confundido.
— Le brindadas la misma atención que a mí —explicó—, me molestó mucho y decidí alejarte para... No te rías.
Se estaba riendo.
— Es divertido, pero solo trato así a mis seres queridos. Además, mostraba más interés en ti ¿Nunca lo notaste?
Mikey parpadeó.
— No.
— Bueno... —el menor enrojeció— Solía pasar más rato contigo luego de las reuniones, te daba dinero cuando te veía mendigando por un pan, también me reía muy exageradamente de tus chistes malos, son malos, y trataba de darte afecto como pudiera.
Está bien, qué.
— Takemichi... —lo vio asentir— ¿Estas enamorado de mí?
Bueno eso no fue lo que quiso haber dejado salir de sus labios, pero el mensaje fue dado. La respuesta llego de forma rápida porque en seguida el rubio comenzó a tartamudear y divagar con un rostro encendido. Demasiado obvio, si le preguntaban a Manjiro.
— ¿Que? Que dices... Yo solo —se exoneró—, no como crees que tú... ¿Te molesta?
Mierda, para nada.
— No.
— Bien, a mí tampoco.
La habitación quedó emergida en un silencio extraño, como si muchas palabras fueran silenciadas. Mikey sentía que explotaría porque finalmente había conseguido que Takemichi confesara, pero algo sentía que se están olvidando.
— Mikey-kun ¿Puedo hacerte una pregunta? —asintió— Bien ¿Tú también estás enamorado de mí?
Rayos. Recordó a Shinichiro con su estúpida cara diciéndole "Oh rayos, me gusta esta persona" y asintió. Mierda, sus manos dolían demasiado, picaban, quería cortarlas.
— Sí, estoy enamorado de ti.
Por la sonrisa que dio el menor supo que fue una buena respuesta y asintió para sí mismo al solucionar el problema... Con ayuda de Draken, pero sin duda por él. Dio un par de palmaditas a la cabellera teñida demostrando un poco su afecto. Takemichi parecía querer decir algo más, pero lo interrumpió antes de que pudiera decir algo.
— Cierto, no tengo responsabilidad afectiva. Es mi primer encuentro romántico con alguien, y no soy bueno con detalles.
Sí, prefería advertirle. El menor solo sonrió con cariño y duda en su mirada más fue buen augurio por qué le dio un beso cálido en la mejilla.
Que se vayan a la mierda los límites, esa fue su conclusión.