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Ya llevábamos horas caminando, en el momento en que las alarmas comenzaron a sonar en los altavoces, Marley le había declarado la guerra a Paradis y en cualquier momento iba a atacar, tomé lo que pude de mi laboratorio, un pequeño botiquín y un par de botellas de agua, y entraste por la puerta, todavía con tu uniforme militar y una mochila en los hombros, a pesar de que te semblante podría parecer tranquilo, tus ojos estaban llenos de una angustia tan profunda que sentí como se revolvía algo dentro de mi.
Y decidimos huir de la base, esquivamos gente corriendo desesperada, no había nada que hacer, solo tratar de buscar un lugar seguro. Fuimos interceptados por el comandante Erwin, hubo gritos acerca de cómo podríamos estar huyendo tan a la ligera, cuando habíamos jurado entregar nuestros corazones a nuestra nación. Tu lanzaste tus medallas a sus pies y yo me quité mi bata, cuando me giré, solo ví una mancha blanca que era llevada por el viento.
El sonido de las alarmas era estridente, y dañaba nuestros oídos, pero a las pocas horas nos habíamos acostumbrado. Nos alejamos hasta llegar a las orillas de la ciudad, sabíamos que no podríamos llegar más lejos, conocíamos el plan, nadie sale de la ciudad en un ataque, solo aquellos que fueran importantes, y nosotros al dejar a un lado nuestros puestos, no éramos más que unos simples ciudadanos sin importancia.
Poco a poco la gente entrada en pánico iba disminuyendo, dejando a su paso casas y autos abandonados. Mis pies dolían, esa elección de llevar mis botas altas por la mañana, no había sido tan buena. También sabía que tu espalda dolía, la mochila que llevabas no era tan ligera. Tomé tu mano y susurré tu nombre. Levi, el susurro casi se perdía con el viento.
Sabíamos que debíamos detenernos, no había nada que pudiéramos hacer. Había una casa grande y bonita con las puertas abiertas. Caminamos hacia ella y nos adentramos, todo lucía limpio y hermoso, había varias fotografías de la familia que había habitado ahí. Casi no escuchaba la alarma, ahí adentro parecía un suave murmullo.
Caminé hacia la cocina y tú fuiste a explorar, por si encontrábamos algo que pudiera ayudarnos, ambos sabíamos que no habría nada, pero preferíamos mentirnos. Encontré botellas de licores caros y un paquete de brownies, los tomé y me dirigí a la sala. Tu venías bajando la escalera con los brazos llenos de ropa, sin decir palabras comenzaste a quitarte el uniforme, dejando ver tu piel llena de pequeñas heridas, lo único que dejaste fue tu ropa interior y la cadena con nuestro anillo de bodas. Te colocaste una camisa azul cielo y unos pantalones elegantes que te quedaban grandes.
Caminaste hacia mi y me quitaste la botella de los labios para tomar un trago profundo. Me tomaste del brazo para ponerme de pie, comenzaste a desvestirme, hasta dejarme en ropa en interior, me colocaste un vestido amarillo, que me quedaba un poco justo y pequeño, mi anillo brillaba justo en medio de mi pecho. Nos sentamos en el sofá sin decir palabra, turnandonos para beber, comiendo todo el paquete de brownies.
Me puse de pie, en una esquina había dos sacos, uno gris pequeño y uno azul grande. Me coloqué el grande, me quedó perfecto, volví hacia ti y te coloqué el pequeño, te quedó un poco justo en los hombros pero te veías bien, dejé que te volvieras a sentar.
Regresé a explorar, picando todos los botones que encontraba, sorprendentemente la televisión se prendió, y ambos nos sorprendimos cuando el anuncio de rojo de ataque comenzó a sonar. Tomé el control rápidamente y le piqué a un botón, al parecer el DVD también funcionaba y habían dejando la película de Vaselina puesta. Estaba llegando a la escena dónde Sandy cantaba Hopelessly Devoted to you.
Caminé hacia ti y extendí mi mano, la tomaste y te pusiste de pie. Tus manos estaban en mi cintura, y las mías en tu cuello, tu cabeza sobre mi hombro y la mía sobre la tuya. Estábamos tan juntos, apenas dejando pasar el viento entre nuestros cuerpos. Nos balanceamos un poco, creando un pequeño y suave vals, tal y como lo hicimos el día de nuestra boda. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos, ya habían pasado varias horas desde el anuncio y no me había permitido sacar mis emociones, comencé a sentir como la tela del vestido se comenzaba a humedecer con tus lágrimas. Nos abrazamos más fuerte, con los diálogos de la película de fondo, la luz del día comenzaba a desaparecer, dejando suaves tonalidades rojas.
Nos dejamos recostar en el piso, abrazos y con nuestras frentes unidas mirándonos a los ojos llenos de lágrimas que fluían silenciosamente. Al escuchar el sonido de la primera bomba, nos acercamos más, entrelazando nuestras piernas, y con el cuerpo temblando de miedo. Quería hablar, pero las palabras estaban atoradas en un nudo grande en mi garganta, sabía que tú estabas igual, tus ojos nunca habían demostrado tanto sentimiento, tu boca entreabierta con los labios temblando.
Silencio, la alarma había dejado de sonar, sabíamos que algo malo se aproximaba.
Acariciarte mi cabello, y me besaste, sabía saldo por las lágrimas, en ese momento nuestros nudos desaparecieron y los te amos comenzaron a fluir, no podíamos dejar de decirlas, estamos tan cerca que nuestros alimentos y respiraciones se mezclaban.
El suelo se sacudió, finalmente había caído, y antes de que la explicación llegara a nosotros, nos suframos algo, justo al mismo tiempo y nos besamos, esperando nuestra muerte.
Te amo y siempre te amaré, te volveré a encontrar