Chapter Text
[Ciudad de Corazones Rotos]
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[Parte 3]
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Marinette y Adrien apenas si pudieron verse durante la semana que siguió. Todo se debió a una serie de ataques de Papillon, quien pasó de tener una temporada sumamente tranquila a crear todo un desastre con una velocidad impresionante. Ella no pudo evitar preguntarse quién se escondería tras la máscara, pues si algo estaba claro era que fuese quien fuese, probablemente no se encontraba en la ciudad durante su época de inactividad, o se encontraba indispuesto. Y la segunda pregunta, ¿por qué atacaba de aquella manera tan aleatoria? Papillon parecía lanzar akumas de una manera casi descuidada, que hacía casi cuestionarse sí él realmente quería apropiarse de los miraculous, ya que el sujeto podía llegar a ser demasiado torpe.
– Marinette– la llamó Adrien quien se encontraba sentado junto a ella en una de las bancas de concreto del patio de recreo – te he llamado tres veces ¿te encuentras bien? – preguntó.
– Sí, sólo algo pensativa– dijo Marinette dedicándole una sonrisa. Adrien le correspondió, pero a ella le quedó claro que su cortés gesto, también escondía algo que él no se atrevía a decirle.
– Te preguntaba si quisieras pasar conmigo la tarde de mañana– preguntó Adrien quien la miró expectante.
– Mañana es viernes, creo que lo tengo libre, papá y mamá tienen un evento y no me han dicho nada acerca de necesitar mi ayuda – contestó Marinette.
– Lo sé– asintió Adrien – el evento lo contrató papá, y creo que yo tampoco tendré que ir. Papá quiere asumir aquello personalmente. Él dice que este evento es demasiado importante como para enviar a alguien más a hacer su trabajo – explicó Adrrien.
– Oh – asintió Marinette sin saber qué más decir, pero agradecida de no haber inventado una excusa a costa de sus padres, de lo contrario se habría visto como una mentirosa. De repente, la ilusión de poder pasar un rato a solas con Adrien la alegró, ella sólo esperaba que así como Gabriel Agreste había encontrado algo que lo entretuviera durante el suficiente tiempo, Papillon también lo hiciera de modo que nada arruinara su velada.
– ¿Qué quieres hacer con todo el tiempo libre que tenemos en nuestras manos? – preguntó Adrien quien la miró fijamente. Marinette levantó su mirada y le correspondió, era en momentos como aquellos que él la hacía sentir más cohibida.
– No lo sé– respondió Marinette encogiéndose de hombros – tal vez podrías pasar a ver una película– sugirió ella, a pesar de que estaba muy consciente de lo que ambos realmente deseaban hacer.
– Suena como una buena idea– asintió Adrien regalándole una sonrisa.
– Podríamos almorzar en mi casa – sugirió Marinette.
– Me encantaría– respondió.
Marinette le sonrió y acomodó la cabeza justo encima de su hombro. De repente, ella prefirió incorporarse pues todo aquello la hacía sentir muy nerviosa.
– ¿Qué? ¿Por qué te alejas? – preguntó Adrien contrariado.
– No lo sé… – comenzó Marinette – pensé que yo, que tu no querías...– balbuceó ella.
– Marinette – comenzó Adrien – dime algo ¿por qué te hago sentir tan nerviosa? – preguntó.
– No sé a qué te refieres– contestó ella.
– Es claro que te sientes asustada en algunas ocasiones cuando estás conmigo, y yo no puedo dejar de preguntarme qué es lo que he hecho mal. – dijo él.
– No es eso, tu no has hecho nada malo, es simplemente que aún no puedo creer que tu y yo verdaderamente estemos juntos. Yo siempre pensé que esta posibilidad sólo sería una fantasía, y ahora me parece casi increíble– dijo Marinette.
– No sé qué puedo decir para quitar esa impresión, porque me preocupa que yo te asuste. No creo que esté bien vivir eternamente asustado por la posible reacción de tu pareja. – comentó.
– No se trata de eso – explicó Marinette – no es miedo a tu reacción.
– Entonces ¿Qué es lo que temes? – preguntó Adrien.
– A las circunstancias – admitió vagamente Marinette, quien realmente lo que temía era dejar aquellos sentimientos ir sin ningún control, a la vez que cada vez eran más y más profundos, cómo para terminar en la mitad de la nada y con el corazón roto.
– No creo entender… – murmuró Adrien.
– No es necesario que lo hagas – respondió Marinette quien se puso de pie y puso su mochila sobre su espalda. – tengo que irme, hay un consejo estudiantil al que debo asistir – dijo.
– A-Adiós – balbuceó Adrien al ver que ella claramente no le quería brindar más tiempo para explicar su punto.
– Adiós.
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Al día siguiente, Marinette se encontró a la espera de Adrien junto a la puerta de entrada del colegio. Varias de sus amigas pasaron por allí de camino a casa, y le dirigieron un par de palabras amables, pero nadie se detuvo lo suficiente como para indagar en sus intenciones.
En aquel momento, empezó a llover. Marinette estiró su mano más allá de la cornisa de la entrada y dejó que unas cuantas gotas de agua le cayeran en la mano.
– Es justamente cómo el día en el que nos conocimos – dijo Adrien quien se acercó silenciosamente a ella.
– Lo es – asintió Marinette mientras que lentamente se daba media vuelta con la intención de enfrentarlo.
– ¿Aún tienes el paraguas que te dí? – preguntó.
– No creo que sea necesario, yo vivo pasando la ca… – comenzó Marinette quien fue interrumpida.
– ¿Pero, lo tienes? – insistió Adrien mientras la miraba fijamente, y fue en aquel momento que el verdadero interés de él no recaía en si se mojaban o no, o si ella verdaderamente tenía el paraguas, sino en la significación que tenía aquel objeto en su relación.
– Sí, lo tengo– contestó Marinette. Quien abrió su mochila y sacó un paraguas negro, que ya se encontraba ajado por el uso y con el mango lijeramente descolorido. Adrien apenas sonrió de una manera muy discreta, pero para Marinette fue cómo si hubiera podido ver el brillo en sus ojos de una manera fuerte y clara.
– Perfecto– dijo él casualmente – creo que podríamos usarlo para evitar mojarnos– concluyó. Marinette prefirió entregarle el paraguas a Adrien, ya que ella era más baja, y de seguro corría el riesgo de sacarle un ojo si no lo hacía.
Los dos caminaron rápidamente a la panadería en donde no encontraron a nadie. De seguro sus padres debían encontrarse preparando el evento que tendría lugar aquella noche. Marinette sacó la cena que su mamá le había preparado y se preparó para cortar unos cuantos vegetales más para que alcanzara a alimentarlos a los dos. Sin embargo, el celular de Adrien sonó a todo volumen. Marinette se alarmó al ver la reacción del muchacho, ya que él parecía verdaderamente fastidiado.
– ¿Si? – preguntó Adrien– no – continuó.
– Estoy en casa de una amiga– dijo.
– Sí, ella misma – contestó Adrien. En ese momento, Marinette no pudo hacer otra cosa que mirar por encima de su hombro hacía el muchacho que daba vueltas por el salón mientras hablaba por teléfono. Al parecer, ella estaba en el radar de Gabriel Agreste, y no sabía cómo sentirse al respecto.
– No, Nathalie, no tenemos intención de salir a ninguna parte – dijo Adrien. Los nervios de Marinette perdieron impulso, ya que no había razón para temer, pues la asistente la conocía, ya que se habían visto en un sin fin de oportunidades.
Después de almorzar, los dos subieron al cuarto de Marinette. Ella sabía a la perfección que él no tenía ninguna intención pura o noble, y aquello estaba bien, porque lo cierto era que ella tampoco lo hacía, y se hubiera sentido muy defraudada si él no hubiera pretendido otra cosa más que ver una tonta película.
Marinette recibió su primer beso con la anticipación con la que solo se recibiría algo que se ha deseado desde hace bastante tiempo, pero que no se ha tenido suerte en conseguir. Ella ladeó su cabeza para darle acceso a su cuello y él tomó la oportunidad, y sus labios hicieron contacto con la piel sensible de su cuello.
– No entiendo porque me sigues apartando– suspiró Adrien mientras que sus manos comenzaban a aventurarse por debajo de su camiseta.
– ¿Es que acaso no puedes ver que los dos terminaremos con el corazón roto? – preguntó Marinette quien a su vez respondía las caricias de Adrien frotando su espalda por debajo de su camisa. Adrien se apartó, y en el camino se la retiró por completo.
– No importa – respondió Adrien. Marinette lo miró por unos instantes, antes de continuar con su beso en los labios.
– ¿Puedo? – preguntó Adrien rompiendo el beso y mientras luchaba por recuperar el aliento.
– S-si – asintió Marinette mientras él le retiraba la camiseta. Marinette sabía que él ya la había visto en sostén, pero no pudo dejar de sentirse algo cohibida. Adrien se acercó a ella en busca de calor, ya que la tomó entre sus brazos, y pareció contentarse con el roce de su piel por unos instantes.
Marinette cerró los ojos y dejó caer la cabeza sobre su hombro, mientras que ella también disfrutaba del cosquilleo en sus brazos y en su torso. Era sumamente placentero sentir el roce de sus dedos sobre aquellos lugares sobre los cuales no era habitual sentir el contacto de otra persona. Adrien debió sentir que ella se encontraba disfrutando aquello, ya que continuó su caricia desde la parte alta de su espalda hasta la pretina de sus pantalones.
– Para responder tu pregunta– dijo Adrien quien movió lentamente su mano por debajo de su sostén.
– Si temo terminar con el corazón roto – continuó – pero temo aún más no haberlo intentado, y quedarme sin saber que se siente estar contigo – dijo Adrien.
Marinette y Adrien hicieron nuevamente el amor, y aunque esta vez ella no se sintió tan incómoda y torpe como la primera vez. Lo cierto era que cada segundo que pasaba, ella temía más y más que no podría salir tan fácilmente de aquella relación, pues sus sentimientos eran más y más fuertes, y tenía la impresión que los de Adrien no se alejaban mucho, ya que él, a diferencia de ella, no dudaba en entregarse completamente en cada beso y en cada caricia.
Marinette lo observó mientras él permanecía con los ojos cerrados y una expresión de completa satisfacción en su rostro. Lentamente, ella retiró el flequillo de su frente mientras veía cómo él dejaba salir una exhalación. Ella sintió pena por él, después de todo, Adrien era una persona sumamente solitaria, que probablemente había encontrado en aquella relación una manera para sentirse conectado a alguien, pero Marinette era realista, ya que por más que deseara estar con él, ella solo le traería dolor.
Ella se volteó bruscamente en la cama con la intención de enfocar su mirada al lado contrario al que yacía Adrien. Marinette se preguntó cómo había sido posible que se hubiera dejado llevar por las emociones de aquella manera, aún más cuando llevaba tanto tiempo prácticamente entrenandose a sí misma para reprimir sus sentimientos con el fin de que Papillon no pudiese usarlos en su contra.
En aquel momento, ella sintió un golpe de ira, primero, contra Papillon porque gracias a él, tanto ella cómo el resto de la ciudad, se habían visto en la terrible disyuntiva de escoger entre ser akumatizados, o en la posibilidad de poder sentir sus emociones libremente sin temor. Después de todo, nadie puede estar contento las veinticuatro horas del día, y aquel sujeto les había quitado la posibilidad de experimentar simples emociones humanas. Y en segunda medida, contra sí misma, porque no había frenado lo suficientemente rápido aquello, y ahora no sólo se trataba de su propio corazón roto, sino el del pobre incauto que claramente también se encontraba completamente enamorado y acostado a su lado.
– Marinette… – suspiró Adrien quien pasó su brazo sobre su cintura y dejó salir un nuevo suspiro– será mejor que disfrutemos el poco tiempo que nos queda, ya que pronto tendré que irme.
– Lo sé– dijo ella ligeramente molesta mientras que sentía que él comenzaba a besarle el cuello.
– ¿Qué sucede? – preguntó Adrien quien debió presentir de inmediato que había algo mal en el humor de Marinette. Ella decidió que sería una tontería contestarle que no ocurría algo, aún más, cuando él ya parecía haberse percatado de ello. Por lo anterior, ella se volteó bruscamente con la intención de observarlo a los ojos.
– Nadie puede saber de nuestra relación...– comenzó Marinette.
– Yo…
– No hemos podido vernos en casi dos semanas…
– Marinette…
– Y definitivamente, no podremos ni siquiera tener una cita como una pareja normal– concluyó ella mientras que Adrien fruncía el ceño.
– ¿Por qué eres tan negativa? – preguntó Adrien– lo único que has hecho es encontrarle problemas a nuestra relación desde que comenzamos a salir, incluso hace un par de semanas terminaste conmigo – dijo.
– No es que sea negativa, es que esto no es realista, apenas si podemos vernos, tu tienes mil y un ocupaciones, y mil y un impedimentos. Mientras que yo…
– ¿Tú? – preguntó Adrien instándole para que concluyera la frase.
– Yo también tengo mis asuntos– murmuró.
– Te refieres a un secreto, uno que Luka me dijo que nunca pudo lograr que le confesaras, y que probablemente tampoco lo harás conmigo– dijo Adrien claramente irritado.
– Será mejor que me vista – respondió Marinette malhumorada, mientras comenzaba a incorporarse con la intención de bajar las escaleras.
– Espera, espera– contestó Adrien mientras la seguía, al tiempo que tomaba sus pantalones – no te vayas, me molesta que seas tú la que me dice que yo no tengo sentimientos por tí cuando es claro que yo soy el payaso que corre detrás tuyo, mientras que yo no hago otra cosa más que ser rechazado.
– No es así Adrien – dijo Marinette quien estaba muy sorprendida, ya que nunca lo había visto enfadado hasta aquel punto, y mucho menos, lanzándole recriminaciones de esa manera.
– ¿Entonces, qué es? – preguntó él subiendo el tono de voz al punto que casi gritaba.
– Es el hecho que después de cada encuentro, de cada beso me siento más y más codependiente de tí, me romperá el corazón alejarme, y no quiero volver a pasar por aquello. Yo sé que los dos estamos cayendo en una especie de trampa, cuando lo cierto es que es absolutamente ridículo negar la realidad y pretender que podremos seguir juntos, cuando no es así– dijo ella
– ¿Y si hacemos un esfuerzo? – preguntó Adrien quien colocó las manos en su cintura y miró fijamente hacia el suelo de madera.
– ¿A qué te refieres? – preguntó Marinette.
– A qué deberíamos intentar tener una relación normal – dijo Adrien.
– Adrien…
– Si tan solo le dieras una oportunidad Marinette – murmuró con su voz cargada de frustración ante sus continuas negativas. Marinette se mordió el labio, lo cierto es que si lo pensaba con atención, él tenía algo de razón, ella no había hecho otra cosa más que negarse una y otra vez, tal vez, le debería dar una oportunidad.
– Está bien– respondió Marinette finalmente.
– ¿Es en serio?– preguntó Adrien, quien claramente no había esperado obtener una aceptación tan fácilmente.
– Sí– aceptó Marinette quien sintió que él la acercaba hacia él y la besaba en los labios.
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Hacía mucho tiempo que Marinette no se sentía tan nerviosa. Sus manos estaban comenzando a sudar, y le parecía que las piernas le fallarían en cualquier momento.
– ¿Estás bien? – preguntó Adrien mientras que la tomaba de la mano.
– No – dijo ella mientras los dos cruzaban el umbral del colegio. A pesar de lo anterior, ella se sorprendió al no sentir más unos cuantos pares de ojos sobre ellos. Se suponía que si los dos llegaban al colegio juntos, todos comenzarían a hablar y a murmurar. Es más, Marinette ya se había hecho a la idea de que tendría que soportar a una legión de admiradoras de Adrien dirigiéndole miradas desagradables, pero no hubo más que un par de rostros moderadamente sorprendidos, que perdieron interés rápidamente.
– Pensé que todo el mundo se sorprendería – le dijo Marinette a Alya mientras que las dos se dirigían de la línea de la cafetería hasta la mesa que ambas ocuparían.
– ¿Por qué? ¿es que acaso se suponía que era un secreto? – preguntó su amiga conteniendo la risa.
– Bueno…
– Pues ustedes nunca fueron precisamente delicados, está lo que sucedió en la piscina, ustedes salen juntos al finalizar la jornada escolar, y es claro que hay algún tipo de drama entre ustedes – dijo Alya.
Marinette apenas pudo comer su sándwich en silencio mientras que su amiga charlaba con otras de sus compañeras. En aquel momento, ella entendió que en realidad, y muy al contrario de lo que suelen pensar muchos adolescentes, a nadie le importan verdaderamente tus asuntos.
– No sabía que era un secreto. A decir verdad, ustedes dos fueron la comidilla del colegio hace unas semanas, pero creo que ya todos han perdido interés – comentó casualmente Alya antes de darle un buen bocado a su manzana.
Marinette no pudo evitar alegrarse de que las cosas hubieran tomado aquel rumbo, después de todo, la indiferencia de sus compañeros tan sólo sería una ayuda más en su intención de encajar.
– Supongo que no puedo quejarme– dijo Marinette quien esperó a que Nino y Adrien se les unieran en la mesa.
Durante los días siguientes, no ocurrió nada que ella creyera que valiera la pena resaltar. Por lo menos, durante ese par de días, Adrien y ella pudieron mantener cierta ilusión de normalidad pese a que tan sólo se veían durante las clases, ya que los ataques de akumas estaban descontrolados. Al parecer, Papillon tenía la intención de recuperar el tiempo perdido.
Por lo anterior, los dos se tuvieron que conformar con miradas sugerentes, caminar de la mano con el otro, y cuando mucho, compartir una que otra sesión de estudio en la biblioteca.
– Me gustaría tomar un helado contigo – murmuró Adrien en voz baja mientras que se encontraban en la biblioteca luego de terminada la jornada escolar, ya que él había tenido el coraje para decirle a su papá que tenía que terminar un trabajo en su compañía.
– Sabes bien que no podemos, me dijiste que tenías una sesión de fotos a las cinco – dijo Marinette. Adrien tomó una larga bocanada de aire que claramente estaba cargada con una nota de resignación.
– Es cierto– dijo él – estoy harto de las sesiones, estoy harto de fingir que estoy feliz, de sonreirle a la cámara, de asistir a tantos ridículos eventos. Yo creo que no me importaría si fueran unos cuantos, pero cada día es más y más, siento que me ahogo. – comentó Adrien mientras pasaba de encontrarse descuidadamente acostado sobre la mesa a lanzarse al espaldar de su silla. Marinette se sorprendió, no era usual que él expresara aquello tan abiertamente. Generalmente, él simplemente era de la clase de personas que ponía sus problemas debajo de una manta de resignada cordialidad, pero en los últimos días algo parecía haber cambiado en él, y ella no pudo dejar de preguntarse si sería consecuencia de su relación.
– Nunca te habías escuchado realmente fastidiado cómo ahora – contestó Marinette.
– Eso es porque nunca antes había tenido algo que realmente quisiera lo suficiente y que me hiciera entender que no puedo seguir así – dijo Adrien en tanto comenzaba a balancear las patas traseras de su silla de adelante hacía atrás – Marinette– comenzó él nuevamente.
– ¿Si?
– ¿Has pensado qué vas a hacer después de nuestra graduación? – preguntó Adrien mirándola fijamente.
– Planeo ir a la universidad– dijo ella.
– Pues yo también quisiera hacerlo, y quisiera finalmente salir de mi casa, tener mi propio lugar para vivir. Tal vez, conseguir un trabajo que me deje tener un perfil más bajo, y mayor privacidad.
Marinette le sonrió. Lo cierto era que sus papás nunca habían sido especialmente asfixiantes, y ella tenía una muy buena relación con ellos, por lo que no tenía esa apremiante necesidad de salir de su casa como un prisionero recién liberado.
– Tal vez podríamos vivir juntos– dijo él mientras le dedicaba una sonrisa. Mucho pasó por la mente de Marinette, ya que no le sería posible esconder su identidad si vivía con él, y ni siquiera pensar en las peleas que se desatarían cuando él comenzara a notar sus constantes ausencias.
– Puede ser, suena como una bonita idea– dijo Marinette sonriente. Adrien la miró fijamente y ella se preguntó hasta qué punto él sabría que había una negativa detrás de sus palabras.
– Ciertamente, has resultado ser una persona con más secretos de lo que había pensado en principio – murmuró Adrien.
– Adrien… – comenzó Marinette. Sin embargo, un fuerte estruendo los alertó.
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Marinette regresó a casa completamente exhausta. Ella no esperaba que la tarde terminaría con el ataque de un akuma, y siquiera había logrado ponerse en contacto con Adrien luego de terminar de combatirlo.
Ella sacó su teléfono de su bolsillo y vio fuerte y clara una luminosa notificación de un nuevo mensaje, se trataba de Adrien quien tan sólo le escribía para asegurarse de que se encontraba a salvo y en casa. Ella le contestó enseguida, preguntándole si podrían reunirse aquella tarde. Desafortunadamente, no pudieron hacerlo, ya que él ya estaba en el set, preparándose para su sesión de fotos.
Aquella noche, Chat y Ladybug volverían a patrullar juntos, por lo que Marinette no pudo evitar alegrarse, ya que las mejores noches tenían lugar cuando ella se encontraba en su compañía. Sin embargo, su compañero de equipo seguía en aquel humor taciturno en el que se había encontrado la última vez que se vieron.
– ¿Qué te sucede? – preguntó Marinette mientras sentía el aire de la noche golpeándole con fuerza el rostro, en lo alto del edificio en el que se escondían.
– Lo usual, problemas en la vida de civil – contestó Chat encogiéndose de hombros. Marinette observó el paisaje. No era algo especialmente lindo, ya que el edificio sobre el que se encontraban se ubicaba al lado de uno de los tantos túneles del periférico, por lo que solo se veían los automóviles parar y unas cuantas luces de los edificios vecinos reflejarse en el agua de los canales.
– Ladybug– comenzó Chat Noir con una entonación muy parecida a la que había usado Adrien aquella tarde.
– ¿Si?
– ¿No te ha ocurrido que hay momentos en los que sientes que los secretos te ahogan? – preguntó.
– Todo el tiempo – respondió Marinette quien concentró su mirada en la sucesión de autos que pasaban uno detrás del otro.
– Ser Chat Noir es lo mejor que me ha pasado en la vida. A veces pienso que no conocía lo que era la libertad antes de tener la posibilidad de cruzar esta ciudad sin ser reconocido. Pero, en otras ocasiones, creo que es aplastante.
– Lo es– dijo Marinette quien no pudo evitar preguntarse qué clase de vida llevaría Chat Noir cómo para que creyera que arriesgar el cuello combatiendo una serie de espantos sobrenaturales fuera una experiencia liberadora. Más aún, cuando a ella su responsabilidad como guardiana le había quitado tanto, y parecía que le quitaría aún más.
Nuevamente una explosión llamó su atención.
– Papillon está completamente fuera de control– se quejó Chat Noir antes de tomar su bastón e internarse en la noche en su compañía.
Nuevamente, la batalla terminó rápidamente, al punto que a Marinette aún le quedaba en la mente la pregunta de si Papillon realmente lo estaría intentando. Finalmente, ella realmente no pudo dormir algo más que un par de horas, por lo que se sentía completamente exhausta la mañana siguiente.
Marinette apenas si pudo prestar atención, y Adrien se encontraba en la misma situación. De seguro, la sesión de fotos de la noche anterior debió extenderse hasta entrada la madrugada. Ella apenas si quiso acercarse a él, pues lo cierto era que no sabía cómo justificar su cansancio. Sin embargo, él tuvo otra idea, ya que se le acercó en los casilleros poco después de terminar la jornada escolar.
Max era la última persona que se encontraba en aquel recinto aparte de ellos. El muchacho se encontraba preparando sus libros antes de marcharse, él levantó su mirada hacia sus dos compañeros y pareció entender que los dos ansiaban quedarse solos en aquel lugar, por lo que salió rápidamente.
Marinette, quien se encontraba sentada en uno de los bancos de madera levantó su mirada hacía Adrien a quien le dirigió una sonrisa. Él respondió, y prácticamente se lanzó en su dirección, con la intención de sentarse a su lado.
– No hemos tenido tiempo de hablar en todo el día – dijo Adrien mientras tomaba las manos de Marinette entre las suyas.
– No– respondió ella quien tuvo que reprimir un bostezo.
– Te ves cansada, supongo que has tenido que ayudar a tus padres en algún evento o algo así – dijo Adrien. Marinette sonrió contenta de que él fuera quien inventara su excusa por ella, sin necesidad de mentir.
– Tu también te ves cansado, imagino que la sesión de fotos se extendió hasta la madrugada– comentó, pero ninguno de los dos dio respuesta alguna.
Por unos segundos el uno permaneció al lado del otro sin decir palabra alguna, hasta que finalmente Adrien se agachó y sacó algo de su maleta. Marinette no supo a simple vista de que se trataba, pero debía ser pequeño, ya que cabía en la palma de su mano.
Él extendió su mano y se lo entregó. Marinette lo miró por unos instantes, Ella lo reconoció de inmediato, se trataba de un llavero con la figura de un gato de caricatura del que ella tenía un par de peluches sobre su cama.
– ¿Esto es…? – preguntó Marinette sin saber claramente cómo llevar aquella conversación.
– Esta mañana, mientras veníamos hacia el colegio vi este llavero en una vitrina, imagino que te gusta ese gato, así que te recordé – dijo casualmente Adrien, quien a decir verdad sonaba alegre y despreocupado.
Marinette ladeó la figura de plástico para observarla mejor. De repente, ella no entendió la razón, pero sintió una oleada de tristeza. Aquel pequeño objeto había sido un hermoso detalle de su parte, pero también era una bofetada que le recordaba que aquello no podría darse libremente mientras que Adrien se encontrara bajo la tutoría de Gabriel Agreste y ella tuviera su secreto.
– Lo lamento, Marinette, yo no pensé que te disgustaría – dijo Adrien mientras se sentaba junto a ella en la banca de madera.
– No es eso – dijo Marinette – me encanta, es muy lindo – respondió ella mientras apretaba la figurilla de plástico entre sus manos.
– ¿Qué es lo que te pasa? – preguntó él con suavidad.
– ¿Realmente no lo sabes? – preguntó Marinette – esto cada día es más y más fuerte y sé que eventualmente…
– ¿Y si trato de hablar con papá? – preguntó Adrien quien tomó sus manos entre las suyas.
– ¿Realmente crees que obtendrías algo si lo haces? – preguntó Marinette quien al escuchar esto se tranquilizó ligeramente. Ella se soltó de su agarre y comenzó a limpiar sus lágrimas.
– Creo que lo único peor es permanecer en la incertidumbre y no intentarlo– respondió Adrien. Marinette sonrió y asintió mientras que pensaba con nerviosismo en el futuro, porque lo cierto era que si Adrien llegaba a solucionar todos los obstáculos de su parte, su identidad como Ladybug sería más difícil de esconder de él.
– Está bien – asintió Mainette.
Adrien la besó en los labios nuevamente. Marinette sabía que debía encontrarse feliz por el compromiso que había aceptado Adrien, después de todo, él parecía interesado en intentarlo. El verdadero problema radicaba en saber hasta qué punto podría comprometerse Marinette. Lo último que ella deseaba es que al final las cosas implosionaran con Adrien como lo hicieron con Luka. Ninguno de los dos muchachos merecieron aquel final, pero mientras que ella fuera Ladybug lo cierto sería que no tendría mucho más que ofrecer.
Marinette respondió el beso, pues si aquellos eran los pocos instantes que podían disfrutar juntos, pues que así fuera. Él estaba en lo cierto, era mejor haber sabido que por lo menos por un breve instante de tiempo su sueño de haber sido querida por Adrien Agreste se había cumplido. Ella sintió una oleada de calor al tiempo que él besaba su cuello.
– Tengo una sesión de fotos– murmuró Adrien contra su piel.
– Entonces, será mejor que te vayas – respondió Marinette.
– Ven conmigo – dijo él separándose de ella. Adrien la miró fijamente y ella asintió.
– Eso me encantaría – asintió Marinette. Adrien se puso de pie y tecleó en su teléfono.
Marinette imaginó que llamaría a su papá o a su asistente, por lo que permaneció sentada con la intención de darle algo de privacidad. Adrien regresó con una sonrisa en los labios. Estaba claro que él había conseguido el permiso para llevarla con él. Sin embargo, ella también pudo ver un fantasma de insatisfacción en su rostro, era claro que algo había sucedido, o que él no se encontraba completamente agusto con la situación. Ella caminó junto a él hasta la entrada y los dos subieron al automóvil.
Por algún motivo, Adrien parecía sentirse incómodo, al punto que apenas abrió la boca durante su viaje hasta la locación donde se llevaría a cabo la sesión.
– Tatiana no ha llegado aún– fue lo único que le dijo el malhumorado fotógrafo refiriéndose a la compañera de Adrien.
– No importa, la esperaremos – respondió Adrien mientras tomaba la mano de Marinette y se hacían hacía un lado.
La sesión se llevaría a cabo en un parque a las afueras de la ciudad. Marinette se sentó en compañía de Adrien en una banca de concreto debajo de un árbol que proyectaba una agradable sombra durante aquella soleada tarde. Marinette tomó una gran bocanada de aire y disfrutó la paz del lugar.
– Tienen un carrito con sándwiches – dijo Adrien claramente emocionado – ¿quieres uno?
– Si, eso suena bien – respondió Marinette. Él volvió rápidamente con los bocadillos.
– ¿Estás seguro de que no te meterás en problemas por mi culpa? – preguntó Marinette mientras comía.
– No, no lo creo – dijo Adrien – si fuera un modelo común me metería problemas por traer amigos al set, pero lo cierto es que no soy un profesional, y papá lo sabe– dijo.
– Nunca antes había visto que hicieras sesiones en grupo.
– Supongo que ya estoy en edad de dejar de ser un modelo juvenil y convertirme en modelo profesional, por su puesto, se espera que haga tomas más “adultas” – dijo Adrien sin dejar de mirar su bocadillo. Marinette volvió a notar esa misma inconformidad que parecía ser una constante en Adrien durante los últimos días, y no pudo dejar de preguntarse desde cuando él se sentiría de aquella manera.
La modelo llegó a la locación y sonrió ampliamente cuando vio a Marinette.
– Vaya, vaya, al parecer si eres humano después de todo – dijo la chica mientras que marchaba junto a Adrien hacia el sitio en el que se realizaría la sesión.
Marinette se quedó parada en silencio mientras que los dos hacían su trabajo. Era extraño, pero no era difícil entender por qué aquella chica le hizo aquella broma a Adrien, pues él siempre había tenido una rara aura de perfección que parecía rodearlo. Y recientemente, ella finalmente había podido ver las pequeñas grietas de resentimiento y humanidad que se colaban por su pacifico exterior.
La sesión de fotos terminó sin ninguna eventualidad, lo cual era una sorpresa, ya que a juzgar por lo activo que se había mostrado Papillon, Marinette casi esperaba el ataque de un akuma en cualquier momento. Al finalizar la tarde, Adrien se ofreció a llevar a Marinette en su auto hasta su casa, al tiempo que ambos se despedían con un breve beso en los labios y un apretón de manos.
Adrien no parecía mentir respecto a sus intenciones de tratar de tener una relación común y corriente, y Marinette no pudo más que alegrarse y decidir atesorar en su memoria aquella agradable y soleada tarde.
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Marinette sabía que la calma no duraría mucho, pero nunca imaginó que todo implosionaría justamente a la mañana siguiente.
Ella había escuchado la notificación del mensaje de Alya mientras se preparaba para marcharse al colegio, pero no la atendió ya que tenía muy poco tiempo antes de que se le hiciera tarde. De repente, una llamada entró a su celular.
– ¿No has mirado el video que te envié? – preguntó Alya después de un rápido saludo.
– No, pero lo haré en cuanto…
– Marinette, es importante, míralo, así estarás preparada– dijo Alya.
Marinette abrió la publicación que resultó ser el video hecho por un comentarista de chismes de farandula de una red social. Alguien había filmado a Adrien y a Marinette mientras comían su sándwich en el parque. La escena no parecía ser nada especial, pero el comentarista no dejaba de señalar una y otra vez que esta no era la primera vez en que se los veía públicamente.
El sujeto reunió un sin fin de escenas tomadas de diversas redes sociales en donde aparecían Marinette en compañía de Adrien, desde su escapada al cine, hasta eventos en los que ella había resultado estar presente por pura casualidad como en el estreno de la película de Ladybug y la fiesta de semanas atrás. Por supuesto, si se ponían juntas todas aquellas imágenes, era fácil intuir que entre Marinette y Adrien había una relación.
Marinette tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no mirar los comentarios en la parte inferior del vídeo. En cambio, recordó que debía darse prisa y marcharse al colegio. Ella apenas alcanzó a poner un pie sobre la calzada frente al edificio en cuanto vio a Adrien apearse de su automóvil. Ella no necesitó palabra alguna, ya que la mirada del muchacho fue completamente elocuente. Él también había visto la publicación.
Y fue entonces que Marinette no pudo evitar preguntarse si este breve instante de felicidad había llegado a su fin.
Hola a todos, les agradezco mucho por la lectura, los comentarios, los kudos y agregarme a sus categorías, como dije en otro de los fics en los que estoy trabajando, han ocurrido cambios grandes en mi vida. Espero que les haya gustado el capítulo, la verdad es que tengo que admitir que me he divertido mucho con este, a pesar de lo atropellado que estuvo el proceso de concluirlo, pero no sé, me divertí con este.