Actions

Work Header

Rating:
Archive Warnings:
Category:
Fandom:
Relationships:
Characters:
Additional Tags:
Language:
Español
Series:
Part 1 of Renacimiento entre crueldades
Stats:
Published:
2020-11-22
Updated:
2024-12-30
Words:
94,530
Chapters:
15/?
Comments:
14
Kudos:
56
Bookmarks:
2
Hits:
1,455

Depravado Destino

Chapter 14: Duda contemporánea

Summary:

Quizá solo se necesiten un poco de miradas prejuzgadas y algo de apoyo con dulcura.

¿En verdad se decide por vivir?

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

El viejo hombre Beta giraba en su entorno, observando a los tres Omegas descansar, apenas llegaron hace unos días y su único trabajo es cuidarlos lo suficiente, no obstante comenzaba a ser difícil, más aún, cuando conocía a uno, quien rápidamente se volvió su favorito.

Sus ojos topacios se dirigieron al primero.

Karamatsu Matsuno, de una gran manada de sextillizos y por lo tanto de sangre pura Alfa  destacablemente se diría, uno muy bien cuidado y protegido por la misma, una vida pacífica que bien sabía, llegó a su fin.

Giró a la acompañante. La mujer, que ya olvidó el nombre, y según investigó su padre Alfa pensaba venderla a ese prostíbulo a un alto precio hasta que se supo lo del gobierno.

Y el tercer Omega que quedó no era nada más que de una familia Beta sin nada para atesorar.

Se encogió de hombros, tomando de vuelta sus guantes de látex y continuar con la revisión diaria.

Después del primer examen cuando llegaron, pudo ver que dos estaban en buenas condiciones, pero el Omega de los Matsuno era algo especial, según le comunicaron de haberlo encontrado en ese accidente, efectivamente algunos huesos pequeños rotos y fisuras en su pierna, cicatriz de hace días pasados y por lo tanto mal curado. Algo de atención médica ayudaría, en cambio, para los otros Omegas no fue lo mismo y los pusieron a trabajar apenas cayó la noche del mismo día.

Luego de un breve examen a los dos menos importantes, puso su atención en el Omega ya casi completamente sano, pero que continuaba poniendo excusas para tener un tiempo más a solas, volteó al reloj de pared, frunciendo el ceño al ver que quedaban al menos un par de horas para el anochecer junto a la nueva y esperada apertura; y que los otros dos se irían en cualquier momento, por otro lado, la realidad golpeó su mente una vez que recordó las palabras del jefe de ése lugar, el proxeneta que comenzó a destacar en demasía y atraer miradas de muchas partes de Japón al tener en sus manos a dos Omegas al servicio del cliente. Además, como si no fuera poco, el viejo avaricioso comenzó a dudar de él, y decidió que el Omega que deseaba reservarse iba a ser delatado al público para atraer más clientela y los otros dos Omegas ya utilizados serían transportados esa misma noche a los diferentes nuevos comercios en posesión del proxeneta.

_ Maldito egoísta, tener dos Omegas en su comercio debería de ser suficiente, su venta aumentó bastante _gruñó inconforme, pero olvidó su enojo al concentrarse en su presente, la mano sin ningún guante pasaba con una lentitud desagradable el rostro del joven Omega en sueño_, al menos, éste debería ser tratado mucho mejor y vendido al mejor postor, Quien lo tuviese solo para uno sería maravilloso _mencionó cuando sus dedos pasaron a tocar la suave piel cubierta entre ropas poco cubriendo parte de su torso_. Lástima que gastarán su belleza para ser utilizada en un simple burdel. Sin embargo, no me opondría si tuviese la oportunidad _murmuró lo último al acercarse al oído del menor, y proseguir a pasar su lengua por el cuello descubierto en mayoría, aunque el collar estorbaba.

Recordando que nunca tuvo la posibilidad de probar uno en su vida y se conformó con una simple Beta a la que incluso debe enseñar a complacer. Pero de alguna manera, el trabajo lo llevó a uno, agradecería a Kamisama por escuchar sus ruegos de sentirlo.

En su tiempo, los prostíbulos de su ciudad natal no albergaban ninguno pero este lugar... era el mismísimo cielo.

Si tan solo no fuese un doctor en este papel de cuidarlos...

Pero podría aprovechar lo poco que había, se dijo, al comienzo de todas estas hazañas que consiguió tomar del Omega bajo suyo. Sin embargo, su corazón fue especialmente atraído a este Omega que estaba entre los mejores según las apuestas. Pensó que debería de agradecerle por hacerle ganar algo de dinero al siempre confiar en su belleza.

El tick tock del reloj comenzó a estar presente y sacarlo de sus ensoñaciones al continuar con sus toques y pensamientos, lo había hecho miles de veces, e incluso llegar a un poco más, sin embargo, se alejó del pequeño cuerpo, debía de contenerse, faltaba poco para que lleguen y sería detestable ser interrumpido.

No pasó mucho cuando chistó los labios en una mueca de inconformidad al escuchar la puerta siendo tocada, se dirigió y habló con una máscara conforme a quiénes ingresaron para llevarse a los Omegas.

_ ¿Están seguros de hacerlo todo esta noche? _consultó algo curioso mientras los preparaban.

_ ¡Claro! El jefe cree que es lo mejor, todas las protestas se dirigen y concentran en Tokyo, es una buena oportunidad para transportarlos _contestó uno, atando los brazos y cubriendo los ojos del Omega menos interesante.

_ Además, se nos espera un nuevo estreno, ¿No es así?

Independientemente, todos giraron al Omega que no fue tocado hasta ahora, o al menos, eso todos podrían jurar.

Nadie dudaría de su belleza ni tampoco su pureza. Claramente, lo hablaban exteriormente.

_ Doctor, ¿Como fueron los resultados de éstos Omegas?

Sacaron al nombrado de su ensimismamiento, y con una sonrisa renovada, se dispuso a dar su estado de salud estable, parte del proceso, tampoco es que realmente a alguien les importe.

Continuaron con su trabajo hablando de cosas triviales y uno que otro suceso exteriormente.

Nadie notó que la Omega fémina tenía los ojos entrecerrados pese a la anestesia en su sistema para inducir al sueño, girando la cabeza al Omega macho a su lado derecho, sin ninguna expresión aparente en su rostro pálido, los ojos cafés chocolate opacados en tristeza o quizá, en resignación a su nueva vida, no se movieron del Omega intacto, sin ningún rasguño y pensó en lo que se decía en su comunidad, a través de los demás Omegas que perdían parte de su tiempo en chismes del exterior.

La manada Matsuno, ¿eh?

Recorrió sus ojos hacia los rasgos de éste, inconsciente y pese a que tendría los ojos abiertos en ocasiones, nunca les dirigió siquiera una mirada, incluso cuando invadían ése lugar y la usaban, o en ocasiones ella y el otro Omega a su izquierda conversaban en medio de la noche cuando el insomnio era insoportable, no escuchó una sola palabra de él.

Parecía que tuvo una gran vida o incluso está demasiado inducido a las drogas para que no sufra la cruel realidad

¿Podría siguiera verlo?

Lo dudaba, tal vez esa era la vida con la que creció, en todo caso, seguramente fue tomado como algún otro conejillo, pensará que eso es normal, es lo único bueno por lo que haría una familia, aunque el incesto no era prácticamente algo negado tampoco era bien recibido; formó muecas a cada Omega por haber siquiera escuchado a la Manada Matsuno.

«Qué envidia»

Incluso sabía que ese doctor tendría una maña especial con él, a cambio de ello, supuso, se dejaba acariciar sin oponer resistencia, complaciendo en su totalidad al hombre Beta, sin siquiera hacer una expresión.

«¡Detestable!»

¿A ese grado llegó? Bueno, debía confiar más en lo que decían sobre él.

Cerró los ojos y acabó con sus pensamientos una vez sintió las manos que lo cargaban a una camilla con ruedas, ya atada y lista, vió por última vez al Omega que se quedaría, no pudo evitar sonreír levemente antes de que le cubran los ojos.

Sintió ser movida y finalmente, escuchó la puerta siendo cerrada tras suyo.

El doctor dio un suspiro pesado, una vez solos, posiblemente la última vez en la que tenga la oportunidad de tocarlo como anteriores días antes de que todo sea inaugurado mañana a mediodía, deseaba esta despedida placentera e inolvidable.

Sonrió arrogante, antes de girar al Omega.

Se acercó, notando sin importarle mucho cuando el menor observaba la habitación, pero como siempre, los ojos del Omega vagaban por la habitación, no del todo conscientes, absorto en un mundo, estaba seguro que las drogas que le administró no eran del todo su causa, más bien su estado mental preocuparía a alguien que le importe. Pero eso dejó de importarle al ver que de ese modo, estaba dispuesto a lo que sea.

Dejando de lado divagaciones. Esta vez, comenzó con toques algo desesperados, la mano cayó en su pecho, algo que siempre creyó y juró ante los incrédulos que ese cuerpo pertenecía en un perfecto equilibrio entre un hombre y una mujer a juzgar por las imágenes en internet.

Si, confirmó una vez más y con emoción que ese Omega tenía formado su tejido mamario que a comparación de los de su raza, era lo suficientemente abultado pero firme a comparación de las mujeres. Se quedó un rato fascinado por ello al sentirlo entre los dedos como si fuese la primera vez en hacerlo, masajeando el lugar con una coloración en sus mejillas. Rápidamente dejó los papeles que ya no servían, y se posicionó encima del Omega.

Ante el pensamiento de ser su última vez en tocarlo, su excitación se vio presentada y por más que desease penetrarlo para -en su opinión- darle una muy buena bienvenida al mundo de la consciencia ante esa mirada perdida, debía de reprimirse.

Esto será otra noche de sueños húmedos, aún más que eso, comenzó a hacer fricción con el cuerpo ajeno, tomando al Omega en sus brazos, alzandolo solo un poco y colar sus manos por debajo de esa camiseta suelta de hospital, esta vez, no estaba dispuesto a perder tiempo en su último encuentro, comenzó a murmurar con voz ronca en los oídos del Omega juramentos de conseguir lo suficiente para poder tomarlo, y estar entre los afortunados de sentirlo.

No le importó que las cadenas que siempre detenían al Omega de un brazo a esa cama estiren de forma dolorosa al menor al escucharle un leve quejido.

Se detuvo un momento, posó sus manos en el rostro al alejarlo un poco y vio con alegría frenética que estaba volviendo a un tiempo de lucidez, tal y como hace días al inyectarle y mejorar su recuperación.

De seguro, algo estará tocando la conexión con su manada, le restó importancia al recordar el tema y la razón de estar en ése lugar y por ende, los otros problemas que le perseguían por ese estúpido trabajo, ese sujeto de mirada afilada que lo tenía en la mira. Negó con la cabeza para alejar todo aquello, y volvió a besar al menor en el cuello, dispuesto a sanar cualquier herida después con esa recuperación acelerada que encontró del anterior médico.

Aún recordaba los comentarios escuchados de joven y con los que creció creyendo ciegamente en ello; a los Omegas les encanta ser complacidos, llegan a perderse en el placer al ser llenados, todos sabían eso, el único trabajo para ellos eran lugares como ese, no obstante normalmente eran vendidos a grandes postores y casi ninguno caía en esos lugares a menos que sea secuestrado. El apareamiento sin la existencia de un lazo era lo mejor, la mordida era un estorbo en medio y no servía para nada.

El placer inigualable propio en los Omegas, complacian estupendamente que toda gran Alfa o Beta, de eso no cabía duda y por ello mismo, quienes follaron con un Omega eran quienes más apoyaban la causa de que no se extingan.

Hipocresía, pero era por lo único que deseaban continuar con las investigaciones de la razón en que desaparecían aceleradamente.

También era uno de los factores por los que, obsesionados por esa idea, iban a violar a cualquier Omega distraído de su manada.

Él siempre quiso hacerlo con uno, tal vez antes de que todo se vaya a la mierda con su jefe, pueda cometer que uno de esos Omegas reciba su verga de un Beta experimentado, lo podría considerar un pago por sus servicios. Sonrió ante esa conclusión.

De todos modos, los Omegas también llegaban a ser ingenuos por naturaleza, los criados para ser sujetos sexuales eran grandiosos, también llamados conejillos blancos, expertos en complacer y relucir su ingenuidad ya que lo tomaban como un juego divertido. Pero estos ya serían demasiado usados a esa edad, donde su belleza se completaba por su madurez.

Imaginaba todo en su cabeza, sin poder evitarlo más tiempo y olvidando toda advertencia de un superior ingrato o el lugar en el que estaba, comenzó a desvestirse, pensaba hacer gritar su nombre a ese Omega bajo suyo, ignorando un murmullo del menor, un débilmente «basta», solo imaginaba que su miembro en el culo sería un sueño hecho reali--

Golpes en la puerta lo sacaron de sus ensoñaciones.

De inmediato se detuvo en sus movimientos, un segundo después de recuperar su color natural, decidió contestar en gruñidos poco molestado en cubrirlos, mientras volvía a vestirse regañando internamente haber sido interrumpido pero sería aún más sospechoso si tardaba demasiado. La bata que portaba debería cubrir lo suficiente su excitación.

Tenía pensado gritar sobre su trabajo a cualquier persona interrumpiendo debería de retirarse, no aguantaba las ganas de continuar, no obstante, para su consternación, era ese sujeto con una mirada en blanco y en un silencio escalofriante debido a su aura peligrosa. Pese a sus intentos éste ingresó, sin decir una palabra, cubrió al Omega en una tela para dormirlo.

_ ¿Qué demonios hiciste? _volteó al muchacho frente suyo, quien al ver que se encontraban solos para una conversación sin molestias le dirigió una de esas sonrisas con dientes de tiburón, demasiado cómplice o sarcástica, lo que provocó que el doctor gruñera_. Dije que te largaras.

El contrario sólo se alzó de hombros, desinteresado rápidamente, contrario a como se presentó al principio.

_ Debo admitir que desde la primera vez que te vi me fuiste un hombre de pocos valores, bastante diferente al doctor anterior _habló por fin soltando sus hombros de lo tensos anteriormente, vagando unos pasos más_. Por eso mismo, nunca me caerá bien.

_ ¿Y eso en qué debe de importarte? Estoy a cargo de esta sección del lugar, y sabes muy bien que soy el único que puede botarte si interfieres en mi trabajo.

_ ¿Qué trabajo? _su sonrisa desapareció para dar paso a una mueca, con una ligera inclinación al Omega_. En cuyo caso debo admitir que eres demasiado apasionado con este Omega _sus ojos amatistas volvieron al Beta_. Nah, prefiero el anterior, el señor que era más amigable y sentía culpa en sus ojos al devolverles la vida de muerte a todo Omega que 'salvaba' o mejor dicho, condenaba. Era el único quien entendía en este podrido lugar de explotación, uno al que todos mencionarian como normalidad.

El doctor lo miró extrañado, son las primeras palabras que le dirige que no sean sarcasmos o contacto físico con golpes accidentales.

Antes de responder nuevamente su amenaza de sacarlo, el Alfa se paseó por el lugar. Aún y cuando tuviese el control de esa área médica de los Omegas, el más joven Alfa todavía tenía ojos de conminación, de temer para cualquier casta.

_ No había que ser genios como para saber que el doctor fue amenazado, destrozaron su laboratorio, lo hirieron y se llevaron a los Omegas que estaba salvando luego del accidente del día anterior _ volteó al Beta que se puso en blanco, confundido y hasta ahora sorprendido_. Todo sólo para matar a los Omegas y molerlos en carne fresca, eso es horrible, ¿no lo crees? Su ánimo cayó por los suelos al enterarse.

_ ¿De qué estás hablando? _su voz no tembló.

Debía de premiar ese cinismo.

_ ¿Qué mierda de policías traen a estos lugares? _rió sin gracia, sus ojos cambiaron_. Pero no importa, ustedes son quienes mancharon el significado de condenar y liberar a un Omega.

_ ¡Lárgate de una puta vez! _gritó, la rabia lo consumía y pese a continuar temblando por el ambiente del Alfa todavía podía hacerle frente.

_ No tenían el derecho de llevarse a los Omegas, los asesinaron y los que sobrevivieron los trajeron a este mugroso lugar. ¿Y te crees que estás haciendo lo correcto? ¿Manejando a los Omegas como si no fuesen nada? _palabras vacías de emociones, pero con una mirada que comenzó a delatar los nervios del único oyente_. Dime ¿Tu jefe sabe que estuviste involucrado en todo ello? ¿Acaso era el plan que aceptaron desde un principio? _desvió la mirada al Omega_. ¿Y la paga a espaldas de todos era violar a un Omega?

El hombre con bata estaba perplejo, su cerebro no reaccionaba, su cuerpo comenzó a temblar ante esas palabras y sus consecuencias que no le importó arriesgar. No conocía ese sujeto, así que imaginó que un tipo de la nada no podía ser alguien con pruebas más que amenazas huecas, una sonrisa apareció esta vez en su rostro_. ¿Así que sabiendo todo eso continuabas jodiendome la existencia? _lo señaló acusadoramente_. ¡Eres un estúpido si piensas que con eso podrás arruinarme! ¡Puedo llamar a todo mi equipo y decirles que eres tú parte de todo esto! _luego una risa entre dientes devolvió su calma exasperada_. De esa manera, nadie podrá tomar tu palabra, no de un sujeto que viene de estos mundos asquerosos.

La sonrisa triunfante del Beta, sumido en su exacerbación solo recuperó del Alfa un rostro de inquietante seriedad endurecida.

_ Personas como tú, personas que utilizan a los Omegas para un deseo demasiado inoperante, comerlos literal o metafóricamente hasta saciarse _ escupió las palabras con mayor desprecio, se acercó al hombre quien de repente comenzó a retroceder y olvidar su logro_. Personas que no los consideran humanos más que seres complacientes. ¡Ustedes son los que deberían de extinguirse!

Finalmente acorraló al Beta, sumido en una indescifrable inquietud ante este Alfa, ante su mirada y sus palabras que no comprendía, se encogió cobardemente cuando un puño golpeó al lado de su cabeza.

Sin embargo, antes de continuar, el Beta se le adelantó.

_ Para esto sirven los Omegas, es solo por ello que se desea que no se extingan _la voz le salió en un hilo pero delataba el pensamiento de cualquiera con quien se topó esos días en los que llegó a ese lugar, el más joven Alfa bufó y se alejó un poco.

Girándose a la cama del Omega, con una palidez contraria a la salud que poseía, su mirada se entrecerró al pensarlo más detenidamente en sus investigaciones al principio.

Karamatsu Matsuno.

No podría salvarlo.

Dió una disculpa en su mente a su amigo.

_ Lo que puedo detestar más que a los hipócritas, son quienes colaboran en su sufrimiento, aprovechándose de la vulnerabilidad de una casta apunto de su extinción _volteó al doctor de inmediato, cambiando a un semblante relajado_. Ryuma-sam, olvidé mencionarte algo muy importante en medio de nuestra relación de compañerismo, y es que no me presenté adecuadamente, si me permites, nací en Japón pero fui criado en Italia; y deseo respetar las costumbres de mi país de crianza.

_ ¿Qué demonios? _murmuró el doctor antes que el joven diera unos pasos más a él, se puso rígido ante el cambio.

Una mano lo tomó de su otro brazo y lo jaló sin dejarlo protestar acercándose a la mejilla izquierda del Beta, murmuró con calma, junto una sonrisa relajada plantada en sus labios y ojos entrecerrados, por otro lado, fue todo lo contrario al agarre que se intensificó significativamente que hizo suprimir su quejido de dolor _.  Numeri per i conti, parole per le signore _ su boca afilada se curvó en muestra de una sonrisa al sentir que dejó de removerse_, la mano per gli amici e le pallottole per i nemici

Se alejó y soltó a un petrificado hombre viejo y degenerado, amplió su sonrisa afilada y oscurecida, tomándolo de los hombros sobresaltandolo de su pequeño ensimismamiento.

_ ¿Q-quién t-te- _una mano cubrió su boca con fuerza desmedida ahuecando sus pómulos, notó entre sus ojos dorados el terror del sometido.

_ Stai attento a quello che fai _la mirada cambió a rabia empujándolo hasta dejarlo caer en medio de todo.

Volteandose hacia la puerta y dando una última mirada al Omega inconsciente, su aroma cambió hasta antes que le dejara entre un mar de sueño, estaba bastante seguro que no soportaría un aroma así durante más tiempo si deseaba hablar con ese hombre, detestaba que ellos emitan eso.

Lo que empeoraba era el aroma que ese viejo Beta dejó levemente en el menor, lo que lo obligó a actuar antes de tiempo.

Sin ninguna palabra más, cerró la puerta con fuerza, ignorando cualquier sollozo cobarde de ese sujeto.

Pasaron unos cuantos minutos, cuando el doctor se quedó solo y pudo por fin recuperarse, murmuró maldiciones con rabia y miedo al mismo tiempo, dispuesto a llamar su mano tembló, la incertidumbre llegó a su ser paralizado.

_ ¿Cómo es que esa gente llegó? Tiene sentido que los Omegas hayan muerto _ susurró, todavía con su temblor y la pantalla con el número, pensó que sería mejor pedir ayuda a ese sujeto y delatar la posición de ese lugar, volvió a guardar todo objeto médico de forma desordenada y empacó sus cosas de visita, sin ver que una gran parte de aparatos de operación todavía estaban regados, pero consideró las pastillas especiales pensando en que serían útiles, una vez todo listo; sin mirar atrás salió del lugar con prisa.

El par de ojos le siguieron.

Pasó de largo a quienes vió y se enfocó en salir del establecimiento clandestino y bien oculto, alejándose una calles y maldiciendo al Alfa deteriorado que se atrevió a amenazarlo, pero estaba dispuesto a no dejarlo así.

Esa amenaza no quedaría impune, después de pensarlo detenidamente decidió llamarlo, tomando el celular en sus manos pálidas y temblorosas del miedo, no obstante,al girar en una esquina una mano cubrió su boca para luego empujarlo a un callejón cercano cubriendo su cuerpo por una sombra de fuerza descomunal.

El Beta forcejeó soltando el maletín que traía y el celular a un paso de marcar ese número.

_ Esto, es lo que mereces.

Se le congeló la sangre al sentir el frío del filo rozar su garganta, no obstante, antes de intentar un nuevo empuje por su vida, el cuchillo recorrió por su garganta cortandola de un trazo como cualquier carne tierna.

Fue soltado con brusquedad, pese a sus intentos de detener la herida sangrante e irreparable de su cuello, dio unos cuántos pasos tambaleantes hasta caer en un sonido sordo, los ojos sobresaltados del miedo cayeron opacos y terminó con espasmos musculares.

El sujeto detrás suyo sonrió levemente, contento de haberlo terminado, limpió su fiel compañera de vida para después guardarla. Sus ojos amatistas giraron al celular, la tomó y al reconocer el número sonrió con tristeza antes de presionar para llamar.

Tardaron dos timbres antes que la voz de un molesto oficial atraviese sus oídos, forzosamente alejó el aparato manteniendo su sonrisa.

_ ¿¡Cómo te atreves a desaparecer!? ¡Bastardo! ¡Más te vale tener algo o sino..!

_ No te preocupes por él _lo cortó, recibió un silencio de la otra línea así que prosiguió_. Lo lamento, pero esa clase de gente no merece servirte.

_ Tú _atinó a decir con los dientes apretados, pero por algo diferente al odio_, te dije que si volvía a encontrarme contigo yo…

_ No estamos de frente, nuestra promesa está intacta _pronunció_. Nadie dijo con una comunicación a distancia _bajó la mirada por un momento, inseguro si contárselo, pero decidió que no, el Omega pese a su similitud iba a morir, no debía de saber de algo así. Sin dejarle comentar algo más, colgó la llamada y destrozó el teléfono.

Se distrajo con las calles alrededor, todo deshabitado por el toque de queda propuesto hace unas horas era cumplida, no obstante esa parte de la ciudad no era bien vigilada y era de mala muerte; fácilmente cometió el asesinato por lo que ello era lo menos importante, giró de vuelta al hombre de bata, con los mismos guantes que poseía tiró el cuerpo más fondo del callejón chocando con bolsas de basura y escuchar chillar algún gato sin contento de perturbar su silencio y calma.

Y se retiró silbando en su camino de regreso.

 

 

 

 

Finalmente pudo evitar cualquier molestia con el -ahora- oficial, en su regreso se concentró en pensar en las complicaciones que tuvo con los demás Omegas, al menos pudo confirmar que los otros dos que fueron enviados esa tarde, ya están donde deberían, así que tendría que encargarse personalmente del sobrante, pasó alrededor de una hora cuando vio su momento esperado.


El par de ojos se enfocaron en el Omega tendido e inconsciente una vez se dio paso con una llave de resguardo.
Cerró la puerta tras suyo y se acercó con unos pasos lentos, portaba unos guantes de látex y un cuchillo pequeño de cirugía entre sus dedos tras su espalda.
Se detuvo frente al menor, los ojos cubiertos de indiferencia y una posibilidad salvadora se reflejaban inexpresivos para cualquiera.

Ni miedo y dolor, sólo la expresión individual de un sujeto que nació en calles olvidadas de su país discriminante.

Dio paso al cuchillo, cubriendo parte de su mango al tomar la mano del Omega, dejando que lo toque un momento el mango de la misma.
Trató de ignorar todo sentimiento cada vez que hacía estas cosas.

De todas formas era un ser humano.

Con todo listo, acercó el filo al cuello, pero se detuvo por un momento, el rostro pacífico del Omega, un sueño profundo, supuso, no concordaba con todo lo que aprendió de esa manada.

Con todo lo que le hicieron.

Y todo lo que Dekapan habló de él.

Al fin lo tenía, conocía parte de los amigos reales que poseía pese al infierno de su manada.

Hasta donde sabía, no era un Omega de doble cara, o un Omega destrozado, no solía demostrarlo.

Pero estaba roto por dentro, nadie podría vivir con ello.

De nueva cuenta a su objetivo, apenas deslizó algo de piel deslizando algo de sangre cuando detectó el aroma cerca y unos pasos apresurados. Ocultó la cuchilla en sus mangas y volteó justo a tiempo cuando la puerta fue abierta de golpe.

_ ¡Doctor, tiene que venir! ¿Eh? ¿Dónde está? _ volvió a todos lados sin encontrarlo_. ¿Qué haces aquí? No te corresponde ayudar.

_ Me encargó un momento _sonrió amigablemente como ese personaje de fantasía creado para esas personas_,
dijo que tenía un asunto importante y al primero que pescó fui yo.

El otro solo lo miró por un momento, luego se alzó de hombros_. De todas formas creí escuchar que sí salió a toda prisa _murmuró.

_ ¿Qué deseabas decirle? _preguntó curioso.

_ ¡Oh! Si, también deberás de comunicar a los demás de seguridad, los autos donde se transportaron a los dos restantes Omegas fueron derribados, uno cayó en manos policiacas pero no parecen haber supervivientes _dijo volviendo a su exasperación_ ¡Ugh! Cada vez esto se hace más difícil _el contrario iba a comentar pero luego lo interrumpió_. Pero no todo está tan mal, el Omega que nos queda ya terminó su tratamiento, y me dijeron que podía empezar con el trabajo aquí mismo, ya se perdió suficiente con los otros dos y se espera que éste pueda ser un éxito en su lanzamiento, eso sí, el jefe no parece tener planes de descanso.

El otro sonrió como si no fuese nada, pese a convivir durante un buen tiempo en ese lugar albergando Omegas, pensaba matar a ese hombre.

Sin embargo, una silueta detrás suyo se incorporó llamando la atención de quien continuaba en el marco de la puerta.

_ Oye, el Omega ha des…

Localizó un cuchillo cercano que cayó del doctor en su huida, el personaje a su lado, sin pensarlo realmente, sintió segundos antes el aroma cambiante del Omega, reaccionó y volteó a tiempo a un segundo de que se perfore la yugular, deslizando la cuchilla lo suficiente para alcanzar un roce ligero en el brazo del menor.

Con gran fuerza detuvo ambos brazos, gruñendo ligeramente al reconocer la fuerza de un Alfa, uno demasiado débil que lo ayudó a pararlo.

_ ¡Llamaré al jefe! _reacionó por fin el que vino hace minutos para el comunicado.

Quien se quedó se encontraba molesto y antes de protestar hacia el Omega notó que estaba ido. Sus ojos se agrandaron por esa peculiar verdad: Seguía inconsciente.

_ ¿Por qué no me dejan morir? ¿Se supone que les molesta que decida sobre mi propia vida? _murmuraba, alzó la mirada poniendo en piedra al otro, estaba vacío, temiblemente vacío pero aún así, todavía quedaba algo de él, sonriendo y sufriendo_. ¿Por qué no me muestran lo que es realmente vivir para saber si ya estoy muerto?

La fuerza se desvaneció en el artefacto y cayó en sus brazos, no duró mucho cuando lo vió voltear sus ojos y caer en convulsiones.

El Alfa quedó en blanco por un momento antes de gritar por ayuda sin aliento.

Ese Omega, por primera vez vio a un Omega luchar por su vida.

No, no por el suicidio que casi acaba de cometer. Lo que le llevó a evitarlo en lugar de dejarlo como muchas veces hizo, fue el aroma que desprendió.

Ese Omega no deseaba morir, quería vivir aún sabiendo de la muestra de un mundo de crueldades.

Lloraba por no poder permitirle vivir la vida. Recogía el filo para demostrar que pese a sus deseos, esa vida no podía seguirla.

Karamatsu deseaba vivir.

Con dolor supo, que no podía quitarle ese deseo.

 

 

 

 

_ Ey, dulzura. ¿Deseas acompañarme?


_ ¿Qué tal una noche en algún lugar cercano?

_ Prometo ser gentil contigo.

Voces, voces que creyó haber escuchado antes, antes de ese dolor, antes de los castigos, antes del aviso del gobierno.
Si, cuando era joven y salía siempre era lo mismo, siempre lo molestaban por ser un Omega, el negarlo era simple ya que no lo forzaban.

Debido a la manada de Alfas que llevaba consigo.

Ah, pero eso ya no estaba.

No había manada, nadie que los alejara.

Estaba completamente solo.

_ ¡¡BASTA, POR FAVOR, POR FAVOR YA NO!!

Quiso cubrirse los oídos, faltaba poco para volverse sordo, pero su cuerpo no reaccionaría aunque luche.

Sus pesadillas fueron sofocadas por una droga más fuerte que en las mañanas. Una apariencia más enferma para alargar sus visitas con el hombre de bata.

No obstante, no eran suficientes para suprimir todo dolor.

_ ¡¡YA NO YA NO!! _el llanto incontrolable rompía su ser. Pero sus ojos no se movieron de la figura que luchaba para ser liberada, más nadie podría ayudarla.

Al fin y al cabo eran Omegas.

Karamatsu abrió los ojos, girando los mismos por el lugar sin comprender el lugar, un techo completamente blanco y ningún signo de humedad, de inmediato se sentó como pudo, le faltó aire al verse en un cuarto distinto, mucho más pequeño sólo para una cama y un leve dolor lo tomó en picazón fuera del entumecimiento de los últimos días.

Guió sus manos a su cuello y soltó un suave quejido por su hombro.

_ ¡Oh! Despertaste _una voz un poco feliz lo sobresaltó, no la reconocía, tampoco sentía ningún aroma cercano, movió la cabeza lentamente encontrándose a su lado un asiento y una silueta entre toda la borrosidad que mareaba su cabeza, por un momento creyó ver el despeinado de Ichimatsu entre su borrosa visión, pero en segundos pudo distinguir esa sonrisa con dientes afilados mucho más que los del Alfa de morado, ojos amatistas oscurecidos pero no amenazantes o indiferentes, vagamente bañados en una curiosidad y alivio.

Nunca lo había visto antes, quedó callado, viéndolo sin quitar ojo antes de que le cubra el rostro una tela.

Karamatsu salió de su ensimismamiento apartando el pedazo de tela.

_ Deja de verme tan fijamente, ya parece que deseas hacerme algo _y luego sonrió_. Aunque puedo estar dispuesto a escuchar.

Karamatsu desvió la mirada ante ello, contrario a lo que imaginó, esas palabras no se sintieron desagradables, y su sonrojo se vio presente sacando carcajadas agradables del mayor, Karamatsu vió con ello, que se trataba de una broma.

Saltó por ese pensamiento.

¿Una broma?

No notó cuando la risa se apagó en su totalidad y quedaron en otro silencio.

_ Ten _el menor giró para encontrar en la mano extendida un pedazo de… ¿De qué? Era igual a lo que daban a sus hermanos_. Es chocolate.

Karamatsu elevó la mirada, los ojos del contrario se suavizaron con sus últimas palabras. No confiaba, pero estaba hambriento, ahora que lo pensaba, ni siquiera sabe qué comió durante esos días.

Aguantando las ganas de arrebatarle el alimento, acercó su mano sana y libre de cadena al dulce.

De repente, lo recordó.

Se congeló en su lugar antes de encogerse y ocultarse bajo las sábanas, ignorando el dolor se alejó lo mejor que pudo.
Fue algo rápido y torpe, el contrario se le quedó viendo interrogante al ser rechazado por su gentileza, guardó nuevamente el chocolate.

Bajó la mirada culpable, pensó que no le recriminaria por eso.

_ Lamento haberte hecho dormir antes, he, pensé que estabas bajo el efecto de alguna droga… _se rascó la nuca culpable.

Interiormente estaba, por mucho, más furioso con ese hombre.

Tal vez lo hubiese hecho sufrir un poco.

Se quedaron un momento en silencio.

Karamatsu escuchó algo ser cortado, y un aroma le llegó a su sentido del olfato, su estómago gruñó de hambre. Pero, pese a la pesadilla que tuvo, y no ser forzado o gritado a nada, bajó las mantas.

Debía considerar que tampoco esperó alguna disculpa.

Desconcertado, lo encontró al otro cortando unas manzanas con un cuchillo de cocina pequeño, no se detuvo aún sabiendo que estaba siendo visto, la sonrisa del de ojos amatistas se ensanchó en tranquilidad ante esa curiosidad al paso de los minutos.

_ ¿Quieres un poco? _ ofreció al terminar, esta vez, el Omega asintió, tembloroso tomó el pedazo de manzana pelada, la observó intrigado un rato antes de llevárselo a la boca y casi sin masticar lo tragó, hizo una mueca de dolor y se cubrió el cuello_. Oi, deberías controlarte un poco, ese corte tardará un tiempo en sanar.

Karamatsu volvió a mirarlo, ya casi parecía un gato arisco y atento a sus movimientos. Supuso que debía de estar bien, considerando estar bajo drogas durante una semana, anestesiando todo su cuerpo menos pensamientos vagos.

Lo sabía, en esos momentos es cuando los recuerdos y los pensamientos podrían torturarte.

Apagó todo recuerdo de esa experiencia y se dedicó a ofrecer más trozos al menor recordándole masticar correctamente, los brazos y piernas del Omega temblaban terriblemente, pero podía mantenerse quieto para comer, al menos.

Recorrió con la mirada su cuerpo en busca de alguna herida o contusión por el accidente de hace una semana, no encontró nada. Por suerte también portaba el collar, no hay muchos para conseguir uno, se pregunta de dónde pudo haberlo sacado.
Ya que considerar a su manada era estúpido.

Karamatsu terminó con toda la manzana, se sintió satisfecho, luego recordó al nuevo, y le dirigió una mirada interrogante, todavía no se atrevería a hablar, no cuando aprendió en su soledad que eso era lo de menos para quien no le importe escuchar.

Todavía no confiaba en ese sujeto. ¿Qué quería de él como para comportarse tan amable?

Tampoco es que le importe si termina siendo su primer cliente.

Al girar al verlo, solamente recibió la mirada perdida del contrario.

¿Qué debería de hacer?

Tomó con suavidad su cuello. No recordaba qué pudo pasar, sólo deseaba dejar de escuchar las burlas de sus hermanos.

¿Si tomas esos recuerdos y los hundes en la profundidad de tu mente?

Recuerda todavía la agonía que sufrió cuando casi fue violado nuevamente si no fuese por la persona delante suyo. Su otra mano se dirigió a su pecho con una mueca de dolor, todavía palpitaba.

¿Crees que deba dar el primer paso?

Se sobresaltó al pensar eso, al parecer fue suficiente para llamar al contrario quien elevó su mirada para verlo, parecía algo confundido.

_¿Qué dijiste? _cuestionó.

Oh, ¿Lo dijo en voz alta?

Karamatsu terminó desviando la mirada, intentando mantener su expresión neutral.

El Alfa bajó los hombros luego de suspirar pesadamente, guardando las cosas en la mesita nueva de al lado, continuó con lo que tenía planeado.

_ No me he presentado _llamó su atención al girar, el mayor se irguió en su asiento y extendió la mano con suavidad, con cuidado de asustarlo. Dijo con una sonrisa_. Soy Fukuyama Aku. Dime solo Aku _ante la incredulidad del menor, aclaró_. ¿Cuál es el tuyo? No deseo llamarte con código de Omegas.

Los ojos azules bajaron hasta la mano extendida, hizo una mueca difícil de descifrar y movió la mano temblorosa para tomarla en un ligero apretón.

_ S-soy… Matsu- _se detuvo abruptamente, corrigió_. Soy Kara, dime solo Kara.

_¿Kara? _cuestionó, notando la incomodidad en su expresión, «tal vez empujar un poco no estaría mal»_. ¿No tienes alguna manada?

El Omega le dio una mirada de reojo, pareciera un poco sorprendido por no conocer a su manada, demasiado popular de una manera mala y degradante.

No deseaba continuar a la sombra de ellos. Si ha de tener una nueva vida allí, una nada mejor que la anterior; deseaba por mínimo, apartarse correctamente y olvidarlos, manteniendo el nombre sin relación a sus hermanos.

Ignoró el dolor calando su interior.

_ E-eso no importa ahora que estoy aquí, ¿Cierto? _se soltaron las manos. El mayor le envío otra mirada comprensiva.

_ Tienes razón. Un gusto conocerte Kara, desde ahora estoy a cargo de tu cuidado. «Verificaré que puedas sobrevivir tanto física como mentalmente» _ pensó lo último, esas eran las órdenes del proxeneta para dejarlo a su lado.

El menor asintió levemente.

_ El gusto es mío, Aku… _le costó creer la palabra "cuidado"; y miró los ojos poco expresivos del contrario.

Sí, había lástima.

 

 

 

 

 

Nota de Tiempo: Todo esto sucede antes de capítulo anterior, noche antes de encontrar el cuerpo.

Traducción del italiano:

Numeri per i conti, parole per le signore - Números para las cuentas, palabras para las damas.

La mano per gli amici e le pallottole per i nemici - La mano para los amigos y las balas para los enemigos.

Stai attento a quello che fai - Tenga cuidado con lo que hace.

Nota Curiosa: saqué esa frase italiana debido a Vito Corleone, protagonista de la novela, "El Padrino".

El viejo hombre Beta giraba en su entorno, observando a los tres Omegas descansar, apenas llegaron hace unos días y su único trabajo es cuidarlos lo suficiente, no obstante comenzaba a ser difícil, más aún, cuando conocía a uno, quien rápidamente se volvió su favorito.

Sus ojos topacios se dirigieron al primero.

Karamatsu Matsuno, de una gran manada de sextillizos y por lo tanto de sangre pura Alfa  destacablemente se diría, uno muy bien cuidado y protegido por la misma, una vida pacífica que bien sabía, llegó a su fin.

Giró a la acompañante. La mujer, que ya olvidó el nombre, y según investigó su padre Alfa pensaba venderla a ese prostíbulo a un alto precio hasta que se supo lo del gobierno.

Y el tercer Omega que quedó no era nada más que de una familia Beta sin nada para atesorar.

Se encogió de hombros, tomando de vuelta sus guantes de látex y continuar con la revisión diaria.

Después del primer examen cuando llegaron, pudo ver que dos estaban en buenas condiciones, pero el Omega de los Matsuno era algo especial, según le comunicaron de haberlo encontrado en ese accidente, efectivamente algunos huesos pequeños rotos y fisuras en su pierna, cicatriz de hace días pasados y por lo tanto mal curado. Algo de atención médica ayudaría, en cambio, para los otros Omegas no fue lo mismo y los pusieron a trabajar apenas cayó la noche del mismo día.

Luego de un breve examen a los dos menos importantes, puso su atención en el Omega ya casi completamente sano, pero que continuaba poniendo excusas para tener un tiempo más a solas, volteó al reloj de pared, frunciendo el ceño al ver que quedaban al menos un par de horas para el anochecer junto a la nueva y esperada apertura; y que los otros dos se irían en cualquier momento, por otro lado, la realidad golpeó su mente una vez que recordó las palabras del jefe de ése lugar, el proxeneta que comenzó a destacar en demasía y atraer miradas de muchas partes de Japón al tener en sus manos a dos Omegas al servicio del cliente. Además, como si no fuera poco, el viejo avaricioso comenzó a dudar de él, y decidió que el Omega que deseaba reservarse iba a ser delatado al público para atraer más clientela y los otros dos Omegas ya utilizados serían transportados esa misma noche a los diferentes nuevos comercios en posesión del proxeneta.

_ Maldito egoísta, tener dos Omegas en su comercio debería de ser suficiente, su venta aumentó bastante _gruñó inconforme, pero olvidó su enojo al concentrarse en su presente, la mano sin ningún guante pasaba con una lentitud desagradable el rostro del joven Omega en sueño_, al menos, éste debería ser tratado mucho mejor y vendido al mejor postor, Quien lo tuviese solo para uno sería maravilloso _mencionó cuando sus dedos pasaron a tocar la suave piel cubierta entre ropas poco cubriendo parte de su torso_. Lástima que gastarán su belleza para ser utilizada en un simple burdel. Sin embargo, no me opondría si tuviese la oportunidad _murmuró lo último al acercarse al oído del menor, y proseguir a pasar su lengua por el cuello descubierto en mayoría, aunque el collar estorbaba.

Recordando que nunca tuvo la posibilidad de probar uno en su vida y se conformó con una simple Beta a la que incluso debe enseñar a complacer. Pero de alguna manera, el trabajo lo llevó a uno, agradecería a Kamisama por escuchar sus ruegos de sentirlo.

En su tiempo, los prostíbulos de su ciudad natal no albergaban ninguno pero este lugar... era el mismísimo cielo.

Si tan solo no fuese un doctor en este papel de cuidarlos...

Pero podría aprovechar lo poco que había, se dijo, al comienzo de todas estas hazañas que consiguió tomar del Omega bajo suyo. Sin embargo, su corazón fue especialmente atraído a este Omega que estaba entre los mejores según las apuestas. Pensó que debería de agradecerle por hacerle ganar algo de dinero al siempre confiar en su belleza.

El tick tock del reloj comenzó a estar presente y sacarlo de sus ensoñaciones al continuar con sus toques y pensamientos, lo había hecho miles de veces, e incluso llegar a un poco más, sin embargo, se alejó del pequeño cuerpo, debía de contenerse, faltaba poco para que lleguen y sería detestable ser interrumpido.

No pasó mucho cuando chistó los labios en una mueca de inconformidad al escuchar la puerta siendo tocada, se dirigió y habló con una máscara conforme a quiénes ingresaron para llevarse a los Omegas.

_ ¿Están seguros de hacerlo todo esta noche? _consultó algo curioso mientras los preparaban.

_ ¡Claro! El jefe cree que es lo mejor, todas las protestas se dirigen y concentran en Tokyo, es una buena oportunidad para transportarlos _contestó uno, atando los brazos y cubriendo los ojos del Omega menos interesante.

_ Además, se nos espera un nuevo estreno, ¿No es así?

Independientemente, todos giraron al Omega que no fue tocado hasta ahora, o al menos, eso todos podrían jurar.

Nadie dudaría de su belleza ni tampoco su pureza. Claramente, lo hablaban exteriormente.

_ Doctor, ¿Como fueron los resultados de éstos Omegas?

Sacaron al nombrado de su ensimismamiento, y con una sonrisa renovada, se dispuso a dar su estado de salud estable, parte del proceso, tampoco es que realmente a alguien les importe.

Continuaron con su trabajo hablando de cosas triviales y uno que otro suceso exteriormente.

Nadie notó que la Omega fémina tenía los ojos entrecerrados pese a la anestesia en su sistema para inducir al sueño, girando la cabeza al Omega macho a su lado derecho, sin ninguna expresión aparente en su rostro pálido, los ojos cafés chocolate opacados en tristeza o quizá, en resignación a su nueva vida, no se movieron del Omega intacto, sin ningún rasguño y pensó en lo que se decía en su comunidad, a través de los demás Omegas que perdían parte de su tiempo en chismes del exterior.

La manada Matsuno, ¿eh?

Recorrió sus ojos hacia los rasgos de éste, inconsciente y pese a que tendría los ojos abiertos en ocasiones, nunca les dirigió siquiera una mirada, incluso cuando invadían ése lugar y la usaban, o en ocasiones ella y el otro Omega a su izquierda conversaban en medio de la noche cuando el insomnio era insoportable, no escuchó una sola palabra de él.

Parecía que tuvo una gran vida o incluso está demasiado inducido a las drogas para que no sufra la cruel realidad

¿Podría siguiera verlo?

Lo dudaba, tal vez esa era la vida con la que creció, en todo caso, seguramente fue tomado como algún otro conejillo, pensará que eso es normal, es lo único bueno por lo que haría una familia, aunque el incesto no era prácticamente algo negado tampoco era bien recibido; formó muecas a cada Omega por haber siquiera escuchado a la Manada Matsuno.

«Qué envidia»

Incluso sabía que ese doctor tendría una maña especial con él, a cambio de ello, supuso, se dejaba acariciar sin oponer resistencia, complaciendo en su totalidad al hombre Beta, sin siquiera hacer una expresión.

«¡Detestable!»

¿A ese grado llegó? Bueno, debía confiar más en lo que decían sobre él.

Cerró los ojos y acabó con sus pensamientos una vez sintió las manos que lo cargaban a una camilla con ruedas, ya atada y lista, vió por última vez al Omega que se quedaría, no pudo evitar sonreír levemente antes de que le cubran los ojos.

Sintió ser movida y finalmente, escuchó la puerta siendo cerrada tras suyo.

El doctor dio un suspiro pesado, una vez solos, posiblemente la última vez en la que tenga la oportunidad de tocarlo como anteriores días antes de que todo sea inaugurado mañana a mediodía, deseaba esta despedida placentera e inolvidable.

Sonrió arrogante, antes de girar al Omega.

Se acercó, notando sin importarle mucho cuando el menor observaba la habitación, pero como siempre, los ojos del Omega vagaban por la habitación, no del todo conscientes, absorto en un mundo, estaba seguro que las drogas que le administró no eran del todo su causa, más bien su estado mental preocuparía a alguien que le importe. Pero eso dejó de importarle al ver que de ese modo, estaba dispuesto a lo que sea.

Dejando de lado divagaciones. Esta vez, comenzó con toques algo desesperados, la mano cayó en su pecho, algo que siempre creyó y juró ante los incrédulos que ese cuerpo pertenecía en un perfecto equilibrio entre un hombre y una mujer a juzgar por las imágenes en internet.

Si, confirmó una vez más y con emoción que ese Omega tenía formado su tejido mamario que a comparación de los de su raza, era lo suficientemente abultado pero firme a comparación de las mujeres. Se quedó un rato fascinado por ello al sentirlo entre los dedos como si fuese la primera vez en hacerlo, masajeando el lugar con una coloración en sus mejillas. Rápidamente dejó los papeles que ya no servían, y se posicionó encima del Omega.

Ante el pensamiento de ser su última vez en tocarlo, su excitación se vio presentada y por más que desease penetrarlo para -en su opinión- darle una muy buena bienvenida al mundo de la consciencia ante esa mirada perdida, debía de reprimirse.

Esto será otra noche de sueños húmedos, aún más que eso, comenzó a hacer fricción con el cuerpo ajeno, tomando al Omega en sus brazos, alzandolo solo un poco y colar sus manos por debajo de esa camiseta suelta de hospital, esta vez, no estaba dispuesto a perder tiempo en su último encuentro, comenzó a murmurar con voz ronca en los oídos del Omega juramentos de conseguir lo suficiente para poder tomarlo, y estar entre los afortunados de sentirlo.

No le importó que las cadenas que siempre detenían al Omega de un brazo a esa cama estiren de forma dolorosa al menor al escucharle un leve quejido.

Se detuvo un momento, posó sus manos en el rostro al alejarlo un poco y vio con alegría frenética que estaba volviendo a un tiempo de lucidez, tal y como hace días al inyectarle y mejorar su recuperación.

De seguro, algo estará tocando la conexión con su manada, le restó importancia al recordar el tema y la razón de estar en ése lugar y por ende, los otros problemas que le perseguían por ese estúpido trabajo, ese sujeto de mirada afilada que lo tenía en la mira. Negó con la cabeza para alejar todo aquello, y volvió a besar al menor en el cuello, dispuesto a sanar cualquier herida después con esa recuperación acelerada que encontró del anterior médico.

Aún recordaba los comentarios escuchados de joven y con los que creció creyendo ciegamente en ello; a los Omegas les encanta ser complacidos, llegan a perderse en el placer al ser llenados, todos sabían eso, el único trabajo para ellos eran lugares como ese, no obstante normalmente eran vendidos a grandes postores y casi ninguno caía en esos lugares a menos que sea secuestrado. El apareamiento sin la existencia de un lazo era lo mejor, la mordida era un estorbo en medio y no servía para nada.

El placer inigualable propio en los Omegas, complacian estupendamente que toda gran Alfa o Beta, de eso no cabía duda y por ello mismo, quienes follaron con un Omega eran quienes más apoyaban la causa de que no se extingan.

Hipocresía, pero era por lo único que deseaban continuar con las investigaciones de la razón en que desaparecían aceleradamente.

También era uno de los factores por los que, obsesionados por esa idea, iban a violar a cualquier Omega distraído de su manada.

Él siempre quiso hacerlo con uno, tal vez antes de que todo se vaya a la mierda con su jefe, pueda cometer que uno de esos Omegas reciba su verga de un Beta experimentado, lo podría considerar un pago por sus servicios. Sonrió ante esa conclusión.

De todos modos, los Omegas también llegaban a ser ingenuos por naturaleza, los criados para ser sujetos sexuales eran grandiosos, también llamados conejillos blancos, expertos en complacer y relucir su ingenuidad ya que lo tomaban como un juego divertido. Pero estos ya serían demasiado usados a esa edad, donde su belleza se completaba por su madurez.

Imaginaba todo en su cabeza, sin poder evitarlo más tiempo y olvidando toda advertencia de un superior ingrato o el lugar en el que estaba, comenzó a desvestirse, pensaba hacer gritar su nombre a ese Omega bajo suyo, ignorando un murmullo del menor, un débilmente «basta», solo imaginaba que su miembro en el culo sería un sueño hecho reali--

Golpes en la puerta lo sacaron de sus ensoñaciones.

De inmediato se detuvo en sus movimientos, un segundo después de recuperar su color natural, decidió contestar en gruñidos poco molestado en cubrirlos, mientras volvía a vestirse regañando internamente haber sido interrumpido pero sería aún más sospechoso si tardaba demasiado. La bata que portaba debería cubrir lo suficiente su excitación.

Tenía pensado gritar sobre su trabajo a cualquier persona interrumpiendo debería de retirarse, no aguantaba las ganas de continuar, no obstante, para su consternación, era ese sujeto con una mirada en blanco y en un silencio escalofriante debido a su aura peligrosa. Pese a sus intentos éste ingresó, sin decir una palabra, cubrió al Omega en una tela para dormirlo.

_ ¿Qué demonios hiciste? _volteó al muchacho frente suyo, quien al ver que se encontraban solos para una conversación sin molestias le dirigió una de esas sonrisas con dientes de tiburón, demasiado cómplice o sarcástica, lo que provocó que el doctor gruñera_. Dije que te largaras.

El contrario sólo se alzó de hombros, desinteresado rápidamente, contrario a como se presentó al principio.

_ Debo admitir que desde la primera vez que te vi me fuiste un hombre de pocos valores, bastante diferente al doctor anterior _habló por fin soltando sus hombros de lo tensos anteriormente, vagando unos pasos más_. Por eso mismo, nunca me caerá bien.

_ ¿Y eso en qué debe de importarte? Estoy a cargo de esta sección del lugar, y sabes muy bien que soy el único que puede botarte si interfieres en mi trabajo.

_ ¿Qué trabajo? _su sonrisa desapareció para dar paso a una mueca, con una ligera inclinación al Omega_. En cuyo caso debo admitir que eres demasiado apasionado con este Omega _sus ojos amatistas volvieron al Beta_. Nah, prefiero el anterior, el señor que era más amigable y sentía culpa en sus ojos al devolverles la vida de muerte a todo Omega que 'salvaba' o mejor dicho, condenaba. Era el único quien entendía en este podrido lugar de explotación, uno al que todos mencionarian como normalidad.

El doctor lo miró extrañado, son las primeras palabras que le dirige que no sean sarcasmos o contacto físico con golpes accidentales.

Antes de responder nuevamente su amenaza de sacarlo, el Alfa se paseó por el lugar. Aún y cuando tuviese el control de esa área médica de los Omegas, el más joven Alfa todavía tenía ojos de conminación, de temer para cualquier casta.

_ No había que ser genios como para saber que el doctor fue amenazado, destrozaron su laboratorio, lo hirieron y se llevaron a los Omegas que estaba salvando luego del accidente del día anterior _ volteó al Beta que se puso en blanco, confundido y hasta ahora sorprendido_. Todo sólo para matar a los Omegas y molerlos en carne fresca, eso es horrible, ¿no lo crees? Su ánimo cayó por los suelos al enterarse.

_ ¿De qué estás hablando? _su voz no tembló.

Debía de premiar ese cinismo.

_ ¿Qué mierda de policías traen a estos lugares? _rió sin gracia, sus ojos cambiaron_. Pero no importa, ustedes son quienes mancharon el significado de condenar y liberar a un Omega.

_ ¡Lárgate de una puta vez! _gritó, la rabia lo consumía y pese a continuar temblando por el ambiente del Alfa todavía podía hacerle frente.

_ No tenían el derecho de llevarse a los Omegas, los asesinaron y los que sobrevivieron los trajeron a este mugroso lugar. ¿Y te crees que estás haciendo lo correcto? ¿Manejando a los Omegas como si no fuesen nada? _palabras vacías de emociones, pero con una mirada que comenzó a delatar los nervios del único oyente_. Dime ¿Tu jefe sabe que estuviste involucrado en todo ello? ¿Acaso era el plan que aceptaron desde un principio? _desvió la mirada al Omega_. ¿Y la paga a espaldas de todos era violar a un Omega?

El hombre con bata estaba perplejo, su cerebro no reaccionaba, su cuerpo comenzó a temblar ante esas palabras y sus consecuencias que no le importó arriesgar. No conocía ese sujeto, así que imaginó que un tipo de la nada no podía ser alguien con pruebas más que amenazas huecas, una sonrisa apareció esta vez en su rostro_. ¿Así que sabiendo todo eso continuabas jodiendome la existencia? _lo señaló acusadoramente_. ¡Eres un estúpido si piensas que con eso podrás arruinarme! ¡Puedo llamar a todo mi equipo y decirles que eres tú parte de todo esto! _luego una risa entre dientes devolvió su calma exasperada_. De esa manera, nadie podrá tomar tu palabra, no de un sujeto que viene de estos mundos asquerosos.

La sonrisa triunfante del Beta, sumido en su exacerbación solo recuperó del Alfa un rostro de inquietante seriedad endurecida.

_ Personas como tú, personas que utilizan a los Omegas para un deseo demasiado inoperante, comerlos literal o metafóricamente hasta saciarse _ escupió las palabras con mayor desprecio, se acercó al hombre quien de repente comenzó a retroceder y olvidar su logro_. Personas que no los consideran humanos más que seres complacientes. ¡Ustedes son los que deberían de extinguirse!

Finalmente acorraló al Beta, sumido en una indescifrable inquietud ante este Alfa, ante su mirada y sus palabras que no comprendía, se encogió cobardemente cuando un puño golpeó al lado de su cabeza.

Sin embargo, antes de continuar, el Beta se le adelantó.

_ Para esto sirven los Omegas, es solo por ello que se desea que no se extingan _la voz le salió en un hilo pero delataba el pensamiento de cualquiera con quien se topó esos días en los que llegó a ese lugar, el más joven Alfa bufó y se alejó un poco.

Girándose a la cama del Omega, con una palidez contraria a la salud que poseía, su mirada se entrecerró al pensarlo más detenidamente en sus investigaciones al principio.

Karamatsu Matsuno.

No podría salvarlo.

Dió una disculpa en su mente a su amigo.

_ Lo que puedo detestar más que a los hipócritas, son quienes colaboran en su sufrimiento, aprovechándose de la vulnerabilidad de una casta apunto de su extinción _volteó al doctor de inmediato, cambiando a un semblante relajado_. Ryuma-sam, olvidé mencionarte algo muy importante en medio de nuestra relación de compañerismo, y es que no me presenté adecuadamente, si me permites, nací en Japón pero fui criado en Italia; y deseo respetar las costumbres de mi país de crianza.

_ ¿Qué demonios? _murmuró el doctor antes que el joven diera unos pasos más a él, se puso rígido ante el cambio.

Una mano lo tomó de su otro brazo y lo jaló sin dejarlo protestar acercándose a la mejilla izquierda del Beta, murmuró con calma, junto una sonrisa relajada plantada en sus labios y ojos entrecerrados, por otro lado, fue todo lo contrario al agarre que se intensificó significativamente que hizo suprimir su quejido de dolor _.  Numeri per i conti, parole per le signore _ su boca afilada se curvó en muestra de una sonrisa al sentir que dejó de removerse_, la mano per gli amici e le pallottole per i nemici

Se alejó y soltó a un petrificado hombre viejo y degenerado, amplió su sonrisa afilada, tomándolo de los hombros sobresaltandolo de su pequeño ensimismamiento.

_ ¿Q-quién t-te- _una mano cubrió su boca con fuerza desmedida ahuecando sus pómulos, notó entre sus ojos dorados el terror del sometido.

_ Stai attento a quello che fai _la mirada cambió a rabia empujándolo hasta dejarlo caer en medio de todo. Volteandose hacia la puerta y dando una última mirada al Omega inconsciente, su aroma cambió hasta antes que le dejara entre un mar de sueño, estaba bastante seguro que no soportaría un aroma así durante más tiempo si deseaba hablar con ese hombre, detestaba que ellos emitan eso.

Lo que empeoraba era el aroma que ese viejo Beta dejó levemente en el menor, lo que lo obligó a actuar antes de tiempo.

Sin ninguna palabra más, cerró la puerta con fuerza, ignorando cualquier sollozo cobarde de ese sujeto.

Pasaron unos cuantos minutos, cuando el doctor se quedó solo y pudo por fin recuperarse, murmuró maldiciones con rabia y miedo al mismo tiempo, dispuesto a llamar su mano tembló, la incertidumbre llegó a su ser paralizado.

_ ¿Cómo es que esa gente llegó? Tiene sentido que los Omegas hayan muerto _ susurró, todavía con su temblor y la pantalla con el número, pensó que sería mejor pedir ayuda a ese sujeto y delatar la posición de ese lugar, volvió a guardar todo objeto médico de forma desordenada y empacó sus cosas de visita, sin ver que una gran parte de aparatos de operación todavía estaban regados, pero consideró las pastillas especiales pensando en que serían útiles, una vez todo listo; sin mirar atrás salió del lugar con prisa.

El par de ojos le siguieron.

Pasó de largo a quienes vió y se enfocó en salir del establecimiento clandestino y bien oculto, alejándose una calles y maldiciendo al Alfa deteriorado que se atrevió a amenazarlo, pero estaba dispuesto a no dejarlo así.

Esa amenaza no quedaría impune, después de pensarlo detenidamente decidió llamarlo, tomando el celular en sus manos pálidas y temblorosas del miedo, no obstante,al girar en una esquina una mano cubrió su boca para luego empujarlo a un callejón cercano cubriendo su cuerpo por una sombra de fuerza descomunal.

El Beta forcejeó soltando el maletín que traía y el celular a un paso de marcar ese número.

_ Esto, es lo que mereces.

Se le congeló la sangre al sentir el frío del filo rozar su garganta, no obstante, antes de intentar un nuevo empuje por su vida, el cuchillo recorrió por su garganta cortandola de un trazo como cualquier carne tierna.

Fue soltado con brusquedad, pese a sus intentos de detener la herida sangrante e irreparable de su cuello, dio unos cuántos pasos tambaleantes hasta caer en un sonido sordo, los ojos sobresaltados del miedo cayeron opacos y terminó con espasmos musculares.

El sujeto detrás suyo sonrió levemente, contento de haberlo terminado, limpió su fiel compañera de vida para después guardarla. Sus ojos amatistas giraron al celular, la tomó y al reconocer el número sonrió con tristeza antes de presionar para llamar.

Tardaron dos timbres antes que la voz de un molesto oficial atraviese sus oídos, forzosamente alejó el aparato manteniendo su sonrisa.

_ ¿¡Cómo te atreves a desaparecer!? ¡Bastardo! ¡Más te vale tener algo o sino..!

_ No te preocupes por él _lo cortó, recibió un silencio de la otra línea así que prosiguió_. Lo lamento, pero esa clase de gente no merece servirte.

_ Tú _atinó a decir con los dientes apretados, pero por algo diferente al odio_, te dije que si volvía a encontrarme contigo yo…

_ No estamos de frente, nuestra promesa está intacta _pronunció_. Nadie dijo con una comunicación a distancia _bajó la mirada por un momento, inseguro si contárselo, pero decidió que no, el Omega pese a su similitud iba a morir, no debía de saber de algo así. Sin dejarle comentar algo más, colgó la llamada y destrozó el teléfono.

Se distrajo con las calles alrededor, todo deshabitado por el toque de queda propuesto hace unas horas era cumplida, no obstante esa parte de la ciudad no era bien vigilada y era de mala muerte; fácilmente cometió el asesinato por lo que ello era lo menos importante, giró de vuelta al hombre de bata, con los mismos guantes que poseía tiró el cuerpo más fondo del callejón chocando con bolsas de basura y escuchar chillar algún gato sin contento de perturbar su silencio y calma.

Y se retiró silbando en su camino de regreso.

 


 

Finalmente pudo evitar cualquier molestia con el -ahora- oficial, en su regreso se concentró en pensar en las complicaciones que tuvo con los demás Omegas, al menos pudo confirmar que los otros dos que fueron enviados esa tarde, ya están donde deberían, así que tendría que encargarse personalmente del sobrante, pasó alrededor de una hora cuando vio su momento esperado.

El par de ojos se enfocaron en el Omega tendido e inconsciente una vez se dio paso con una llave de resguardo.
Cerró la puerta tras suyo y se acercó con unos pasos lentos, portaba unos guantes de látex y un cuchillo pequeño de cirugía entre sus dedos tras su espalda.
Se detuvo frente al menor, los ojos cubiertos de indiferencia y una posibilidad salvadora se reflejaban inexpresivos para cualquiera.

Ni miedo y dolor, sólo la expresión individual de un sujeto que nació en calles olvidadas de su país discriminante.

Dio paso al cuchillo, cubriendo parte de su mango al tomar la mano del Omega, dejando que lo toque un momento el mango de la misma.
Trató de ignorar todo sentimiento cada vez que hacía estas cosas.

De todas formas era un ser humano.

Con todo listo, acercó el filo al cuello, pero se detuvo por un momento, el rostro pacífico del Omega, un sueño profundo, supuso, no concordaba con todo lo que aprendió de esa manada.

Con todo lo que le hicieron.

Y todo lo que Dekapan habló de él.

Al fin lo tenía, conocía parte de los amigos reales que poseía pese al infierno de su manada.

Hasta donde sabía, no era un Omega de doble cara, o un Omega destrozado, no solía demostrarlo.

Pero estaba roto por dentro, nadie podría vivir con ello.

De nueva cuenta a su objetivo, apenas deslizó algo de piel deslizando algo de sangre cuando detectó el aroma cerca y unos pasos apresurados. Ocultó la cuchilla en sus mangas y volteó justo a tiempo cuando la puerta fue abierta de golpe.

_ ¡Doctor, tiene que venir! ¿Eh? ¿Dónde está? _ volvió a todos lados sin encontrarlo_. ¿Qué haces aquí? No te corresponde ayudar.

_ Me encargó un momento _sonrió amigablemente como ese personaje de fantasía creado para esas personas_,
dijo que tenía un asunto importante y al primero que pescó fui yo.

El otro solo lo miró por un momento, luego se alzó de hombros_. De todas formas creí escuchar que sí salió a toda prisa _murmuró.

_ ¿Qué deseabas decirle? _preguntó curioso.

_ ¡Oh! Si, también deberás de comunicar a los demás de seguridad, los autos donde se transportaron a los dos restantes Omegas fueron derribados, uno cayó en manos policiacas pero no parecen haber supervivientes _dijo volviendo a su exasperación_ ¡Ugh! Cada vez esto se hace más difícil _el contrario iba a comentar pero luego lo interrumpió_. Pero no todo está tan mal, el Omega que nos queda ya terminó su tratamiento, y me dijeron que podía empezar con el trabajo aquí mismo, ya se perdió suficiente con los otros dos y se espera que éste pueda ser un éxito en su lanzamiento, eso sí, el jefe no parece tener planes de descanso.

El otro sonrió como si no fuese nada, pese a convivir durante un buen tiempo en ese lugar albergando Omegas, pensaba matar a ese hombre.

Sin embargo, una silueta detrás suyo se incorporó llamando la atención de quien continuaba en el marco de la puerta.

_ Oye, el Omega ha des…

Localizó un cuchillo cercano que cayó del doctor en su huida, el personaje a su lado, sin pensarlo realmente, sintió segundos antes el aroma cambiante del Omega, reaccionó y volteó a tiempo a un segundo de que se perfore la yugular, deslizando la cuchilla lo suficiente para alcanzar un roce ligero en el brazo del menor.

Con gran fuerza detuvo ambos brazos, gruñendo ligeramente al reconocer la fuerza de un Alfa, uno demasiado débil que lo ayudó a pararlo.

_ ¡Llamaré al jefe! _reacionó por fin el que vino hace minutos para el comunicado.

Quien se quedó se encontraba molesto y antes de protestar hacia el Omega notó que estaba ido. Sus ojos se agrandaron por esa peculiar verdad: Seguía inconsciente.

_ ¿Por qué no me dejan morir? ¿Se supone que les molesta que decida sobre mi propia vida? _murmuraba, alzó la mirada poniendo en piedra al otro, estaba vacío, temiblemente vacío pero aún así, todavía quedaba algo de él, sonriendo y sufriendo_. ¿Por qué no me muestran lo que es realmente vivir para saber si ya estoy muerto?

La fuerza se desvaneció en el artefacto y cayó en sus brazos, no duró mucho cuando lo vió voltear sus ojos y caer en convulsiones.

El Alfa quedó en blanco por un momento antes de gritar por ayuda sin aliento.

Ese Omega, por primera vez vio a un Omega luchar por su vida.

No, no por el suicidio que casi acaba de cometer. Lo que le llevó a evitarlo en lugar de dejarlo como muchas veces hizo, fue el aroma que desprendió.

Ese Omega no deseaba morir, quería vivir aún sabiendo de la muestra de un mundo de crueldades.

Lloraba por no poder permitirle vivir la vida. Recogía el filo para demostrar que pese a sus deseos, esa vida no podía seguirla.

Karamatsu deseaba vivir.

Con dolor supo, que no podía quitarle ese deseo.

 


 

_ Ey, dulzura. ¿Deseas acompañarme?

_ ¿Qué tal una noche en algún lugar cercano?

_ Prometo ser gentil contigo.

Voces, voces que creyó haber escuchado antes, antes de ese dolor, antes de los castigos, antes del aviso del gobierno.
Si, cuando era joven y salía siempre era lo mismo, siempre lo molestaban por ser un Omega, el negarlo era simple ya que no lo forzaban.

Debido a la manada de Alfas que llevaba consigo.

Ah, pero eso ya no estaba.

No había manada, nadie que los alejara.

Estaba completamente solo.

_ ¡¡BASTA, POR FAVOR, POR FAVOR YA NO!!

Quiso cubrirse los oídos, faltaba poco para volverse sordo, pero su cuerpo no reaccionaría aunque luche.

Sus pesadillas fueron sofocadas por una droga más fuerte que en las mañanas. Una apariencia más enferma para alargar sus visitas con el hombre de bata.

No obstante, no eran suficientes para suprimir todo dolor.

_ ¡¡YA NO YA NO!! _el llanto incontrolable rompía su ser. Pero sus ojos no se movieron de la figura que luchaba para ser liberada, más nadie podría ayudarla.

Al fin y al cabo eran Omegas.

Karamatsu abrió los ojos, girando los mismos por el lugar sin comprender el lugar, un techo completamente blanco y ningún signo de humedad, de inmediato se sentó como pudo, le faltó aire al verse en un cuarto distinto, mucho más pequeño sólo para una cama y un leve dolor lo tomó en picazón fuera del entumecimiento de los últimos días.

Guió sus manos a su cuello y soltó un suave quejido por su hombro.

_ ¡Oh! Despertaste _una voz un poco feliz lo sobresaltó, no la reconocía, tampoco sentía ningún aroma cercano, movió la cabeza lentamente encontrándose a su lado un asiento y una silueta entre toda la borrosidad que mareaba su cabeza, por un momento creyó ver el despeinado de Ichimatsu entre su borrosa visión, pero en segundos pudo distinguir esa sonrisa con dientes afilados mucho más que los del Alfa de morado, ojos amatistas oscurecidos pero no amenazantes o indiferentes, vagamente bañados en una curiosidad y alivio.

Nunca lo había visto antes, quedó callado, viéndolo sin quitar ojo antes de que le cubra el rostro una tela.

Karamatsu salió de su ensimismamiento apartando el pedazo de tela.

_ Deja de verme tan fijamente, ya parece que deseas hacerme algo _y luego sonrió_. Aunque puedo estar dispuesto a escuchar.

Karamatsu desvió la mirada ante ello, contrario a lo que imaginó, esas palabras no se sintieron desagradables, y su sonrojo se vio presente sacando carcajadas agradables del mayor, Karamatsu vió con ello, que se trataba de una broma.

Saltó por ese pensamiento.

¿Una broma?

No notó cuando la risa se apagó en su totalidad y quedaron en otro silencio.

_ Ten _el menor giró para encontrar en la mano extendida un pedazo de… ¿De qué? Era igual a lo que daban a sus hermanos_. Es chocolate.

Karamatsu elevó la mirada, los ojos del contrario se suavizaron con sus últimas palabras. No confiaba, pero estaba hambriento, ahora que lo pensaba, ni siquiera sabe qué comió durante esos días.

Aguantando las ganas de arrebatarle el alimento, acercó su mano sana y libre de cadena al dulce.

De repente, lo recordó.

Se congeló en su lugar antes de encogerse y ocultarse bajo las sábanas, ignorando el dolor se alejó lo mejor que pudo.
Fue algo rápido y torpe, el contrario se le quedó viendo interrogante al ser rechazado por su gentileza, guardó nuevamente el chocolate.

Bajó la mirada culpable, pensó que no le recriminaria por eso.

_ Lamento haberte hecho dormir antes, he, pensé que estabas bajo el efecto de alguna droga… _se rascó la nuca culpable.

Interiormente estaba, por mucho, más furioso con ese hombre.

Tal vez lo hubiese hecho sufrir un poco.

Se quedaron un momento en silencio.

Karamatsu escuchó algo ser cortado, y un aroma le llegó a su sentido del olfato, su estómago gruñó de hambre. Pero, pese a la pesadilla que tuvo, y no ser forzado o gritado a nada, bajó las mantas.

Debía considerar que tampoco esperó alguna disculpa.

Desconcertado, lo encontró al otro cortando unas manzanas con un cuchillo de cocina pequeño, no se detuvo aún sabiendo que estaba siendo visto, la sonrisa del de ojos amatistas se ensanchó en tranquilidad ante esa curiosidad al paso de los minutos.

_ ¿Quieres un poco? _ ofreció al terminar, esta vez, el Omega asintió, tembloroso tomó el pedazo de manzana pelada, la observó intrigado un rato antes de llevárselo a la boca y casi sin masticar lo tragó, hizo una mueca de dolor y se cubrió el cuello_. Oi, deberías controlarte un poco, ese corte tardará un tiempo en sanar.

Karamatsu volvió a mirarlo, ya casi parecía un gato arisco y atento a sus movimientos. Supuso que debía de estar bien, considerando estar bajo drogas durante una semana, anestesiando todo su cuerpo menos pensamientos vagos.

Lo sabía, en esos momentos es cuando los recuerdos y los pensamientos podrían torturarte.

Apagó todo recuerdo de esa experiencia y se dedicó a ofrecer más trozos al menor recordándole masticar correctamente, los brazos y piernas del Omega temblaban terriblemente, pero podía mantenerse quieto para comer, al menos.

Recorrió con la mirada su cuerpo en busca de alguna herida o contusión por el accidente de hace una semana, no encontró nada. Por suerte también portaba el collar, no hay muchos para conseguir uno, se pregunta de dónde pudo haberlo sacado.
Ya que considerar a su manada era estúpido.

Karamatsu terminó con toda la manzana, se sintió satisfecho, luego recordó al nuevo, y le dirigió una mirada interrogante, todavía no se atrevería a hablar, no cuando aprendió en su soledad que eso era lo de menos para quien no le importe escuchar.

Todavía no confiaba en ese sujeto. ¿Qué quería de él como para comportarse tan amable?

Tampoco es que le importe si termina siendo su primer cliente.

Al girar al verlo, solamente recibió la mirada perdida del contrario.

¿Qué debería de hacer?

Tomó con suavidad su cuello. No recordaba qué pudo pasar, sólo deseaba dejar de escuchar las burlas de sus hermanos.

¿Si tomas esos recuerdos y los hundes en la profundidad de tu mente?

Recuerda todavía la agonía que sufrió cuando casi fue violado nuevamente si no fuese por la persona delante suyo. Su otra mano se dirigió a su pecho con una mueca de dolor, todavía palpitaba.

¿Crees que deba dar el primer paso?

Se sobresaltó al pensar eso, al parecer fue suficiente para llamar al contrario quien elevó su mirada para verlo, parecía algo confundido.

_¿Qué dijiste? _cuestionó.

Oh, ¿Lo dijo en voz alta?

Karamatsu terminó desviando la mirada, intentando mantener su expresión neutral.

El Alfa bajó los hombros luego de suspirar pesadamente, guardando las cosas en la mesita nueva de al lado, continuó con lo que tenía planeado.

_ No me he presentado _llamó su atención al girar, el mayor se irguió en su asiento y extendió la mano con suavidad, con cuidado de asustarlo. Dijo con una sonrisa_. Soy Fukuyama Aku. Dime solo Aku _ante la incredulidad del menor, aclaró_. ¿Cuál es el tuyo? No deseo llamarte con código de Omegas.

Los ojos azules bajaron hasta la mano extendida, hizo una mueca difícil de descifrar y movió la mano temblorosa para tomarla en un ligero apretón.

_ S-soy… Matsu- _se detuvo abruptamente, corrigió_. Soy Kara, dime solo Kara.

_¿Kara? _cuestionó, notando la incomodidad en su expresión, «tal vez empujar un poco no estaría mal»_. ¿No tienes alguna manada?

El Omega le dio una mirada de reojo, pareciera un poco sorprendido por no conocer a su manada, demasiado popular de una manera mala y degradante.

No deseaba continuar a la sombra de ellos. Si ha de tener una nueva vida allí, una nada mejor que la anterior; deseaba por mínimo, apartarse correctamente y olvidarlos, manteniendo el nombre sin relación a sus hermanos.

Ignoró el dolor calando su interior.

_ E-eso no importa ahora que estoy aquí, ¿Cierto? _se soltaron las manos. El mayor le envío otra mirada comprensiva.

_ Tienes razón. Un gusto conocerte Kara, desde ahora estoy a cargo de tu cuidado. «Verificaré que puedas sobrevivir tanto física como mentalmente» _ pensó lo último, esas eran las órdenes del proxeneta para dejarlo a su lado.

El menor asintió levemente.

_ El gusto es mío, Aku… _le costó creer la palabra "cuidado"; y miró los ojos poco expresivos del contrario.

Sí, había lástima.

 

Notes:

Nota de Tiempo: Todo esto sucede antes de capítulo anterior, noche antes de encontrar el cuerpo.

Traducción del italiano:

Numeri per i conti, parole per le signore - Números para las cuentas, palabras para las damas.

La mano per gli amici e le pallottole per i nemici - La mano para los amigos y las balas para los enemigos.

Stai attento a quello che fai - Tenga cuidado con lo que hace.

Nota Curiosa: saqué esa frase italiana debido a Vito Corleone, protagonista de la novela, "El Padrino".