Chapter Text
Si había una manera en la que Tanjirou quisiera despertarse todos los días por el resto de su vida seria esta; con el rostro hundido en negruzcos mechones de cabello largo, siendo abrazado por brazos fuertes pero ahora gentiles, con sus extremidades acaparando el cuerpo del contrario para si y rodeado por la acogedora presencia de un Tomioka Giyuu completamente dormido sin contemplación del resto del mundo.
No podía recordar por su vida cuando había sido la ultima vez que se había sentido tan calmado, tan a gusto y tranquilo...tan feliz...en paz.
Cerró los ojos aspirando el aroma del cabello al que ahora estaba acostumbrado después de tantas noches juntos. Sonrió agradecido, acercando al contrario a su pecho, sintiendo el aliento chocar contra la tela ligera con cada cálida respiración, los brazos flojos que hacia mucho habían perdido la fuerza en su agarre por la inconsciencia, sus piernas enredadas cuidadosamente negándose a dejarse ir pero sin lastimarlo.
Usaría cada vano deseo para quedarse así por siempre.
Se dijo que ambos se merecían un poco más; un poco más de tiempo, un poco más de reposo, un poco más de calma matutina, y no había necesidad de despertar al contrario aun o alejarse de este pequeño capullo de felicidad y comodidad.
Se relajó hundiéndose contra el hombre de hermosas facciones, derritiéndose sin fuerzas, disfrutando cuando Giyuu aun dormido se acomodó aun más contra si como si fueran dos partes de una sola pieza embonando a la perfección, complementándose uno con el otro.
Además, sabia que no podría volverse a dormir por los años y años de rutina, por la paranoia siempre presente como una sanguijuela en su cerebro, así que resignándose con gusto a su destino solamente se quedó allí memorizando el ritmo en la respiración del azabache y la calidez bajo las yemas de sus callosos dedos.
No supo exactamente cuanto tiempo pasó, solo que era mucho más de lo habitual, se sintió una perfecta eternidad a la vez que un segundo fugaz, hasta que pudo sentir como Giyuu comenzaba a mostrar los primeros signos de consciencia.
Sintiéndose caprichoso frotó suavemente su mano contra la espalda del joven hombre mientras se separaba lo suficiente para poder verlo despertar ganando con deleite un leve gimoteo complacido.
La respiración cambio ganando un casi imperceptible aumento de ritmo.
Lentos revoloteos hicieron mover los parpados maravillándolo con las pestañas.
Intensos ojos azules se asomaron perezosamente entre las rendijas, suaves y gentiles, somnolientos, y una ligera y esponjosa sonrisa apareció en los labios rosados.
Todo en su rostro, su expresión, su actitud, era tan cálido y perfecto que Tanjirou solo quiso poder besarlo con amorosa locura.
Sonrió sintiendo como su expresión se suavizaba al su corazón derretirse en su pecho cuando el contrario intentó sin éxito sacar un mechón que se posó sobre su cara; Tomioka Giyuu siempre se levantaba con un desastre en su cabello y por su vida le era horriblemente adorable y divertido.
Francamente le recordaba a un pequeño gatito negro.
"Buenos días" le saludó el azabache con la voz ronca cuando cruzaron sus miradas, un lento parpadeo acompañando sus palabras haciendo lucir esa sonrisa, ese rostro, terriblemente dulce...casi domestico.
Se sentía tan afortunado de ser testigo de la belleza de su compañero de viaje y distraídamente agradeció silenciosamente por ello.
"Buenos días Giyuu..." contestó Tanjirou sintiendo su sonrisa curvear sus labios con afecto "¿Dormiste bien?" preguntó.
El azabache asintió dejándose caer sin reparos una vez más disfrutando de la comodidad y la calma que invadía su corazón y alma cada vez que dormía con el Kamado, probablemente algo sobre la personalidad amable de este, considerada, y la capacidad de protegerlos a ambos en un instante si las cosas se ponían de cabeza.
"Mucho...creí que nos despertaríamos temprano"
Y lo habían estado haciendo, más por rutina militar y costumbre infundada, pero por alguna razón algo dentro de Tanjirou le decía que en este día no deberían de estresarse de más, algo susurrándole que descansaran cuanto quisieran.
"Sentí que no lo valía, merecemos descansar"
El Tomioka rio divertido, con ligereza, como si no le hubiera estado insistiendo el pelirrojo eso mismo, que no tenían prisa por llegar a su destino.
"Sabia decisión"
Por supuesto, no iba a mirarle los dientes a un caballo regalado, no cuando Tanjirou finalmente le había hecho caso y admitido una leve derrota.
Suspiró volviendo a abrazar a Tanjirou sin pensar, confiando con su vida, acercando su cabeza hasta apoyarla en su pecho llegando a escuchar el ritmo de su corazón, disfrutando cuando el pelirrojo correspondió por reflejo rodeándolo con sus brazos para frotar su espalda suavemente.
Cerró los ojos, sonriendo somnoliento ante la atención cuando su compañero hundió su rostro en su cabello negro.
Sintió los músculos siempre tensos del pelirrojo caer en tranquilidad bajo sus dedos. Se había dado cuenta que el estar haciendo algo, aunque fueran movimientos pequeños contra su espalda o golpecitos casuales contra su pierna cuando lo cargaba en las caminatas, ayudaba y relajaba de sobremanera a Tanjirou, como si distrajera su mente conectándolo al tiempo presente, evitando que se fuera a oscuros y lejanos pensamientos.
Y el estaba feliz con la atención, feliz de poder darle algo al hombre que había hecho tanto por él y llevaba años luchando contra otros seres humanos.
Le gustaría francamente seguir leyéndole en voz alta ahora mismo, pero siendo abrazado no podía y no quería dejar esta burbuja, se sentía ilegal interrumpir esto, era tan cómodo esto y Tanjirou parecía tan relajado...
"Alguna vez me gustaría escribir algo" comentó distraídamente, suavemente, con la mente adormilada todavía.
"Mm...¿Cómo un libro?" le preguntó el pelirrojo apenas en un susurro suave y acogedor, pacifico.
"No...más como..." tarareó, haciendo una pausa cuando los dedos callosos pero dualmente suaves y delicados acariciar su espalda baja, subiendo y bajando con su respiración "...un diario...algo como un diario suena bien"
"¿Y lo leerías para mi?"
Sonrió sintiendo sus parpados pesados pero su corazón ligero, su alma brillando en anhelo ante la idea.
"Te enseñaría a leer...pero también te lo leería"
Sus músculos se relajaron más si es que era posible, calmados y sin preocupación.
Su respiración se apaciguó y se dio cuenta lentamente que había subestimado cuan cansado podría estar cuando todo lo que su nula consciencia pudo procesar fue que estaría más cómodo durmiendo con la distancia siendo inexistente entre ambos.
Así que haciéndole caso se durmió nuevamente lleno de la sensación de chimeneas hogareñas rodeando su ser.
La próxima vez que se despertó se dio cuenta con jubilo que no había sido el único que había caído rendido a los brazos de morfeo y aprovechó para beber el momento al acariciar el desordenado mar de borgoña y la amplia espalda del contrario.
No había necesidad de apurarse después de todo y Tanjirou merecía dormir un poco más de tiempo con lo mucho que estaban arraigadas las costumbres en su cuerpo.
...................
"¿Quieres lanzar cuchillos?" Giyuu preguntó terminando de comer su muy tardío desayuno ganándose una risa del contrario todavía despeinado.
"Bueno" comenzó el pelirrojo con una sonrisa divertida y ligeramente presuntuosa mientras dejaba a un lado los restos del pescado "...Si insistes tanto en perder; por supuesto, podemos lanzar cuchill-¡Oh!" exclamó cuando el Tomioka lo interrumpió con un juguetón empujón.
La leve sonrisa traicionó la molestia que quería demostrar con sus ojos en blanco.
"Solo un juego" aceptó poniéndose de pie "No quiero que nos atrasemos demasiado"
Por supuesto que Tanjirou diría eso; pensó con diversión cariñosa.
El juego consistía en 5 rondas de 3 lanzamientos cada una, la ronda la ganaba quien acertara más lanzamientos y les daba un punto, quien tuviera más puntos al final era el campeón.
Y claramente Tanjirou fue el ganador, y sin embargo a Giyuu no le importaba pasarse la eternidad perdiendo para ver la sonrisa victoriosa y fácil del contrario.
Soportaría sus burlas con gusto y las contestaria con descaro si significaba escuchar más risas.
"Ven aquí y déjame peinarte" animó Giyuu ignorando la exagerada y presuntuosa expresión del hombre más alto.
Sonrió orgulloso cuando Tanjirou, dramatizando totalmente, obedeció sin vacilar con su cuello al descubierto.
Él, como siempre, ignoró el hundimiento que le daba el ver la marca.
Algunas veces todavía le parecía increíble que el hombre confiara en él a este punto; ya no usaba su tela cuando estaban solos, claro, la mantenían cerca por si alguien se les atravesaba, pero Giyuu estaba agradecido de que su compañero no sintiera la necesidad urgente de tapar su piel mientras se sentía cómodo en su presencia.
Con practica separó mechones comenzando a trenzarlos en una diadema de trenza francesa hacia un costado para terminar por unirla a la típica coleta alta detrás; todo sin preocuparse por los segundos, tomándose su tiempo para que quedara perfecta, atándola con habilidad mientras recordaba con cariño esa primera vez en que se ocupó del cabello rojizo tras Tanjirou haber roto su listón en dos.
No creyó en ese momento que se volvería en una de sus partes favoritas del día, una que esperaba con ansias al despertar.
Con un asentimiento para si mismo en aprobación le dio una pequeña palmada en el hombro al contrario y comenzaron a caminar bajo el sol de la tarde y la sombra que propinaban las nubes en el cielo azul.
Ciertamente las muletas habían sido un bien necesario, no era tan rápido con ellas como le gustaría y terminaba con dolor bajo los brazos, pero también le daba más tiempo de descanso a Tanjirou y ya no parecía tan agotado en las noches aparte de brindarle un poco de libertad.
Caminaron por poco más de un par de horas cuando, tras atravesar una densa sección de arboles, Giyuu se detuvo en seco al igual que el pelirrojo a su lado.
Abrió los ojos con emoción, asombro, embelesado ante el basto campo de preciosas flores violetas frente suyo.
Era completamente hermoso, estrellas lilas brillando contra la luz del sol de la tarde y el verde del pasto ondeando con el viento.
"Es precioso" exclamó sin aliento, no logrando despegar su mirada de los metros y metros de motas moradas.
Vio a Tanjirou de reojo asentir.
"Si..."
Volteó a mirarlo como si algo dentro suyo le ordenara redistribuir su atención.
El brillo...Oh el brillo en esos orbes de cálidos atardeceres y fogatas a la luz de las estrellas le sacaron el aire de los pulmones más que el claro.
La cejas alzadas y los labios levemente abiertos le recordaron a un niño que recién descubría el cielo nocturno o un amplio lago.
Su corazón, notó distraídamente siendo cautivado por el contrario, hizo algo extraño en su pecho.
No era importante, no con la escena que captaban sus ojos mientras la calidez aumentaba en su alma.
Siguiendo el paso de Tanjirou caminó tras él, bajando lentamente por la ligera pendiente para observar con satisfacción y cariño al más joven beber con entusiasmo cada pequeña y colorida flor, tomándose su tiempo para grabar cada tonalidad, inclinándose para percibir la fragancia, alegrándose totalmente cuando vislumbró el cerrar de sus ojos para apreciar aun más la calma y olor de la planta.
Sonrió ante la expresión feliz y actitud relajada del pelirrojo presenciando cuanto disfrutaba de los placeres más simples de la vida; la naturaleza y el arte que eran los pétalos reluciendo con la luz cálida del sol, armonizando con el cabello ondulado y la piel bronceada que recubría las manos gentiles llenas de callos.
Más que el propio y precioso campo Giyuu creyó que el verdadero tesoro era ver al más alto poder vivir el momento, escucharlo inhalar cuando una mariposa particularmente hermosa se acercaba a sus dedos llenando sus ojos rubíes de regocijo por la vida misma.
Daria lo que fuera por poder darle más momentos así al pelirrojo que se merecía el mundo entero, por poder hacer curvar sus labios rosados con facilidad y traerle paz sin que tuviera que pensar en lo que podría pasar si alguien miraba su cuello.
Como el volar de las nubes deseaba deshacerse de todas las preocupaciones que atormentaban la mente de su amigo, más que nada en esos momentos en los que parecía espaciarse de la realidad y perderse en sus pensamientos. Agradecía tanto que parecieran estas disminuyendo siendo menos frecuentes con el pasar de los días.
Tanjirou volteó a mirarlo con su sonrisa iluminando su rostro, siendo correspondido con el mismo gesto por parte del contrario, solo para que al instante siguiente de regresar su atención al campo se derribado por Giyuu al suelo. Una carcajada abandonando su garganta en alegría.
Rodando por el verde de las plantas en un revoltijo de extremidades y exclamaciones alegres llenas de risas giraron llenándose de flores con pétalos elevándose a su alrededor.
Girando, luchando para ver quien juguetonamente se sobreponía al contrario, se detuvieron perdiendo impulso con sus voces haciendo armonías creadas de la diversión y felicidad mirando el uno al otro con los alientos chocando contra su ser llenando el espacio entre ambos.
Observando al joven recostado espaldas al suelo bajo suyo y cubierto de morado y ramitas verdes Giyuu no pudo evitar desear más mientras se apoyaba con sus brazos.
Su sonrisa es verdaderamente hermosa...
Usaría cada flor y pétalo de este campo para desear y pedir más días así, más veces en las que pudiera ver al contrario sonreír con esa curvatura en sus labios rosados que hacia su ritmo acelerarse sin explicación pero con un sentimiento de fortuna y felicidad, deleite y gozo, invadir su alma como si estuviera tomando su te caliente favorito siendo bañado por una manta cálida a la luz de las estrellas.
Resopló alcanzando una flor totalmente intacta que le estorbaba en el ojo de su compañero solo para ponerla delicadamente en su cabello.
Se preguntó distraídamente cuantas flores podría hacer encajar en la trenza borgoña.
Su alma bailó con como Tanjirou sonreía dulcemente con la adición para esos orbes de acogedoras fogatas voltear a mirarlo. Estaba tan aliviado de que los moretones hubieran desaparecido.
Con su expresión bañada en suavidad, y sus ojos azules brillando sin saberlo, le quitó un rebelde mechón acomodándolo nuevamente en el peinado del joven de 17-
Espera.
Se dio cuenta de algo.
"Espera" expresó siendo testigo a detalle de como la confusión contorsionaba los rasgos del hermoso hombre "Habías dicho que tu cumpleaños seria en dos semanas cuando nos conocimos" soltó de repente procesando que de hecho-
"Oh" también se dio cuenta Tanjirou y por la mirada desconcertada en su rostro supo que el pelirrojo parecía haberlo olvidado "Si, es hoy" confirmó sin reparos ni vergüenza como si estuvieran hablando del clima.
Giyuu no pudo ayudarse a si mismo y en cambio resopló.
Sin embargo eso no atenuó el creciente sentimiento de arrepentimiento y leve ansiedad por decepcionar al contrario que se merecía el sol y las estrellas al no darle nada.
No es que pudiera hacer mucho pero...
"¿Q-quieres hacer algo especial hoy?" le preguntó con su voz tranquila frunciendo levemente el ceño, sin apartar sus canicas de ríos de los del contrario, pues no podía pensar en que obsequiarle o hacerle "Si hay algo que te gustaría como regalo...dímelo...y por lo menos trataré de conseguírtelo en la capital una vez que-"
Tanjirou lo interrumpió entonces con una pequeña risa divertida al negar con cariño.
"Oh Giyuu..." suspiró incrédulo y enternecido, levantando su mano callosa y llena de cicatrices, para acunar con dulzura su rostro y acariciar delicadamente con su pulgar su mejilla tan suaves como Giyuu jamás había sentido, tan gentiles como si no pertenecieran a dichas extremidades endurecidas por las experiencias y el tiempo mismo.
Rodeó la muñeca con una de sus manos. Sintió que se derretía con el toque y esa gentil y bonita sonrisa, su pecho se sintió ligero con como el pelirrojo lo miraba haciéndole incapaz físicamente de apartar sus abiertos y sorprendidos ojos azules profundos de las ventanas de su alma.
"No tienes idea..." exhaló casi en un hilo negando con exasperación bañada en afecto, divertido en cierto nivel, incorporándose para acercarse más en este momento de vulnerabilidad e intimidad llena de confianza.
"Me has cambiado la vida Tomioka Giyuu..." confesó con ese tono de voz, con emociones que no podía identificar, ahogando sus palabras para robarle el aliento de sus labios "...Estas tan empeñado en pensar que te salvé que no te das cuenta que tu hiciste lo mismo por mi"
Frunció el ceño afectado por la honestidad pura en sus oraciones.
"Pero...yo no hice nada" contestó sacándole una pequeña risita aireada al pelirrojo que negó por su terquedad.
Tanjirou desearía tanto que Tomioka pudiera verse como él lo veía, el hombre no se sentía especial ni alguien que valiera la pena con muchas cosas, sabia que a veces se percibía insuficiente e inútil por su lesión y lo odiaba. Iba a trabajar incansablemente para remediarlo estas semanas.
(Podía desear, pedirle deseos a los pétalos de las flores de todo este campo y rezar a los dioses para que Tomioka Giyuu fuera suyo.)
El contrario no lo sabia, pero Tanjirou había tenido el horario de sueño jodido y atrofiado, con pesadillas constantes y la paranoia haciéndole despertar con cada mínimo sonido que captaban sus oídos.
"No tienes idea" sonrió sin aire y con la mas pura gratitud tejida en su voz.
No había dormido en años tan bien como en estas ultimas semanas.
"Por primera vez desde los 12 me siento seguro, a salvo"
(Podía intentarlo; el que el "para siempre" que veía en los ojos estrellados fuese real, se volviera real, que continuara sintiéndose en las nubes cuando Giyuu le sonreía.)
Su corazón, siempre atormentado por los demonios del pasado, se sentía ligero y su alma libre del peso constante que por años la tenia encadenada a la miseria, soledad y el dolor.
"Tu me haces sentir a salvo"
Unió sus frentes cerrando la distancia, cerrando los ojos, viviendo el momento, bebiéndose la calidez como abejas el néctar de los frutos en verano.
Se sentía vivo. El azabache le regresó la vida del infierno de la guerra, del homicidio, del sufrimiento constante.
Era algo que el Tomioka no parcia entender, el como lo había salvado, como se habían salvado mutuamente, porque el ojiazul estaba tan embelesado por la sonrisa del pelirrojo que nunca parecía darse cuenta que la absoluta razón por la que Tanjirou podía sonreír y reír así era él. Única y exclusivamente él.
Tanjirou hizo lo que nunca creyó posible; bajó la guardia.
(Podía tener la vana y nula esperanza de que este sentimiento de libertad, de estar vivo, lograra continuar.)
"Eres lo mejor que me ha pasado..." confesó con devoción "No lo cambiaria por nada, y necesito que te des cuenta de ello"
El ojiazul se quedó sin habla cuando esos orbes de amaneceres deslumbrantes miraron fijamente como si pudiera desnudar su alma, trazar cada milímetro de su piel y grabar en su mente el tono exacto de sus iris.
"Atesoré este momento, este día, por el resto de mi vida y es únicamente gracias a ti" sonrió.
Cerró sus ojos dejándose llevar, permitiéndose empujar sus frentes disfrutando del contacto.
"El estar aquí, el hacerme compañía, el hablar conmigo; es el mejor regalo que alguien pudiera haberme dado..."
Un brazo firme rodeó su cuerpo atrayéndolo hacia el cumpleañero sin resistencia alguna porque...¿Cómo podría Giyuu resistirse a esto?
"Tu eres un regalo Giyuu, no te desacredites por favor"
Y el Tomioka se dio permiso de recostarse con su Tanjirou para ser bañados por los reconfortantes rayos del sol, con mariposas revoloteando por sus rostros, hormigas negras haciéndoles cosquillas en su piel, y la brisa fresca revoloteando su cabello haciendo alzarse los pétalos morados.
Distraídamente Giyuu adornó la corona de trenza borgoña con flores con el único pensamiento de cuan precioso resaltaban sobre el contrario.
Un deseo se perdió entre el verde al juntos soplar el violeta en la estrella de seda fina a la par del viento enviado por los complacidos dioses.