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Language:
Español
Stats:
Published:
2020-08-15
Updated:
2020-12-22
Words:
6,366
Chapters:
6/?
Comments:
6
Kudos:
32
Hits:
454

Cosas de castas

Chapter 6: 𝑩𝒂𝒔𝒖𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑵𝒊𝒄𝒐𝒕𝒊𝒏𝒂

Chapter Text

De un momento a otro su mente dejó de procesar las imágenes que veía y el tiempo parecía detenerse.

¿Por qué ésto me parece tan familiar? —pensaba observando como el puño del cocinero se acercaba cada vez más a su rostro amenazando con impactar sus nudillos contra su boca— Cierto. Ésto fué hace un año, justo el día de mi cumpleaños.

En otro momento hubiera tomado fuerza para empezar a luchar pero su cuerpo no le respondía del todo. Su ausencia de reflejos podría deberse a la perdida de sangre o quizá a la exagerada cantidad de narcóticos en su sistema que le habían dado para sobre ponerse al dolor... No lo sabía, solo entendía que su cuerpo no se iba a mover, era como si estuviera esperando la paliza matutina con normalidad.

—¡Patty, detente ahora! —gritó con fuerza Zeff lanzando una patada al hombro de su segundo chef para apartarlo del moreno— Maldición Patty, no estamos para dar espectáculos ¿sabes?

Cuando lo soltó, el impacto de su espalda en el frío suelo lo hizo entrar en razón provocando que se sobresaltara y soltara un alarido más por el susto que por el dolor.

Iba a preguntar que era lo que había pasado pero no tuvo tiempo de explicarse ya que alguien le había cubierto la boca con su mano y lo había tomado de la cintura, casi cargandolo para llevarlo lejos de la muchedumbre.

Se revolvió un poco entre los brazos del extraño pero al notar el aroma a fressia y los adornos perleados en sus guanteletes, dejó de poner resistencia y dejó que lo llevara cerca de algunos negocios abandonados.

—Mierda, Gin. ¿No puedes hacer tus tareas del diario sin causar problemas? —murmuró el peliverde arreglándose un poco el cabello.

—En mi defensa, diré que ellos empezaron

—¿Aún sabiendo que tenemos prohibido acercarnos ahí? —le regañó el contrario arqueando una ceja mientras sacudía un poco su camisa.

El moreno no dijo nada, solo chasqueó la lengua y peinó su cabello hacia atrás para disimular su molestia.

—Perdón. Es solo... Qué no me parecía bien dejar a esos niños solos —murnuró como disculpa mientras tomaba su teléfono para leer el mensaje que le había llegado.

𝙶𝚒𝚗, 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚊 𝚊 𝙿𝚎𝚊𝚛𝚕 𝚢 𝚝𝚛𝚊𝚎𝚕𝚘 𝚊𝚚𝚞𝚒. 𝚃𝚞 𝚝𝚊𝚖𝚋𝚒𝚎𝚗 𝚍𝚊𝚝𝚎 𝚙𝚛𝚒𝚜𝚊, 𝚝𝚞 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚛𝚐𝚘 𝚑𝚊 𝚕𝚕𝚎𝚐𝚊𝚍𝚘.
𝐻𝑢𝑠𝑡𝑙𝑒.

Miró de reojo a su compañero y ambos suspiraron al ver el mensaje; entendían que habían perdido demasiado tiempo en revisar su territorio así que debían pronto y asistir a su junta improvisada.


Durante el trayecto, muchas miradas se posaban sobre ellos, ya fuera por el aroma o por el logo que cargaba cada uno entre sus ropas; la situación era molesta pero nada que un cigarrillo no pudiera hacer para distraerlo.

—Eres menor de edad ¿cómo los consigues tan fácilmente?

—Eso no importa, ¿gustas uno? —mostró la cajetilla casi completa mientras buscaba su encendedor.

¿Tan mal está el mundo como para que un niño empiece a fumar? —se cuestionó Pearl tomando uno de aquellos cilindros y poder encenderlo.

Ambos caminaron entre las sombras de las calles hasta topar con el punto de reunión: "El gran Galeón", una taberna rústica de la que era dueño su jefe.

Todos en la zona sabían que a ese lugar solo entraban sus subalternos, algunos "aliados" y gente de mala cara. Incluso alguno que otro novato que buscaba problemas.

—Vaya,que sorpresa. Llegan tarde otra vez —susurró una voz femenina saliendo de las sombras, dejando ver su silueta cubierta por ropa entallada y un par de tacones de aguja. Cualquiera diría que era una mujer muy atractiva pero a pesar del exceso de maquillaje y la costosa vestimenta, él podía ver que solo se trataba de una chica de no más de quince años— Creí que los cigarros eran para adultos, no para críos estúpidos.

—Y yo que los tacones eran para damas, no para sabandijas chupa sangre —le contestó con burla Gin mientras se preparaba para una pelea.

—Vamos, no son niños pequeños para pelearse por tonterías —le regañó Pearl separandolos cuál dueño separa a sus mascotas— Gin, ¿a tí te mandaron mensaje primero, no? Entra de una vez, no hay que dejar esperar a Don Krieg.

Gin miró a su compañero y después a la pelirroja; al primero le hizo una leve reverencia como agradecimiento y a ella le mostró el dedo medio sin que el mayor se diera cuenta, haciendo que Ginrumy empezara a insultarle y casi atacarlo a golpes. Aquello molestó a Pearl pero fué paciente y solo la tomó de los hombros para evitar una riña inecesaria.

En cambio, el menor apenas dió un par de pasos dentro del local pudo sentir como las risas y la bulla eran cambiadas por murmullos casi imperceptibles para algunas personas. 

—Un mocoso no tiene porqué mandarnos.. Ni siquiera tiene qué estar aquí con nosotros... —uno de los reclutas nuevos en estado de ebriedad lo estaba retando a una pelea luego de haber bebido medio tarro de cerveza y después lanzarlo sobre el rostro del menor— Soy un alfa y merezco más el puesto que tú tienes, así que piérdete o date una buena ducha. Los adultos tenemos trabajo que hacer.

El ambiente se había puesto tenso pero tuvo que contener su cuerpo para no dejar salir su aroma, pese a que sentía náuseas del aroma tan empalagoso del contrario.

Dió una última calada a su cigarrillo y después dejó escapar una bocanada de humo con ceniza sobre el rostro del más alto, para luego derribarlo y someterlo al recargar su codo contra su garganta. Con facilidad pudo haberlo matado pero no estaba de ánimos, se le estaba haciendo tarde y lo más seguro era que recibiría un regaño.

—Te dejaré ir por ahora. Solo un consejo, cuida tu lengua antes de que alguien te la corte —lentamente bajó la presión sobre su cuello pero antes de apartarse, pudo ver que el contrario había tomado una botella de vidrio así que solo le tomó del brazo y lo giró hasta torcerlo pero no bastó con eso, así que como si nada le dió una patada hasta romperlo en tres partes.

—¡Bastardo! ¡¿Co-como te atreves a hacerme ésto?! ¡¿Qué nadie va hacer algo?!

Por un rato el silencio gobernó en la taberna pero de repente las risas golpeteaban contra las paredes haciendo que éstas vibraran por la fuerza del ruido.

—¿En serio esperabas que alguien te ayudara?

—Creí que eras un adulto y que podías acabar con cualquiera.

—No esperaba menos nuestro comandante.

Las risas y los halagos hacia Gin eran demasiado estruendosos pero no les prestaba atención ya que había visto a Pearl entrar antes que él y eso no parecía ser bueno.

Mierda, es la segunda vez que llego tarde.